Del alfabeto y sus valores fonemáticos, nociones de hebreo bíblico



Del alfabeto y sus valores fonemáticos

Nociones de lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Por lo general se entiende que es por la calidad de la traducción que se propone, que una persona pone de relieve su dominio de la lengua fuente (de partida, original) y de la lengua receptora (lengua meta, de llegada, término) en muchísimos casos, su lengua materna.

Sin embargo, la simple transliteración o transcripción, revela el nivel de comprensión de su proponente, tanto de la lengua de partida, como de la lengua de llegada.

Por supuesto, no podemos perder de vista que el estudio científico de la lengua involucra tres aspectos: el fónico o de los sonidos (estudiado por la fonética y la fonología), el formal o gramatical (estudiado por la morfología y la sintaxis), y el sémico, el de los significados de las palabras (estudiado por la semántica y la lexicología).  

Ahora bien, cabe preguntar qué tanto conoce el estudiante de las lenguas bíblicas de su propia lengua materna respecto de los tres aspectos mencionados; en otras palabras, ¿qué tanto de lingüística general sabrá el estudiante de lenguas bíblicas?

Pero también, ¿qué tanto ha logrado saber de estos mismos tres aspectos, respecto de la lengua bíblica que está estudiando, o de la cual ha estudiado algo?

Precisamente, lo que me he propuesto con estas líneas es poner de relieve que la aparente simple transliteración o transcripción también pone de relieve el nivel de comprensión que tiene una persona de la lengua bíblica, en este caso, del hebreo clásico, del hebreo bíblico.  

Obviamente, no es posible olvidar que con la transliteración se procura transmitir el significado, la expresión, la cadena fónica que constituye una palabra en la lengua fuente (con la mayor fidelidad posible, a la luz de las características fonemáticas de la lengua fuente y de la lengua receptora); y que, con la traducción, se procura transmitir su significado (también con la mayor fidelidad posible).   

En tal sentido, si queremos realizar una transliteración del hebreo al español que refleje con la mayor exactitud posible la cadena fónica que constituye una palabra o frase en hebreo; es vital estar al tanto de los fonemas que representan en cada caso, las letras que conforman una palabra en hebreo, sin perder de vista que hay más letras que fonemas y que una misma letra puede representar más de un fonema.

El fonema es la unidad lingüística más pequeña, carente de significado. Es la unidad fonológica más pequeña en que puede dividirse un conjunto fónico (palabra, frase, oración).

Consecuentemente, yerra la persona que supone que toda letra del alfabeto o alefato hebreo, en todo momento, en toda palabra, incluso en caso de repetirse en una misma palabra; siempre va a realizar o representar el mismo fonema, que en cada caso ha de tener el mismo valor fonemático.

Por tal razón, a manera de ilustración, quiero analizar dos casos concretos, pero antes, me parece importante enfatizar dos cosas:

La primera, la necesaria distinción que hay que mantener y comprender entre la grafía o letra como tal, y su valor fonemático (el fonema o fonemas que puede representar en una cadena fónica).

La segunda y, relacionada con la anterior, que toda palabra, así como cada frase, sintagma u oración, etc., constituyen «cadenas fónicas».

Primer caso: el uso y los valores fonemáticos de la letra española «c»

En la palabra «campo» («kampo»), por ejemplo, es demasiado evidente que la letra «c» realiza el fonema «k», que es el fonema que realiza o representa dicha letra (o grafema) cuando es seguida por los fonemas vocálicos «a» (casa, cama), «o» (cosa, coma) y «u» (cuerpo, curiosidad).

Sin embargo, la misma letra «c» realiza el fonema «z» (en el español general de España), pero el fonema «s» (en el español latinoamericano), cuando es seguida de los fonemas vocálicos «e» («celo» es «zelo», «selo», respectivamente), «i» («cielo» es «zielo», «sielo», respectivamente).

Segundo caso: el uso y los valores fonemáticos de letra hebrea «kaf»

La letra hebrea «kaf» puede representar dos fonemas: el fonema «k» (fonema fuerte), por lo general si está al inicio de una sílaba y no está precedida de vocal; pero realiza el fonema «j» (fonema suave y aspirado) cuando está cerrando una sílaba, incluso la última sílaba de una palabra.

Luego, cuando la letra «kaf» está iniciando una sílaba y no está precedida de vocal, recibe un punto que se coloca dentro de la misma, llamado «daguésh kal», «daguésh suave», señal de que en estas situaciones la «kaf» está representando o realizando el fonema fuerte «k».

Sin embargo, en la misma posición de inicio de sílaba, la misma letra «kaf», en caso de estar precedida de vocal, de una sílaba abierta (que termina en vocal); realiza el fonema aspirado de «j» (y no ha de llevar el punto «daguésh kal», «daguésh suave»).  

Y como última consonante de una palabra, la letra «kaf» por lo general va a representar el sonido suave o aspirado de «j». 

Por supuesto, perder de vista lo que establece la gramática (y ortografía) hebrea respecto de los usos de la letra «kaf» y sus valores fonemáticos, ha de producir una mala comprensión de su funcionamiento, el fonema que representa en cada caso, y una defectuosa transliteración, en este caso, del hebreo al español (la transliteración también es contextual).

Finalmente, para una mejor ilustración y comprensión, anexo una imagen donde de manera gráfica expongo la forma en que la letra hebrea «kaf» realiza el fonema fuerte «k», y las situaciones en que representa el fonema suave o aspirado de «j».

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