La interpretación en el centro de la tradición judeocristiana


Lecturas y posiciones en conflicto


Héctor B. Olea C.

El en contexto de un diálogo con una persona amiga, tocamos un tema de esos controversiales y en los que no existe consenso entre los cristianos y evangélicos. De pronto la persona que dialogaba conmigo me dijo que ella quiere “fundamentarse en la palabra, no en su interpretación”.

Ante esta afirmación, me dije y pensé, aunque no se lo expresé: ¿Hasta cuándo se va a persistir en el error de no aceptar que todo lo que se dice y diga a partir de la Biblia, con base en la Biblia, es fruto de una inevitable e intrínseca lectura interpretativa de la misma? ¿Hasta cuándo se va a seguir creyendo que unos tienen una lectura pura de la Biblia, y otros tenemos meras conjeturas interpretativas? ¿Hasta cuándo se va a insistir en el error de creer que es posible hacer una lectura de la Biblia sin ningún tipo de mediación, sin ningún tipo de premisa, al margen de algún marco teórico y hasta referente vivencial o praxis? ¿Hasta cuándo se va a insistir en el error de no aceptar que ninguna lectura de la Biblia es inocente y desinteresada?   

En realidad la interpretación ha estado y está en el centro mismo del surgimiento de la Biblia, y de la tradición judeocristiana.

Por un lado, el AT supone una lectura y relectura interpretativa, no desinteresada (con inevitables implicaciones teológicas) de las culturas, religiones costumbres e idiosincrasia de los pueblos circunvecinos, así como de textos, códigos y mitos antiguos.

Por otro lado, el NT supone una lectura y relectura en clave cristológica de la historia, religión, cultura, códigos y mitos hebreos. De hecho, cabe preguntarse quién ha sido más determinante para la configuración de la fe cristiana, si la figura y enseñanzas del Jesús histórico, o si la lectura y relectura del AT, de la historia del pueblo hebreo (y de la persona misma del Jesús histórico) en pura clave cristológica. Me parece que la respuesta es demasiado obvia.

Por supuesto, así como la conclusión del pueblo hebreo y de la fe judía es que ellos y su religión eran mejores y superiores a la cultura, religión e idiosincrasia de los demás pueblos conocidos (compárese Éxodo 19.5; Deuteronomio 7.1-6); la fe cristiana también ha llegado a la misma conclusión, en relación a la fe judía misma, y frente al resto del pueblos (compárese Romanos 9.6-8, 30-33; Gálatas 3.6-18; y Hebreos 1-13).

Y peor aún, siendo cierto tanto a lo interno de la fe judía, como a lo interno de la fe cristiana, cada facción ha entendido, entiende, asume, concluye y afirma que tiene la verdad, la postura pura y perfecta, y el resto el error, y un mero espejismo de la verdad, así de sencillo.  


¡Hasta la próxima!


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