Apocalíptica, escatología, y vísperas de un año nuevo

Apocalíptica, escatología, y vísperas de un año nuevo
Héctor B. Olea C.
Al acercarnos al inicio de un año nuevo es común pensar que algunos proyectos que quedaron inconclusos, estancados, sin terminar o que fueron aplazados en el año que está por terminar, de seguro lograrán su pleno desarrollo o un progreso significativo en el próximo año. Pero, por otro lado, también está la incertidumbre (a pesar del deseo de tener un año próximo venturoso y próspero) de no saber si en realidad algunos proyectos terminarán por ser definitivamente aplazados, o si tendremos que formularnos serios replanteos con relación al conjunto de metas y aspiraciones que previamente nos habíamos trazado.
De todos modos, nos resistimos, y de manera muy natural, a no creer que en el próximo año no nos irá mejor, a que en realidad probablemente no avanzaremos y que no lograremos todo aquello por lo cual hemos luchado tanto.
Pero, ¿Es siempre un año nuevo la aproximación a las definitivas y más plenas concreciones de nuestros proyectos? ¿Nos acercará o nos alejará todavía más de nuestros sueños, el año próximo?
¿Qué tiene que ver la apocalíptica con estas expectativas?
La apocalíptica fue una corriente de pensamiento judío que se desarrolló alrededor del siglo II antes de nuestra era. Se caracterizaba principalmente por la expectativa de que en cualquier momento el Reino de Dios irrumpiría en el escenario de la historia humana provocando su fin. Consecuentemente, su mensaje característico consistía en la proclamación de un fin y juicio divino inminentes, en su propio tiempo, en su propia generación. Estrechamente ligada a la apocalíptica estaba la escatología. Esta última trataba describir los hechos o eventos finales y definitivos de la historia. Se nota, entonces, la estrecha relación entre la apocalíptica (con su lenguaje de símbolos y su proclamación de un fin inminente de la historia) y la escatología (aportando y describiendo los temas y eventos que se consideran propios de la época del fin).
Podemos decir que una característica distintiva del cristianismo, en toda su historia, es que cada generación de cristianos ha vivido y actuado bajo la premisa de que estaba viviendo la época del fin (actitud que ciertamente parece incrementarse al aproximarnos al fin de un año, y el inicio de otro nuevo). Pero, ¿de dónde saca el cristianismo esa esencial característica? Bart D. Ehrman (Jesús, el profeta judío apocalíptico) describe cómo las expectativas apocalípticas y escatológicas del cristianismo moderno hunden sus raíces en el mensaje mismo del Jesús histórico. En esta misma línea va E. P. Sanders (Jesús y el Judaísmo; y La figura histórica de Jesús) cuando describe a Jesús como un “profeta escatológico”.
Algunos ejemplos de los evangelios que validan esta propuesta son:
“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24.34-35)
“De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios” (Marcos 14.25)
“También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. 32De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 33El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21.29-33)
Posteriormente, también vemos que las primeras dos generaciones de cristianos también se caracterizaron por la expectativa de que el fin tendría lugar en su tiempo (aunque también se percibe una especie de “desescatologización” en los libros más tardíos del NT, a pesar de Apocalipsis), consideremos por lo menos tres ejemplos:
“Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa” (1 Corintios 7.29-31)
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4.13-18)
Ahora bien, no se puede negar el hecho de que en la medida en que desapareció la primera generación de cristianos, el énfasis en la inminencia del fin de la historia se fue perdiendo. Consideremos por lo menos dos ejemplos:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 pedro 3.9). Como segundo ejemplo quiero citar las llamadas epístolas o cartas pastorales (1 y 2 Timoteo, Tito), donde no se percibe el énfasis escatológico que se ve, por ejemplo, en 1 Corintios y en 1 Tesalonicenses.
Por otro lado, ante el hecho de que el Reino de Dios no se manifestara en los tiempos de Jesús, tal y como lo esperaba la tradicional esperanza mesiánica judía, y en la medida en que las primeras generaciones de cristianos fueron desapareciendo sin que las cosas ocurrieran como escatológicamente pensaban, el cristianismo ha acuñado (aunque en tiempos modernos) el muy conocido lema del “Ya, pero todavía no”.
