Libro: La Trinidad Nicena bajo sospecha

El papel del Hijo en la creación,Un análisis de la idea de agencia y de medios en el idioma original del NT

El intercambio de ideas que ahora comparto con un público más amplio, se hizo original y específicamente vía correo electrónico a partir de un estudio que desarrollé en una sección que produje en un programa radial por espacio de diez años (1999 al 2009), en horario de 6:00 a 7:00 PM. En este caso hago referencia al programa del martes 15 de julio del año 2008. El estudio de la ocasión tenía como tema “El problema del canon dentro del canon”. Un día después, el miércoles 16 de julio, recibí un correo electrónico de un oyente planteándome una inquietud que le originó el estudio que había desarrollado el día anterior. Por ética no voy a identificar el nombre real del oyente. Por tal razón me referiré a él simplemente como “Timoteo”. Por otro lado, me parece oportuno decir que haré mención de la interacción del referido oyente y mi persona, de manera íntegra, es decir, los correos los voy a citar tal y como originalmente se recibieron y enviaron; salvo la introducción que hice de algunas correcciones gramaticales, de estilo y énfasis. Además, por las implicaciones de la respuesta que ofrecí, consideré de lugar agregar para esta ocasión una nota adicional sobre la idea de agencia y de medios en el griego del Nuevo Testamento.

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La «cristología de la concepción» versus el «proyecto teológico de Pablo»



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Los temas que analizo en este libro son:

I)             La «cristología de la concepción» versus el «proyecto teológico de Pablo»  
II)            Los relatos del nacimiento de Jesús a la luz de la «Crítica de las formas»    
III)           Las palabras «doncella» y «virgen» en Isaías 7.14 y Mateo 1.23
IV)          María, ¿una mujer de edad avanzada?      
V)           «Emmanuel», ¿un nombre o una palabra descriptiva?  
VI)          María o José, ¿quién fue la persona que nombró «Jesús» al niño?
VII)        «Belén» o «Nazaret», ¿cuál fue, por fin, el lugar donde nació Jesús?
VIII)       «Establo» o «pesebre»; ¿dónde fue que en realidad María acostó al niño? 
IX)          «Sin haber tenido relación sexual con él (con José), María dio a luz un hijo»         
X)           La palabra «primogénito» en Mateo 1.25, una perspectiva crítica
¡«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz»!, y se complicó el texto

El uso de la palabra “tradición” en la Biblia

Una perspectiva crítica y exegética 

Héctor B. Olea C. 


Definición y concepto de “tradición”:
El diccionario español de la Real Academia Española, nos da las siguientes definiciones de la palabra “tradición”:

Tradición (Del lat. traditĭo, -ōnis).
1. f. Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación.
2. f. Noticia de un hecho antiguo transmitida de este modo.
3. f. Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos.
4. f. Elaboración literaria, en prosa o verso, de un suceso transmitido por tradición oral.

El Nuevo Diccionario Bíblico Certeza nos da la siguiente definición de la palabra “tradición”: “Tradición (griego paradosis). Aquello que se transmite, particularmente enseñanzas transmitidas por un maestro a sus discípulos. El concepto está presente con frecuencia aun cuando no se mencione la palabra. Las referencias principales en los evangelios aparecen en Mateo 15 y Marcos 7, y se relacionan con la tradición judía”.


Como se ve por las definiciones que da tanto el diccionario de la Real Academia Española como por el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, no podemos decir que la palabra “tradición” exprese o connote en sí o de por sí un concepto negativo.
Pasemos ahora a considerar más detalladamente el uso de la palabra tradición en la Biblia.

En la versión Reina Valera 1960, la palabra tradición ocurre diez veces, todas en el Nuevo Testamento (ninguna en el Antiguo Testamento). Ocho de estas diez menciones ocurren en los evangelios, específicamente en Mateo (tres veces: véase Mateo 15:2, 3, 6). Cinco veces en Marcos: véase Marcos 7:3, 5, 8, 9, 13). Las otras dos ocasiones restantes ocurren en Gálatas 1:14 y Colosenses 2:8.

