Hablemos un poco de «Cábala» y «Guematría»

Hablemos un poco de «Cábala» y «Guematría»


Héctor B. Olea C.


La palabra «cábala» viene del verbo hebreo «qabal» que significa “recibir”, y apunta al conocimiento como algo recibido, como parte de una tradición.

Según Antonio Rodríguez Carmona («La religión judía, historia y teología», página 243-257), el movimiento cabalístico representa el lado místico y esotérico del judaísmo. Es la forma concreta que asume el movimiento místico esotérico del judaísmo bajo la influencia del neoplatonismo y otras corrientes místicas árabes y cristianas. El movimiento cabalístico se desarrolló con vigor desde el siglo XII E.C., pero teniendo unos antecedentes que se sitúan hacia el año setenta E.C. Para los cabalistas, la «cábala», como tradición, es la parte esotérica de la Ley oral dada a Moisés en el Sinaí.

Ahora bien, el juego o método de apropiarse del supuesto significado oculto o entre líneas de las sagradas escrituras, basado en el valor numérico de las consonantes hebreas; se llama «guematría».

Se considera que las consonantes hebreas comenzaron a recibir el valor numérico que todavía persiste, con posterioridad al exilio. Enrique Farfán Navarro («Gramática elemental del hebreo bíblico», página 4) sostiene que fue en el siglo II a.E.C. cuando las consonantes hebreas comenzaron a ser usadas con un valor numérico.

Ahora bien, ¿es confiable la «guematría»? ¿Es posible considerarla un método exegético? Pienso que no. La razón principal es que la «guematría» se sustenta en el hecho de que además del mensaje que comunican las palabras como parte de un discurso y una estructura oracional en la comunicación lingüística, existen unos significados ocultos, secretos, en fin esotéricos. Según la tradición cabalista, nos apropiamos de tales significados ocultos precisamente mediante la suma del valor numérico de las palabras, que representa el total del valor numérico particular de las consonantes que conforman la palabra. Otra objeción fundamental, es que la «guematría» no trabaja propiamente con la oración, estructura fundamental en la comunicación lingüística, sino más bien con palabras y expresiones sueltas, ¿sacadas de su contexto?

Quiero terminar esta breve aventura citando dos ejemplos del procedimiento «guemátrico» cabalista.

1) En su comentario al libro de Cantares, el maestro cabalista Mario Satz, plantea: “La Kábala ve en el número secreto del amor, 13, una doble equivalencia: la que lo iguala al bereshit, o principio, y la que lo asemeja a la palabra “ejab”, “uno”, pues también allí vemos esa cifra. Donde el Uno principia la creación por un acto de amor, e, inversamente, todo amor acaricia el principio” (página 21).

Y en una nota al pie de la misma pagina 21, Mario Satz, explica: “La expresión hebrea (bereshit = 913 = 13; ejab = 13; ajabab = 13), traducible por “en el principio”, o simplemente “el principio”, tiene el mismo valor numérico que “ejab”, “uno”, y “ahabá”, “amor”.

2) El segundo ejemplo lo es el quizás más famoso juego de «guematría», el cual está basado en Génesis 49.10 “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos” (RV 1960).

En este caso, la «guematría» aísla la expresión hebrea «yabó shíloh» (“vendrá shilo”), cuyo valor número es 358. Luego, observando que el valor numérico total de la palabra «Mashíaj» (Mesías) es también 358, los cabalistas concluyen que hay aquí una profecía mesiánica.

Por su parte, la Septuaginta tradujo la expresión hebrea «yabó shíloh» (“vendrá shilo”), como: “hasta que vengan las cosas separadas (destinadas) para él (para Judá).

Finalmente, con relación a la ausencia del artículo definido en la expresión hebrea “bereshit”, pienso que este hecho nos abre al camino para entender la perspectiva del autor o redactor del Génesis como presentando la obra creadora de Dios en siete actos de creación, o “bereshit”. En tal sentido ha de tomarse en cuenta: 1) Que no siempre el verbo “bará” apunta a una “creación de la nada”, sin apelar a un material preexistente (ex-nihilo); 2) atendiendo a la idea de perfección y totalidad que en la tradición hebrea y bíblica se asocia al número siete;  3) atendiendo al hecho de que cada día de creación en realidad fue y supuso un acto de creación específico, que puso en existencia algo en específico, que no existía antes o previamente. En resumen, es muy posible que el autor o autores del Génesis hayan usado la expresión “bereshit” sin artículo definido, pues en realidad visualizaron y describieron toda la obra creadora de Dios en el marco de siete actos de creación, o sea, “siete principios”, “siete bereshit”.

Otra observación más: Es cierto que no se vuelve a usar en el Génesis la palabra “bereshit” en los siguientes actos de creación; pero también es cierto que el verbo “bará” sí se usó en el marco de los seis días o actos de creación posteriores. Se usó el verbo “bará” para señalar la puesta en existencia del cielo y la tierra (Génesis 1.1; 2.4, creación ex-nihilo); pero también se usó el mismo verbo “bará” para señalar la puesta en existencia del ser humano, varón y mujer (considérese Génesis 1.27, creación a partir de un material preexistente).

En consecuencia, cada acto de creación del Génesis, tanto el acto de creación del cielo y la tierra, como los actos posteriores de creación (los actos de creación de los seis días), pueden describirse con el verbo “bará”; y cada uno de los referidos actos de creación pueden concebirse como “bereshit”; en el sentido de que cada uno supuso la puesta en existencia, el principio de unas realidades hasta ese momento no existentes. Si para antes de su creación no existían el cielo y la tierra; es obvio que para antes de su creación, tampoco existían las demás cosas creadas (ser humano, plantas, animales acuáticos y terrestres, plantas, etc.).      


¡Hasta la próxima!



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