Precisamente ante muchas especulaciones y expectativas que con relación al futuro proyectan diversos grupos dentro del cristianismo, y considerando la manera en que estas concepciones determinan muchas de nuestras actitudes frente al presente; quiero que consideremos la perspectiva de un Rabino del Judaísmo ortodoxo (Jacob Neusner) que, aunque supone una crítica al cristianismo (y de hecho, reflexiona desde otro marco de referencia), pienso que todavía podemos aprender mucho de su punto de vista, en relación a la manera en que entendemos que podríamos ser instrumentos de Dios en el presente, en el próximo año, y en los años venideros, cito: “¿Puede el reino de Dios venir pronto, en nuestros días, a donde estamos? La Torá no sólo dice que sí, sino que además muestra cómo. En realidad, de eso es de lo que habla. ¿Tengo que esperar entonces el reino de Dios? Desde luego, pero, mientras espero, hay cosa que tengo que hacer. Más exactamente, hay cosas que tenemos que hacer, y hacerlas juntos” (Un Rabino habla con Jesús, Ediciones Encuentro, España, año 2008, página 191).
Mi invitación es que, sin perder de vista la expectativa de la futura plena manifestación del Reino de Dios (esperanza común del judaísmo ortodoxo y de los cristianos), procuremos tratar de ver y entender a Dios y sus propósitos para nuestro tiempo, nuestros contextos y en las distintas problemáticas que desafían al ser humano de hoy. Pidámosle a Dios que nos ayude a ser instrumentos suyos, para que juntos y, según nuestros dones y capacidades, logremos un testimonio cristiano más coherente, más integral e inclusivo, en fin, más humano.
¡Que Dios nos ayude y nos anime a ser mejores testigos e instrumentos suyos en el año 2011!
¡Amén!

“Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano” Algunas perspectivas

“Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano”
Algunas perspectivas

Héctor Benjamín Olea Cordero
A modo de introducción:
Desde hace algunos años (quizás no me equivoco cuando digo que no hace más de cinco años) que en los predios de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) se viene hablando de la necesidad y del proceso de una “construcción del pensamiento teológico dominicano”. Obviamente, es casi seguro que la visión de la UNEV no incluye el más amplio espectro de la fe y tradición cristianas, sino que se circunscribe única y prácticamente a la reflexión y producción teológica protestante y evangélica. A pesar de esta sospecha, tampoco parece que tenga en su horizonte a la totalidad de las más diversas expresiones protestantes y evangélicas de la fe cristiana.
De ser este el caso, que personalmente doy por sentado, pienso que lo correcto sería hablar más bien de “Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano de corte protestante y evangélico”. O si se prefiere “Hacia la construcción del pensamiento teológico protestante y evangélico en la República Dominicana”. Esto así, para que no se entienda que el sector protestante y evangélico de la República Dominicana pretende tener el monopolio del pensamiento teológico en el contexto de la tradición cristiana. Pero si alguna vez la comunidad evangélica y protestante, o por lo menos un sector de la misma pretendió tal cosa, es mejor que se replantee tan equivocada visión de la realidad.
Me pregunto: ¿Quiénes estarían haciendo “pensamiento teológico dominicano? ¿Puede tener alguna persona o institución el monopolio del “pensamiento teológico dominicano”?
Este artículo no es más que una reflexión en voz alta de lo que personal y particularmente entiendo que son implicaciones intrínsecas a la idea de un proceso de formación y definición de un “pensamiento teológico dominicano” en el más amplio contexto de la histórica fe cristiana.
Este ensayo consiste en un enfoque muy personal, con base en mi experiencia, mi trayectoria tanto en las aulas como en los medios de comunicación, así como en la interacción que he tenido con una buena parte de las instituciones dominicanas de formación bíblica y teológica, pertenecientes, precisamente, a distintas tradiciones teológicas y eclesiales.
Este conjunto de reflexiones lo voy a plantear en forma de preguntas, algunas de las cuelas dejaré en el aire para la reflexión y orientación del lector y lectora. Otras recibirán de mi parte una respuesta muy concisa, con el igual objetivo de guiar y orientar al lector y lectora.
