Sobre la consistencia en los métodos de traducción bíblica Génesis 1.1; Deuteronomio 10.17 y Gálatas 2.6 como casos ilustrativos

Sobre la consistencia en los métodos de traducción bíblica
Génesis 1.1; Deuteronomio 10.17 y Gálatas 2.6 como casos ilustrativos
Por Héctor Benjamín Olea Cordero
A pesar de que por lo general, en cuanto al método de traducción empleado, las versiones de la Biblia se clasifican en literales (más bien por equivalencia formal) y dinámicas (por equivalencia dinámica); lo ciento es que lingüísticamente no es posible realizar una traducción totalmente por equivalencia formal; y por otro lado, en la práctica, la equivalencia dinámica no ha sido empleada por completo.
Antes de avanzar demasiado en nuestro análisis, creo que se hace necesaria una explicación de en qué consiste tanto el método de traducción por equivalencia formal, como el método de traducción por equivalencia dinámica.
La equivalencia formal: Tipo de traducción que se esfuerza en mantener la forma y estructura gramatical de la lengua fuente (casi palabra por palabra). Es lo que generalmente se conoce como traducción literal. Lo penoso es que muchos, erróneamente, piensan que este es el mejor método de traducción. En consecuencia los que así piensan consideran que las versiones de la Biblia que nos llegan a través de este método son las mejores, pero esto sencillamente no es cierto. Versiones de la Biblia que nos han llegado por medio del método de la equivalencia formal son: La serie Reina Valera, La Biblia de las Américas, etc.
La equivalencia dinámica: Tipo de traducción que no se apega tanto a la forma y estructura de la lengua fuente, con tal de asegurar la adecuada transmisión del sentido en la lengua receptora. Por ejemplo, la Versión Popular Dios Habla Hoy, La Nueva Versión internacional, etc. Contrario a lo que muchos piensan, este es considerado por los especialistas como el mejor método de traducción, y las versiones de la Biblia que nos llegan por medio de este método tienen cierta ventaja con relación a las realizadas por equivalencia formal.
Para ilustrar lo que estoy afirmando en el primer párrafo de este artículo, voy a citar un ejemplo de cada caso. El primer caso, con relación a la versión Reina Valera de 1960. Ocurre que esta versión de la Biblia presume de su literalidad (de su equivalencia formal). Ahora bien, analicemos la expresión Dios no hace acepción de personas en Gálatas 2.6. La expresión griega traducida es (provswpon »oJ¼ qeo;" ajnqrwvpou ouj lambavnei) “prósopon theós anthrópu u lambánei” que por equivalencia dinámica debe leerse: “cara, Dios, de ser humano no recibe”. Entonces, ¿muestra la Reina Valera de 1960, en este caso, equivalencia formal alguna?





Pero me gustaría profundizar un poco más en este caso, yéndome ahora a una situación similar pero en el Tanak (la llamada Biblia hebrea judía, pero identificada como Antiguo Testamento por los cristianos).
En Deuteronomio 10. 17 encontramos la siguiente afirmación, refiriendo a Dios: que no hace acepción de personas. La frase hebrea traducida aquí es
(!ynip; aC;yiAalo) “lo yisá fanim”, que por equivalencia dinámica debe leerse: “no exhalta el rostro”.
Pasemos a considerar ahora, la traducción que hizo la Septuaginta de la expresión en cuestión en Deuteronomio 10.17. La Septuaginta tradujo con la expresión griega (ouj qaumavzei provswpon) “u thaumázei prósopon”, que por equivalencia formal debe leerse “no admira el rostro” (no se asombra del rostro de).
Ahora bien, ¿Cuál es el sentido de la expresión griega de Gálatas 2.6 y de la hebrea de Deuteronomio 10.17? Respuesta: Que Dios no basa su trato para con el ser humano basado en el aspecto externo del mismo. Situación que es todo lo contrario, por lo general, en el trato que el ser humano establece con sus semejantes (de ahí la idea de que Dios no hace favoritismos, no tiene favoritos); compárese Jacobo (Santiago) 2.1-9: 1Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 2Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; 4¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? 8Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; 9pero si hacéis acepción de personas (el griego, por equivalencia formal “si reciben el rostro de las personas”), cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.
También son pertinentes aquí las palabras de 1 Samuel 16.6 y 7 “6Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. 7Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos (el rostro, lo externo), pero Jehová mira el corazón.
Conclusión respecto de este primer caso: La expresión “acepción de personas” en Gálatas 2.6 y Deuteronomio 10.17 es una traducción por equivalencia dinámica, y no por equivalencia formal, que es de lo que se presume con relación a la versión Reina Valera de 1960.
Para el segundo caso, quiero que consideremos la traducción de Génesis 1.1 que nos ofrece la Versión Popular Dios Habla Hoy: “En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra.” Una lectura atenta y detenida de Génesis 1.1 en la versión popular, demuestra que, a pesar de que presume de ser una traducción por equivalencia dinámica, es prácticamente igual que la traducción de Génesis 1.2 que ofrece la Reina Valera de 1960.
La diferencia radical que tiene la traducción que hace la Versión Popular de Génesis 1.1, de la que muestra la Reina Valera de 1960, es que la primera le añade la expresión “de todo”.
Comparemos hora la traducción de Génesis 1.1, en las dos versiones en cuestión, por medio de un análisis morfosintáctico en casa caso.
Reina Valera de 1960: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”
“En el principio” Complemento circunstancial de tiempo
“Creó” Verbo
“Dios” Sujeto
“Los cielos y la tierra” Complemento u objeto directo
Estructura sintáctica que manifiesta Génesis 1.1 en la Reina Valera de 1960: complemento circunstancial de tiempo+verbo+sujeto+ complemento directo
Versión Popular Dios Habla Hoy: “En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra.
“En el comienzo de todo” Complemento circunstancial de tiempo
“Dios” Sujeto
“Creó” Verbo
“El cielo y la tierra” Complemento u objeto directo
Estructura sintáctica que manifiesta Génesis 1.1 en la Versión Popular Dios Habla Hoy: complemento circunstancial de tiempo+sujeto+verbo +complemento directo
Como se puede observar, la traducción de Génesis 1.1 que muestra la Versión Popular Dios Habla Hoy (por equivalencia dinámica) es prácticamente igual a la de la Reina Valera de 1960 (por equivalencia formal). La única diferencia es que la Versión Popular Dios Habla Hoy se ajustó un poco más a la sintaxis castellana cuando colocó el sujeto delante del verbo, en esta forma “Dios creó”; mientras que la Reina Valera tradujo “creó Dios”.
Además de todo lo que tienen en común la traducción de Génesis 1.1 en la Reina Valera de Valera de 1960 y la Versión Popular Dios Habla Hoy, tengo que mencionar el hecho de que ambas versiones (aunque la última presume de superar muchas cosas de la primera), colocan el artículo definido en la expresión “en el principio” cuando en realidad el texto hebreo no lo tiene, y por eso más bien dice (el texto hebreo) “en un principio” (así también traduce la Septuaginta).
Por otro lado, hay que reconocer que la inclusión del artículo definido en la expresión “en el principio” tiene mayores implicaciones para la Versión Popular Dios Habla Hoy que para la Reina Valera de 1960, ¿por qué? Pues porque esta agregó la expresión “de todo”. Ya que bajo el supuesto de que debe llevar el artículo definido, a pesar de no tenerlo el texto hebreo, deduce la idea de que Génesis 1.1 hace referencia no a uno de los posibles comienzos, sino al comienzo de todo, por eso su traducción “en el comienzo de todo”.
Una verdadera traducción por equivalencia dinámica, ajustada al texto hebreo y a la verdadera sintaxis castellana sería: “Dios creó el cielo y la tierra en un principio. Otra segundo opción aceptable sería: Dios creó en un principio el cielo y la tierra.
Conclusión final: En el caso del uso de la expresión “acepción de personas” en la traducción de Deuteronomio 10.17 y Gálatas 2.6), en la Reina Valera de 1960 que, presume de su equivalencia formal; no tradujo como tal en dichos casos, sino por equivalencia dinámica.
Respecto a la traducción de Génesis 1.1 ofrecida por la Versión Popular Dios Habla Hoy (que presume de su equivalencia dinámica) no traduce propiamente por equivalencia dinámica, sino por equivalencia formal, a pesar de algunas mejoras que logra con relación a la sintaxis mostrada por la traducción de la Reina Valera de 1960.