Ahora bien, la palabra griega que se traduce tradición en el Nuevo Testamento es parádosis. Esta palabra viene del verbo griego paradídomi que significa: entregar, transmitir una tradición, enseñar. De ahí que la palabra parádosis signifique “lo que es transmitido”, “tradición”. Más adelante vamos a tratar tanto el uso del verbo paradídomi como del sustantivo parádosis en pasajes en los que en la versión Reina Valera, y en general en las distintas versiones de la Biblia, no es visible.


Es obvio que en Mateo 15 y Marcos 7, vemos un uso negativo de la palabra tradición. Sin embargo, un análisis de estos pasajes demuestra que Jesús no está contrarrestando el concepto de tradición de por sí, sino el que algunos elementos de esta (específicamente propios de la corriente de los fariseos que no tenían apoyo o base en la Torá escrita[1]), se pusieran al mismo nivel que los mandamientos de Dios (que sí tenían apoyo textual en la Torá escrita) o que los suplantaran. Al respecto el Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento afirma: “Tiene un sentido peyorativo (la palabra tradición) cuando se usa respecto a la tradición que se añade a la ley, por ejemplo, la de los ancianos en Marcos 7:3, 5, o la de los hombres en Marcos 7:8. Jesús rechaza las adiciones a la ley divina” (página 169).

Dado que la tradición judía tenía dos manifestaciones: una oral y la otra escrita, el mismo compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento afirma: “El uso (de la palabra tradición) es más global en Gálatas 1:14, pues abarca las tradiciones tanto escritas como no escritas” (página 169).

Ahora bien, dado el uso de la palabra “tradición” específicamente en Mateo 15 y Marcos 7, se ha popularizado la idea de un uso completamente negativo de la palabra “tradición” en la Biblia, quizás en un amplio sector de la fe cristiana. Sin embargo, tal situación merece una explicación, pues se sustenta, entre otras cosas, en una información incompleta.

Veamos, como ya dijimos, la palabra griega que se traduce “tradición” en el Nuevo Testamento es parádodis. Esta palabra viene del verbo griego paradídomi que significa: entregar, transmitir una tradición, enseñar. De ahí que la palabra parádosis signifique “lo que es transmitido”, “tradición”.

En primer lugar vamos a considerar el uso del verbo paradídomi en el Nuevo Testamento en pasajes de importancia para el uso bíblico y teológico positivo de la palabra “tradición”.

En 1 Corintios 11:2, 23, en la versión Reina Valera, la traducción “entregué” y “he enseñado”, son formas verbales de paradídomi.

En 1 Corintios 15:3, en misma Reina Valera, la traducción “he enseñado” es también una forma verbal de paradídomi.

En Judas 3, también en la Reina Valera, la traducción “ha sido dada”, es una forma verbal de paradídomi.

En 2 Pedro 2:21, también en la versión Reina Valera, la traducción “fue dado” es una forma del verbo paradídomi.

En Lucas 1:2, igualmente en la Reina Valera, la traducción “nos lo enseñaron” es una forma del verbo paradídomi.


Como se destaca es estos pasajes, las ideas básicas de una tradición están presentes: 1) algo que ha sido transmitido (traspasado) y que por su relevancia merece conservarse. 2) alguien que afirma que lo que él ha trasmitido o enseñado, le fue transmitido también y primeramente a él por alguien más u otra persona. 3) que los receptores de aquello que se ha transmitido (de manera tradicional) deben perseverar en dicha enseñanza o tradición y, transmitirla, en la misma manera (forma y esencia) en que ha llegado a ellos.

Este uso bíblico del verbo paradídomi, nos va capacitando para entender la realidad de una “tradición cristiana” y una fe histórica, relevante en el presente, pero con toda una historia.

Ahora, pasemos a considerar el uso específico del sustantivo parádosis aquello que es transmitido, tradición) en algunos pasajes muy relevantes para la fe cristiana.

En 1 Corintios 11:2, en la versión Reina Valera, la expresión “las instrucciones” es la traducción del sustantivo parádosis en plural (literalmente tas paradóseis). Dios Habla Hoy: “las tradiciones.”

En 2 Tesalonicenses 2:15, en la misma Reina Valera, la expresión “la doctrina”, es la traducción del sustantivo parádosis, literalmente tas paradóseis). Nótese que en este pasaje, aunque Reina Valera tradujo singular “la doctrina”, en el griego originalmente está en plural, como en el pasaje anterior. Además, es interesante hacer notar que en este pasaje se alude tanto a la transmisión apostólica escrita como no escrita (oral). Dios Habla Hoy: “las tradiciones.”

