Algunas observaciones sobre el verbo hebreo «jatá», nociones de hebreo bíblico



Algunas observaciones sobre el verbo hebreo «jatá»

Nociones de hebreo bíblico

Héctor B. Olea C.

Una reacción a mi artículo de ayer, consistió en la pregunta de un forista con la que me planteó si en sentido estricto «errar en el tiro» no era el significado del verbo hebreo «jatá».

Y a continuación mi respuesta, aunque ahora un poco ampliada.

Es cierto que el verbo hebreo «jatá» (fallar, tropezar, fracasar, ofender, quebrantar, violar, transgredir, pecar, etc., y que está en la lista de los verbos que aparecen en la Biblia Hebrea entre doscientas y quinientas), tiene el sentido de «errar en el tiro», como se ve claramente en Jueces 20.16, cito:

“De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y «no erraban» («lo yajatí»).

Sin embargo, reducir el significado del verbo «jatá» al de «errar en el tiro», como se ve claramente en Jueces 20.16, es sencillamente tener o manejar una información muy incompleta del uso de dicho verbo en la Biblia Hebrea.

El verbo «jatá» también se usa en relación a lo ético, religioso o moral (haciendo referencia a una ofensa o falta frente a Dios o frente a un semejante), que, en realidad, es su uso más dominante en la Biblia Hebrea.

En tal sentido, invito a considerar los siguientes textos de la Biblia Hebrea, donde es evidente que el verbo «jatá» no tiene el sentido de «errar en el tiro», como en Jueces 20.16: Génesis 39.9; Levítico 4.3, 22; 5.23 (Biblia Hebrea, pero 6.4 en Reina Valera 1960); Números 14.40; 16.22; Deuteronomio 19.15; 1 Samuel 2.25 (dos veces); 19.4; 1 Reyes 8.31, 46, 47; 2 Crónicas 6.22, 36; Eclesiastés 7.20; Isaías 1.4; Jeremías 33.8, entre muchos otros.   

Sin embargo, me voy a detener a analizar morfosintácticamente sólo los siguientes textos: Génesis 39.9; Números 14.40; 1 Reyes 8.47; Isaías 1.4; Jeremías 33.8; Eclesiastés 7.20, por supuesto, en dos imágenes anexas a estas líneas.

Muy a propósito de nuestro «Curso de Hebreo Clásico (Bíblico)», desde cero, que inicia el próximo martes 3 de septiembre.

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

Modalidades: Online (vía Zoom en vivo y en directo) y Virtual (en diferido, en forma asincrónica, mediante las clases grabadas).

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


Significante y significado, la idea de «pecado» y sus «significantes» (hebreo, griego y latín)

Significante y significado

Cuestiones de lingüística, exégesis y traducción bíblica

La idea de «pecado» y sus «significantes» (hebreo, griego y latín)

Héctor B. Olea C.

Profesor, me pregunta una persona, ¿será cierto que la palaba (término) «pecado» no está presente en el Nuevo Testamento Griego, sino más bien en la Vulgata?

Luego, si bien la persona no me lo expresó, sospecho que tal pregunta se sustenta en una afirmación que he escuchado varias veces, que el término «pecado» no aparece en la Biblia Hebrea ni en el Nuevo Testamento Griego, sino en la Vulgata.

Por supuesto, detrás de esta afirmación subyace el indiscutible error de no distinguir el «significante» del «significado».

Me explico.

Toda palabra, como «signo lingüístico», tiene dos planos: el plano del «significante» o «expresión» (oral o escrita), que por necesidad ha de ser distinto en cada lengua (amén de ciertas coincidencias), y el plano del «significado» o «carga semántica» (que puede tener distintos niveles de equivalencias en cada lengua).

Por ejemplo, «calculadora», es el «significante» o «expresión», y «aparato para cálculos matemáticos», es el «significado».

Esto supone que cada vez que escuchamos o leemos la palabra «calculadora», viene a nuestra mente la idea de «un aparato para realizar cálculos matemáticos», y no, por ejemplo, un automóvil, un medio de transporte de combustión interna o eléctrico.  

Luego, debería ser evidente que otras lenguas tendrán presente la idea o concepto de «un aparato para realizar cálculos matemáticos», pero comunicada o expresada con un «significante» distinto al español «calculadora», con una cadena fónica distinta a la cadena fónica empleada en español.        

Consecuentemente, si bien no es lógico ni posible esperar que todas las lenguas coincidan en emplear el mismo «significante», la misma expresión, la misma cadena fónica para comunicar una idea, un concepto; no es menos cierto que el deber de la persona que pretenda llevar a cabo un análisis textual serio, con cierto rigor metodológico, deberá procurar constatar cuál es el significante o cadena fónica que emplea la otra lengua (o lenguas) para comunicar una misma idea.  

En tal sentido, considerando que la palabra «pecado» no es una palabra hebrea ni griega, ha de ser demasiado evidente que como tal, no ha de estar presente en la Biblia Hebrea ni en el Nuevo Testamento Griego.

Consecuentemente, lo que procede es constatar si la idea de «pecado» (por lo menos su concepto básico) está presente en la Biblia Hebrea y en el Nuevo Testamento Griego, y cuáles son los significantes que se emplean para comunicar o expresar dicha idea

La etimología de la palabra española pecado

La palabra española «pecado» (transgresión, falta, error, violación, que se aparta de lo recto y lo justo, etc.) deriva de la palabra latina «peccátum», un sustantivo de género neutro y de la segunda declinación, que significa: acto culpable, crimen, falta, error, equivocación, delito, pecado.

