«Espíritu» y «demonio», dos palabras de género gramatical neutro

Un ejemplo más de que no se debe abusar del género gramatical de las palabras

Además de que no es acertado confundir el género gramatical de las palabras, con el sexo atribuido a las personas y a las cosas a las que éstas refieren; por otro lado, se espera la necesaria y debida consistencia.

Por ejemplo, es inadmisible que con base al género gramatical neutro de la palabra «demonio» (griego «daimónion»), se llegue a sostener que los «demonios» (al margen de la discusión respecto de su existencia) son seres incorpóreos que necesitan la posesión de un cuerpo humano para su manifestación y actuación concreta; sin embargo no decir lo mismo respecto del Espíritu Santo (al menos los trinitarios cristianos, pues la fe judía y un sector del cristianismo no personifican el «ruáj» de YHVH), cuando se percatan de que la palabra «espíritu» (griego «pnéuma»), igual que la palabra «demonio» (griego «daimónion») es también de género gramatical neutro, aunque de una declinación distinta. En tal sentido es preciso puntualizar que la palabra «daimónion» pertenece a la segunda declinación, y la palabra «pnéuma» a la tercera declinación.   

De todos modos, tampoco podemos perder de vista que la palabra hebrea «espíritu», o sea, «ruáj», en hebreo es de género gramatical femenino, así como la palabra «neshamáh» (soplo, aliento de vida, Génesis 2.7), que en cierto sentido le es equivalente. 


¡Hasta la próxima!


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