En 2 Tesalonicenses 3:6, en la Reina Valera, la expresión “la enseñanza”, es la traducción del sustantivo parádosis, literalmente, en singular ten parádosin). En este pasaje no sólo se destaca el valor tradicional de la doctrina cristiana, sino que además se exige que no se confraternice con aquellos que no se ajustan a la tradición o doctrina apostólica[2]. Dios Habla Hoy: “las tradiciones.”

Finalmente, el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, afirma: “La tradición cristiana en el NT tiene tres elementos: (a) los hechos de Cristo (1 Co. 11.23; 15.3; Lc. 1.2, donde “enseñaron” es traducción de paredosan); (b) la interpretación teológica de dichos hechos; véase, p. ej., todo el argumento de 1 Co. 15; (c) el modo de vida que surge de ellos (1 Co. 11.2; 2 Ts. 2.15; 3.6–7). En Jud. 3 la “fe que ha sido una vez dada” abarca estos tres elementos (cf. Ro. 6.17).

En el Antiguo Testamento (Biblia Hebrea y la Septuaginta)

En Jeremías 32:4 y 34:2, encontramos que la Septuaginta tiene el sustantivo parádosis, traduciendo formas del verbo hebreo natán, que significa: dar, entregar, instituir, nombrar, etc.

Por otro lado, es importante el uso del verbo natán al hacer referencia al recibimiento por parte de Moisés, de las dos tablas de la ley escritas por el mismo Dios (Deuteronomio 5:22). En este pasaje la Septuaginta tiene el verbo dídomi, verbo base de paradídomi, verbo compuesto. 

Quiero concluir esta breve sección destacando que el contexto en que Dios le da su ley al pueblo de Israel, por medio de Moisés, es precisamente en el contexto de una tradición (como algo que se recibe y que, por su valor e importancia, debe conservarse, practicarse y transmitirse de generación en generación; véase por ejemplo, Deuteronomio 5:22; 6:1-9; Éxodo 18:19 y 20; Levítico 18:4, 5). Es más, si algo que habría de darle unidad, identidad y cohesión al pueblo de Israel como un todo, sería precisamente la ley, en el sentido y contexto de una tradición.

Conclusiones:

