«Y el árbol de la ciencia del bien y del mal»
La problemática de la redacción del texto hebreo de Génesis 2.9
Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica
Héctor B. Olea C.
Si bien la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» es ampliamente popular y conocida; no obstante, la consideración del texto hebreo de Génesis presenta serias dificultades desde el punto de vista morfosintáctico.
En tal sentido, me he propuesto realizar un análisis detallado del texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal».
Transliteración de la expresión hebrea detrás de la traducción: «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (Génesis 2.9), tal y como se la observa en la Biblia Hebraica Stuttgartensia (Códice de Leningrado):
«ve-ets ja-dáat tov va-rá»
Análisis morfosintáctico
Las palabras «ve-ets ja-dáat» constituyen una cadena constructa determinada, porque el sustantivo en estado absoluto es determinado: «ja-dáat».
Luego, la cadena constructa «ve-ets ja-dáat» debe ser traducida: «el árbol del conocimiento».
Y las palabras «tov va-rá» constituyen dos adjetivos atributivos: «bueno y malo».
Ahora bien, la pregunta es: ¿A qué sustantivo apuntan y califican los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?
¿Al sustantivo en estado constructo «ets» («árbol»)? ¿Al sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» («el conocimiento»)?
¿Cómo podemos articular una respuesta precisa y bien fundamentada a las dos preguntas planteadas?
Lo que plantea la gramática del hebreo clásico respecto de los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa
En primer lugar, nada puede aparecer entre el sustantivo (o sustantivos) en estado constructo, y el sustantivo en estado absoluto.
En otras palabras, nada puede interrumpir la relación que existe entre los elementos que conforman una cadena constructa.
En segundo lugar, cualquier adjetivo que aparezca en el contexto de una cadena constructa, debe ir colocado al final de la cadena constructa, después del sustantivo en estado absoluto (sustantivo que le pone fin y determinación a la cadena constructa).
En tercer lugar, la manera precisa de establecer si el, o los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa hacen referencia al sustantivo en estado constructo (el primer elemento de una cadena constructa, dependiendo de la extensión de la cadena constructa) o al sustantivo en estado absoluto (el segundo elemento de una cadena constructa, dependiendo del tamaño de la cadena constructa); consiste en verificar la concordancia de género y número que existe entre los sustantivos que conforman la cadena constructa y los adjetivos que aparecen en dicho contexto.
En tal sentido, si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado constructo, la traducción debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.
Pero si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado absoluto, la traducción también debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.
Sin embargo, en el caso de que los adjetivos concuerden en género y en número con el sustantivo en estado constructo y con el sustantivo en estado absoluto al mismo tiempo; entonces estamos ante una situación ambigua que nos obliga a considerar dos posibles traducciones:
Por un lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado constructo; y, por otro lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado absoluto.
Por supuesto, se espera que el contexto ayude a resolver tal ambigüedad; pero en caso de no hacerlo, habrá que, por lo menos, agregar una nota al pie de página que explique la situación que en ese caso muestre el texto hebreo.
Ahora bien, ¿de qué género y número es el sustantivo «ets» (árbol), el sustantivo en estado constructo?
Respuesta: De género masculino y número singular.
¿De qué género y número es el sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» (conocimiento)?
Respuesta: De género femenino y número singular.
¿De qué género y número son los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?
Respuesta: De género masculino y número singular.
En consecuencia, una conclusión acertada, a la luz del análisis morfosintáctico realizado, es que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo», tienen una relación sintáctica con el sustantivo en estado constructo, «ets» (árbol), y no con el sustantivo en estado absoluto, «ja-dáat» (el conocimiento).
Luego, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica entre los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo») con el sustantivo en estado constructo «ets» (árbol); debe ir en la siguiente línea, por extraña que parezca:
«El árbol bueno y malo del conocimiento».
En todo caso, a pesar de la redacción que exhibe el texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», tratando de sacarle el cuerpo a la problemática que presenta el texto hebreo en cuestión, al ser de género femenino el sustantivo «ja-dáat» («el conocimiento»); hay quienes han optado por asumir a «ja-dáat» como un infinitivo constructo a ultranza.
¿En qué se sustenta la opción que adopta a «ja-dáat» (el conocimiento) como un infinitivo constructo?
En primer lugar, no es posible negar que el sustantivo «dáat» coincide perfectamente, desde el punto de vista morfológico, con el infinitivo constructo qal del verbo «yadá» (él supo, el conoció, él se enteró): “conocer”, “para conocer”, “conociendo”.