Por supuesto y, como nota al margen, no es posible esperar que todo lo que una determinada corriente o tradición religiosa conciba como «pecado», sea también considerado «delito» en el marco de un determinado marco jurídico no sometido o supeditado a la influencia de alguna confesión religiosa.  

Además, tampoco podemos negar que, en muchos casos, lo que una determinada tradición religiosa considera «pecado», otra no lo considera como tal.

La palabra hebrea traducida «pecado»

En Génesis 4.7, por ejemplo, observamos la traducción «pecado».

Ahora bien, ¿qué palabra hebrea se ha traducido aquí «pecado», y cuál es su significado?

Pues bien, la palabra hebrea traducida «pecado» en Génesis 4.7 es la palabra hebrea «jatát» (pecado, culpa, falta, transgresión), sustantivo que está entre los nombres que aparecen en la Biblia Hebrea entre doscientas (200) y trescientas (300) veces.   

Deriva el sustantivo hebreo «jatát» del verbo «jatát» (fallar, tropezar, fracasar, ofender, quebrantar, violar, transgredir, pecar, etc.), que está en la lista de los verbos que aparecen en la Biblia Hebrea entre doscientas (200) y quinientas (500) veces.   

La palabra hebrea empleada en la clásica versión griega para traducir la hebrea «jatát»

En Génesis 4.7 la Septuaginta tradujo la palabra hebrea «jatát» con una forma verbal, y no con un sustantivo.

La forma verbal empleada aquí por la Septuaginta es «jémartes», aoristo segundo, segunda persona del singular, voz activa, modo indicativo, del verbo «jamartáno», verbo que aparece en la Septuaginta doscientas setenta (270) veces, pero cuarenta y tres (43) veces en el Nuevo Testamento Griego: faltar, fallar, cometer una falta contra, ofender, defraudar, cometer injusticia, etc.

Por otro lado, en Génesis 18.20, donde una vez más la Biblia Hebrea empleó el sustantivo «jatát», la Septuaginta tradujo con el sustantivo griego «jamartía», derivado del verbo ya explicado, «jamartáno».

Pues bien, el sustantivo griego «jamartía» (acción contraria el derecho humano y divino, pecado, ofensa, etc.) aparece quinientas cuarenta y tres (543) veces en la Septuaginta, y ciento setenta y tres (173) veces en el Nuevo Testamento Griego.

En resumen, no, no está presente la palabra «pecado» (significante) en la Biblia Hebrea, ni en el Nuevo Testamento Griego, por ser precisamente una palabra española, no hebrea ni griega.

Tampoco está presente la palabra latina «peccátum» en la Biblia Hebrea ni en el Nuevo Testamento Griego, precisamente por ser una palabra latina, no hebrea ni griega.

Deriva, pues, el sustantivo latino «peccátum», del verbo «pécco»: cometer una falta, ofender, equivocarse en, fallar, obrar erradamente.

En cambio, sí está presente en la Biblia Hebrea y en el Nuevo Testamento griego la idea o concepto de «pecado», como «falta», «transgresión», «ofensa», «acto contrario a una norma establecida», etc.); pero, obviamente, comunicada con palabras hebreas en la Biblia Hebrea, y con palabras griegas en la Septuaginta y el Nuevo Testamento Griego.

Finalmente, vuelvo a insistir en que la persona que pretenda expresarse con conocimiento de causa respecto de la traducción de una lengua determinada a otra u otras, debe conocer las leguas involucradas, como lenguas fuentes y como lenguas receptoras.

Como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen correspondiente.

Muy a propósito de nuestra continua oferta en el campo de las lenguas bíblicas, y de nuestra oferta para septiembre y octubre.

¡Inscripciones abiertas!

¡Pregunta por el curso de tu interés!

Modalidades: Online (vía Zoom en vivo y en directo) y Virtual (en diferido, en forma asincrónica, mediante las clases grabadas).

Iinformación general, modalidades de pago y matriculación Aquí




Principios básicos para expresarse respecto de la traducción de un texto bíblico


Principios básicos para expresarse respecto de la traducción de un texto bíblico

Sobre la importancia del conocimiento más que elemental de las lenguas bíblicas y de ser algo más que un simple usuario del español como lengua materna

Héctor B. Olea C.

En primer lugar, la persona que aspire a emitir un juicio de valor serio, con conocimiento de causa, respecto de la traducción del hebreo a español; debe tener un conocimiento mucho más que elemental del hebreo y del español.

Es que, en honor a la verdad, una cosa es tener el español como lengua materna, y otra cosa, el ser un estudioso (como lingüista) de la lengua española.

Además, como es sabido, el tener un conocimiento elemental de la lengua hebrea (como de cualquier otra lengua), supone no estar al tanto de muchos detalles (y complejidades) relacionados con el funcionamiento de dicha lengua.

En segundo lugar, la persona que pretenda un serio juicio de valor respecto de la traducción del hebreo al griego, debe poseer mucho más que un conocimiento puramente elemental del hebreo y del griego.

En tercer lugar, la persona que pretenda emitir un juicio de valor serio, con conocimiento de causa, respecto de la traducción al español de la traducción griega de una expresión hebrea; debe poseer algo más que un conocimiento elemental del hebreo y del griego, y, además, no ser alguien que, simplemente, tiene el español como lengua materna.