  1. La palabra “tradición” no connota o expresa de por sí un sentido negativo en el diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española.
  2. Por el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza se puede demostrar que tampoco en la Biblia la palabra “tradición” conlleva un sentido y uso bíblico negativo de por sí.
  3. El uso bíblico específico de la palabra “tradición” se limita al Nuevo Testamento, pues no ocurre en el Antiguo Testamento.
  4. Aunque la palabra tradición no ocurre en el Antiguo Testamento, hay pasajes en los que los elementos de una tradición se aluden o están presentes, véase, por ejemplo, Isaías 29:13.
  5. El Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento también fortalece la explicación respecto a la concepción y uso de la palabra “tradición” en la Biblia, que comunica el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza.
  6. El uso explicado tanto del verbo paradídomi como del sustantivo parádosis en pasajes en los que no se nota su uso bíblico en la versión Reina Valera (y generalmente en las distintas versiones de la Biblia), demuestra su sentido y uso positivo en la Biblia y en la historia de la fe cristiana.
  7. La palabra que se traduce “tradición” en Mateo 15, Marcos 7, Gálatas 1:14, Colosenses 2:8, es la misma que se traduce “instrucciones” en 1 Corintios 11:2; “doctrina” en 2 Tesalonicenses 2:15; y “enseñanza” en 2 Tesalonicenses 3:6.
  8. Es imposible vivir sin tradiciones, pues ninguna persona vive o existe en el vacío. Cuando hablamos de cultura e idiosincrasia, subyace indefectiblemente la idea de la “tradición” y las “tradiciones”.
  9. La palabra “tradición” adquiere un uso negativo cuando la comunidad de fe (e interpretativa, hermeneuta) entiende que hay elementos de las distintas culturas (y las demás tradiciones religiosas y teológicas) que constituyen la antítesis de las prácticas que ella considera normativas a la luz de sus textos sagrados y el cuerpo de doctrina (la tradición teológica) que históricamente la ha caracterizado. En síntesis, la comunidad de fe entiende que una tradición es negativa, y la señala en términos peyorativos, cuando llega a la conclusión de que tal tradición pretende relativizar, equipararse, invalidar o sustituir lo que ella asume como la postura verdadera, legítima y ortodoxa, a la luz de sus textos sagrados, la historia y el cuerpo de doctrinas que históricamente ha acumulado y la ha caracterizado.
  10. Lo dicho en el número nueve (9) también se aplica a toda práctica de la iglesia que la comunidad de fe afirma que no se sustenta en un mandamiento bíblico expreso o inferido adecuadamente del texto bíblico, esto siempre a la luz de su teología. No podemos olvidar el papel fundamental que desempeña la comunidad interpretativa en la formulación y concepción de lo que es ortodoxo (postura ortodoxa, correcta) o no, la que entiende interpretación correcta del texto bíblico y la postura teológica aceptable. Recordemos que es la comunidad interpretativa la que determina y marca la pauta a la hora de establecer cómo se ha de entender y asumir el contenido de ciertos textos, ya como normativo, ya como descriptivo.
  11. La iglesia tiene el deber de aplicar el principio paulino del examen previo y consciente antes de la aceptación o rechazo de una práctica o tradición determinada. Véase 1 Tesalonicenses 5:21: Examinadlo todo; retened lo bueno. (Es posible hallar aspectos positivos en una tradición que generalmente se tiene por negativa). Este consejo paulino condena el juicio a priori, sin conocimiento de causa. Lo innegable es que este análisis, cuando realmente se práctica, se hace a la luz de una determinada exégesis, una particular corriente teológica (o cuerpo de doctrina), y a la luz de una historia o tradición interpretativa peculiar y propia. Recordemos aquí lo que expresa 2 Tesalonicenses 3.6: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza (ten parádosin-la tradición) que recibisteis de nosotros.
  12. Es correcto y positivo hablar de una “tradición cristiana” y de “elementos tradicionales” en la fe cristiana.

Bibliografía recomendada:

1) A. Rahlfs, editor. (1935). Septuaginta. Alemania: Sociedad Bíblicas Alemana.
2) Bromiley, Geoffrey, W. (editor). (2002). Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. USA: Libros Desafío.
3) Chávez, Moisés. (1997). Diccionario de Hebreo Bíblico. USA: Editorial Mundo Hispano.
4) J. D., Douglas, editor. (2000). Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Argentina: Ediciones Certeza.
5) K. Elliger- W. Rudolph, editores. (1967-1977). Biblia Hebraica Stuttgartensia. Alemania: Sociedad Bíblica Alemana.
6) Nestlé-Aland. (2001). Novum Testamentum Graece Nestlé-Aland edición 27. Alemania: Sociedad Bíblica Alemana.
7) Neusner, Jacob. (2008). Un rabino habla con Jesús. España: El Encuentro.
8) Piñero, Antonio. (2006). Guía para entender el Nuevo testamento. España: Editorial Trotta.
9) Robertson, A. T. (2003). Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento. España: Editorial CLIE.
10) Schokel, Luís Alonso. (1994). Diccionario Bíblico Hebreo Español. España: Editorial Trotta.
11) Strong, James. (2002). Nueva Concordancia Strong Exhaustiva (aplicada a la versión Reina Valera de 1960). USA: Editorial Caribe.
12) Tamez, Elsa. (1978). Diccionario Conciso Griego-español del Nuevo Testamento. Alemania: Sociedad Bíblica Alemana (Sociedades Bíblicas Unidas).


