Sobre la cadena constructa hebrea, pistas para su adecuada comprensión y traducción



Sobre la cadena constructa hebrea

Pistas para su adecuada comprensión y traducción

Profesor, ¿por qué tradujo «el árbol del conocimiento» (Génesis 2.9), si el sustantivo «árbol» no tiene el artículo determinado en el texto hebreo?

Héctor B. Olea C.

Una reacción particular a mi publicación de ayer procuró mi explicación de la traducción «el árbol» (con el artículo determinado), si dicha palabra no tiene el artículo determinado en el texto hebreo de Génesis 2.9.  

Y aquí ofrezco mi respuesta, muy ampliada, por supuesto.

Lógicamente, ante todo, no es posible perder de vista que el sustantivo «árbol», en Génesis 2.9, aparece en el contexto de la construcción sintáctica llamada «cadena constructa», «secuencia de constructo» o «smijút».  

Consecuentemente, a continuación, ofrezco una serie de pistas para la mejor comprensión de las implicaciones de una «cadena constructa», su adecuada interpretación y traducción.

En primer lugar, la «cadena constructa» o «secuencia de constructo» hebrea, consiste en una construcción sintáctica (grupo sintáctico) que involucra al menos dos sustantivos (hasta tres, pero raramente cuatro).

En segundo lugar, en hebreo moderno la cadena constructa o secuencia de constructo es llamada «smijút» o «semijút» (apoyatura, apoyo, respaldo).

En tercer lugar, el sustantivo (o sustantivos) que inicia una cadena constructa en hebreo está en «estado constructo» (por lo general, no siempre) una forma modificada de la forma léxica del sustantivo, o sea, el sustantivo en «estado absoluto».

En cuarto lugar, el sustantivo que le da término a una cadena constructa ha de estar en el llamado «estado absoluto» (la forma léxica del sustantivo, tal y como aparece en el diccionario).

En quinto lugar, todo sustantivo en estado constructo expresa su relación con un sustantivo en estado absoluto al que precede (determinado o indeterminado), mediante la preposición «de».

Por ejemplo, el sustantivo «davár» (palabra) en estado constructo («dévar»), significa «palabra de».

Luego, la cadena constructa «dévar ishá» ha de traducirse: «palabra de mujer», pero la cadena constructa «dévar ja-ishá» ha de traducirse: «la palabra de la mujer».

Y el sustantivo «ishá» (mujer), en estado constructo («éshet»), significa «mujer de», «esposa de».

Luego, la cadena constructa «éshet naví» ha de traducirse: «mujer de un profeta», pero la cadena constructa «éshet ja-naví» ha de traducirse: «la mujer del profeta»

En sexto lugar, el sustantivo en «estado absoluto» y que le pone fin a una cadena constructa determina al sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo».

En séptimo lugar, la forma en que el sustantivo en «estado absoluto» determina al sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo», es doble.

Por un lado, el sustantivo en «estado absoluto» es el que le pone fin a una cadena constructa. En otras palabras, una cadena constructa se extiende sólo hasta la aparición de un sustantivo en «estado absoluto».

Por otro lado, como el sustantivo en «estado constructo» jamás ha de llevar gráficamente el artículo determinado, la determinación del sustantivo en «estado constructo» (y de toda la cadena constructa), depende de la determinación del sustantivo en «estado absoluto».

Esto significa que el sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo» es determinado (así como toda la cadena constructa), si el sustantivo en «estado absoluto» es determinado.

Consecuentemente, el sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo» es indeterminado (así como toda la cadena constructa), si el sustantivo en «estado absoluto» es indeterminado. 

Por supuesto, es preciso poner de relieve que un sustantivo hebreo es determinado, si es un nombre propio, si es un sustantivo común con el artículo determinado, y si es un sustantivo común con un sufijo pronominal.

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo dos imágenes con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

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«Y el árbol de la ciencia del bien y del mal», el problema del texto hebreo de Génesis 2.9


«Y el árbol de la ciencia del bien y del mal»

La problemática de la redacción del texto hebreo de Génesis 2.9

Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Si bien la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» es ampliamente popular y conocida; no obstante, la consideración del texto hebreo de Génesis presenta serias dificultades desde el punto de vista morfosintáctico.

En tal sentido, me he propuesto realizar un análisis detallado del texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal».