En suma, son muchas las barbaridades que uno tiene que escuchar respecto de la traducción de ciertos textos bíblicos, precisamente porque se sustentan en un conocimiento demasiado elemental, muy parcial e incompleto de las lenguas bíblicas y del español mismo.

Pero y, lamentablemente, no son pocas las personas a las que les fascina pronunciarse sobre la traducción bíblica, pero aplicando la ley del mínimo esfuerzo; o sea, con base en un conocimiento demasiado elemental de las lenguas bíblicas y de su propia lengua materna, sin estar dispuestas a involucrarse en un serio, completo y profundo estudio de las lenguas bíblicas, y de su propia lengua materna.

En conclusión, como ya he dicho antes, mientras más elemental sea un curso de lenguas bíblicas, será menos notoria la necesidad de conocer mejor la propia lengua materna; pero en la medida en que el estudio de la lengua bíblica sea más profundo y completo, más profesional y académico, se hará mucho más notoria la necesidad de ser algo más que un simple usuario y hablante de la lengua española (el tener al español como lengua materna).

Muy a propósito de nuestra continua y profesional oferta académica en el campo de las lenguas bíblicas, todo el año, año por año.

Y muy a propósito de nuestra oferta académica para septiembre y octubre.

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Pregunta por el curso de tun interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


El tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14 y Levítico 1.1, curso online y virtual de hebreo clásico (bíblico)

 


El tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14 y Levítico 1.1

Nociones no tan elementales de hebreo clásico (bíblico)

Héctor B. Olea C.

En un artículo anterior afirmé que en muchos casos la apelación al texto bíblico en su lengua original es defectuosa y cuestionable.

Ahora bien, puede ser defectuosa o cuestionable, por tener la persona una información muy elemental o incompleta de la lengua bíblica de que se trate.

Pero también, en segundo lugar, porque la persona que apela al texto en la lengua bíblica, está más interesada en proporcionar argumentos a favor de un determinado dogma teológico, que por establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su lengua original.

Y, en tercer lugar, porque la persona que apela al texto en la lengua bíblica, está más interesada en argumentar en contra de un determinado dogma teológico, que por establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su lengua original.

El tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14

Pienso que para establecer con propiedad el tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14, necesito proporcionar algunas nociones básicas (tal vez no tan básicas), del sistema verbal del hebreo clásico o bíblico.

En tal sentido, diré que el sistema verbal hebreo expresa la cualidad de la acción verbal mediante siete conjugaciones verbales principales llamadas «binyaním» («edificios», «construcciones»).

La conjugación «qal», la conjugación básica, y seis conjugaciones más, cuyo nombre se sustenta en la morfología de la tercera persona masculina singular del estado perfecto del verbo «paál» (hacer, obrar) en dichas conjugaciones: «nifál» «piel», «pual», «jifíl», «jofál», y «jitpaél».

Las dos columnas del sistema verbal del hebreo clásico (bíblico)

El sistema verbal hebreo descansa o se sustenta, en cada una de las siete conjugaciones o construcciones mencionadas, en dos formas o estados del verbo: el «estado perfecto» (o «qatál») y el «estado imperfecto» (o «yiqtól»).

Consecuentemente, habrá un «perfecto qal», como un «imperfecto qal», un «perfecto nifál», y un «imperfecto nifál», y así sucesivamente con el resto de las mencionadas conjugaciones.  

El valor temporal de las formas verbales en el hebreo clásico (bíblico)

A diferencia del sistema verbal del español en el cual, por lo general, sobresale el valor temporal, o sea, el tiempo en que se supone que ocurre la acción verbal; en el sistema verbal del hebreo clásico sobresale más bien el valor aspectual, o sea, la forma en que se concibe la acción verbal, si realizada o por realizar, si en desarrollo o puntual, repetida, etc.  

Consecuentemente, el tiempo en que se supone que tiene lugar la acción verbal, en el que se desarrolla la acción verbal, se establece más bien por el contexto.

El tal sentido, Enrique Farfán Navarro, plantea:

“El perfecto expresa una acción terminada, un hecho ocurrido; corresponde a nuestro perfecto, pluscuamperfecto, imperfecto, presente (sobre todo, en los verbos estativos) y hasta al futuro (que así se indica certísimo).

El imperfecto expresa una acción por realizar o por terminar, un hecho futuro; corresponde sobre todo a nuestro futuro; pero también, a nuestro presente (si se considera que la acción suele repetirse) e imperfecto (si se considera el proceso, la duración de la acción); incluye a menudo las nociones de «poder o querer hacer algo».

Ambos tipos de acción (la del perfecto y la del imperfecto) pueden tener lugar, por tanto, en el pasado, en el presente o en el futuro. El contexto determina el tiempo de la acción” («Gramática elemental del hebreo bíblico», Verbo Divino, 2001, página 52).

Por eso, a diferencia de lo que ocurre en el hebreo moderno, no tiene el hebreo cásico o bíblico, un paradigma como tal para el llamado «tiempo presente».

Por supuesto, el paradigma del tiempo presente en el hebreo moderno, se sustenta en una forma realmente atemporal del verbo hebreo (presente ya en la Biblia Hebrea misma): el participio activo, más los pronombres personales independientes (que funcionan como sujeto, jamás como objeto).