Finalmente, el objetivo básico de este ensayo consiste en plantear y ofrecer mi contribución personal al proceso de consolidación (pues lo considero ya iniciado) del “pensamiento teológico dominicano”.
Comencemos, pues, nuestra aventura.
I) Preguntas relacionadas con una definición tentativa o preliminar de “pensamiento teológico dominicano”
1) ¿En qué consistiría el llamado “pensamiento teológico dominicano”? ¿Es este posible? ¿Necesario? ¿Por qué?
2) ¿En qué se estará pensando cuándo se habla de la “construcción del pensamiento teológico dominicano”? ¿Tendrá que ver con una relativa cifra de obras publicadas de reflexión teológica de origen dominicano?
3) A propósito ¿cuál ha sido la temática y el perfil dominante de las obras de reflexión teológica que se han originado en la República Dominicana hasta el presente?
4) Ciertamente la respuesta a esta pregunta no debe circunscribirse de manera simplista al campo protestante y evangélico. Esto así, pues estamos hablando de la producción teológica de “tradición cristiana” en sentido general y de manera muy inclusiva.
Otro elemento que pienso que no se debe subestimar es el tipo de reflexión bíblica y teológica que se está divulgando a través de la Internet, por ejemplo, por medio de diarios digitales, blogs, redes sociales, principalmente Facebook, etc.
5) ¿Sería “dominicano” porque 1) lo hacen dominicanos y dominicanas, 2) personas que aunque extranjeras residen en el país, 3) o porque más bien aborda las distintas problemáticas de la fe y la vida religiosa, en fin, de la espiritualidad en el contexto de la fe cristiana, según las exigencias que le plantea el propio contexto dominicano?
II) Preguntas relacionadas con el perfil que habría de caracterizar el “pensamiento teológico dominicano”
1) ¿Cuáles serían las características de un “pensamiento teológico” propiamente dominicano?
2) ¿Cuáles son o serían sus métodos?
3) ¿Cómo debería ser, inclusivo o excluyente? ¿Crítico (un tanto liberal y progresista), o conservador y con tendencias fundamentalistas? ¿Qué tan conservador o crítico debería o podría ser?
4) ¿Qué temas deberían ser de abordaje obligatorio, o casi obligatorio para este “pensamiento teológico dominicano”?
5) ¿Qué tan contextual, pero global a la vez, puede y deber ser?
6) ¿Qué tipo de lectura haría de la Biblia? ¿Una lectura simplista con tendencias fundamentalistas o una lectura que, si bien no ignore los distintos métodos de interpretación (o acercamientos a) de la Biblia, tome en serio el enfoque de los métodos histórico críticos?
III) Preguntas relacionadas con las instituciones dominicanas de formación bíblica y teológica, instituciones que tienen una gran responsabilidad en el proceso de formación y consolidación del “pensamiento teológico dominicano”
1) ¿Qué relación podemos establecer entre el llamado “pensamiento teológico dominicano” y las distintas instituciones de formación teológica que gravitan en la República Dominicana?
2) ¿Quién proyecta y reproduce el discurso de quién? ¿La institución de formación bíblica y teológica reproduce sin cuestionar (o con ciertas críticas) las líneas generales de la teología institucional de la iglesia o concilio al que pertenece, que la funda y dentro del contexto de la cual subsiste?
3) O ¿Logra la institución de formación bíblica y teológica producir un pensamiento hasta cierto punto crítico, independiente y transformador, que influye, impacta y hasta transforma el pensamiento teológico institucional de la iglesia o concilio que le dio origen y que sólo dentro de su contexto se la explica?
4) ¿Cuáles son los autores (comentaristas y escritores) que por lo general se citan en los distintos trabajos académicos de reflexión bíblica y teológica en la República Dominicana? Obviamente, la respuesta a esta pregunta no puede ignorar el contexto de la tradición eclesial y teológica en que se hacen y producen dichos trabajos académicos. Me explico, con toda seguridad se puede decir que salvo ciertas excepciones, las obras de consulta de un seminario católico no son las mismas que las de un seminario protestante. Por igual, lo mismo se puede decir respecto de un seminario bautista y un seminario pentecostal, o de un seminario adventista y uno pentecostal o de cualquier otra tradición teológica.