Transliteración de la expresión hebrea detrás de la traducción: «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (Génesis 2.9), tal y como se la observa en la Biblia Hebraica Stuttgartensia (Códice de Leningrado):

«ve-ets ja-dáat tov va-rá»

Análisis morfosintáctico

Las palabras «ve-ets ja-dáat» constituyen una cadena constructa determinada, porque el sustantivo en estado absoluto es determinado: «ja-dáat».

Luego, la cadena constructa «ve-ets ja-dáat» debe ser traducida: «el árbol del conocimiento».

Y las palabras «tov va-rá» constituyen dos adjetivos atributivos: «bueno y malo».

Ahora bien, la pregunta es: ¿A qué sustantivo apuntan y califican los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?

¿Al sustantivo en estado constructo «ets» («árbol»)? ¿Al sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» («el conocimiento»)?

¿Cómo podemos articular una respuesta precisa y bien fundamentada a las dos preguntas planteadas?

Lo que plantea la gramática del hebreo clásico respecto de los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa

En primer lugar, nada puede aparecer entre el sustantivo (o sustantivos) en estado constructo, y el sustantivo en estado absoluto.

En otras palabras, nada puede interrumpir la relación que existe entre los elementos que conforman una cadena constructa.

En segundo lugar, cualquier adjetivo que aparezca en el contexto de una cadena constructa, debe ir colocado al final de la cadena constructa, después del sustantivo en estado absoluto (sustantivo que le pone fin y determinación a la cadena constructa).

En tercer lugar, la manera precisa de establecer si el, o los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa hacen referencia al sustantivo en estado constructo (el primer elemento de una cadena constructa, dependiendo de la extensión de la cadena constructa) o al sustantivo en estado absoluto (el segundo elemento de una cadena constructa, dependiendo del tamaño de la cadena constructa); consiste en verificar la concordancia de género y número que existe entre los sustantivos que conforman la cadena constructa y los adjetivos que aparecen en dicho contexto.

En tal sentido, si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado constructo, la traducción debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.

Pero si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado absoluto, la traducción también debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.

Sin embargo, en el caso de que los adjetivos concuerden en género y en número con el sustantivo en estado constructo y con el sustantivo en estado absoluto al mismo tiempo; entonces estamos ante una situación ambigua que nos obliga a considerar dos posibles traducciones:

Por un lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado constructo; y, por otro lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado absoluto.

Por supuesto, se espera que el contexto ayude a resolver tal ambigüedad; pero en caso de no hacerlo, habrá que, por lo menos, agregar una nota al pie de página que explique la situación que en ese caso muestre el texto hebreo.

Ahora bien, ¿de qué género y número es el sustantivo «ets» (árbol), el sustantivo en estado constructo?

Respuesta: De género masculino y número singular.

¿De qué género y número es el sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» (conocimiento)?

Respuesta: De género femenino y número singular.

¿De qué género y número son los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?

Respuesta: De género masculino y número singular.

En consecuencia, una conclusión acertada, a la luz del análisis morfosintáctico realizado, es que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo», tienen una relación sintáctica con el sustantivo en estado constructo, «ets» (árbol), y no con el sustantivo en estado absoluto, «ja-dáat» (el conocimiento).

Luego, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica entre los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo») con el sustantivo en estado constructo «ets» (árbol); debe ir en la siguiente línea, por extraña que parezca:

«El árbol bueno y malo del conocimiento».

En todo caso, a pesar de la redacción que exhibe el texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», tratando de sacarle el cuerpo a la problemática que presenta el texto hebreo en cuestión, al ser de género femenino el sustantivo «ja-dáat» («el conocimiento»); hay quienes han optado por asumir a «ja-dáat» como un infinitivo constructo a ultranza.

¿En qué se sustenta la opción que adopta a «ja-dáat» (el conocimiento) como un infinitivo constructo?

En primer lugar, no es posible negar que el sustantivo «dáat» coincide perfectamente, desde el punto de vista morfológico, con el infinitivo constructo qal del verbo «yadá» (él supo, el conoció, él se enteró): “conocer”, “para conocer”, “conociendo”.  

Pero y, en segundo lugar, la cuestión es si aquí «dáat» sintácticamente y morfológicamente, tiene las marcas del sustantivo femenino «dáat» (conocimiento), o las marcas del infinitivo constructo (conocer, para conocer, conociendo).

