Héctor
B. Olea C.
Estamos a once días de las elecciones nacionales
que se estarán llevando a cabo en la República Dominicana; y precisamente a
once días para que se confirme, desde mi punto de vista, lo erróneo de las
candidaturas que ostentan personas de la comunidad evangélica, de concentrar su
campaña estrictamente teniendo como foco al electorado de la comunidad evangélica,
y dirigiendo sus ofertas de campaña especialmente (si no es que estrictamente) hacia
dicho sector.
En realidad no sé quién, y a costa de qué, le
vendió la idea al Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC), y a la Fuerza
Nacional Progresista (FNP), de que la comunidad evangélica se presenta como monolítica
en cuanto a su actitud y preferencias hacia las distintas fuerzas políticas que
conforman el sistema nacional de partidos. Por ejemplo, el CODUE declaró públicamente
que más del 80 % de los candidatos del PQDC son evangélicos.
Por otro lado, es de conocimiento público el
que en el pasado, líderes conciliares prominentes y del más alto nivel,
procuraron en vano dirigir a los feligreses a votar masivamente por ciertas candidaturas
señaladas e identificadas de antemano, y a pesar de todo, los resultados fueron
desastrosos.
Ahora bien, es posible que al final esta
equivocada estrategia haya sido un resultado predecible e inevitable, ante la
imposibilidad de tales candidaturas de impactar y concitar un verdadero y consistente
interés en el electorado nacional; y en consecuencia, se tuvo que optar por dirigir
su oferta de campaña, incluso su programa de ejecución gubernamental, hacia el que
entienden su ámbito natural: la comunidad evangélica misma.
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