También hay que reconocer que existen programas de formación bíblica y teológica que emplean docentes de distintos trasfondos eclesiales y confesionales (católicos y protestantes, y protestantes de la más variada expresión). Este hecho puede producir cierta homogeneidad en cuanto a las obras de consulta y las características del pensamiento teológico que se produce en algunas instituciones de formación bíblica y teológica de la República Dominicana.
Además hay que considerar si el seminario, instituto, universidad o institución teológica, aunque protestante y evangélica, manifiesta cierta tendencia hacia una reflexión teológica más liberal, no tan conservadora, y más ecuménica.
En este aspecto también habrá que reconocer el carácter (más que el nivel) de los programas de formación bíblica y teológica. Por ejemplo, no es lo mismo un programa de tendencia a la reflexión teológica académica (que presume de crítica y científica) aunque con la meta de impactar seriamente su contexto; que un programa de formación teológica inclinado más bien a la pastoral y con un marcado énfasis apologético y conservador.
5) ¿Cuáles son las principales casas editoras que se citan en los programas de las distintas asignaturas (o cursos) y trabajos académicos de las distintas instituciones de formación bíblica y teológica de la República Dominica?
En honor a la verdad, lo cierto es que ciertas obras clásicas y de consulta obligatoria en los distintos campos del pensamiento académico bíblico y teológico no nos llegan sino a través de editoriales de origen católico, o sin ningún compromiso confesional aun cuando sus autores sean protestantes.
6) En esta misma línea es preciso preguntarnos: ¿Cuál es el perfil de la literatura de estudio bíblico y para la reflexión teológica que se puede conseguir en las tradicionales “librerías evangélicas”? ¿Qué tanto contribuyen o podrían contribuir en el proceso de una construcción del “pensamiento teológico dominicano?
7) Por otro lado, ¿cuál sería el perfil de un “pensamiento teológico dominicano sustentado tan sólo en la literatura que ponen a nuestra disposición las tradicionales “librerías evangélicas”?
8) ¿Qué relación tiene la reflexión bíblica y teológica que se está haciendo en la República Dominica, con la reflexión que se está produciendo en el resto de Latinoamérica?
9) ¿Qué tanto se están leyendo los pensadores, autores y escritores latinoamericanos en los distintos programas de formación bíblica y teológica que gravitan en la República Dominicana?
10) Además, ¿qué tanto se están leyendo los textos de estudios bíblicos y teológicos de especialistas, pensadores y escritores europeos y norteamericanos?
11) ¿Están los currículos de los distintos centros de formación bíblica y teológica locales promoviendo e impulsando en verdad el desarrollo y fortalecimiento de una reflexión teológica que responda con propiedad a los desafíos de la fe cristiana en el contexto particular de la sociedad dominicana?
12) En este sentido, ¿qué tan nivelados están (qué tanto tienen de común, además de los contenidos, el enfoque) de los planes o programas de estudio de los distintos centros de formación bíblica y teológica, con relación al mismo grado que ofrecen (bachillerato licenciatura, maestría, etc.)?
En otras palabras, ¿qué tan similares son los contenidos de los distintos programas de formación bíblica y teológica que se ofrecen en el país, por nivel o grado? ¿Qué tan similar es el conjunto de asignaturas o cursos de la licenciatura en teología, por ejemplo, de una institución con relación al resto de los centros que igualmente ofrecen el mismo grado y título?
¿Qué tan similares son los requisitos que tiene cada institución de formación teológica como exigencia para otorgar el mismo grado o título? Pensemos, por ejemplo, en el nivel del personal docente, la bibliografía, las horas presenciales en el aula por semana (además de si es bimestral, trimestral o cuatrimestral), el número de horas invertidas en trabajos de lectura e investigación fuera del aula, la cantidad de páginas que se deben leer, la forma de evaluación, los énfasis que se hacen en cada asignatura, etc.
13) ¿Qué tipo de relación e interacción existe entre las distintas instituciones de formación bíblica y teológica? ¿Existe alguna institución que las agrupe y le dé cierta homogeneidad y cohesión?
