De explicaciones erróneas y de falaces asociaciones de ideas
Esta vez sobre el nombre «Jano»
¿Por qué «Jano» y no «Yáno»?
Héctor B. Olea C.
El nombre español «Jano», no es un término latino, sino más bien la castellanización o españolización de un término latino.
Pero antes de precisar el nombre latino del cual «Jano» es el reflejo, es preciso hacer algunas puntualizaciones al respecto.
En primer lugar, es preciso tener en cuenta que el alfabeto latino clásico (el de los romanos) carecía de la letra o grafía «J».
En segundo lugar, se entiende (con José Guillén: «Gramática latina», Sígueme, 1981) que la letra o grafía «J» fue introducida por los renacentistas para facilitar la lectura de la «i» consonante, o sea, la «i» realizando el fonema consonántico de la «ye» («y») española como en «yeso».
En tercer lugar, a diferencia de la «J» española, la «J» latina, realiza y representa el fonema consonántico de la «i» latina, que realiza y representa el fonema de la «ye» («y») española como en «yeso».
En cuarto lugar, la palabra latina del cual «Jano» es el reflejo, es «iánus» (léase: «Yánus»), un sustantivo de género masculino y de la segunda declinación latina.
En quinto lugar, en caso de emplear la grafía latina «J», hay que estar al tanto de que dicha «J» no es la «J» española, no representa el fonema de la «J» española; sino que más bien realiza o representa el fonema de la «ye» («y») española como consonante en «yeso» (no como cuando es vocal, cuando funciona como la conjunción copulativa «y»).
Consecuentemente, ya sea que se en latín se escriba «iaunus» o «janus», la lectura latina ha de ser la misma: «yánus».
Ahora bien, cono observación desde la mitología, del «Diccionario de mitología griega y romana», de Pierre Grimal (Editorial Paidós, 1989), extraigo el siguiente fragmento:
“Jano es uno de los dioses más antiguos del panteón romano. Se le representa con dos caras opuestas, una que mira hacia delante, y la otra, hacia atrás. Sus leyendas son exclusivamente romanas y están ligadas a las de los orígenes de la ciudad. Según ciertos mitógrafos, Jano era en Roma una divinidad indígena, y en otro tiempo habría reinado en ella con Cameses, un rey mítico del cual apenas se conoce más que el nombre. Según otros, Jano era extranjero, oriundo de Tesalia, y desterrado en Roma, donde Cameses lo habría acogido cordialmente, hasta el extremo de compartir el reino con él. Jano habría erigido entonces una ciudad en la cima de la colina, que se habría llamado Janiculo tomando este nombre del dios”.
En sexto lugar, es cierto que el inglés «January» (el mes de enero en inglés) deriva del latín «ianuarius» (léase: «yanuarius»), un adjetivo (del mes de «Yánus») de tres formas o declinaciones: en género masculino declinado como un sustantivo masculino de la segunda declinación latina, en género femenino declinado como un sustantivo femenino de la primera declinación latina, y en género neutro declinado como un sustantivo de género neutro de la segunda declinación latina.
En séptimo lugar, que el nombre español y el nombre inglés para el mes de «enero» deriven del latín «yanuarius» (adjetivo: del mes de «Yánus»), no implica ni prueba una supuesta adoración al dios romano «Yanus» («Yánus», «Jano»).
Luego, «enero» no es para nosotros el mes dios romano «Yánus» (castellanizado «Jano», sino simple y estrictamente el primer mes de nuestro calendario.
En tal sentido, en ninguna manera la celebración anual de un año nuevo, y el hecho de que, precisamente el primer mes del año se llame «enero», tiene para nosotros asociación alguna con la deidad romana «Yánus», ni con el culto a la misma.
En
octavo lugar, es preciso distinguir el significado etimológico de una palabra,
con el uso corriente que la misma ha llegado a tener diacrónicamente, en el
tiempo.
En la misma línea y, por ejemplo, que la palabra española «economía» derive de la palabra griega «oikonomía» (de «óikos»: «casa», y «nómos»: ley, administración, norma, ley, estatuto): «administración de una casa»; no significa que hoy la palabra economía signifique e implique «la administración de una casa».
En realidad, muy a pesar de su etimología, hoy se entiende que “la economía estudia cómo las sociedades utilizan sus recursos limitados para producir y distribuir bienes y servicios, desde las necesidades humanas más básicas hasta el comercio internacional y la innovación tecnológica, incidiendo directamente en la vida de las personas”.
Finalmente, a la pregunta de por qué resulta tan peligroso jugar con la etimología desde una perspectiva equivocada y con un conocimiento incompleto y sesgado; Luis Alonso Schokel plantea: “Repito que el juego etimológico es peligroso, precisamente por lo atractivo que resulta” («La traducción bíblica lingüística y estilística», Ediciones Cristianas, 1977, página 367), así de sencillo.
Como siempre, para una mejor comprensión de las líneas aquí presentadas, anexo una imagen, a modo de ilustración.
¡Saludos cordiales!
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