En tal sentido y, en tercer lugar, que la palabra hebrea «dáat» tenga el artículo determinado («ja-dáat»), favorece su interpretación como un sustantivo y de género femenino, y dificulta que se la asuma como infinitivo constructo.

Observación gramatical: El infinitivo constructo no está dentro de las categorías morfosintácticas de la gramática de la lengua hebrea que reciben el acompañamiento del artículo determinado.    

En cuarto lugar, es cierto que el sustantivo (o adjetivo o palabra sustantivada) que sigue al infinitivo constructo puede ser el sujeto o el objeto directo del mismo (del infinitivo constructo), por lo que, muy bien podrían ser objetos del infinitivo constructo los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal».

Sin embargo, ya dijimos que la presencia del artículo determinado en «ja-dáat» dificulta asumir dicha expresión como un infinitivo constructo.

Por cierto, otra habría sido la historia si en lugar de ser el artículo determinado el prefijo en «dáat» («ja-dáat»), hubiera sido la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).

En tal sentido, llama la atención el comentario del «Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento» (E. Jenni y C. Westermann, Ediciones Cristiandad, tomo 2, página 457), y la forma en que, a nuestro juicio, pretende sacarle el cuerpo al problema: “Aun cuando la construcción parece torpe a algunos exégetas, es, sin embargo, plenamente correcta: en un estado constructo que rige a un infinitivo constructo con dos objetos”.

Digo que llama la atención pues no dice nada, y no parece sorprenderle que «dáat») tenga aquí el artículo determinado («ja-dáat»), y no la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).

Es más, un texto muy cercano a Génesis 2.9 donde se muestra la redacción esperada en éste (Génesis 2.9), es Génesis 3.22, donde el texto hebreo tiene precisamente los dos adjetivos que presentes en Génesis 2.9 y en la misma posición, precedidos del infinitivo constructo «dáat» con la esperada preposición «le», o sea, «la-dáat»: «conocer», «para conocer», «conociendo» (opción más acorde al contexto de Génesis 3.22).

Génesis 3.22: «la-dáat tov va-rá»: «conociendo el bien y el mal» (lo bueno y lo malo).

Observación gramatical: Cuando un infinitivo constructo tiene de prefijo la preposición «le», contextualmente, puede tener tres sentidos: 1) el del infinitivo simple español (conocer); 2) el de indicar finalidad (para conocer); y 3) el del gerundio del español (conociendo).  

En quinto lugar, por lo torpe de la redacción que tiene la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (y las dificultades que presenta), desde el punto de vista morfosintáctico; la mayoría de los intérpretes y comentaristas se ha inclinado en asumir que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal») como calificando a «ja-dáat» («el conocimiento»), y no a «ets» («el árbol») a pesar de no coincidir en el género gramatical.

En sexto lugar, ante las dificultades que muestra la redacción de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», lo que tal vez haya ocurrido es que, en realidad, la mayoría de intérpretes y comentaristas se ha inclinado más bien por la redacción griega que muestra aquí la clásica traducción griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta.

En séptimo lugar, tampoco es posible obviar la problemática que exhibe Génesis 2.9 desde el punto de vista de la crítica de la tradición.

Esto así, porque, según Génesis 2.9, «el árbol de la vida» estaba en medio del huerto; pero en Génesis 3.3 es al árbol del conocimiento del bien y del mal el que estaba en medio del huerto (compárese Génesis 2.15).

La traducción de la Septuaginta de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal»

La clásica versión griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta, los LXX, tradujo la expresión en cuestión, en la siguiente manera:

«kai to xílon tu eidénai gnóston kalú kai ponerú»: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».

En conclusión, es evidente que la clásica traducción «y el árbol de la ciencia (conocimiento) del bien y del mal», no refleja la relación sintáctica que tienen los adjetivos empleados en Génesis 2.9 con el sustantivo en estado constructo («el árbol») y no precisamente con el sustantivo en estado absoluto («el conocimiento») de la cadena constructa que exhibe dicho texto.

En todo caso, la traducción «y el árbol del conocimiento del bien y del mal», se asemeja más a la traducción griega: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».

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Tipos de análisis aplicados a la «palabra», nociones de morfosintaxis española, hebrea y griega


Tipos de análisis aplicados a la «palabra»

Nociones de morfosintaxis española, hebrea y griega

Prof. Héctor B. Olea C.

