Jesús, ¿traducción o transliteración?
Cuestiones de las lenguas y traducción bíblica
Una pregunta que me fue planteada
Héctor B. Olea C.
De entrada, pienso que es preciso puntualizar que la palabra española «Jesús» no es más que una castellanización o españolización del latín «Yesus» («Yésus»).
Por supuesto, el nombre latino «Yesus» («Yésus»), sin tilde (sin acento gráfico) y sin ser palabra oxítona (aguda), pues en latín, por un lado, no existe la tilde (el acento gráfico) y, por otro lado, con algunas excepciones, no existen palabras oxítonas o agudas (con la última sílaba tónica).
Y en la misma línea, la palabra española «Josué» también es una castellanización o españolización del latín «Josue» («Iosue», «Yosue»), sin tilde, y sin la última sílaba tónica.
Ahora bien, ¿es «Jesús» una transliteración o transcripción del hebreo o del griego?
En primer lugar, ya hemos dicho que el nombre griego «Iesús» («iesús»), que aparece en la Septuaginta 283 veces, y en el Nuevo Testamento 919 o 917 veces, fue empleado en la Septuaginta para reflejar las formas hebreas «yejoshúa» y «yeshúa» (hebreo y arameo).
Considérese, por ejemplo: Deuteronomio 1.38; 3.21; Josué 1.1; Nehemías 8.17.
La Vulgata, por su parte, en los mismos versículos arriba mencionados, empleó el nombre «Josue» («Yosue»).
En segundo lugar, otra forma empleada en la Septuaginta para reflejar las formas «yejoshúa» y «yeshúa», y estrictamente en dos ocasiones, es «Iesue» («iesue»), en 1 Crónicas 7.27 y Esdras 2.6.
Y, otra vez, la Vulgata vuelve a emplear la forma «Josue» («Yosue»).
En tercer lugar, verdaderas transliteraciones o transcripciones griegas de las formas «yejoshúa» y «yeshúa», serían: «ieosua» (para «yejoshúa») y «iesua» (para «yeshúa»), pero esto no fue lo que hizo la Septuaginta, tampoco la Vulgata.
En cuarto lugar y, consecuentemente, el nombre griego «Iesús» («iesús») no es propiamente una «traducción» de las formas «yejoshúa» y «yeshúa», en virtud de que, en sentido estricto, el nombre griego en cuestión no transmite con propiedad la carga semántica de las formas hebreas mencionadas; y esto así, sencillamente, por no reflejar el lexema verbal que en griego comunica la idea de «salvar», «liberar»; contrario a lo que sí ocurre con las formas hebreas «yejoshúa» y «yeshúa», que sí reflejan el lexema verbal hebreo que comunica la idea de «salvar», «liberar».
En quinto lugar, el nombre griego «Iesús» («iesús») en realidad es un nombre propio griego (¿helenización?), de género masculino, que forma parte de los sustantivos o nombres masculinos y contractos de la segunda declinación griega, pero con ciertas peculiaridades.
Finalmente, para una mejor comprensión de las líneas aquí presentadas, anexo dos imágenes, a modo de ilustración.
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