Principios básicos para expresarse respecto de la traducción de un texto bíblico


Principios básicos para expresarse respecto de la traducción de un texto bíblico

Sobre la importancia del conocimiento más que elemental de las lenguas bíblicas y de ser algo más que un simple usuario del español como lengua materna

Héctor B. Olea C.

En primer lugar, la persona que aspire a emitir un juicio de valor serio, con conocimiento de causa, respecto de la traducción del hebreo a español; debe tener un conocimiento mucho más que elemental del hebreo y del español.

Es que, en honor a la verdad, una cosa es tener el español como lengua materna, y otra cosa, el ser un estudioso (como lingüista) de la lengua española.

Además, como es sabido, el tener un conocimiento elemental de la lengua hebrea (como de cualquier otra lengua), supone no estar al tanto de muchos detalles (y complejidades) relacionados con el funcionamiento de dicha lengua.

En segundo lugar, la persona que pretenda un serio juicio de valor respecto de la traducción del hebreo al griego, debe poseer mucho más que un conocimiento puramente elemental del hebreo y del griego.

En tercer lugar, la persona que pretenda emitir un juicio de valor serio, con conocimiento de causa, respecto de la traducción al español de la traducción griega de una expresión hebrea; debe poseer algo más que un conocimiento elemental del hebreo y del griego, y, además, no ser alguien que, simplemente, tiene el español como lengua materna.

En suma, son muchas las barbaridades que uno tiene que escuchar respecto de la traducción de ciertos textos bíblicos, precisamente porque se sustentan en un conocimiento demasiado elemental, muy parcial e incompleto de las lenguas bíblicas y del español mismo.

Pero y, lamentablemente, no son pocas las personas a las que les fascina pronunciarse sobre la traducción bíblica, pero aplicando la ley del mínimo esfuerzo; o sea, con base en un conocimiento demasiado elemental de las lenguas bíblicas y de su propia lengua materna, sin estar dispuestas a involucrarse en un serio, completo y profundo estudio de las lenguas bíblicas, y de su propia lengua materna.

En conclusión, como ya he dicho antes, mientras más elemental sea un curso de lenguas bíblicas, será menos notoria la necesidad de conocer mejor la propia lengua materna; pero en la medida en que el estudio de la lengua bíblica sea más profundo y completo, más profesional y académico, se hará mucho más notoria la necesidad de ser algo más que un simple usuario y hablante de la lengua española (el tener al español como lengua materna).

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