Un enfoque crítico y exegético
Héctor
B. Olea C.
Que en la tradición
bíblica el verbo «agapáo» (amar), ni el sustantivo «agápe» (asumido por lo
general como el «amor» por antonomasia) no apuntan estrictamente al amor que
procede de Dios (al amor con que Dios ama), ni al amor como fruto del Espíritu;
se pone de manifiesto con el empleo de dichos términos en los siguientes textos
bíblicos:
En Génesis 24.67,
donde la Septuaginta empleó una forma verbal del verbo «agapáo» («egápesen»): «amó». Cito: “Y la trajo Isaac a la
tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló
Isaac después de la muerte de su madre”.
En Eclesiastés 5.10,
donde la Septuaginta empleó una forma verbal del verbo «agapáo» («agapón»): «ama». Cito: “El que ama el dinero
no se saciará… y el que ama el mucho tener, no sacará fruto”.
En 1 Samuel 18.20,
donde la Septuaginta empleó una forma verbal del verbo «agapáo» («egápesen»): «amó». Cito: “Pero Mical la otra hija de Saúl
amaba a David”.
En Cantares 1.3, 4,
donde la traducción «te aman», corresponde
en la Septuaginta, a una forma verbal del verbo «agapáo». Lo mismo tenemos
que decir respecto de la traducción «ama», en Cantares 3:1, 2, 3.
En Lucas 11.43, donde
el Nuevo Testamento Griego empleó una forma verbal del verbo «agapáo» («agapáte»),
aunque Marcos 12.38 (texto paralelo) empleó una forma verbal del verbo «thélo»
(«thelónton»).
Cito: “¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las
sinagogas, y las salutaciones en las plazas.”
En Juan 3.19, donde
el Nuevo Testamento Griego empleó una forma verbal del verbo «agapáo»
(«egápesan»). Cito: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”
En 2 Timoteo 4.10, donde el Nuevo Testamento Griego empleó una forma
verbal del verbo «agapáo» («agapésas»). Cito: “Porque Demas me ha desamparado,
amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.”
En Cantares 2.4, 5. 7,
donde la traducción «amor», corresponde en la Septuaginta a formas del
sustantivo «agápe».
Por otro lado,
también es cuestionable la radical distinción que generalmente se establece
entre el verbo «filéo» (amar) y el verbo «agapáo» (amar).
En tal sentido, debo
decir que resulta muy ilustrativo y revelador el uso que hace el Evangelio de
Juan de los dos verbos griegos en cuestión.
Hay, pues, un
promedio de treinta y nueve (39) formas verbales en el evangelio de Juan del
verbo «amar». De estas treinta y nueve (39) formas verbales, diez (10)
corresponden al verbo «filéo», y veintinueve (29)
al verbo «agapáo».
Por otro lado, si bien
es probable (aunque no incuestionable), que el redactor del capítulo 21 del
Evangelio de Juan haya empleado a «filéo» y «agapáo»
estableciendo entre ellos cierta o ligera diferencia semántica; resulta muy llamativo e
incuestionable el que, a pesar de la diferencia abismal en lo que al análisis
estadístico se refiere, es preciso admitir que el autor o redactor principal del
cuarto evangelio (de los primeros 20 capítulos) empleó a uno en lugar del otro,
como sinónimos, de manera indistinta, en ciertos contextos específicos, después
de haber señalado la misma idea pero con el otro, y viceversa.
Observemos:
1) La idea
expresada por el autor en Juan 5.20, con «filéo» (que el Padre ama
al Hijo, Jesucristo); es expresada por igual con «agapáo» en: Juan 3.35;
10.17; 15.9; 17.23, 24.
2) La idea
expresada por el autor en Juan 11.3 y 36, con «filéo» (que Jesús amaba a
Lázaro); es expresada por igual con «agapáo» en Juan 11.5.
3) La idea
expresada por el autor en Juan 16.27, con «filéo» (que el Padre ama a
los que aman a su Hijo, Jesucristo); es expresada por igual con «agapáo» en Juan 14.21, 23.
4) La idea
expresada por el autor en Juan 20.2, con «filéo» (señalando que
había un discípulo al que Jesús amaba); es expresada por igual con «agapáo» en Juan 13.23;
19.26; 21.7, 20.
Finalmente, ante las
evidencias presentadas, pienso que las consecuencias para la idea popular que
se tiene del verbo «agapáo» y del sustantivo «agápe», y para la habitual
distinción que se establece entre el verbo «agapáo» y el verbo «filéo» son
claras y contundentes; así de sencillo.
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