¿Por qué sólo la mujer es concebida como «ayuda idónea» respecto del varón (Génesis 2.18, 20)?


¿Por qué sólo la mujer es concebida como «ayuda idónea»  respecto del varón (Génesis 2.18, 20)? ¿Por qué no se dice lo mismo del varón respecto de la mujer? ¿Cuál es el significado de la expresión hebrea «ézer kenegdó»?

Héctor B. Olea C.

Las respuestas a estas preguntas se obtienen mediante la consideración y análisis gramatical (morfosintáctico) del texto hebreo de Génesis 2.18 y 20.

En tal sentido es preciso decir que el texto hebreo detrás de la traducción: «haré una ayuda idónea para él» («le haré a él una ayuda idónea») es: «eeséj lo ézer kenegdó» (Génesis 2.18).

Análisis morfosintáctico de la expresión «eeséj lo ézer kenegdó»

El primer elemento de esta oración es «eeséj», el cual consiste en una forma verbal qal, en estado imperfecto o yiqtól (futuro en hebreo moderno), del verbo «asá», «la-asót» (hacer, crear, elaborar, etc.), y que tiene de sujeto a la primera persona común singular (masculina y femenina) «yo».

El segundo elemento es vital para comprender por qué sólo la mujer es considerada «ayuda idónea» respecto del varón.

Consiste, pues, este segundo elemento, en la preposición «le» que, en algunos casos señala el acusativo (objeto directo determinado, como en Génesis 1.5 en la expresión «laór»: «a la luz»), en otros casos el «caso dativo» (del «objeto o complemento indirecto», o del «complemento beneficiario» o «destinatario»), incluso el «caso genitivo», en el contexto de una construcción sintáctica que sustituye a una «cadena constructa», cuando el sustantivo que estaría en «estado constructo» en la cadena constructa, está sintácticamente relacionado con un sustantivo determinado.

En todo caso, es indiscutible que en Génesis 2.18 la preposición «le» señala el «caso dativo», que puede ser asumido como el «objeto» o «complemento indirecto» de la forma verbal «eeséj» (haré), o bien, como el complemento beneficiario o destinatario (para él).  

Luego, «lo» consiste en la preposición «le» con el sufijo pronominal de la tercera persona masculina singular, «él»: «le haré a él», «haré para él».

En consecuencia, la expresión «eeséj lo» en sentido estricto significa: «haré para él», «le haré a él» (al varón), jamás «haré para ella», «le haré a ella».

Y en relación a la palabra «ézer» (ayuda, apoyo, auxiliar), no tiene aquí ninguna implicación especial respecto de su uso general y ordinario en la Biblia Hebrea.

En consecuencia, baste decir que aquí «ézer» consiste en el «objeto» o «complemento directo» (indeterminado) de la forma verbal «eeséj».

Consecuentemente, la expresión «eeséj lo ézer», sencillamente significa: «le haré a él una ayuda» (un apoyo), «haré para él una ayuda» (un apoyo).

Sin embargo, una palabra o elemento de mucha importancia para las preguntas planteadas, lo representa el último elemento de la oración citada, «kenegdó», como la ya explicada preposición inseparable «le» con el sufijo pronominal de la tercera persona masculina singular (a él, para él).

Consiste, pues, la palabra «kenegdó» en una palabra compuesta (un sintagma) conformada por tres elementos o morfemas:

El primer elemento o morfema gramatical que compone a la palabra «kenegdó», es la preposición «ke», adherida a la preposición «négued» como prefijo, lo que le da el matiz de “semejante a”, “correspondiente a”, “conforme a”, “igual que”, “a la manera de”, “según”.

El segundo elemento o morfema gramatical base, lo constituye la preposición «négued», una preposición, la cual, en su forma simple (no compuesta) significa: “delante de”, “en presencia de”, “a la vista de”, incluso “opuesto”, “contrario”, contra” (“en contra de”), como en Job 10.17 (con el sufijo pronominal de la primera persona común singular (masculina y femenina), «yo»: «negdí»: “contra mí”, “en mi contra”).