Sobre la etimología de la palabra “Biblia”

Sobre la etimología de la palabra “Biblia”

Héctor Benjamín Olea Cordero

A pesar de lo que dicen la mayoría de las fuentes, la palabra “Biblia” no viene de “biblos”, sino más bien viene de “biblíon”. En verdad “biblíon” es un diminutivo de “biblos”, pero ocurre que el nominativo y acusativo plural de “biblíon” es “biblía”, forma prácticamente igual a la castellana “biblia” (la diferencia solamente está en el acento).

La palabra castellana “Biblia” es bísilaba y grave (cuya sílaba tónica es la penúltima sílaba); la palabra “biblía” (con el acento y tilde en la “i” de “blía” rompe el diptongo, y la convierte en trisílaba (bi-blí-a, como en filosofía), pero continua siendo grave.

Ahora bien, es la expresión griega “biblía” la que se traduce “libros” en Juan 21.25 (Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.”); 2 Timoteo 4.13 (“Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.) y Apocalipsis 20.12 (“Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.).

En lo que respecta al Antiguo Testamento, la expresión no se encuentra en la Septuaginta (AT en griego) dentro de lo que la mayoría de cristianos protestantes llaman “canon del AT. No obstante, sí se la encuentra y, sólo, en 1 Macabeos 12.9 (la frase completa es “ta biblía ta jáguia”). Lo interesante es que el libro de Macabeos forma parte de los llamados “libros deuterocánonicos” del AT (demominación asumida por lo general por el catolicismo).

Gracias a Dios este libro puede ser consultado en la Versión Popular de Estudio, también en las ediciones de la Biblia en Versión Popular que se identifican como “interconfesionales” y que agregan la nota: “con los deuterocanónicos”.

El texto de 1 Macabeos 12.9 es: “Aunque nosotros no tenemos necesidad de estas cosas, pues buscamos nuestro apoyo en los libros sagrados que poseemos”.

Concluyendo, aclaro que, aunque la Biblia en lenguaje sencillo (Biblia en lenguaje actual) tradujo a Juan 5.39 con el modo indicativo (que es lo correcto); en cambio, la expresión “ustedes estudian la Biblia”, es un inadmisible anacronismo, ya que para el tiempo de Jesús, todavía los judíos no habían llegado al consenso que arribaron hacia los años 90 después de Cristo con respecto a los libros que finalmente comprenderían el canon de la inadecuadamente llamada “Biblia hebrea” (el Antiguo testamento de los cristianos).

Finalmente, para el tiempo de Jesús, del Nuevo Testamento no se había escrito ni usa sola línea. Esto demuestra lo inaceptable que resulta que la Biblia en Lenguaje sencillo use la palabra “Biblia” en Juian 5.39. Además, hay que decir que fue mucho después, en el siglo trece, cuando la expresión “La Biblia” comenzó a usarse para referir al conjunto de libros sagrados del cristianismo, comprendido por el AT y el NT, como lo conocemos hoy.