[1] Es preciso puntualizar que en la historia del pueblo judío, los fariseos, a diferencia de los saduceos y samaritanos, asumían, junto a la Toráh escrita, la llamada “Toráh oral”. Sin embargo, es interesante considerar el punto de vista fariseo al respecto. Por ejemplo, el Rabino Jacob Neusner en su popular obra Un Rabino habla con Jesús, reaccionando a lo dicho por Jesús, según lo registra Mateo 15.10-20, defiende la tradición oral, específicamente la de lavarse las manos antes de comer, en los siguientes términos: En primer lugar, Jacob Neusner reconoce que la norma de lavarse las manos se aplicaba a los sacerdotes, quienes participaban de las cosas sagradas del altar. También reconoce que estas normas se aplicaban incluso a las mujeres y los hijos de los sacerdotes en la casa. Luego, Neusner afirma que no hay nada en la Torá escrita que insinúe que la persona común, que no era cerdote, tuviera que asumir las reglas de santidad que eran específicamente para los sacerdotes. Pero, ante la pregunta ¿Por qué tendría la gente que lavarse las manos al comer si no son sacerdotes en el templo o en la casa? Jacob Neusner responde: cuando una persona adopta en la vida diaria las normas de santidad establecida en la Toráh para los sacerdotes, se está comportando como parte de una comunidad sacerdotal y como si todos los lugares de la tierra santa fueran tan santos como el Templo. La cuestión, pues, es que cuando se siguen estas normas, que la Toráh escrita establece para el lugar santo, se actúa como si todos los lugares fueran santos. En conclusión, la norma de los fariseos de lavarse las manos antes de comer, en lugar de fundamentarse en una razón o argumento pernicioso para violar un mandamiento asumido con carácter divino, se sustentaba más bien en una profundización de la Toráh escrita. Personalmente creo que los cristianos podemos aprender mucho de esta concepción de los fariseos, pues así comprenderemos mejor cómo nuestros compromiso con Dios traspasa los momentos de culto y debe afectar toda nuestra manera de vivir (compárese 1 Pedro 1.15). Finalmente no podemos olvidar que la corriente del judaísmo que pudo sobrevivir a la destrucción de Jerusalén en el año 70 es precisamente la de los fariseos. Luego, se ha podido reconocer y establecer la influencia de la liturgia de la sinagoga en la liturgia cristiana. Además, la misma forma de argumentación usada por los fariseos para asumir algunas normativas que no estaban en la Toráh escrita, ha sido desarrollada y aplicada por los cristianos en diversas circunstancias históricas y en diversos aspectos de la doctrina y la ética cristiana.
[2] Luego hay que precisar también de qué corriente de la llamada “doctrina apostólica” se está hablando, por ejemplo, la de corte paulino, la petrina, la juanina, la que se percibe en los sinópticos, etc. Considérese, por ejemplo, lo que Pablo le dice a los de Galacia, en Gálatas 1.8: Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”. Finalmente, hay que decir leyendo con atención a Hechos 15, se perciben, en cierta forma, tres corrientes, la representada por Pedro, la postulada por Pablo y Bernabé, y la sustentada por Jacobo.

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II)       Estudiar la Biblia con base en «textos traducidos» tiene  sus límites

III)      El valor de la transliteración y sus modalidades                     

IV)     Como la traducción, la transliteración también es contextual 

V)      «La Biblia dice», una expresión bajo sospecha                      

I)        «Biblia devocional» o «Biblia de estudio», ¿cuál es la mejor opción?

VII)    «Biblia católica» y «Biblia protestante», ¿una distinción legítima?

VIII)   El papel de la Biblia y el de la comunidad de fe en el proceso de interpretación bíblica y de elaboración teológica

IX)     La dependencia y el papel del «Espíritu Santo» en el proceso  de elaboración teológica y definición doctrinal

X)      La Biblia se resiste a ser esclavizada por católicos y    protestantes

XI)     Una traducción acertada de 2 Timoteo 2.16 debe ser distinta  a la que se lee en versión Reina Valera revisión de 1960

XII)    Una traducción acertada de 2 Timoteo 3.16 obliga a repensar también la interpretación de otros textos bíblicos relacionados

XIII)   ¿«Cuervos» o «comerciantes», ¿qué es lo que en realidad dice el texto hebreo  en 1 Reyes 17.4 y 6?

XIV)   ¿Por qué utilizar la figura de «el cuervo» para invitarnos a confiar en  Dios?

XV)    ¡Danos! ¿el sustento de hoy, o el de cada día?              


¿Y qué de la costilla a partir de la cual se puso en existencia a Eva (la mujer)?


Un enfoque crítico

Héctor B. Olea C. 