Formas verbales «conversivas» o «inversas»

Si bien en el verbo hebreo sobresale más bien el valor aspectual que el valor temporal, por lo general, y fuera de contexto, es común traducir el «perfecto» o «qatál» hebreo con el «pretérito perfecto simple» del español (llamado también pretérito indefinido: yo trabajé, tú estudiaste, etc.).

Y por lo general, igualmente fuera de contexto, es común traducir el «imperfecto» o «yiqtól» hebreo con el «futuro» del español (yo trabajaré, tú estudiarás, etc.).

En todo caso, el hebreo clásico (como el fenicio, el moabita y el ugarítico), en el marco de dos principales secuencias narrativas, tiene dos formas del verbo que se usan con el valor de su contraparte: el «veqatál» (o «veqataltí») o «perfecto inverso» o «conversivo» (con el valor del «imperfecto» o «yiqtól»), y el «vayyiqtól», «imperfecto inverso» o «conversivo» (con el valor del «perfecto» o «qatál»).

Ahora bien, se caracterizan estas dos formas verbales «inversas» o «conversivas» del sistema verbal hebreo, por el empleo (como prefijo) de la conjunción copulativa «ve» (y), pero con una función especial (no simplemente copulativa), que señala el valor inverso o invertido de la forma verbal.

En otras palabras, prefijada con la conjunción «ve» conversiva, una forma verbal del «perfecto» o «qatál», se transforma en una forma «veqatál» o «veqataltí» (un «perfecto inverso» o «conversivo», con el valor del «yiqtól»: «y yo trabajaré»).

Y prefijada con la conjunción «ve» conversiva, una forma verbal del «imperfecto» o «yiqtól», se transforma en una forma «vayyiqtól» (un «imperfecto inverso» o «conversivo», con el valor del «perfecto» o «qatál»: «y yo trabajé»).

La vocalización especial de la conjunción «ve» conversiva prefijada a una forma verbal del «imperfecto» o «yiqtól»

Mientras que prefijada a una forma verbal del «perfecto» o «qatál», la conjunción «ve» conversiva está puntuada o vocalizada de forma regular (por eso dicha forma es llamada «veqatál» o «veqataltí»), como cuando funciona como conjunción copulativa («y»), hecho que ha llevado algunos a confundirla con la simple función copulativa de la conjunción «ve» («y»).

Sin embargo, prefijada a una forma del «imperfecto» o «yiqtól», tiene una vocalización especial, o sea, siempre con una vocal de tipo «a», y además le impone al prefijo del «yiqtól» un punto «daguésh fuerte» (punto que duplica la consonante o prefijo del «yiqtól», a excepción del prefijo de la primera persona común singular, que no lo soporta), por eso dicha forma es llamada «vayyiqtól».

La forma verbo del verbo «llamar» en Isaías 7.14

Toda persona que tenga un conocimiento mucho más que elemental, no tan elemental del hebreo clásico o bíblico, ha de estar al tanto de que la forma verbal hebrea presente en Isaías 7.14, «veqarát» (o la forma esperada «veqareá») es una forma «veqatál» o «veqataltí», un «perfecto inverso» o «conversivo», o sea, un «perfecto» o «qatál» con el valor del «imperfecto» o «yiqtól»: «y tú (de género femenino) llamarás»; «y ella llamará».

Consecuentemente, las traducciones griegas «kai kaléseis» (y tú llamarás) y «kai kalései» (y ella llamará), empleando el tiempo futuro del modo indicativo griego, son traducciones indiscutiblemente acertadas de la forma «veqatál» o «veqataltí» («perfecto inverso» o «conversivo»), en Isaías 7.14.

El nombre hebreo del libro de Levítico, una forma «vayyiqtól» del verbo qará

El nombre hebreo de libro de Levítico, la primera palabra del libro, consiste precisamente en una forma «vayyiqtól» (un «imperfecto inverso» o «conversivo») de la tercera persona masculina singular del mismo verbo «qará» que aparece en Isaías 7.14: «vayiqrá» (y llamó).

Por cierto, la traducción griega que exhibe la Septuaginta «kai anekálesen» (y llamó; un aoristo primero, modo indicativo, voz activa, tercera persona del singular, del verbo «kaléo»: yo llamo), es una traducción indiscutiblemente acertada de la forma «vayiqrá» («imperfecto inverso» o «conversivo»).

En resumen, al margen de si la persona concuerda o no con el dogma del nacimiento virginal, si concuerda o no con la apelación de los evangelistas Mateo (Mateo 1.23) y Lucas (1.17) a la versión griega de Isaías 7.14 (que sí empleó la palabra «virgen», o sea, «parzénos», «parthénos»); pienso que no debería ser un problema el admitir que, indiscutiblemente, la forma verbal presente en Isaías 7.14 es una forma verbal «veqatál» o «veqataltí» (un «perfecto inverso» o «conversivo» con el valor de un «yiqtól» o «imperfecto», o futuro).

Por lo que, consecuentemente, la traducción que hizo la Septuaginta de la forma verbal presente en Isaías 7.14, es indiscutiblemente acertada, como también lo fue al traducir la forma «vayyiqtól» que da el nombre al libro de Levítico en hebreo.        

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestro «curso de hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inicia el martes 3 de septiembre.    

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí



Sobre la importancia del estudio de las lenguas bíblicas, cursos online y virtuales de hebreo, arameo y griego



Sobre la importancia del estudio de las lenguas bíblicas

El estudio de las lenguas es un medio, no un fin

Héctor B. Olea C. 