Como por años hemos venido insistiendo, mientras más elemental sea el estudio de las lenguas bíblicas, menos evidente y urgente será la necesidad de fortalecer el dominio de la gramática (morfosintaxis) de la propia lengua materna; pero en la medida en que el estudio de las lenguas bíblicas sea más completo, profesional, profundo y abarcador, mucho más evidente y urgente se hará la necesidad de fortalecer el dominio de la gramática (morfosintaxis) de la propia lengua materna.

Por supuesto, es común que muchas personas no comprendan o no estén al tanto de esta realidad, y consideren como innecesario o irrelevante la realización de un curso adicional dedicado al estudio de la gramática (morfosintaxis) de la lengua española.

Sin embargo, en honor a la verdad, tal estudio es necesario tanto para los docentes como para los estudiantes de las lenguas bíblica en el contexto de las comunidades que tienen el español como lengua materna.

En todo caso, con esta publicación nos hemos propuesto compartir algunas de las cosas que compartimos en nuestro curso que recién concluyó anoche (gramática española aplicada), por supuesto, agregando, como ilustración, el análisis interno de una palabra del hebreo bíblico y de una palabra del griego bíblico.

Obviamente, esperamos volver a ofertar este curso en vivo y en directo el próximo año, pero por ahora este curso está disponible de manera íntegra, para tomarse de inmediato en la modalidad virtual o asincrónica.  

Vayamos, pues, a nuestro análisis.  

El análisis oracional o sintáctico tiene tres niveles y cada nivel tiene una unidad fundamental y específica: 1) la palabra (unidad lingüística mínima del análisis sintáctico); 2) el sintagma (unidad lingüística media o intermedia del análisis sintáctico); 3) la oración (unidad lingüística máxima del análisis sintáctico).  

Ahora bien, el análisis interno y completo de la palabra (la unidad mínima del análisis sintáctico) supone a su vez tres tipos de análisis específicos:

En primer lugar, el «análisis fonemático» (que procura establecer los fonemas empleados en una determinada palabra o cadena fónica): unidad fundamental: el «fonema».

El «fonema» es la unidad lingüística más pequeña y carente de significado. 

Principio: Toda palabra constituye una cadena fónica, una cadena o secuencia de fonemas.

Ejemplo. La palabra «libros» está constituida por los siguientes fonemas: l-i-b-r-o-s

En segundo lugar, el «análisis morfemático» (o «morfológico»), que procura establecer los morfemas que conforman o integran una palabra o cadena fónica: unidad fundamental: el «morfema».

El «morfema» es la unidad lingüística más pequeña dotada de significado (léxico o gramatical).

Principio: Toda palabra está constituida por morfemas, al menos por un morfema.

Ejemplo. La palabra «libros» está constituida por dos morfemas:

Libro-s: «libro» (morfema lexical nominal); y «s» morfema gramatical que indica el número plural.

Luego, hay «morfemas monofonemáticos» (constituidos por un solo fonema) y «morfemas polifonemáticos» (constituidos por más de un fonema). 

Ejemplo. En la palabra «libros»: «libro» es un morfema (lexical) polifonemático (constituido por cinco fonemas), pero «s» es un morfema (gramatical) monofonemático (constituido por un solo fonema).

En tercer lugar, el «análisis silábico» (que procura establecer las sílabas que tiene una palabra o cadena fónica): unidad fundamental: la «sílaba»  

La «sílaba» es el fonema o conjunto de fonemas que se pronuncian juntos en un mismo golpe o segmentación de voz en la cadena hablada.

Principio: Toda palabra está constituida al menos por una sílaba (palabras monosílabas).

Consecuentemente, hay «palabras monosílabas» (constituidas por una sola sílaba), por ejemplo: por, sal, mar, pan; y «palabras polisílabas» (constituidas por más de una sílaba, ejemplo: casa, historia, filosofía).

Pero también hay «palabras monosílabas» que también son «palabras monofonemáticas», de un solo fonema (por ejemplo: y, o), y «palabras monosílabas» que son «palabras polifonemáticas», palabras de varios fonemas (por ejemplo: pan, sal, mar, par). 

Luego, hay «sílabas monofonemáticas» (constituidas por un solo fonema: y, o) y «sílabas polifonemáticas» (constituidas por más de un fonema: pan, sal, mar, par).

En la misma línea, en la palabra «libros», que tiene dos sílabas, la última sílaba («bros») está constituida por cuatro fonemas; y la penúltima sílaba («li») está conformada por dos fonemas.