Pero y, en segundo lugar, la cuestión es si aquí «dáat» sintácticamente y morfológicamente, tiene las marcas del sustantivo femenino «dáat» (conocimiento), o las marcas del infinitivo constructo (conocer, para conocer, conociendo).
En tal sentido y, en tercer lugar, que la palabra hebrea «dáat» tenga el artículo determinado («ja-dáat»), favorece su interpretación como un sustantivo y de género femenino, y dificulta que se la asuma como infinitivo constructo.
Observación gramatical: El infinitivo constructo no está dentro de las categorías morfosintácticas de la gramática de la lengua hebrea que reciben el acompañamiento del artículo determinado.
En cuarto lugar, es cierto que el sustantivo (o adjetivo o palabra sustantivada) que sigue al infinitivo constructo puede ser el sujeto o el objeto directo del mismo (del infinitivo constructo), por lo que, muy bien podrían ser objetos del infinitivo constructo los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal».
Sin embargo, ya dijimos que la presencia del artículo determinado en «ja-dáat» dificulta asumir dicha expresión como un infinitivo constructo.
Por cierto, otra habría sido la historia si en lugar de ser el artículo determinado el prefijo en «dáat» («ja-dáat»), hubiera sido la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).
En tal sentido, llama la atención el comentario del «Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento» (E. Jenni y C. Westermann, Ediciones Cristiandad, tomo 2, página 457), y la forma en que, a nuestro juicio, pretende sacarle el cuerpo al problema: “Aun cuando la construcción parece torpe a algunos exégetas, es, sin embargo, plenamente correcta: en un estado constructo que rige a un infinitivo constructo con dos objetos”.
Digo que llama la atención pues no dice nada, y no parece sorprenderle que «dáat») tenga aquí el artículo determinado («ja-dáat»), y no la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).
Es más, un texto muy cercano a Génesis 2.9 donde se muestra la redacción esperada en éste (Génesis 2.9), es Génesis 3.22, donde el texto hebreo tiene precisamente los dos adjetivos que presentes en Génesis 2.9 y en la misma posición, precedidos del infinitivo constructo «dáat» con la esperada preposición «le», o sea, «la-dáat»: «conocer», «para conocer», «conociendo» (opción más acorde al contexto de Génesis 3.22).
Génesis 3.22: «la-dáat tov va-rá»: «conociendo el bien y el mal» (lo bueno y lo malo).
Observación gramatical: Cuando un infinitivo constructo tiene de prefijo la preposición «le», contextualmente, puede tener tres sentidos: 1) el del infinitivo simple español (conocer); 2) el de indicar finalidad (para conocer); y 3) el del gerundio del español (conociendo).
En quinto lugar, por lo torpe de la redacción que tiene la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (y las dificultades que presenta), desde el punto de vista morfosintáctico; la mayoría de los intérpretes y comentaristas se ha inclinado en asumir que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal») como calificando a «ja-dáat» («el conocimiento»), y no a «ets» («el árbol») a pesar de no coincidir en el género gramatical.
En sexto lugar, ante las dificultades que muestra la redacción de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», lo que tal vez haya ocurrido es que, en realidad, la mayoría de intérpretes y comentaristas se ha inclinado más bien por la redacción griega que muestra aquí la clásica traducción griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta.
En séptimo lugar, tampoco es posible obviar la problemática que exhibe Génesis 2.9 desde el punto de vista de la crítica de la tradición.
Esto así, porque, según Génesis 2.9, «el árbol de la vida» estaba en medio del huerto; pero en Génesis 3.3 es al árbol del conocimiento del bien y del mal el que estaba en medio del huerto (compárese Génesis 2.15).
La traducción de la Septuaginta de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal»
La clásica versión griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta, los LXX, tradujo la expresión en cuestión, en la siguiente manera:
«kai to xílon tu eidénai gnóston kalú kai ponerú»: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».
En conclusión, es evidente que la clásica traducción «y el árbol de la ciencia (conocimiento) del bien y del mal», no refleja la relación sintáctica que tienen los adjetivos empleados en Génesis 2.9 con el sustantivo en estado constructo («el árbol») y no precisamente con el sustantivo en estado absoluto («el conocimiento») de la cadena constructa que exhibe dicho texto.
En todo caso, la traducción «y el árbol del conocimiento del bien y del mal», se asemeja más a la traducción griega: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».
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