La importancia del estudio de las lenguas bíblicas, es relativa a la importancia de los textos.

En tal sentido, si bien se establece que el «análisis textual» necesita conocer y tomar en serio las condiciones sociales e históricas (sociopolíticas, socioculturales) en las que se produjeron los textos bíblicos; por otro lado, no es menos cierto que, incluso el análisis histórico, necesita de los textos, que son su principal fuente o punto de partida.

“La historia vive principalmente en los textos, y cuando no hay textos, aumenta la dificultad de conocer las condiciones sociales y los hechos históricos” («Métodos exegéticos», página 286, por René Krüger, Severino Croatto y Néstor Míguez, ISEDET, 1996, Argentina).  

Por supuesto, no es posible dejar de lado la necesidad de precisar el género literario del texto, y considerarlo lo más ampliamente posible, haciendo uso de los actuales y llamados «métodos exegéticos».   

Consecuentemente, una verdadera y seria exégesis del texto, no puede ignorar, no puede realizarse sin analizar los textos bíblicos en sus lenguas originales.

En honor a la verdad, una verdadera exégesis bíblica y una seria teología bíblica, demandan conocer lo que en realidad dicen los textos bíblicos en sus lenguas originales, en conformidad a las peculiaridades y recursos propios de las mismas.

Ciertamente, no hay traducción de la Biblia, por buena que pueda ser (convencional, en paralelo o paralela, interlineal, etc.), que exima al exégeta y estudioso de los textos bíblicos, de la responsabilidad de procurar establecer con honestidad intelectual, lo que en realidad dicen (y quieren decir) los textos bíblicos en sus lenguas originales. 

Además, es cierto que hay textos fáciles de interpretar, pero difíciles de traducir, y textos fáciles de traducir, pero difíciles de interpretar.

En todo caso, como ocurre con la exégesis jurídica, la exégesis bíblica es también una disciplina textual, que trabaja esencialmente contextos, pero con unos textos que tienen como «lenguas originales», que nos han llegado en unas lenguas que ninguna constituye la lengua materna del investigador, del exégeta.  

De ahí la importancia de conocer las lenguas bíblicas, del estudio serio de las lenguas bíblicas, de su funcionamiento y peculiaridades, no como un fin, sino como el medio ideal para el acercamiento y análisis de los textos bíblicos en sus lenguas originales, para conocer de primera mano y sin ciertos intermediarios, lo que en realidad dicen los textos bíblicos en sus lenguas originales.  

A manera de ilustración, anexo una imagen con la problemática que involucra el verbo «llamar» en Isaías 7.14.

Muy a propósito de nuestra continua y profesional oferta académica en el campo de las lenguas bíblicas, todo el año, año por año.

Y muy a propósito de nuestra oferta académica para septiembre y octubre.

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Pregunta por el curso de tun interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

La forma verbal «vayítser» en Génesis 2.7 y 19 ¿Alguna diferencia semántica?


La forma verbal «vayítser» en Génesis 2.7 y 19
¿Alguna diferencia semántica?
Nociones de hebreo clásico (bíblico)

Héctor B. Olea C.

Principio: Un profesional y excelente curso de hebreo clásico (bíblico), debe hacerte consciente de algunas cuestionables argumentaciones gramaticales y teológicas por parte de judíos, judíos mesiánicos, de los de las llamadas «raíces hebreas», de cristianos en general, y de cualquier otro grupo o corriente, en su apelación al texto hebreo de la Biblia Hebrea.

Puntualizaciones necesarias y oportunas de la gramática del «hebreo clásico (bíblico)»

En el hebreo clásico (bíblico) existen seis verbos que se caracterizan porque sus dos primeras radicales son la letra «yod» («yod» consonántica) y la letra «tsáde» («ts»): «yatsáv» (establecer, señalar fronteras), «yatság» (poner, colocar), «yatsá» (acostarse, estar tendido), «yatsáq» (derramar, verter), «yatsár» (modelar, formar) y «yatsát» (arder, prender).

La conjugación de estos verbos tiene algunas características especiales. Entre ellas, que la «yod» (primera radical o consonante del verbo o raíz) a veces se asimila o elide (se elimina, desaparece) en el imperfecto («yiqtól»), sin que esto implique algún cambio semántico.  

Por supuesto, no es posible olvidar que, precisamente, una «yod» (consonántica) es el prefijo que identifica a la tercera persona masculina singular y a la tercera persona masculina plural en el imperfecto o «yiqtól» en todas las conjugaciones del sistema verbal hebreo.

En tal sentido, es preciso decir que en Génesis 2.7 y 19, la Biblia Hebrea emplea uno de estos seis verbos, específicamente el verbo «yatsár» (modelar, formar, plasmar, labrar, tallar, esculpir, etc.).

En Génesis 2.7, en relación a la puesta en existencia del hombre, la Biblia Hebrea empleó la forma verbal «vayítser» («y formó»), forma «vayyiqtól» (imperfecto conversivo), conjugación qal, de la tercera persona masculina singular, del verbo «yatsár».

Pero en respecto de la creación de los animales o bestias del campo, en Génesis 2.19, la Biblia Hebrea empleó la forma verbal «vayítser» («y formó»), forma «vayyiqtól» (imperfecto conversivo), conjugación qal, de la tercera persona masculina singular, del mismo verbo «yatsár».

