¿Sitúa Pablo, al varón y a la mujer en un plano de
igualdad, en 1 Corintios 11.11-12?
Héctor
B. Olea C.
Es cierto que el texto griego del versículo
11 de 1 Corintios 11, claramente afirma: “Porque en el Señor, ni la mujer es
sin el varón, ni el varón es sin la mujer”; en otras palabras: No se concibe a
la mujer al margen del varón; ni el varón se concibe al margen de la mujer.
Sin embargo, es preciso admitir que el
problema no radica en la afirmación que Pablo hace en el versículo 11, sino en las premisas sobre
las que fundamenta dicha declaración, y que el mismo Pablo nos las ofrece en el
versículo a continuación, el versículo 12.
Pues bien, Pablo entiende, asume y plantea
que la mujer no es sin el varón, ni el varón es sin la mujer, porque: por un
lado, “la mujer procede del varón”; y por otro lado, “el varón viene a existencia
por medio de la mujer”.
Ahora bien, llama la atención la forma en que
Pablo distingue la manera en que se relaciona la existencia de la mujer con la
del varón, y la del varón con la existencia de la mujer.
Para Pablo, “la mujer procede del varón”
(griego «je guné ek tu ándros»); pero no así el varón, que más bien “viene a
existencia por medio de la mujer” (griego «jo anér diá tes gunaikós»). En otras
palabras, se cuida y no se atreve Pablo a decir que así como él asume que “la
mujer procede del varón” (griego «je guné ek tu ándros»); “el varón procede de
la mujer” (griego «jó anér ek tu gunaikós»).
De hecho, en el versículo 8 del mismo
capítulo 11, Pablo afirma precisa y categóricamente que “el varón no procede de
la mujer” («u gar anér ek gunaikós»); “sino la mujer del varón” (alá guné ex
andrós). Consecuentemente, insiste Pablo en el versículo 12, en que “la mujer
procede del varón” (griego «je guné ek tu ándros»); pero “el varón viene a
existencia por medio de la mujer” (griego «jo anér diá tes gunaikós»).
En resumen, no se equiparan, no tienen el mismo sentido, la misma carga semántica, no tienen las mismas implicaciones, ni conllevan las mismas asociaciones de ideas, la expresión “la mujer procede del varón” (griego «je guné ek tu ándros»), respecto de la existencia de la mujer en relación a la existencia del varón; y la expresión “el varón viene a existencia por medio de la mujer” (griego «jo anér diá tes gunaikós»), respecto de la existencia del varón en relación a la existencia de la mujer.
Por supuesto y, de todos modos, las dos
premisas del argumento de Pablo son discutibles y objetables. En primer lugar,
la premisa de que la mujer procede del varón, se sustenta en el relato de la
creación de Génesis 2.4-25. Esta premisa también supone que: 1) la mujer fue
creada con posterioridad al varón; 2) que la mujer fue puesta en existencia a
partir del varón (de una costilla suya); 3) que la mujer fue creada a semejanza
del varón; 4) que la mujer fue creada como ayuda idónea para el varón (la
expresión hebrea traducida «ayuda idónea para él», y que en toda la Biblia sólo se la encuentra en Génesis 2.18,
20), es “ezer kenegdó”, literalmente significa “ayuda, auxilio, apoyo
semejante, correspondiente y conforme al varón”, “parecido a él”, “de la misma
naturaleza que él”. Dicha expresión señala a la mujer como un ser creado
parecido al varón con el fin de ser su ideal complemento).
Es más, en la
Septuaginta, en Génesis 2.18 leemos: «poiésomen autó boethón katautón»,
literalmente: “Hagamos para él (hagámosle a él) ayuda según él (semejante,
parecida a él, conforme a él)”.
Y en Génesis 2.20, leemos en la Septuaginta: «uj
jeuréthe boethós jómoios autó», literalmente: “No encontró ayuda semejante a él
(conformé a él)”.
Ahora bien, con base en la perspectiva del
relato de la creación de Génesis 1.1-2.3, que no asume ni hace suya la visión
antropológica del relato de Génesis 2.4.25, es obvio que no estamos obligados a
asumir la postura de Pablo, y sí con el derecho de tomar una postura crítica
frente a su visión antropológica.
En segundo lugar, y en relación a la segunda
premisa, la de que el varón viene a existencia mediante, por medio de la mujer (griego «jo anér diá tes
gunaikós»), diré lo siguiente.
Por un lado, pienso que se podría acusar de
plagio al autor del relato de Génesis2.4-25, esto así, pues si hay alguien que
gracias a la maternidad puede decir como nadie, que la criatura que viene a
existencia es hueso de sus huesos, carne de su carne, aliento de su aliento, etc.,
es la mujer, sin duda.
Por otro lado y, por supuesto, nadie niega el
aporte que hace el padre biológico de la criatura o criaturas en el vientre de
la madre, desde el punto de vista de la biología y la genética; pero sólo la
madre la lleva en su vientre y tiene con ella (s) un vínculo único y sin igual,
la ve desarrollarse en su propio cuerpo, y la alimenta de manera singular
durante el período de gestación, incluso después del alumbramiento.
En tal sentido, si hay alguien que puede
decir, respecto de la (s) criatura (s) en el vientre de una madre, que dicha
criatura es carne de su carne, y hueso de sus huesos, es la madre, y jamás el
padre, sin duda.
Por otro lado, llama la atención que en la
Biblia sólo en tres ocasiones se usa la expresión «nacido de mujer», para
señalar esa relación única y especial que existe entre la mujer y toda criatura
que viene a existencia mediante el proceso normal de gestación. Pues bien, los
tres pasajes donde aparece la expresión «nacido de mujer» (y curiosamente,
apuntando siempre a un varón), son:
Job 14.1 “El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores”
Job 15.14 “¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y para que se justifique
el nacido de mujer?”
Gálatas 4.4 “4Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley”
En consecuencia, salta a la vista el que
Pablo, siendo el único que emplea la expresión «nacido de mujer» en el NT, y
con todas sus implicaciones, y a sabiendas de que si hay algo que caracteriza
al ser humano, es que es nacido y nacida de mujer, que es carne de su carne,
hueso de sus huesos; todavía se sienta él comprometido con una perspectiva
antropológica que plantea absolutamente todo lo contrario, y con todas las
evidencias en contra.
En resumen, ¿sitúa Pablo, al varón y a la
mujer en un plano de igualdad, en 1 Corintios 11.11-12? Obviamente que no; por
eso concluye: 1) Todo (todas las cosas) procede de Dios (griego «ta de pánta ek
tu theú»): 2) El varón viene a existencia por medio de la mujer (griego «jo
anér diá tes gunaikós»; no que el varón procede de ella (griego «jó anér ek tu
gunaikós»); 3) Pero la mujer procede del varón (griego «je guné ek tu ándros»);
así de sencillo.
¡Hasta la próxima!
muy interesante como todos tus artículos
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