El tercer elemento o morfema gramatical que también forma parte de la palabra «kenegdó», es el sufijo pronominal de la tercera persona masculina singular, o sea, el mismo sufijo pronominal que ya dijimos que tiene en la expresión en cuestión la preposición «le», o sea, «lo» (a él, para él).

Consecuentemente, la palabra «kenegdó» significa: “semejante a él”, “según él”, “correspondiente a él”, «conforme a él», «a la medida de él» (a su medida).

Luego, «ézer kenegdó» significa: “ayuda semejante a él”, “ayuda conforme a él”, “ayuda a su medida”.

En suma, la palabra «kenegdó» describiendo a la mujer como una «ézer» (ayuda), la señala como un recurso, una ayuda, un complemento diseñado en correspondencia y en conformidad al varón.

En consecuencia, es preciso decir que la idea de considerar a la mujer como «una ayuda creada para el varón y semejante al mismo, en conformidad al mismo», se sustenta en la premisa de que la mujer fue creada con posterioridad al varón, o bien, que el varón fue creado primero, premisa del relato de la creación de Génesis 2 en cuyo contexto se hace el planteamiento de Génesis 2.18 y 20 (compárese 1 Corintios 11.7, 8, 9, 12; 1 Timoteo 2.13).

Y en la misma línea y en el contexto del mismo relato, se sugiere, incluso, que el sustantivo o lexema hebreo «mujer» («ishá») deriva, precisamente, del sustantivo o lexema hebreo que señala al «hombre, al «varón», o sea, «ish».

Ahora bien, una forma en la que el texto de Génesis 2.18 habría apuntado al varón como “ayuda idónea” para la mujer, y a la mujer como el modelo, habría sido: 1) Dando por sentado que la mujer fue creada primero, y luego el varón; 2) Indicando que el sustantivo «ish» (varón) deriva de «ishá» (mujer), y no al contrario; 3) Empleando la preposición «le» con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular («laj»: «para ella»); y 4) Empleando la expresión «kenegdáj», o sea, con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular: «semejante a ella», «conforme a ella»).

Finalmente, llama la atención que Rashí interpretó la palabra «kenegdó» como «opuesta a él», en conformidad al sentido que tiene en Job 10.17, interpretación con la cual no concordamos.

La traducción griega (LXX) de la expresión hebrea «eeséj lo ézer kenegdó»

La clásica versión griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta (LXX), tradujo la expresión hebrea en cuestión en la siguiente manera: «poiésomen autó boézon kat-autón»: «Hagamos (modo subjuntivo y primera persona del plural) para él una ayuda conforme a él», «Hagámosle (modo subjuntivo y primera persona del plural) una ayuda a su medida». 

Luego, es evidente que la traducción griega (LXX) entendió a «kenegdó» en los términos de los resultados de nuestro análisis: «ayuda conforme a él» (“ayuda según él”, “ayuda que le corresponde a él”, “ayuda a su medida”).

Por supuesto, resulta obvio que la traducción al griego no favorece el punto de vista de Rashí, al emplear al traductor al griego el caso acusativo «boézon kat-autón» (ayuda conforme a él), y no el caso genitivo «boézon kat-autú» (ayuda en contra de él).

Por supuesto, en la misma manera en que lo hace la palabra hebrea «kenegdó», así también lo plantea la traducción griega «kat-autón», o sea, señala al varón como el modelo según el cual y en conformidad al cual se puso en existencia a la mujer, por lo menos según el punto de vista y teología del relato de creación de Génesis 2 (el llamado «relato yahvista»).

En conclusión, en palabras de Joachim Jeremías: “En conjunto, la situación de la mujer en la legislación religiosa está muy bien reflejada en una fórmula que se repite sin cesar: «Mujeres, esclavos (paganos) y niños (menores)»; la mujer, igual que el esclavo no judío y el niño menor, tiene sobre ella a un hombre como dueño, lo cual limita también su libertad en el servicio divino. Es por ello por lo que, desde el punto de vista religioso (como en general en todos los aspectos de la vida), se halla en inferioridad ante el hombre” («Jerusalén en tiempos de Jesús», Ediciones Cristiandad, 1980, página 386).

Finalmente, como siempre, con tal de ilustrar de la mejor manera estas líneas, anexo una imagen con el texto hebreo y griego de las frases en cuestión.

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