La migración como tema teológico
ἐξόδου
Héctor B. Olea C.
Una forma de combinar y tomar en cuenta tanto
el nombre hebreo (dado en la tradición masorética, o sea, «shemót»: “nombres”),
como el que le dio la Septuaginta («éxodos»: “salida”, “partida”) al segundo
libro (en castellano «Éxodo») del «Pentateuco» (nombre griego, el nombre hebreo
es más bien «Toráh», es la siguiente.
Por un lado, es preciso admitir que en la
tradición masorética, el nombre hebreo dado al segundo libro del «Pentateuco» o
«Toráh», se sustenta en la declaración inicial del mismo primer capítulo: “Estos
son los nombres (hebreo «shemót») de los hijos de Israel que entraron (emigraron
a) en Egipto…” (Compárese Génesis 46.8).
Por otro lado, el nombre griego «éxodos» dado
por la Septuaginta, se sustenta más bien en la declaración que se lee en el capítulo
19.1, de dicho libro: “En el mes tercero de la salida (griego «éxodos») de los
hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de
Sinaí”.
En suma, la lista de las personas que entraron (emigraron de Beerseba, que hicieron un éxodo) con Jacob a Egipto, es el núcleo básico y primario del grupo que posteriormente salió (emigró, hizo otro éxodo) a Canaán, la llamada “tierra prometida” (Éxodo 6.4; compárese Génesis 46.5-27; Éxodo 1.1-4).
שְׁמֹות֙
Además, a diferencia del nombre hebreo «shemót»
(nombres) que sí se encuentra al inicio del mismo primer capítulo del libro, el
nombre griego, la palabra griega con que la Septuaginta identificó a dicho
libro, o sea, «éxodos» (salida); en realidad se la encuentra en el libro en
cuestión tan sólo dos veces: Éxodo 19.1 (haciendo referencia a la salida de
Egipto) y Éxodo 23.16 (haciendo referencia a la salida del año), y traduciendo
en ambas ocasiones una forma del verbo hebreo «yatsá» (salir, emigrar, brotar,
aparecer, etc.).
Consecuentemente, desde la perspectiva de la Septuaginta,
el nombre dado al libro de Éxodo, no se sustenta en el «éxodo» de Beerseba a Egipto
(Génesis 46.5-27; Éxodo 1.1), como en la tradición masorética; sino en el «éxodo»
de Egipto a Canaán (Éxodo 19.1).
Luego, siendo el pueblo de Israel un pueblo
migrante desde sus inicios, es comprensible que luego el código mosaico
incluyera una serie de disposiciones tendentes a proteger la vida y garantizar
la subsistencia de las personas extranjeras (Levítico 19.33-34; 23.22; 25.5-6; Jeremías
7.6; Ezequiel 47.21-23; Zacarías 7.10).
Por supuesto, llama la atención y es
lamentable, que hoy, personas, pueblos y comunidades cuya historia ha estado
marcada por la migración, y de espalda a su propia historia, se muestren xenófobos,
fomenten el odio, el desamor, y la falta de empatía, comprensión y misericordia
hacia los inmigrantes, así de sencillo.
¡Hasta la próxima!
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