Una reacción generalizada a una inquietud comunicada de
manera particular
Héctor
B. Olea C.
Ante la inquietud que muchísimas veces, y en
múltiples escenarios se me ha planteado, que consiste en esperar mi
recomendación personal para adquirir, comparar una determinada versión de la Biblia
recomendada por mí, una que pueda funcionar como especie de panacea, sin
debilidad por ninguna parte; mi insistente consejo va en la siguiente línea.
En primer lugar, mi recomendación personal es
que se adquiera, que se procure tener en la biblioteca personal, todas las
versiones de la Biblia que a usted le sean posibles, desde las más recomendadas
y aparentemente prestigiosas, como las de menos prestigio, cuestionadas y no tan
recomendadas.
En segundo lugar, aconsejo adquirir versiones
de la Biblia de los distintos métodos de traducción (por equivalencia formal, interlineales,
por equivalencia dinámica, etc.). Mi única franca objeción, es para las
versiones de la Biblia parafraseadas, porque, por un lado, la paráfrasis no es
en sí un método de traducción, y por otro lado, porque deja a la persona
lectora en la incapacidad de saber qué es lo que en realidad dice el texto en su
idioma fuente u original, y cuáles son las ideas introducidas (la ampliación) en
el texto por el traductor. De todos modos, en un amplio y crítico estudio
comparativo de versiones de la Biblia, no estaría mal tomarlas en cuenta.
En tercer lugar, recomiendo adquirir versiones
de la Biblia católicas, protestantes, incluso las que se consideran al margen,
como las revisiones de la Reina Valera editadas por la Iglesia Adventista, y la
versión de los Testigos de Jehová.
Después de todo, y como lo he demostrado, es
posible que la versión de la Biblia que prefieras, por la que usted sienta una especial
preferencia e inclinación, un distinguido y aprecio; no sea la más acertada en
el caso de un texto o pasaje específico del cual tengas que hablar, predicar, o
sea el punto de partida para alguna especial reflexión o ensayo.
Por ejemplo, y a manera de ilustración, llama
la atención que la «Biblia de Jerusalén», que en muchos casos supera, en acierto
y en la calidad de su traducción, a prestigiosas y recomendadas versiones
católicas y protestantes; es sin embargo, desacertada, y no comunica el
verdadero sentido del texto hebreo (al igual que la Reina Valera 1960, la Traducción
del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, la Biblia Textual 3era edición, etc.).
No acierta la «Biblia de Jerusalén» cuando en
el Salmo 127.3 traduce con la expresión «los hijos», expresión que en
castellano es ambigua, pues, por un lado y en algunos contextos no es inclusiva
(apuntado sólo a la descendencia masculina (los varones), y otras veces es inclusiva,
abarcando al mismo tiempo la descendencia masculina y la femenina. Pero, ¿es ambiguo el texto hebreo aquí?
Sin embargo, la cuestión es que la expresión
hebrea que está detrás de la traducción «los hijos», «baním» (plural de la
palabra «ben», que significa “hijo”, pero haciendo referencia sólo al hijo
varón, nunca a una hembra o mujer). Incluso este es el mismo sentido de la
palabra empleada por la Septuaginta en la traducción del pasaje en cuestión, «juiói»,
plural de «juiós»: «hijo varón».
Consecuentemente, una traducción acertada del
Salmo 127.3 es «herencia del Señor (YVHV, Hashem, el Señor, el Eterno, etc.), son
los hijos varones». Luego, toda versión de la Biblia, cuestionada o no, prestigiosa
o no, que haya traducido en la línea que propongo, es acertada, de lo contrario
no; así de sencillo.
¡Hasta la próxima!
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