De entrada quiero precisar que la narración de la creación de Eva[1] (la mujer) a partir de una costilla de Adán (el varón) no tiene que ser interpretada literalmente, sino más bien de manera poética o simbólica. Luego, que la mención de la costilla de Adán sólo es un detalle que forma parte de uno de los dos relatos de la creación que encontramos en Génesis, específicamente en el de Génesis 2.4-25.


Pasemos, pues, a analizar este aspecto específico del relato de Génesis 2.4-25.

La palabra “costilla”, traducción de la hebrea “tselá” [2] se encuentra solamente cuatro veces en cuatro versículos bíblicos, y sólo en el Antiguo Testamento, tomando como base la versión Reina Valera de 1960. Estos son:

1) Génesis 2.22 “Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”.


Aquí, como en el versículo 22, la Septuaginta (versión griega del Antiguo Testamento hebreo) tradujo la hebrea «tsela», con la palabra griega «pleurá» (costado,  costilla). Por otro lado, la palabra hebrea para «hueso (s)»,  en el versículo 23, es «‘etsem», la cual fue traducida por la Septuaginta con la palabra «ostéon» u «ostún» (hueso).

2) 2 Samuel 2.23 “Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por la espalda, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se detenían”.

3) 2 Samuel 3.27 “Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto; y allí, en venganza de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió”.

4) 2 Samuel 20.10 “Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri”.

Como se ve, la palabra “costilla” se menciona, después del Génesis, sólo en 2 de Samuel, y sin ninguna relación con la creación de la mujer. Y esto en la Reina Valera de 1960. La versión Popular Dios habla hoy, por ejemplo, sólo mantiene la palabra “costilla” en Génesis 2.22[3]. En cuanto a la forma plural, “costillas”, coinciden en la misma postura.

En plural, “costillas”, se encuentra sólo dos veces y en dos versículos bíblicos. Estos son:

Génesis 2.21 “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar”.

Daniel 7.5 “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne”.

Como se puede observar, la mención de la palabra “costillas” (en plural), después del Génesis, tampoco hace referencia alguna a la creación de la mujer.



Ahora bien, cabe preguntarse ¿cómo es posible que se haya hecho tanto eco de la idea de que la mujer fue creada a partir de una costilla de Adán, si en la Biblia misma no ocurrió así? Pienso que principalmente por dos razones. La primera tiene que ver como el hecho de que casi todas las corrientes teológicas del cristianismo, al explicar la relación entre la mujer y el varón, partiendo desde su origen, según la teología (más bien teologías) del Génesis, como parte de su “antropología bíblica” (“antropología teológica”), han apelado y dependido fundamentalmente del relato de la creación que encontramos en Génesis 2.4-25.

La segunda razón está relacionada con el hecho de que en Nuevo Testamento, si bien supuso una reinterpretación y el alejamiento de algunos aspectos del Judaísmo; pero al desarrollarse también en un ambiente y cultura patriarcal e influenciado decisivamente por el elemento judío, en éste (el NT) se definió el origen y papel de la mujer principalmente, por no decir exclusiva o casi exclusivamente, con base también en el relato de Génesis 2.4-25.

En cuanto al Nuevo Testamento como tal, otro factor que marcó la visión que persistió en éste con relación a la mujer, muy probablemente tuvo que ver con la realidad de que al principio las comunidades cristianas se congregaban en los hogares. Esto dio como resultado que a la mujer se le tratara en las asambleas o reuniones de los seguidores de Jesús, a la luz de normas convencionales que dictaban, marcaban y regían el comportamiento esperado de la mujer en el hogar y en sentido general, así como el tipo de relación y contacto que debía existir entre el varón y la mujer, entre el esposo y la esposa.


Resulta llamativa la forma en que en el judaísmo rabínico se desarrollaron ciertas concepciones ligadas a la idea e interpretación de que la mujer fue creada a partir de una costilla de Adán, del varón. Al respecto, Antonio Rodríguez Carmona, en su obra “La religión judía, historia y teología”, publicada por la Biblioteca de autores cristianos (año 2002), afirma: “Son frecuentes las observaciones de tipo psicológico deducidas del modo de la creación. Así, por ejemplo, porque la mujer fue creada del hueso, materia más dura que la tierra de la que precede el hombre (el varón), la mujer es más fuerte en las circunstancias adversas y tiene más capacidad de sufrir. También constatan los rabinos que la mujer ha sido bendecida con una mayor inteligencia instintiva, y, junto a esto, su inclinación a llorar y a la curiosidad desordenada” (página 547).