Recuerdo que hace unos años varios hermanos líderes de instituciones de formación bíblica y teológica constituíamos lo que se llamó la “ADIET” (Asociación Dominicana de Instituciones Teológicas. Entre estos, Tomás Gómez Bueno por Visión Mundial, Robert Bueno por un Instituto o Seminario Bautista, Elvis Medina por el Seminario de la Iglesia de Dios, Félix Caraballo por el MINST, también recuerdo que había una representación del instituto nacional de la asambleas de Dios, entre otros, y quien suscribe por la UNEV y el Instituto Bíblico Reformado de la República Dominicana.
14) ¿Qué habrá pasado con la ADIET? ¿Podría resurgir? ¿Podría levantarse otra u otras similares o más pretensiosas? ¿Qué tan inclusiva podría (n) o debería (n) ser?
IV) Preguntas relacionadas con los medios de comunicación que son administrados por misterios cristianos y el tipo de reflexión teológica que difunden
1) ¿Qué se puede decir respecto del nivel, temas, enfoque, etc., del tipo de reflexión teológica que por lo general se promueve en los medios masivos que están en manos de ministerios cristianos (emisoras de radio, canales de televisión, periódicos, revistas, programas de radio y televisión?
2) ¿Qué tan inclusivos o excluyentes son estos medios respecto a la gran diversidad de confesiones y matices que se sabe tiene el “pensamiento teológico dominicano”?
3) ¿Qué aportes pudieran hacer dichos medios en la consolidación del “pensamiento teológico dominicano”?
V) Preguntas diversas relacionadas en alguna manera con el proceso de formación y consolidación del “pensamiento teológico dominicano”
1) ¿Ha existido alguna vez un pensamiento teológico alguno que no tenga compromisos con una determinada ideología (conjunto y esquema de pensamientos e ideas fundamentales) y con una determinada praxis? Comencemos por ejemplo, por las evidencias que nos aporta la historia de la Biblia misma.
2) ¿Qué tan al día está (o estaría) el llamado “pensamiento teológico dominicano” con relación a los enfoques modernos tanto en el campo de la exégesis, la hermenéutica y la teología como tal?
Por ejemplo, con relación a la llamada “teología feminista”, el acercamiento feminista a la Biblia (hermenéutica feminista), la reflexión teológica en perspectiva de género, la lectura comunitaria de la Biblia, la exégesis socio histórica y sociopolítica, los métodos exegéticos (crítica textual, crítica literaria, crítica de los géneros y las formas, crítica de la tradición, crítica de la redacción, el análisis estructural o semiótico), la lectura orante de la Biblia, la circularidad hermenéutica, el análisis estilístico, el análisis retórico, la lectura pragmalingüística de la Biblia, el psicoanálisis, las teologías de la liberación, etc.
3) ¿Cómo se enfoca (o enfocaría) el diálogo interreligioso e interconfesional en el “pensamiento teológico dominicano”?
4) ¿Cómo se habría de enfocar la misión de la iglesia, la apologética y la actitud ecuménica ante el hecho de la realidad multiconfesional del cristianismo en la República Dominicana?
5) ¿Cómo se habrá de enfocar la inevitable relación y necesaria vinculación entre la exégesis bíblica, la teología bíblica y sistemática, y la pastoral en un “pensamiento teológico dominicano”?
6) ¿Cómo habrá de influenciar y potenciar al testimonio cristiano (y la espiritualidad que supone), el desarrollo y consolidación de un “pensamiento teológico” con verdaderos matices dominicanos? ¿Cómo ha de fortalecer, darle contenido y consistencia al oficio profético de la iglesia?

Conclusión: Espero que las inquietudes que he planteado en este artículo puedan servir de algo en la aspiración y en el proceso de una verdadera consolidación del “pensamiento teológico dominicano” en el más amplio contexto de la fe cristiana.
De seguro que otros y otras coincidirán conmigo en algunas de estas inquietudes. También habrá quienes aportarán sus propias inquietudes y puntos de vista. De todos modos, aquí están la mías. ¡Bienvenidas sean todas las demás!
¡Que Dios nos ayude en esta tarea!