Como se puede ver, en realidad la forma verbal del verbo «yatsár» que se empleó en Génesis 2.7 y en Génesis 2.19 es la misma, pues están en la misma conjugación, en la misma persona gramatical (género y número), en la misma forma («vayyiqtól») y con la misma carga semántica (significado).

En realidad, la única diferencia entre la forma verbal de Génesis 2.7 y Génesis 2.19 es morfemática, morfológica, esto así porque la forma verbal de Génesis 2.7 conservó la «yod» inicial (la primera radical o consonante del verbo «yatsár») que, sin embargo, se elidió, asimiló o eliminó en Génesis 2.19.

Por supuesto, es preciso decir que la forma verbal «vayítser», de Génesis 2.7 (que mantuvo la «yod» inicial), la retiene, sí, pero no como consonante (su función original como primera consonante del verbo «yatsár»), sino como vocal.  

Luego, a la luz de la gramática hebrea, no es posible establecer diferencia semántica alguna entre la puesta en existencia del hombre en Génesis 2.7 y la puesta en existencia de los animales o bestias del campo en Génesis 2.19, con base al empleo de una forma verbal que haya conservado la «yod» inicial del verbo «yatsár» (aunque como vocal), y otra que la haya elidido o eliminado.

Sin embargo, hay quienes que, precisamente con base en esta diferencia morfológica o morfemática, han pretendido establecer una diferencia entre la puesta en existencia del ser humano (Génesis 2.7) y la puesta en existencia de los animales del campo (Génesis 2.19), en cuanto al alcance o implicaciones de ambas, de las mismas.

En tal sentido y, por ejemplo, Rashí, en relación a la forma verbal «vayítser» de Génesis 2.7, desde una interpretación midrásica, argumenta: “Este verbo alude a que hubo dos actos de formación del ser humano: una formación para este mundo y otra formación para la resurrección de los muertos”.

Sin embargo, con respecto a la formación del animal («vayítser» en Génesis 2.19, digo yo), que no es juzgado por Dios, no fueron escritas dos letras (digo yo, dos «yods», la «yod» consonante inicial del verbo «yatsár», y la «yod» prefijo del «yiqtól» de la tercera persona masculina singular, y de la tercera persona masculina plural), comentario de Rashí al libro de Génesis.

De todos modos, es preciso tener en cuenta que, respecto de la puesta en existencia del hombre (el ser humano) como de la puesta en existencia de los animales o bestias del campo, se afirma que proceden «del suelo de la tierra».

El hombre «del polvo de la tierra» («afar min ja-adamá», Génesis 2.7), y los animales o bestias del campo «del suelo» («min ja-adamá», Génesis 2.19).

Pero la cuestión no queda ahí, pues resulta que del hombre se dice que al soplar Dios aliento de vida en su nariz, éste vino a ser un «néfesh jayyá» (un ser vivo, un ser viviente), Génesis 2.7; y en Génesis 2.19 los animales (o bestias) del campo son identificados precisamente con la palabra hebrea «jayyá» (ser vivo, ser viviente).

Y en Génesis 1.24 los distintos géneros o bestias del campo (incluyendo los reptiles) son identificados con la expresión hebrea «néfesh jayyá», o sea, la misma con que se identifica al hombre (ser humano) en Génesis 2.7.

Finalmente, en Génesis 1.25 se identifica a las distintas especies de animales de la tierra con la palabra hebrea «jayyá» (aquí en estado constructo, «jayyát», porque es el primer elemento de una cadena constructa), o sea, la misma palabra con que se identifica al ser humano en Génesis 2.7.

En resumen, al margen de una interpretación midrásica o teológica como la de Rashí, desde el punto de vista filológico, lingüístico y gramatical, es evidente que la forma verbal «vayítser» en Génesis 2.7 y Génesis 2.19 se emplea en ambos casos con la misma carga semántica (igual significado), y que, el retener o elidir la «yod» inicial, sin duda alguna, tiene una sencilla explicación gramatical.

Además, es preciso llamar la atención respecto de la forma en que la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX) tradujo las formas verbales en cuestión.

Pues bien, en ambos casos, Génesis 2.7 y Génesis 2.19, la clásica versión griega tradujo con la misma forma verbal, con el mismo verbo, o sea, «kai éplasen» («y formó», aoristo primero, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular, del verbo «plásso»: modelar, formar, hacer que algo sea o exista.

O sea, que el traductor al griego vio lo obvio, lo mismo que yo y muchos otros, que no había ninguna diferencia semántica entre la forma verbal que mantuvo la «yod» inicial, aunque como vocal (Génesis 2.7), y la forma verbal que la elidió (Génesis 2.19).

En todo caso, si se desea establecer alguna diferencia respecto de las implicaciones de la puesta en existencia del ser humano y la puesta en existencia de los animales, según la narrativa del Génesis; es mejor apelar a una argumentación más idónea que a la eliminación o conservación de una consonante en la conjugación de un verbo hebreo irregular (o «débil»), fenómeno que, en realidad, no supone cambio semántico alguno.  

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestro «curso de hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inicia el martes 3 de septiembre.    

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


¿Es «poreuzéntes» («poreuthéntes») un participio pasivo? Nociones de griego clásico y koiné



¿Es «poreuzéntes» («poreuthéntes») un participio pasivo?

Nociones de griego clásico y koiné

Héctor B. Olea C.

