Traducción, exégesis y hermenéutica, algunas observaciones puntuales y necesarias


Traducción, exégesis y hermenéutica

Algunas observaciones puntuales y necesarias

Héctor B. Olea C.

Plantea Santiago Guijarro Oporto: “Explicar (exégesis) y comprender (hermenéutica) son dos términos acuñados por la hermenéutica moderna para describir las operaciones básicas del proceso de interpretación”

“El objeto propio de la explicación es, en efecto, el texto en su contexto, o, si se quiere, el mundo detrás del texto, y el mundo que está en el texto”.

“Consecuentemente, la tarea exegética queda reducida al estudio del texto en su con texto o, dicho de otra forma, al estudio detrás del texto y del mundo en el texto” («Metodología exegética del Nuevo Testamento», Salamanca: Sígueme, 2021, páginas 25 y 26).

Además, sugiere Guijarro que la exégesis se realiza con la ayuda de tres tipos de análisis:

“El análisis diacrónico, cuyo objetivo es reconstruir el proceso de formación del texto y las diversas etapas de su desarrollo o por las que ha pasado”.

“El análisis contextual, cuyo objetivo es reconstruir la situación vital en que nacieron los textos para comprender adecuadamente su sentido”.

“El análisis sincrónico, cuyo objetivo es el estudio del texto en su forma final, atendiendo a su dimensión literaria”.

“Consecuentemente, el objeto propio de la comprensión (hermenéutica), no es por tanto el texto en su contexto, sino aquello de lo que habla el texto, es decir, lo que está delante del texto, el mundo posible que el texto le propone al lector”.

Luego, “a diferencia de la exégesis (explicación) que se centra en el texto, la hermenéutica (comprensión) incluye necesariamente al texto, porque su objetivo es provocar un diálogo con aquello de lo que habla el texto”.

“Su objetivo no es pues, la intención del autor, ni la percepción que pudieron tener del texto sus destinatarios originales, ni siquiera aquello que el lector puede comprender hoy” (Obra citada, páginas 25 y 26).

En tal sentido, me parecen muy pertinentes las observaciones que, al respecto, plantea el profesor José Severino Croatto:

“Si toda lectura es producción de sentido, y se hace desde un lugar o contexto, resulta que lo verdaderamente relevante no es el «detrás» histórico de un texto –que por cierto no debe desecharse – sino su «adelante», a saber, lo que sugiere como mensaje pertinente para la vida del que lo recibe o busca. Como texto polisémico que es, su lectura es siempre exploradora”.

“El texto despliega hacia adelante un mundo de posibilidades que el lector hace sintonizar con su propio mundo («Hermenéutica bíblica», Argentina: Lumen, 2da edición, 1994, página 80).

Ahora bien, sugiere Guijarro: “Esta proyección de un mundo delante del texto sólo es posible cuando previamente se ha analizado con distancia y rigor metodológico el mundo detrás del texto y el mundo en el texto, pues esta explicación, que corresponde a la exégesis, es necesaria para descubrir ese mundo delante del texto con el que el intérprete entra en diálogo en el momento de la comprensión. De este modo, explicación (exégesis) y comprensión (hermenéutica) construyen dialécticamente el proceso de interpretación” (Obra citada, página 34).

Traducción bíblica

En virtud lo explicado respecto de la exégesis y la hermenéutica (en su concepción actual), pienso que debería ser obvio que la labor de la traducción bíblica está estrechamente ligada a la «exégesis»; pues su objetivo es proponer una traducción de los textos bíblicos que refleje de la mejor manera posible, de la manera más fiel posible, el sentido de los mismos en sus contextos vitales, en los contextos en que surgieron; y no la comprensión que de tales asuntos (de los que tratan los textos bíblicos) tienen hoy las distintas comunidades de fe que son expresiones diversas e irreductibles del cristianismo: católico, protestante (las llamadas iglesias históricas), evangélico, pentecostal, adventista, bautista, Testigos de Jehová, anglicano, etc., etc., etc.

En efecto, si hemos de insistir en que los textos bíblicos surgieron en unos contextos vitales propios y específicos, ajenos y distantes a los nuestros; lo lógico y natural es que los textos bíblicos reflejen las concepciones y cosmovisiones propias de los seres humanos de su tiempo, y no las nuestras; concepciones que deben ser reflejadas de la manera más fiel posible en las versiones o traducciones bíblicas.    

Después de todo, ningún autor de la Biblia escribió como miembro comprometido con las mencionadas expresiones del cristianismo, ni como una persona del siglo 21.  

Por supuesto, en nuestro caso, se espera que, por un lado, la traducción bíblica refleje de la mejor manera posible, lo más fiel posible, el significado de los textos bíblicos en sus contextos vitales; y, por otro lado, que se haga en el mejor español actual posible.  

En tal sentido, si una versión de la Biblia está dirigida al gran público latinoamericano, lo ideal sería que, por múltiples razones, se hiciera en conformidad al español latinoamericano.  

Finalmente, es muy lamentable que muchas de las críticas que se articulan en contra de la traducción de ciertos bíblicos concretos, se sustenten precisamente en que su traducción no refleja, no concuerda con las concepciones actuales de los asuntos que tratan dichos textos, a pesar de sí ser coherentes y consistentes con el sentido de dichos textos en sus respectivos contextos históricos vitales.

En suma, en lo personal, me siento seria y decididamente mente comprometido con la traducción bíblica que procura reflejar (de manera completa e íntegra, lo más fiel posible) lo que en verdad dicen los textos bíblicos en sus lenguas originales, y no lo que nos gustaría que dijeran; por supuesto, procediendo siempre con la más decidida honestidad intelectual, utilizando todos los recursos y peculiaridades de las lenguas bíblicas en sus tres aspectos: fónico, morfosintáctico y sémico.  

En honor a la verdad, pienso que hay que sospechar y estar en guardia frente a traducciones o propuestas de traducción que se muestran más comprometidas con las preocupaciones, concepciones y cosmovisiones actuales de las distintas comunidades cristianas contemporáneas (hermenéutica), que con poner de relieve el significado de los textos bíblicos en sus contextos históricos vitales (exégesis); sustentándose, además, en deficientes, sesgados o incompletos análisis morfosintácticos de los textos bíblicos en sus lenguas originales, y de sus contextos históricos vitales, así de sencillo.

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