Por ejemplo, en las palabras «leo» y «lea» (palabras de dos sílabas), «le» constituye una «sílaba polifonemática» (compuesta por dos fonemas), mientras que las sílabas «e» y «a» constituyen sílabas monofonemáticas (constituidas por un solo fonema).

Finalmente, no toda «palabra monosílaba» es una «palabra monomorfemática» (por ejemplo: al, las); pero hay «palabras monomorfemáticas» que sí son «monosílabas» (por ejemplo: por, de, y, con).

Y hay palabras que son «monomorfemáticas» (compuestas por un solo morfema), pero «polisílabas» (que tienen varias sílabas), por ejemplo: libro, casa, campeón, calle (sustantivo).

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestra oferta académica para el resto del año, comenzando con los dos cursos que inician el próximo mes, en menos de una semana.   

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Estudio de las estructuras sintácticas hebreas complejas, un curso sobre la sintaxis del hebreo bíblico

Estudio de las estructuras sintácticas hebreas complejas

Un curso dedicado campo de la sintaxis del hebreo bíblico

Héctor B. Olea C.

Profesor, ¿por qué un curso dedicado estrictamente a la sintaxis hebrea?

Como ya he dicho otras veces, el estudio científico de la lengua involucra la disciplina conocida como «morfosintaxis» (equivalente o sinónimo de la gramática moderna).

Luego, la «morfosintaxis» es la disciplina lingüista que comprende el estudio de la forma (morfología o constitución morfemática de las palabras), la función, el orden y articulación de las palabras en el discurso (mensaje) o cadena hablada (que posee coherencia lógica y gramatical).

Consecuentemente, si bien muchas veces se le concede mucha atención (tal vez demasiada) al análisis morfológico o morfemático de las palabras (análisis que procura establecer la constitución morfemática de las mismas); no es menos cierto que el estudio de las formas en que las palabras se combinan, articulan, y las funciones sintácticas de esas combinaciones, es todavía de mayor importancia para la comprensión de la redacción y del mensaje de un texto bíblico en su lengua original (en este caso, el hebreo bíblico).

En consecuencia, sin menospreciar para nada el necesario y debido análisis morfemático o morfológico (que también tiene sus implicaciones para la sintaxis); es imprescindible ir un poco más allá en el estudio formal del hebreo bíblico, para tratar de comprender de la mejor manera posible la redacción, las combinaciones de las palabras y sus funciones en la sintaxis hebrea, en la elaboración del mensaje de los textos de la Biblia Hebrea.

En suma, la seria preocupación por lograr la mejor comprensión posible de la redacción de los textos de la Biblia Hebrea, por captar adecuadamente su mensaje, la meta de lograr y proponer una adecuada exégesis y traducción de los textos de la Biblia Hebrea; presupone un estudio serio de la sintaxis hebrea, además de la morfología.

En tal sentido, en esta ocasión me propuse poner de relieve el estudio de un caso ilustrativo (un ejemplo de las cosas que estudiaremos en el curso que estamos promocionando y que inicia el miércoles 2 del próximo mes): que la sintaxis hebrea también tiene implicaciones ortográficas (y hasta fonéticas) y demanda el estudio serio y detenido de los acentos empleados en la Biblia Hebrea.

Profesor, ¿por qué la palabra «toledót» («toldót»), la misma palabra, no tiene el punto «daguésh suave» («daguésh lene», «daguésh qal») en Génesis 2.4, pero sí en Génesis 6.9?

La razón es que hay una regla ortográfica para las llamadas «begadkefát» (palabra mnemotécnica o nemotécnica, y que hace referencia a un conjunto de seis letras del alfabeto o alefato hebreo) que establece que a éstas se les ha de colocar un punto dentro (llamado «daguésh suave», «daguésh lene», «daguésh qal») siempre que inicien una sílaba (la primera de la palabra u otra dentro de la palabra), y no estén precedidas de una vocal.

En consecuencia, cuando la palabra que inicia con una «begadkefát» no es el inicio absoluto de una frase, hay que considerar principalmente dos cosas: la primera, si la palabra que precede a la que inicia con una «begadkefát» termina en vocal (sílaba abierta) o si termina en consonante (sílaba cerrada).

Luego, en principio, si la palabra que precede a la que inicia con una «begadkefát» termina en vocal (sílaba abierta), la «begadkefát» no ha de llevar el punto «daguésh suave» («daguésh lene», «daguésh qal»), pero sí ha de llevarlo si la palabra precedente termina en consonante (sílaba cerrada), o es una sílaba cerrada (terminada en consonante).  

