Cuestiones de exégesis y traducción bíblicas
Héctor
B. Olea C.
Una de las razones por la que no recomiendo
ninguna versión de la Biblia en específico, no es porque no admita que, en
cierto sentido y en una forma relativa, las haya mejores que otras; sino porque
es posible que en el estudio de algún texto bíblico en particular y de interés
especial en un momento decisivo de reflexión o curiosidad teológica; se dependa
quizás de ella sola, con base en una excesiva confianza en su buena imagen
pública, en lo mucho que es recomendada; pero con todo, es muy posible que en ese
caso particular, la versión de la Biblia que goce de una muy buena imagen
pública, no sea precisamente la mejor, y sí probablemente la peor.
En todo caso, un ejemplo ilustrativo que pone
en evidencia lo relativo que resulta la imagen pública de las ciertas versiones
de la Biblia, lo constituyen la traducción de muchísimos textos bíblicos en
cuya traducción coinciden perfectamente “las mejores versiones de la Biblia”,
las versiones de la Biblia con “mejor
imagen pública”, con las versiones con una imagen pública un tanto cuestionada,
y las versiones de la Biblia con “peor imagen pública” (al menos en ciertos
sectores).
Esto así, además de que existe en algunos
casos, en muchos casos, una especie de “consenso” entre todas o casi todas las
versiones de la Biblia tendente a impedir u obstaculizar y dificultar
(aparentemente inconscientemente) el que las personas lectoras de la Biblia se
enteren de lo que en realidad dicen los textos bíblicos en sus idiomas
originales (al menos en un idioma específico y no sólo en un idioma específico,
como lo he demostrado con relación a la defectuosa traducción en la mayoría de
las versiones castellanas de Biblia, incluso en una buena proporción de
versiones de la Biblia en inglés, del plural hebreo «baním» -estrictamente «hijos
varones»-, así como su traducción en la Septuaginta: «juiói», con el mismo
sentido, con el mismo valor semántico, en el Salmo 127.3-4).
Cierro, arrojando un poco más de luz respecto
de la especie de consenso que sitúa en un mismo nivel, a las versiones de la
Biblia con una sólida imagen pública, las que tienen una imagen pública
aceptable, y las que cuentan con la peor imagen pública.
Hago referencia ahora a la desacertada
traducción en plural («cielos») de la palabra hebrea «shamáyim» (cielo) en
Génesis 1.1 y en el resto del Tanaj (AT hebreo), que en realidad debe
traducirse en singular. Por supuesto, el problema adquiere dimensiones
desproporcionadas cuando comprendemos que «shamáyim» se encuentra entre las
palabras que ocurren entre 300 y 500 veces en la Biblia Hebrea o Tanaj, de acuerdo a la obra «List of words occurring frequently in The Hebrew Bible», de John D. W. Watts.
Ahora bien, lo cierto es que la palabra
hebrea «shamáyim» tiene en hebreo una forma única, con la morfología de una
palabra de número dual (que en hebreo se usa específicamente para indicar
elementos que existen en pares, como los ojos, los brazos, los pies, etc., que
no es lo mismo que el plural), pero sin ninguna referencia a número, como la
castellana «crisis» que a pesar de su morfología no debe entenderse de por sí
como un sustantivo en plural.
Por supuesto, la forma en singular que en que
asumió la Septuaginta la palabra hebrea «shamáyim», traduciéndola con la griega
«uranón» («cielo», aquí en caso acusativo), tendencia que se mantuvo en la
traducción de todo el Tanaj, debió servir de orientación y guía para la
traducción de la palabra «shamáyim» por las demás versiones de la Biblia.
Obviamente, es muy lamentable que la
tendencia de seguir la Septuaginta que por lo general han mostrado las
distintas versiones de la Biblia, no se haya mantenido positivamente en este
caso, ni en muchos otros.
Finalmente, y en pro de los objetivos de este
artículo y como estudio de un caso concreto; recomiendo que se compare en la «Reina
Valera 1960», en la «Biblia de Jerusalén de 1976», en la «Sagrada Biblia Nacar-Colunga»,
y en la «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras», la traducción de
la palabra «shamáyim» en Génesis 1.1; y la traducción de la palabra «baním» en
el Salmo 127.3-4
¡Hasta la próxima!
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