El análisis morfológico del participio «poreuzéntes» en Mateo 28.19, y las otras 26 veces en que aparece en la Septuaginta y el Nuevo Testamento Griego en conjunto, no debería ignorar lo siguiente.

En primer lugar, en griego clásico existe el verbo regular omega «poreúo» (un verbo de la llamada primera conjugación).

Ahora bien, y, en segundo lugar, resulta que el verbo «poréuo» en voz activa, es un verbo transitivo: llevar, transportar, conducir, escoltar, enviar; pero en la voz media y en la pasiva es un verbo intransitivo, significando: ir, irse, venir, alejarse («Diccionario manual griego, griego clásico - español», José M. Pabón, VOX, 2005).

En tercer lugar, en la Septuaginta el verbo «poréuo» aparece en 1, 260 veces, usado tanto en voz activa como en voz media y pasiva («Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», 2da edición revisada y ampliada, de Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, 2016).

Sin embargo, todas las veces que aparece en el Nuevo Testamento Griego (153 veces), aparece sólo como verbo intransitivo, solamente como «verbo deponente», o sea, empleado siempre con las formas medias pasivas, estrictamente medias o estrictamente pasivas, pero con el sentido de la voz activa.

En tal sentido, es necesario observar que, en el Nuevo Testamento Griego, el verbo «poréuo» («poréuomai») se usa en el presente con la morfología de la voz media pasiva (medio pasivo deponente); en el futuro con las formas de la voz media (medio deponente), y en el aoristo con la morfología de voz pasiva (pasivo deponente).

En resumen, muy a pesar de lo que digan los recursos (libros y páginas web) que proporcionan el análisis morfológico de las formas verbales del griego bíblico (que «poreuzéntes» en un participio aoristo pasivo); lo cierto es que «poreuzéntes» es un participio, una forma verbal no personal, de una forma léxica («poréuomai») que siempre es empleada en el Nuevo Testamento Griego como «verbo deponente», o sea, con la morfología de la voz media pasiva (medio pasivo deponente, en el presente), con la morfología estrictamente de la voz media (en el futuro), y con la morfología estrictamente de la voz pasiva en el aoristo.

Moraleja: Una cosa es tener un sólido conocimiento de la lengua griega y de su funcionamiento, y otra, el ser un simple usuario y dependiente de esos recursos que te proporcionan varias cosas, entre ellas, el anhelado y acertado análisis morfológico.

Por supuesto y, como siempre, anexo una imagen a manera de ilustración.

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestra oferta académica para septiembre y octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Pregunta por el curso de tu interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí



Los enclíticos en español y en griego, nociones de lingüística y gramática española y griega




Los enclíticos en español y en griego

Nociones de lingüística y gramática española y griega

Héctor B. Olea C.

La «enclisis» consiste en la unión prosódica de una o más palabras inacentuadas (átonas) con la tónica que las precede.

Luego, las palabras sujetas a la «enclisis», se denominan «enclíticos» (palabras enclíticas).

Los enclíticos en español

En español son «enclíticos» las formas átonas (pronombres objetos) de los pronombres personales que se apoyan fonéticamente en el verbo, y que se adhieren gráficamente al mismo como sufijos.   

Ejemplos de formas enclíticas en español:

Comprarlo (lo), comprándolo (lo), cómpralo (lo), dilo (lo), mírenlos (los), dígamelo (melo: dígalo a mí), dándosela (sela), ruégaselo (selo).

Los enclíticos en griego (clásico y koiné)

En griego, como en español, los «enclíticos» se apoyan y unen prosódicamente a la palabra que les precede, pero a diferencia del español, los «enclíticos» griegos no se unen gráficamente a la palabra acentuada y, por otro lado, también pueden tener su acento propio.

En otras palabras, mientras que en español los «enclíticos» son siempre átonos (no acentuados), en griego pueden tener su propio acento en determinadas circunstancias.

En todo caso, los «enclíticos» griegos se apoyan de tal modo en la palabra que los precede que, fonéticamente, forman con ella una sola palabra. 

Además, en griego, a diferencia del español, los «enclíticos» incluyen palabras de distintas naturalezas o categoría formales (verbos, pronombres, formas nominales, adverbios y partículas).

Finalmente, los «enclíticos» griegos afectan la acentuación de la palabra que los precede, lo que explica que, tanto en la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, LXX) como en el Nuevo Testamento Griego, aparezcan palabras con dos acentos.

Por un lado, con dos acentos «agudos» (palabras proparoxítonas, o sea, con acento agudo en la antepenúltima sílaba, pero con un acento agudo adicional en la última sílaba, por el enclítico que las sigue).

Por otro lado, con un acento «circunflejo» en la penúltima sílaba y un acento «agudo» en la última sílaba (palabras properispómenas, o sea, con acento circunflejo en la penúltima sílaba, pero con un acento agudo adicional en la última sílaba, por el enclítico que las sigue).    

Pero un «enclítico» también puede afectar la acentuación de una palabra oxítona (con acento agudo en la última sílaba), pues por estar seguida de un enclítico mantiene su acento agudo en la última sílaba (palabra oxítona), en lugar de cambiarlo por el acento grave (palabra barítona, sin acento en la última sílaba).

Finalmente, para una mejor comprensión de las ideas desarrolladas con estas líneas, anexo dos imágenes a manera de ilustración.  

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestra oferta académica para septiembre y octubre.   

¡Inscripciones abiertas!

