Un «padre celestial» es bueno, sólo si el «padre humano» lo es



Una reflexión pertinente a propósito del «día de los padres»


Héctor B. Olea C.

Tal y como lo hice respecto del «día de las madres» para el mes de mayo, con el mismo esmero me propuse publicar una reflexión bíblica y teológica en torno a la figura del «padre».

No obstante, ante este proyecto es posible que surjan algunas preguntas inquietantes, tales como:

¿Es posible, a partir de la Biblia, hablar de la figura del «padre» en términos positivos, a pesar del patriarcalismo bíblico?

¿Desempeña el «padre» un papel de menor importancia que el de la «madre» en la formación y crianza de los hijos y las hijas?

¿Quién da origen a quién? ¿La figura del «Padre celestial» origina la figura del «padre humano», o es la figura del «padre humano» quien da origen a la figura del «Padre celestial»?

Teniendo en cuenta estas preguntas, pienso que un trabajo de esta naturaleza ciertamente demanda, por un lado y, en primer lugar, asumir una postura crítica, no inocente, frente a los textos bíblicos (nuestra principal fuente) para comprender de manera adecuada la situación privilegiada en que colocan la figura del padre. Por otro lado y, en segundo lugar, se impone también el transitar este camino con la suficiente objetividad para reconocer los aspectos positivos que rodeaban la figura del «padre» (que estaban asociados a ella) a pesar del patriarcalismo que tuvieron de trasfondo los textos bíblicos. 

Finalmente y, en tercer lugar, se hace necesario el análisis de los aspectos, cualidades, y atributos positivos ligados a la figura del «padre» que hacen legítima y funcional la metáfora de un «Padre celestial».
Comencemos pues, nuestra aventura.

Si bien está demostrado que la concepción, embarazo, el parto y el período del posparto son experiencias muy femeninas, muy propias de las mujer, al margen de acompañamiento de su cónyuge que, si resulta de calidad, es mucho mejor; sin embargo, no es menos cierto que el «padre» tiene y está llamado a desempeñar un papel igualmente vital en la procreación, sustento, formación y desarrollo de los hijos e hijas.

Sobre esta base pienso que también para el «Día de los padres» (que en República Dominicana se celebra el último domingo del mes de julio), es justo articular una reflexión crítica pero positiva en torno a la figura del «padre», su papel y aportes para el buen funcionamiento del hogar, y para la plena realización y satisfacción de su cónyuge y de la prole.