La segunda, en el caso de que la palabra que preceda a la que inicia con una «begadkefát» termine en vocal (sílaba abierta), hay que procurar constatar si dicha palabra tiene un «acento disyuntivo» (separador).   

En tal sentido, si la palabra que precede a la que inicia con una «begadkefát», aunque termine en una vocal (sílaba abierta), tiene un «acento disyuntivo» (separador), entonces la «begadkefát» sí ha de llevar el punto «daguésh suave» («daguésh lene», «daguésh qal»).

Finalmente, en relación los dos textos en cuestión, Génesis 2.4 y 6.9, resulta que en Génesis 2.4 y en 6.9, el demostrativo «éle» en ambos casos la misma palabra, termina en vocal, porque la letra «je» («he») no cierra la última sílaba, porque no tiene dentro el punto «mappíq»; pero en Génesis 2.4 además tiene un «acento conjuntivo» (debajo de la «álef»), llamado «muná», lo que explica por qué la «tav» de «toledót» («toldót») no debe llevar aquí el punto «daguésh suave» («daguésh lene», «daguésh qal»): porque la palabra que la precede termina en una vocal (sílaba abierta) y además tiene un «acento conjuntivo».

Pero en Génesis 6.9, a pesar de que la palabra que precede a «toledót» («toldót») también termina en vocal y sílaba abierta (por cierto, la misma palabra que la precede en Génesis 2.4), esta vez tiene un «acento disyuntivo» (separador), llamado «yetíb», lo que explica por qué la «tav» de «toledót» («toldót») debe llevar aquí el punto «daguésh suave» («daguésh lene», «daguésh qal»), a pesar de que el demostrativo «éle» termina en vocal.

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estás líneas.

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«Moisés, el siervo del Señor», ¿un genitivo «objetivo» o «subjetivo»?, cursos de hebreo y arameo


«Moisés, el siervo del Señor», ¿un genitivo «objetivo» o «subjetivo»?

Nociones de morfosintaxis hebrea y aramea

Héctor B. Olea C.

Como el «caso genitivo» griego, una cadena constructa hebrea o aramea puede comunicar la idea del llamado «genitivo objetivo» (el genitivo de objeto directo, señalando un objeto directo) o la del llamado «genitivo subjetivo» (el genitivo de sujeto, indicando un sujeto).

En tal sentido, lo que se sugiere es que antes de tomar el camino más fácil y traducir toda cadena constructa hebrea o aramea como un sintagma o grupo sintáctico preposicional, introducido o encabezado siempre por la preposición «de» (por ejemplo: el siervo del Señor, el siervo del rey, etc.); lo que se espera es que la persona que esté realizando el análisis textual, procure, ante todo, tratar de comprender cuál es la idea que comunica una determinada cadena constructa, si la idea del genitivo de posesión, si la idea del genitivo material, si la idea del genitivo objetivo, si la idea del genitivo subjetivo, etc.

Además, antes de precisar la semántica (significado) de una cadena constructa (hebrea o aramea), se debe constatar si consiste en una cadena constructa determinada o en una cadena constructa indeterminada.

Consecuentemente, a manera de ilustración, la cadena constructa determinada «moshé éved adonay» (Josué 1.1), puede ser asumida como expresando la idea del «genitivo objetivo»: «Moisés, el siervo que le servía al Señor», o bien, como comunicando la idea del «genitivo subjetivo»: «Moisés, el siervo que le pertenecía al Señor».

Ahora bien, no es posible perder de vista que esta vez, en el versículo dos (2) del mismo capítulo uno (o primero) de Josué, encontramos la expresión: «moshé ávdi», en la cual el sintagma o grupo sintáctico «ávdi», conformado por el sustantivo «éved» (siervo) en estado constructo más el sufijo pronominal de la primera persona común singular (yo), comunica la idea del «genitivo posesivo» equivalente a la idea del «genitivo subjetivo»: «mi siervo», luego: «mi siervo Moisés» (Moisés, mi siervo).

Por supuesto, no siempre habrá en el contexto, como aquí, una expresión equivalente a «ávdi» («mi siervo») que ayude a precisar el significado de una cadena constructa determinada.

La cadena constructa en el arameo clásico (bíblico)

Con relación al arameo clásico o bíblico, debo decir que éste también cuenta con la construcción sintáctica llamada «cadena constructa» y con la misma configuración (un sustantivo en estado constructo seguido por un sustantivo en estado absoluto).

Sin embargo, en el arameo clásico o bíblico es común emplear una construcción sintáctica equivalente a la cadena constructa, pero conformada de una manera distinta: empleando dos sustantivos en estado absoluto, pero enlazados con la partícula «di» («de»).

Por ejemplo, en Esdras 4.10 observamos dicha construcción sintáctica: «be-quiryá di shameráyin»: «en la ciudad de Samaria».

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El genitivo singular y la especificación de la declinación griega, cursos de griego koiné


El genitivo singular y la especificación de la declinación griega

Nociones de griego clásico y de griego koiné

Héctor B. Olea C.

Respecto del latín se establece que el «caso genitivo singular» es la clave para especificar o determinar a qué modelo de flexión nominal, o sea, a qué declinación pertenece un sustantivo latino.

Observación: El latín tiene cinco declinaciones (1era, 2da, 3era, 4ta, 5ta), pero el griego solamente tres (1era, 2da, 3era).  

Por tal razón, en la forma de exponer o especificar (enunciar) los sustantivos en los diccionarios latinos (no todos lo hacen), se incluye el caso genitivo singular como forma de precisar a qué modelo de flexión nominal, a qué declinación pertenece un sustantivo latino.

Luego, con relación al griego (clásico y koiné), si bien no todos los diccionarios griegos lo hacen (sí los mejores), por lo general, los sustantivos se exponen o especifican (se enuncian) incluyendo tres cosas separadas por una coma: 1) la forma léxica (o básica) del sustantivo (el nominativo singular, como en latín); 2) la forma del caso genitivo singular (que, como en latín, ayuda a precisar la declinación o modelo de flexión a la que pertenece un sustantivo); y 3) el artículo determinado (que precisa el género del sustantivo a pesar de cualquier irregularidad en la forma léxica del sustantivo).

Ejemplos de enunciados de sustantivos griegos: «lógos», «ou», (fonemáticamente «u») «jo»; «kardía», «as», «je»; «téknon», «ou», «to»

En todo caso, respecto del griego (clásico y koiné), es preciso hacer algunas precisiones.

En primer lugar, la forma del «caso genitivo singular» de todos los sustantivos de la segunda declinación es la misma, independientemente de su género (masculino, femenino, neutro).

En segundo lugar y, en cambio, los sustantivos de género masculino de la primera declinación (contrario a lo que ocurre con los sustantivos de género femenino de la segunda declinación) también exhiben la única forma que tiene el «caso genitivo singular» en la segunda declinación.

En otras palabras, mientras que la forma del caso genitivo singular de los sustantivos de género masculinos de la primera declinación (típicamente femenina) es propia de la segunda declinación (típicamente masculina); en cambio, la forma del caso genitivo singular de los sustantivos de género femenino de la segunda declinación (típicamente masculina) no es una de las formas del caso genitivo singular de la primera declinación (típicamente femenina).

Por otro lado, no es posible obviar que, curiosamente, las dos formas léxicas (el caso nominativo singular) de los sustantivos de género masculino de la primera declinación, consisten precisamente en las dos únicas formas del caso genitivo singular de los sustantivos de género femenino de la primera declinación.  

Ahora bien, como siempre, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas. 

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Nombres griegos de las cuatro principales figuras del entorno familiar, cursos profesionales de griego


En virtud de la celebración del «día de los padres» hoy en algunos países

Llama la atención que de los sustantivos griegos que identifican a las cuatro figuras principales que conforman el círculo familiar: «madre», «padre», «hija», «hijo»; el único que no se declina según la tercera declinación griega es «hijo».

Como ilustración, y para una mejor comprensión, invito a considerar la imagen que anexo a estas líneas.

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La traducción de Juan 14.1, cursos de griego clásico y koiné


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Si bien es cierto que el trabajo de exégesis bíblica inicia con el establecimiento del mejor texto posible a la luz de la crítica textual; no es menos cierto que una vez establecido dicho texto, se ha de proceder y continuar con el riguroso y no menos serio y exigente análisis morfosintáctico (gramatical) del texto.

Esto así, para concluir con una traducción que, por un lado, transmita con la mayor fidelidad posible el mensaje del texto y, por otro lado, en una forma o expresión adecuada en la lengua receptora (en conformidad a las peculiaridades de la misma), en una forma en que la traducción no refleje una mala comprensión del texto y su gramática en su lengua fuente u original.

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Las seis partes funadmaentales del sistema verbal griego, cursos de griego koiné


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La determinación del sustantivo en el hebreo bíblico, cursos de hebreo bíblico

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Morfología y sintaxis (morfosintaxis) Importancia del análisis sintáctico como parte del análisis morfosintáctico


Morfología y sintaxis (morfosintaxis)

Importancia del análisis sintáctico como parte del análisis morfosintáctico

Nociones de morfosintaxis hebrea

Héctor B. Olea C.

Si bien es la morfología, el análisis morfológico o morfemático es un aspecto de vital importancia como parte del análisis gramatical o morfosintáctico; no es menos cierto que un análisis gramatical o morfosintáctico completo, en realidad debe prestar atención a los dos aspectos vitales del mismo: la morfología (el análisis morfológico o morfemático) y la sintaxis (el análisis sintáctico).

Consecuentemente, es preciso decir que, por un lado, el análisis morfológico o morfemático nos permite establecer la constitución de una palabra (cuántos y cuáles morfemas la conforman, y qué tipo de morfemas la conforman).

Por otro lado, la sintaxis nos permite determinar la palabra o palabras con la que una palabra tiene una relación sintáctica (estructural), relación que, ciertamente nos permite determinar muchas cosas en el contexto de la frase u oración.

Dos casos a manera de ilustración

El empleo de la preposición hebrea «be» en Génesis 42.38

En Génesis 42.38 observamos la presencia de la preposición «be» (en, con, por medio de, etc.) con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular, haciendo referencia a un sustantivo (su antecedente) que es «dérej» (camino, viaje, trayectoria, etc.), «baj».

Pero surge la pregunta de alguien: ¿Por qué tiene la preposición «be» el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular («baj»), si su antecedente es el sustantivo «dérej», que es de género masculino?

Sin embargo, la pregunta planteada carece de sentido si estamos al tanto de que en realidad el sustantivo «dérej» puede ser asumido, legítimamente, desde el punto de vista de la sintaxis, como un sustantivo de género masculino o como un sustantivo de género femenino.

En tal sentido, desde el punto de vista de la sintaxis, el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular en la preposición «be» confirma que en Génesis 42.38 el sustantivo «dérej» es sencillamente un sustantivo de género femenino.

Además, otra forma de establecer el género de un sustantivo en hebreo, al margen de su morfología, es considerando la relación sintáctica entre un sustantivo y un adjetivo (y la normativa que la rige).

En tal sentido, la gramática hebrea establece que, sin importar la morfología propia del sustantivo, y al margen de cualquier irregularidad que exhiba la misma; la morfología del adjetivo ha de indicar siempre, con precisión y sin ambigüedad alguna, el género y el número del sustantivo hebreo.

La evidencia de 1 Samuel 21.5 (21.6)

Aquí el sustantivo «dérej» (camino, vía, viaje, trayectoria, etc.) aparece en conexión sintáctica con el adjetivo (atributivo) «jol» (profano, común, laico, contaminado), en estado absoluto masculino singular, indicando que aquí «dérej» es precisamente un sustantivo en estado absoluto masculino singular: «dérej jol» (viaje común).

La evidencia de Esdras 8.21

Aquí el sustantivo «dérej» (camino, vía, viaje, trayectoria, etc.) aparece en conexión sintáctica con el adjetivo (atributivo) «yeshará» (recto, derecho, directo, llano, plano, etc.), en estado absoluto femenino singular, indicando que aquí «dérej» es precisamente un sustantivo en estado absoluto femenino singular: «dérej yeshará» (camino derecho, camino recto).

Por cierto, el estado absoluto masculino singular del adjetivo «yeshará», es «yashár» (que no es la morfología que tiene aquí el adjetivo).

En resumen, el análisis morfológico o morfemático debe completarse con su contraparte esencial e ineludible: «el análisis sintáctico».   

Luego, el análisis gramatical completo recibe el nombre de «análisis morfosintáctico».

Además, y, por supuesto, las observaciones aquí presentadas sobre la importancia del análisis sintáctico, pueden adquirir mayor relevancia en textos y situaciones con una importancia mayor desde el punto de vista exegético y teológico.  

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

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