Frente a este tipo de concepciones, simplemente quiero destacar que se fundamentan en una idea que sólo se encuentra en el relato de Génesis 2.4-25, la idea de que la mujer fue creada con posterioridad al varón, y como precediendo de él.

Cabría la pregunta, ¿cómo es posible que por el simple hecho de que la mujer fuera creada a partir de la parte sólida del cuerpo del varón ésta recibiera esa capacidad de resistencia que la caracteriza, y no; sin embargo, el varón, que la tenía en sobrada cantidad?

Finalmente, hay que insistir en que el uso de la figura de la costilla encaja perfectamente en la teología del relato que sostiene que el varón fue creado primero que la mujer, y que ésta fue creada como un complemente para el varón, y como procediendo de él. Lo interesante es que los posteriores pasajes que subordinan a la mujer y que apelan al relato de Génesis 2.4-25, ninguno se hace eco de la famosa costilla a partir de la cual, se supone, Dios puso en existencia a la mujer.

Podemos seguir haciendo mención de la “costilla” de Adán, siempre y cuando mantengamos presente que ésta sólo forma parte de los elementos del relato de la creación que encontramos en Génesis 2.4-25, por un lado. Y por el otro, que para el resto de la Biblia, incluso los pasajes que de manera específica apelan a dicho relato, ese elemento no existe. Ya sea porque 1) lo dieron por sentado, 2) porque no compartieron tal idea, 3) o porque sencilla y deliberadamente decidieron no insistir en este aspecto.


[1] La palabra hebrea que se ha traducido “Eva” en Génesis 3.20 es “javáh o haváh” (hW:j'), forma realmente extraña, pero que generalmente se ha asociado al verbo “hayáh” (hy:h;): “llegar a ser”, “existir”, “ser”, “vivir”. La forma griega usada por la Septuaginta en dicho versículo es “Zoé” (Zwhv). Lo curioso es que en Génesis 4.1 el texto hebreo mantiene el nombre “javáh o haváh” (hW:j'), pero la Septuaginta usó a “Eua” (Eua). Esto nos lleva a concluir que el conocido nombre “Eva” es realmente una transliteración de la forma griega usada por la Septuaginta en Génesis 4.1 y que así pasó al Nuevo Testamento. De todos modos resulta muy llamativo el que, según el relato de Génesis 2.4-25 (Génesis 2.23), la mujer habría de llamarse más bien “varona” “ishah” (hV;ai), pues se habría creado a partir del “varón” “ish” (vyai). El origen del nombre “Eva” (transliteración castellana del griego) se enmarca en un contexto distinto al de “varona” (por cuanto ella era madre de todos los vivientes”, Génesis 3.20).
[2] La pala griega usada aquí para “costilla” en la Septuaginta (versión griega del Antigua Testamento) es “pleurá” (pleurav). Esta palabra también tiene presencia en el Nuevo Testamento, sólo que se ha traducido como “costado” que es otro de los posibles significados de la misma véase Juan 19.34; 20.20, 25, 27; Hechos 12.7.
[3] Este hecho se vuelve más interesante cuando verificamos que la palabra que la Reina Valera de 1960 ha traducido “costilla” en 2 Samuel 2.23; 3.27 y 20.10, es “homésh” (vm,jo) que más bien significa, como plantea el Diccionario bíblico hebreo-español de Luís Alonso Schokel: “Ingle”, “bajo vientre”. En estos pasajes la Septuaginta tradujo la hebrea “homésh” (vm,jo) con “psóa” (yova), que hace referencia a “los músculos de la pelvis o de los lomos”. En Daniel 7.5 lo que la Reina Valera de 1960 tradujo como “costilla” es “alá” ([l''[}), una palabra aramea que el Diccionario de hebreo bíblico de Moisés Chávez la considera equivalente a la hebrea “tselá” ([l;xe) que encontramos en Génesis 2.21 y 22. Dada esta equivalencia, la Septuaginta tradujo la palabra aramea de Daniel 7.5 con la misma palabra que tradujo la hebrea “tselá” ([l;xe) en Génesis 2.21 y 22, o sea “pleurá” (pleurav).






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