¡Pregunta por el curso de tu interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


«Guináiki», ¿un dativo de objeto directo o indirecto? 1 Timoteo 2.12 en el centro de esta cuestión



«Guináiki», ¿un dativo de objeto directo o indirecto?

1 Timoteo 2.12 en el centro de esta cuestión

Héctor B. Olea C.

Debo aclarar, de entrada, que para este análisis no voy a involucrarme en la discusión respecto de la autoría de las pastorales, pues no tiene relevancia para este trabajo; tampoco voy a expresarme en torno a la interminable discusión sobre la ordenación o no de la mujer.

En realidad, el objetivo de este artículo consiste, estrictamente, en analizar la función sintáctica de la palabra «guináiki» en 1 Timoteo 2.12, su relación con el verbo transitivo «epitrépo», presente en dicho texto, y sus implicaciones para una acertada traducción del texto en cuestión.

¿Será cierto que la traducción tradicional de 1 Timoteo 2.12 es errónea?

¿Será cierto que la tradicional traducción de 1 Timoteo 2.12 le atribuye una función sintáctica al sustantivo «guináiki» que en realidad no tiene en el texto griego?

Análisis morfológico del sustantivo guináiki

«Guináiki» consiste en el caso dativo singular, del sustantivo «guiné» (mujer), un sustantivo de género femenino y de la tercera declinación.

En tal sentido, precisamente por estar en el caso dativo, es que hay quienes sugieren, erróneamente, por cierto, que «guináki» no es el objeto directo del verbo transitivo «epitrépo».

Sin embargo, la objeción a que «guináiki» sea el objeto directo del verbo «epitrépo», se sustenta en una suposición errada. Dicha suposición consiste en que todo verbo griego transitivo es complementado con el caso acusativo.

En otras palabras, que, para todo verbo griego transitivo, rige el caso acusativo. Sin embargo, como ya mostré en un artículo anterior, hay un grupo de verbos griegos transitivos que son complementados con el caso genitivo y otros con el caso dativo (y no con el habitual caso del complemento directo, el caso acusativo).

Ideas a considerar sobre el verbo «epitrépo»

El verbo «epitrépo» significa: permitir, conceder, otorgar, encargar, encomendar, y con el adverbio de negación «no», como en 1 Timoteo 2.12, significa «no permitir» (negar el permiso).

Estadísticas del verbo «epitrépo»

El verbo «epitrépo» aparece 8 veces en la clásica versión griega (Septuaginta, LXX), pero 18 veces en el Nuevo Testamento.

Consecuentemente, con el sentido de «encargar», el verbo «epitrépo» es complementado con el caso acusativo, como se puede ver en Génesis 39.6.

Pero en relación al Nuevo Testamento, no es posible negar que las dieciocho (18) veces en que aparece en el mismo, el verbo «epitrépo» se usó con el sentido de «permitir».

Luego, de esas dieciocho (18) veces, el verbo «epitrépo» aparece complementado, con su objeto directo, en doce (12) ocasiones, y todas las veces con el caso dativo:

Mateo 8.21; 19.8; Marcos 5.13; Lucas 8.32 (dos veces); 9.59, 61; Hechos 21.39; 26.1; 28.16; 1 Corintios 14.34; 1 Timoteo 2.12.

Y en seis (6) ocasiones, el verbo «epitrépo» aparece sin su complemento directo: Marcos 16.4; Juan 19.38; Hechos 21.40; 27.3; 1 Corintios 16.7; Hebreos 6.3, como también, en la Septuaginta, en Ester 9.14.

Por otro lado, cuando se emplea el verbo «epitrépo» y se especifica lo que se permite o se prohíbe o no se permite, tal cosa se especifica o coloca con un verbo en infinitivo.

Precisamente esto es lo que ocurre en Mateo 8.21 con los infinitivos aoristos «apelzéin» (infinitivo aoristo 2do de «apérjomai»: yo voy), y «zápsai» (infinitivo aoristo 1ero de «zápto»: yo entierro, sepulto).    

Y en 1 Timoteo 2.12, los infinitivos empleados son: «didáskein» (infinitivo presente activo do «didásko»: yo enseño), «auzentéin» (infinitivo presente activo de «auzentéo»: tener plena autoridad sobre), y «éinai» (infinitivo presente de «eimí»: soy, estoy).    

Ahora bien, después del análisis realizado, resulta muy curioso que quienes objetan la función de objeto directo del sustantivo «guináiki» en 1 Timoteo 2.12; sin embargo, no procedan igual con las otras once (11) veces en que un sustantivo o pronombre en caso dativo aparece funcionando como el objeto directo del verbo «epitrépo», precisamente en caso dativo.

En conclusión, en virtud de que las dieciocho (18) veces en que aparece el verbo «epitrépo» en el Nuevo Testamento, siempre lo hace con el sentido de «permitir»; y de esas dieciocho (18) veces, aparece complementado en doce (12) ocasiones, y las doce veces con el caso dativo; consecuentemente, carece de fundamento la afirmación de que «guináiki» no funciona como «objeto directo», y que no es el caso dativo el que rige para el verbo «epitrépo» en 1 Timoteo 2.12.

Finalmente, como siempre, anexo a estas líneas una imagen con el objetivo de ilustrar mejor las ideas aquí presentadas.

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestra oferta académica para septiembre y octubre.   

¡Inscripciones abiertas!

¡Pregunta por el curso de tu interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí