La lengua como sistema doblemente articulado, nociones de morfología


La lengua como sistema doblemente articulado

Nociones de morfología

Héctor B. Olea C.

La lengua es un sistema «doblemente articulado», porque sus dos principales unidades básicas (los fonemas y los morfemas) se articulan dos veces y en dos niveles diferentes.

Por un lado, está la articulación o combinación de las unidades mínimas carentes de significado, «los fonemas» (unidad fundamental del análisis fonemático).

Cada lengua posee un número fijo y determinado de «fonemas». Los fonemas son abstractos, pero se representan al nivel fónico por los sonidos lingüísticos y a nivel gráfico por las letras o grafías.

Los «fonemas» se combinan dando origen a los «morfemas» (unidad más pequeña dotada de significado, los «morfemas léxicos» o «lexemas», y los «morfemas gramaticales»).

En tal sentido, es preciso decir que toda palabra consiste en una «cadena fónica», o sea, una articulación, secuencia o combinación de fonemas, ya sea que esté conformada por uno o varios «morfemas» (es el morfema la unidad fundamental del análisis morfológico o morfemático).

Por otro lado, está la articulación o combinación de «morfemas» (articulación de morfemas), que explica la morfología o constitución interna de la palabra, y permite clasificarla como una «palabra monomorfemática» (constituida por un solo o único morfema) o «polimorfemática» (constituida por varios morfemas).

Por supuesto, cada lengua tiene características propias respecto de la articulación de los morfemas, o sea, respecto de la forma en que se articulan los morfemas.

Por ejemplo, mientras que en griego y español el artículo determinado, las preposiciones y las conjunciones (morfemas gramaticales independientes) siempre se emplean como «morfemas independientes» (que aparecen solos en el discurso, que no aparecen unidos a otro morfema, lexical o gramatical).

Sin embargo, en hebreo y arameo el artículo determinado, algunas preposiciones y algunas conjunciones funcionan como «morfemas gramaticales dependientes», o sea, que aparecen unidos a otro morfema, como si fueran elementos constitutivos propios del lexema o morfema lexical de la palabra respectiva.

En tal sentido, a manera de ilustración, en una imagen anexa, voy a analizar la constitución fonemática (análisis fonemático) y morfemática (análisis morfológico) de la palabra hebrea «ve-ja-árets» (y la tierra), y de su traducción al griego y al español (que aparece en Génesis 2.1).

A propósito de nuestro curso de «Gramática española aplicada, con proyección en las lenguas bíblicas y en la traducción de la Biblia», que inicia el jueves tres (3) de octubre.

El objetivo general de este curso es capacitar a la persona para tener un mejor desempeño en el uso formal de su lengua materna (el español general y el español latinoamericano) con miras a tener óptimos resultados en el estudio académico de las lenguas bíblicas y en los obligados ejercicios de traducción bíblica.

Un curso altamente recomendado para las personas que por diversas razones tienen la obligación de hacer un uso serio y responsable de su lengua materna, y para las personas interesadas en el campo de las lenguas bíblicas y de la traducción de la Biblia. 

Modalidades: Online (vía Zoom) y virtual o asincrónica (mediante clases grabadas).

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El adjetivo «bíblico», algunas precisiones necesarias


El adjetivo «bíblico»

Algunas precisiones necesarias

A propósito del mes de la Biblia

Héctor B. Olea C.

La palabra española «bíblico», es un adjetivo que señala a algo o al alguien relativo o perteneciente a la «Biblia».

En tal sentido, es común emplear el adjetivo «bíblico» para apuntar a una idea, enseñanza o interpretación que, al menos según algunos, se conforma al dato bíblico, a la instrucción bíblica.

Por supuesto, también se emplea, con el adverbio de negación «no», para señalar que una idea, enseñanza o interpretación, al menos según algunos, no se conforma al dato bíblico, a la instrucción bíblica.

En todo caso, es preciso poner de relieve que judíos y cristianos no tienen la misma concepción de «Biblia», o sea, del conjunto de libros que se asumen como sagrados y normativos en el marco de dichas religiones.

En efecto, no es posible dejar de lado que el sentido dominante o convencional de «Biblia» (como el conjunto de los libros que incluye los libros de la llamada Biblia Hebrea y los libros del llamado Nuevo Testamento), es estrictamente una concepción cristiana, y no judía.

Por eso afirma Andre Paul: «La palabra Biblia no existe en el judaísmo» («La Biblia y Occidente», página 57), o sea, no sólo es que el judaísmo carece de tal significante, o cadena fónica, sino que, además, no comulga con el sentido cristiano de «Biblia» (puntualización mía).  

En tal sentido, quiero llamar la atención a la semántica del adjetivo que en el hebreo moderno se traduce «bíblico».

En el contexto judío, el adjetivo «bíblico», es «mikraí».

Hace referencia «mikraí» a la «Mikrá» (Biblia Hebrea, Tanaj).

Deriva «mikrá» de una raíz común al hebreo y al arameo (hebreo «kará»; arameo «kerá»): leer, nombrar, llamar, etc.

Luego, el sustantivo «mikrá» lo encontramos en la Biblia Hebrea, en Nehemías 8.8, en la expresión «bam-mikrá» («bamikrá»), traducida como «la lectura».

Es «bam-mikrá» («bamikrá») una frase que involucra la preposición «be» («en», y otros sentidos), el artículo determinado sincopado, y el sustantivo «mikrá» (asamblea, convocatoria, lectura).

Es, pues, «mikrá», un término acuñado en el hebreo rabínico y que fue muy popular entre los judíos de la Edad Media (Andre Paul, obra citada, misma página), para hacer referencia estrictamente a lo que hoy llamamos «Biblia Hebrea» o «Tanaj».

Finalmente, otra expresión del hebreo medieval y que pone de relieve el sentido estrictamente judío de los términos «mikrá» (Biblia Hebrea o Tanaj) y «mikraí» (relativo a la «Mikrá»: Biblia Hebrea, Tanaj), es «mikraót guedolót», empleada para hacer referencia a la llamada «Biblia Rabínica» con comentarios), «Diccionario hebreo español» (bíblico, rabínico, medieval, moderno), de Judit Targarona Borrás.

En efecto, la «primera Biblia Rabínica» fue publicada alrededor del año 1516, y la «segunda Biblia Rabínica» se publicó alrededor de unos ocho años después (1524-1525).

Fue, pues, el texto de la «segunda Biblia Rabínica», el texto de las dos primeras ediciones de la llama «Biblia Hebraica de Kittel» (BHK), editada por Rudolf Kittel (1853-1929), la antecesora de la actual «Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS)».

En resumen, «mikraí» es «bíblico», pero no en el sentido cristiano de dicho término, de dicho adjetivo, pues no hace referencia la «Biblia cristiana», sino estrictamente a la «Mikrá», o sea, la Biblia Hebrea, el Tanaj.  

Consecuentemente, yerran los que piensan que el adjetivo «mikraí» (bíblico), con presencia en el hebreo moderno, coincide con el sentido del adjetivo «bíblico», empleado en los ambientes cristianos.

Finalmente, como siempre, anexo una imagen, a manera de ilustración, con tal de hace más comprensible estas líneas. 

A propósito de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inició hace dos semanas, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito de nuestro curso «hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inició en el pasado mes de enero, actualmente en desarrollo, y que en enero del próximo año pasará al segundo año.

Por supuesto, ambos cursos están siempre disponibles en la modalidad virtual o asincrónica.

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Sobre la etimología de la palabra «biblia», a propósito del mes de la Biblia

Sobre la etimología de la palabra «biblia»

A propósito del mes de la Biblia

Héctor B. Olea C.

Desde el punto de vista de la semántica (significado), la palabra española «biblia» (Biblia) deriva de la palabra griega «bíblos» (libro), un sustantivo de género femenino, pero de la segunda declinación griega («je bíblos»).  

Pero desde el punto de vista del lexema (raíz, radical, semantema) incluso desde el punto de vista semántico), la palabra española «biblia» deriva más bien del sustantivo griego «biblíon» (original y formalmente un diminutivo de «bíblos»), un sustantivo de género neutro y de la segunda declinación («to biblíon»: el librito).

En efecto, desde el punto de vista de la declinación del sustantivo griego «bíblos» («je bíblos»), no hay forma de llegar a la palabra española «biblia» (Biblia).

Sin embargo, con base en la morfología del caso nominativo, acusativo y el vocativo plural de «biblíon» («biblía»), si se explica de inmediato la palabra española biblia.

Además, no es posible perder de vista que el sustantivo neutro «biblíon» perdió muy pronto su sentido de ser un diminutivo de «biblos».

Luego y, precisamente la morfología del caso nominativo, acusativo y vocativo plural de «biblíon», o sea, «biblía» (y no como un diminutivo), explica que en latín haya entrado y exista la palabra «biblia», precisamente como un sustantivo estrictamente plural, de género neutro, y como en griego, también de la segunda declinación latina, cuyo genitivo es «bibliórum» (de libros, de los libros).

En todo caso, según se cree, fue a partir del siglo trece que la morfología del caso nominativo, acusativo y vocativo neutro plural (griegos y latinos), se fue asumiendo en español como un sustantivo femenino, singular y determinado: La Biblia.  

Finalmente, como siempre, anexo dos imágenes, a manera de ilustración, con tal de hace más comprensible estas líneas. 

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», el segundo año, que inició hace dos semanas, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre.  

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Una cosa es leer una traducción de la Septuaginta, y otra, poder leerla y estudiarla en su lengua original

 

Una cosa es leer una traducción de la Septuaginta, y otra, poder  leerla y estudiarla en su lengua original

Héctor B. Olea C.

En los últimos días he publicado más de un artículo en los cuales he procurado explicar y ofrecer pistas para la mejor comprensión y traducción de la construcción sintáctica hebrea conocida como «infinitivo absoluto hebreo antepuesto».

En dichos artículos también expliqué y analicé las dos formas empleadas por la clásica versión griega de la Biblia Hebrea, Septuaginta (Los LXX), para traducir el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto», incluso «pospuesto»: el «dativo cognado» y el «participo cognado» («participio interno»).

Pero en esta ocasión me he propuesto analizar la traducción al español de la forma en que la Septuaginta tradujo el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto», considerando dos casos concretos y específicos. 

Y para tal fin, he considerado la monumental y muy recomendada obra (de cuatro volúmenes) dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos: «La Biblia Griega, Septuaginta», publicada por Sígueme, 2015- 2021), una traducción al español de todos los libros que integran la clásica versión griega de la Biblia Hebrea.

También y, paralelamente, decidí considerar la tan conocida traducción al español de la Septuaginta, realizada por el biblista y filólogo católico alemán Wilhelm Jünemann Beckschäfer (Guillermo Jünemann).

Ahora bien, ¿qué tan acertada fue la traducción del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» por las dos referidas traducciones de la Septuaginta al español?

Pero antes de responder la pregunta planteada, es preciso decir que las dos referidas construcciones sintácticas (el «dativo cognado» y el «participo cognado» o «participio interno»), no son construcciones sintácticas propias y naturales de la lengua griega, sino el resultado del esfuerzo del traductor del hebreo al griego de producir una traducción exageradamente literal o formal de dos construcciones sintácticas propias de la lengua original (el hebreo), pero extrañas a la lengua receptora (el griego).  

Luego, cuando se comprende que el «dativo cognado» y el «participo cognado» («participio interno») son dos recursos de traducción, se deben traducir como tales, a la luz de la semántica que tienen las construcciones sintácticas hebreas que pretendieron reflejar.

Además, que el traductor al griego pudo emplear formas propiamente griegas para traducir el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o pospuesto, es cierto; pero no lo hizo.

Y esto así, porque en lugar de procurar reflejar en la traducción la simple semántica y función adverbial del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o «pospuesto»; se preocupó más por reflejar formalmente (literalmente) dicha construcción sintáctica hebrea en el griego, con alguna construcción sintáctica griega (gráfica y parcialmente semejante al «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o «pospuesto»), pero artificial y extraña a la sintaxis griega.   

En todo caso, para ser consistente con mi propuesta metodológica, que los aciertos y desaciertos de toda versión o traducción de los textos bíblicos se deben poner de relieve caso por caso; me propuse analizar dos casos específicos y concretos.

Primer caso: la traducción del «dativo cognado»: «zanáto apozanéisze» en Génesis 2.17

Es «zanáto», el caso dativo singular, del sustantivo «zánatos», un sustantivo de género masculino de la segunda declinación, y derivado de la raíz verbal «znésko» (yo muero).

Y «apozanéisze» consiste en el futuro activo (con morfología de voz media, pues es una forma verbal de un verbo deponente en el futuro), de la segunda persona del plural, del verbo «apoznésko», verbo compuesto por la preposición «apó» y por el verbo «znésko».

Luego, si bien el caso «dativo» griego es el ideal caso del complemento u objeto indirecto de un verbo transitivo (lo mismo que en latín); sin embargo, en la construcción sintáctica conocida como «dativo cognado», el dativo involucrado no es un dativo de objeto o complemento indirecto, ni tiene alguno de los otros valores que sí tiene el caso dativo en griego (dativo instrumental, locativo, agente, posesivo, complemento circunstancial de compañía, etc.).

Esto así, pues es una construcción sintáctica con una función adverbial específica: la de incrementar, enfatizar o acentuar la acción de la forma verbal finita (verbo conjugado) que aparece en dicha construcción sintáctica, como recurso de traducción al griego, para transmitir el valor adverbial del «infinitivo absoluto hebreo» antepuesto y pospuesto».

En consecuencia, una traducción acertada de la construcción «zanáto apozanéisze», como reflejo del «infinitivo absoluto hebreo» antepuesto y pospuesto», debe ir en la siguiente línea: ciertamente morirán, morirán irremediablemente, morirán sin remedio, etc.

Consecuentemente, la traducción propuesta por la referida obra dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos: «moriréis de muerte», en Génesis 2.17, no le hace justicia a la función adverbial que tiene el «dativo cognado» (como recurso de traducción).

Pero tampoco es acertada la traducción propuesta por Guillermo Junemann «de muerte moriréis».

Segundo caso: la traducción del «participio cognado» («participio interno») «ídon éidon» en Éxodo 3.7  

Consiste «ídon» en un participio aoristo segundo (fuerte), en caso nominativo masculino singular, del verbo «joráo» (yo veo).

Y «éidon», es una forma verbal del mismo verbo «joráo», en tiempo aoristo segundo (fuerte), voz activa, modo indicativo, primera persona del singular (yo vi, he visto).

Consecuentemente, una traducción acertada de la expresión o construcción sintáctica «ídon éidon», debe ir en la siguiente línea: he visto bien, he visto de cerca, he visto con claridad, etc.    

Sin embargo, a diferencia de la cuestionable traducción del «dativo cognado» en Génesis 2.17, esta vez la monumental obra dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos, sí propone una traducción acertada del llamado «participio cognado» o «participio interno»: «he visto de cerca».

Por supuesto, no es posible olvidar que, en ambos casos, en el texto hebreo de Génesis 2.17 y de Éxodo 3.7, está presente el «infinitivo absoluto antepuesto». 

Por otro lado, vuelve a ser desacertada la traducción propuesta por Guillermo Junemann: «Viendo he visto».

En conclusión, de la misma forma en que no es lo mismo tener acceso directo a los libros de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento en sus lenguas originales, que a una simple traducción de los mismos; tampoco resulta ser igual el tener acceso directo a la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX) en griego, que el depender de una simple traducción de la misma, a pesar de lo buena que, en sentido general, pudiera ser tal obra de traducción.

Por supuesto, lograr el objetivo de poder leer, analizar y explicar con propiedad los textos bíblicos del Nuevo Testamento en su lengua original, así como la aspiración de tener un acceso directo a la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX); no es posible mediante la realización de un curso elemental del griego koiné.

Tampoco se logra sustituyendo la realización de un serio y completo estudio del griego koiné, por la utilización y dependencia de ciertos programas o recursos que ofrecen informaciones y sugerencia gramaticales (morfológicas y sintácticas) de los textos bíblicos en sus lenguas originales.

Finalmente, si te interesa poder leer y estudiar los textos del Nuevo Testamento en su lengua original, y tener un acceso directo a la traducción del hebreo al griego que propone la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX); el curso de «griego koiné» (bíblico), desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, es para ti.

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Cadenas constructas determinadas, indeterminadas y una construcción sintáctica alternativa, curso de hebreo bíblico



Cadenas constructas determinadas, indeterminadas y una construcción sintáctica alternativa

Nociones de «hebreo clásico (bíblico)»

Héctor B. Olea C.

Muy a propósito de la clase de anoche de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)» que inició en de este año, y que en enero del próximo año pasa a su segundo año.

A propósito de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)» desde cero, que inició el pasado martes, que hoy tendrá su segunda clase, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito del mismo curso de «hebreo clásico (bíblico)», disponible todo el año, año por año, en forma personalizada, en la modalidad asincrónica, en diferido, mediante clases grabadas.

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La expresión «shabér teshabér» en Éxodo 23.24, una vez más sobre la sintaxis hebrea y griega


La expresión «shabér teshabér» en Éxodo 23.24

Una vez más sobre la sintaxis hebrea y griega

Héctor B. Olea C.

Profesor, me pregunta un estudiante: ¿cómo ha de traducirse la expresión hebrea «shabér teshabér» en Éxodo 23.24?

En primer lugar, lo primero a tener en cuenta es que la expresión en cuestión, «shabér teshabér», consiste en una construcción sintáctica hebrea llamada «infinitivo absoluto antepuesto», construcción sintáctica analizada e ilustrada en un artículo que publiqué hace unos días.

Y como dije en mi artículo publicado hace unos días, esta construcción sintáctica involucra un infinitivo absoluto hebreo (forma nominal del verbo) que precede a una forma verbal finita (un verbo conjugado) de la misma raíz o forma léxica del infinitivo absoluto.

En segundo lugar, la función del infinitivo absoluto en dicha construcción sintáctica es adverbial respecto de la forma verbal finita a la que precede, enfatizando, incrementando o acentuando la acción del verbo conjugado que aparece en dicha construcción y siguiendo o sucediendo al infinitivo absoluto.

En tercer lugar y, consecuentemente, es preciso decir que «shabér» consiste en el infinitivo absoluto de la conjugación piel, de la raíz (forma léxica) «shabár» («lishbór»): él rompió, él destrozó, él quebró.

Y «teshabér» es una forma verbal del mismo verbo o raíz «shabár» («lishbór»), en estado imperfecto, de la conjugación piel y que, morfológicamente puede ser asumido como de la tercera persona femenina singular, o de la segunda persona masculina singular (aquí, como de la segunda persona masculina singular).

Luego, la construcción sintáctica «shabér teshabér», debe ser traducida en la siguiente línea: tú romperás absolutamente, tú destrozarás por completo, tú harás trizas completamente, etc.

En cuarto lugar, en cuanto a la forma en que la Septuaginta tradujo la construcción sintáctica «shabér teshabér», diré lo siguiente.

Por un lado, en un artículo anterior expliqué que la Septuaginta empleó dos estructuras sintácticas para traducir el infinitivo absoluto hebreo antepuesto: el llamado «dativo cognado» y el «participio cognado» o «participio interno» (no pleonástico).

Por otro lado, aquí, ciertamente, la Septuaginta empleó el «dativo cognado».

En tal sentido, debo decir que el dativo cognado empleado aquí por la Septuaginta es: «kazairései kazeléis».

Es «kazairései» el dativo singular del sustantivo de la tercera declinación, «kazáiresis»: acción de destruir, destrucción, ruina.

Y «kazeléis», es el futuro segundo, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «kazairéo»: yo destruyo, rompo, destrozo, etc.

Luego, la construcción sintáctica griega (dativo cognado), «kazairései kazeléis», se debe traducir en la siguiente línea: tú destruirás por completo, tú destruirás del todo, tú destruirás totalmente, en perfecta armonía con el sentido del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto», al que tradujo, «shabér teshabér».

Muy a propósito del segundo año de nuestro curso de «griego koiné» (que inició el pasado lunes), y de nuestro curso de «hebreo clásico» (desde cero, que inició el pasado martes), para los cuales todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné» (desde cero), que inicia el viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participo griego», que inicia el sábado 5 de octubre.

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Enseñar latín en relación al griego tiene sus ventajas, cuestiones de lingüística, gramática y traducción


Enseñar latín en relación al griego tiene sus ventajas

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción

Héctor B. Olea C.

Por lo general, se entiende que, al introducir a un grupo de personas en el estudio de una lengua distinta a la materna, será precisamente la lengua materna del estudiantado la que ha de utilizar el profesor o profesora para crear puentes y hacer más comprensible los aspectos estudiados en esa segunda o tercera lengua objeto de estudio.

Sin embargo, para el curso que estoy impartiendo, «Aprenda a leer latín» (un curso introductorio, de tres meses, y en desarrollo), me ha resultado genial emplear el griego para establecer puentes con el latín, y no el español.

Por supuesto, porque al estudiantado en cuestión ya le había enseñado griego (cásico y koiné), y por las cosas que tienen en común el latín y el griego, en la flexión nominal, como en la flexión verbal.

Por ejemplo, tanto el griego como el latín tienen una declinación nominal flexiva, o sea, que en ambas lenguas los sustantivos y demás palabras sujetas a la flexión nominal, que se declinan (sustantivos, adjetivos, pronombres, etc.) indican los casos mediante una desinencia o morfema flexivo propio para cada caso (cosa que no ocurre en el español).

Consecuentemente, siguiendo con la flexión nominal, es preciso decir que el griego tiene tres declinaciones, y el latín cinco.

Y en relación a la forma en que se colocan los sustantivos en el diccionario (la forma léxica), tanto el griego como el latín emplean el caso nominativo singular (según el género y la declinación a la que pertenezca).

Además, en griego como en latín, el caso genitivo es la marca flexional que permite situar a un sustantivo en una declinación específica.

En otras palabras, es por medio del caso genitivo que sabemos a qué declinación pertenece un sustantivo, en griego y en latín, elemento ajeno al español.  

Por otro lado, en relación a la flexión verbal o conjugación, tanto en griego como en latín, los verbos son colocados en el diccionario (su forma léxica) en la primera persona del singular, voz activa, modo indicativo, y no como en español, en el infinitivo simple.

Pero como ha dicho muchas veces antes, es en la conjugación o flexión verbal donde hay más similitud entre el griego y el español, porque el español tiene una flexión verbal completa (flexiva), o sea, que coincide con el griego y el latín en que un tema verbal recibe unos morfemas flexivos para indicar las categorías accidentales del verbo, los accidentes gramaticales del verbo (tiempo, persona, número, modo, voz, etc.).

En tal sentido, es preciso decir que el latín tiene cuatro conjugaciones, el griego dos, y el español tres.

A propósito de nuestro curso de «gramática española aplicada», que inicia el jueves 3 de octubre, el curso de «griego koiné» (bíblico), desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, y del «diplomado sobre el participio griego», que inicia el sábado 5 de octubre.

Y muy a propósito de nuestro «curso de latín clásico» (un año de duración), desde cero, que inicia en el mes de julio del próximo año.

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La traducción griega (LXX y NT) del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» y «pospuesto», cursos de languas bíblicas



La traducción griega (LXX y NT) del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» y «pospuesto»

Nociones de sintaxis hebrea y griega

Héctor B. Olea C.

El «hebreo clásico» (bíblico) tiene dos «infinitivos» bien diferenciados morfológicamente (en su vocalización o puntuación) y en su uso sintáctico: uno llamado «infinitivo absoluto» y otro llamado «infinitivo constructo».

Aquí nos concentraremos en el llamado «infinitivo absoluto».

Desde el punto de vista sintáctico, el «infinitivo absoluto» puede venir colocado antes (antepuesto) de una forma verbal finita (un verbo conjugado) de la misma raíz verbal del «infinitivo absoluto», o bien, después (pospuesto) a una forma verbal finita (un verbo conjugado) de la misma raíz del «infinitivo absoluto».

Este procedimiento lingüístico, puntualizan Paul Joüon y Takamitsu Muraoka  le permite al hebreo expresar ciertos matices enfáticos de modo muy sutil”.

“Colocado antes del verbo, el «infinitivo absoluto» tiene generalmente un acento más fuerte que cuando le sigue, y es fácil percibir la razón, pues un acusativo delante del verbo acentúa el énfasis” («Gramática del Hebreo Bíblico», Verbo Divino, página 442).

De todos modos, es más común el empleo del «infinitivo absoluto» antepuesto, o sea, colocado antes (delante) de una forma verbal de la misma raíz verbal del «infinitivo absoluto», que el pospuesto.

Al respecto, observan Paul Joüon y Takamitsu Muraoka, “en cada caso sólo por el contexto es posible deducir el matiz añadido por el infinitivo. Habitualmente el énfasis no recae sobre la acción verbal misma, sino sobre alguna modalidad, que queda así acentuada.

De esta forma, en una proposición afirmativa, la afirmación se acentúa; en una proposición interrogativa o condicional, es acentuada la modalidad dubitativa; así pues, la misma frase puede, según el contexto, expresar el matiz de ciertamente o el opuesto de quizás” (página 443).

Esto explica que haya quienes sugieran que en Génesis 2.17 el matiz sea el de la modalidad dubitativa «quizás (tal vez) morirás».

Sin embargo, no parece que el matiz dubitativo sea el adecuado en Génesis 2.17, dado que en dicho texto tenemos más bien una afirmación.

En efecto, Joüon y Muraoka incluyen a Génesis 2.17 entre los textos en los cuales el «infinitivo absoluto» acentúa o refuerza la idea de la forma verbal finita que sucede al «infinitivo absoluto», y que es de la misma raíz verbal a la que pertenece el «infinitivo absoluto» (así también Rashí).

Además de Génesis 2.17, Joüon y Muraoka mencionan: Génesis 18.10 (“volveré sin falta”); Génesis 18.18 (“Abraham se convertirá ciertamente en un gran pueblo”); Génesis 22.17; 28.22; 1 Samuel 9.6; 24.21; Ezequiel 18.9; Amós 5.5; 7.17; Habacuc 2.3.

La forma griega (LXX y NT) de traducir el «infinitivo absoluto» antepuesto

“Frecuentemente, puntualiza Amador Ángel García Santos, aparece en el Nuevo Testamento un nombre en caso dativo acompañado de un verbo de la misma raíz («dativo cognado»). Es un giro tomado de los LXX, que traduce un infinitivo absoluto hebreo (antepuesto). Como este infinitivo absoluto hebreo tiene una función adverbial de encarecimiento, debería traducirse de ese mismo modo” («Introducción al griego bíblico», Verbo Divino, página 34).

En tal sentido, como ilustración, quiero poner de relieve la forma en que la Septuaginta (LXX) tradujo la expresión hebrea «mot tamút» en Génesis 2.17.

Es, pues, «mot» el infinitivo absoluto de la conjugación kal de la raíz «mut» (infinitivo constructo kal: «lamút»); y «tamút» es una forma verbal finita (verbo conjugado) en el imperfecto o yiqtól kal, de la segunda persona masculina singular, si bien, morfológicamente, también de la tercera persona femenina singular.

Luego, en lo que al griego respecta, la expresión «mot tamút» fue traducida por la Septuaginta (LXX), versión griega de la Biblia Hebrea, con la expresión «zanáto apozanéisze» (tendrás que morir, has de morir, serás reo de muerte).

Es «zanáto», el caso dativo singular, del sustantivo «zánatos», un sustantivo de género masculino de la segunda declinación, y derivado de la raíz verbal «znésko» (yo muero).

Y «apozanéisze» consiste en el futuro activo (con morfología de voz media, pues es una forma verbal de un verbo deponente en el futuro), de la segunda persona del plural, del verbo «apoznésko», verbo compuesto por la preposición «apó» y por el verbo «znésko».

Un ejemplo del «cognado» en el Nuevo Testamento

En Lucas 22.15 leemos la expresión «epizimía epezímesa».

Consiste «epizimía» en el caso dativo singular del sustantivo «epizimía» (deseo, deseo ardiente, pasión), un sustantivo de género femenino, y de la primera declinación, derivado del verbo «epiziméo» (yo deseo, quiero, ansío, codicio, pongo el corazón en).

Y «epezímesa» consiste en una forma verbal en tiempo aoristo primero (débil), voz activa, modo indicativo, primera persona del singular, del verbo ya mencionado, «epiziméo» (yo deseo, quiero, ansío, codicio, pongo el corazón en).

Luego, una traducción adecuada de la expresión o construcción sintáctica «epizimía epezímesa», debe ir en la siguiente línea: con ansia he deseado, he deseado grandemente, he deseado fervientemente, etc.

El participio interno («participio cognado»), la otra forma de traducir en la Septuaginta el «infinitivo constructo hebreo antepuesto»    

Además del llamado «dativo cognado», la Septuaginta también empleó el llamado «participio interno» («participio cognado»), una construcción sintáctica que involucra a un participio (en singular o plural, y en caso nominativo) seguido de una forma verbal finita (verbo conjugado) de la misma raíz verbal del participio.

Luego, en esta construcción sintáctica, el participio se emplea para enfatizar o incrementar o acentuar la acción del verbo conjugado que aparece en dicha construcción.

Ahora bien, llama la atención que hay quienes sugieren, erróneamente, desde nuestro punto de vista, que este participio puede omitirse en la traducción, como si fuera un participio pleonástico, cuando en verdad no lo es.

En tal sentido, la propuesta de que dicho participio debe o puede traducirse en la traducción, no toma en cuenta la función adverbial del participio en dicha construcción sintáctica. 

En realidad, lo correcto es traducir la construcción del «participio cognado» en la misma forma en que vimos que se ha de traducir la construcción sintáctica del llamado «dativo cognado»: empleando alguna palabra o expresión que ponga de relieve el énfasis, acentuación o incremento de la acción verbal de la forma verbal finita (verbo conjugado) que aparece en dicha construcción sintáctica.

Por otro lado, sin bien el «dativo cognado» aparece en el Nuevo Testamento como un recurso también empleado por los autores del Nuevo Testamento mismo (no sólo en citas de la Biblia Hebrea tomadas de su versión griega); en cambio, la presencia del «participio cognado» en el Nuevo Testamento sólo ocurre en citas de la Biblia Hebrea vía su versión griega. 

Ejemplos del «participio cognado» en la Septuaginta y en el Nuevo Testamento Griego

Éxodo 3.7 y Hechos 7.34

En Éxodo 3.7 y en Hechos 7.34 observamos la expresión «ídon éidon».

Consiste «ídon» en un participio aoristo segundo (fuerte), en caso nominativo masculino singular, del verbo «joráo» (yo veo).

Y «éidon», es una forma verbal del mismo verbo «joráo», en tiempo aoristo segundo (fuerte), voz activa, modo indicativo, primera persona del singular (yo vi, he visto).

Consecuentemente, una traducción acertada de la expresión o construcción sintáctica «ídon éidon», tanto en Éxodo 3.7 como en Hechos 7.34, debe ir en la siguiente línea: he visto bien, he visto de cerca, he visto con claridad, etc.     

Isaías 6,9 y Marcos 4.12

En Isaías 6.9 está presente la expresión «blépontes blépsete».

Es «blépontes» un participio presente, voz activa, en caso nominativo masculino plural, del verbo «blépo» (yo veo, yo miro).

Y «blépsete», es una forma verbal del mismo verbo «blépo», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del plural (ustedes verán).

Luego, una traducción acertada de la expresión «blépontes blépsete», presente en Isaías 6.9, debe ir en la siguiente línea: ustedes oirán bien, escucharán con atención, oirán con detenimiento, etc.  

Sin embargo, si bien Marcos 4.12 hace referencia a Isaías 6.9, lo hace realizando algunos cambios.

Por un lado, coincide Marcos 4.12 con la traducción griega de Isaías 6.9, al emplear por igual el participio «blépontes», participio presente, voz activa, en caso nominativo masculino plural, del verbo «blépo» (yo veo, yo miro).

Pero en lugar de emplear la forma verbal «blépsete» (presente en Isaías 6.9, una verbal en tiempo futuro, voz activa y en el modo indicativo), más bien empleó la forma verbal «bléposin», una forma verbal del mismo verbo «blépo», pero en tiempo presente, voz activa, modo subjuntivo, tercera persona del plural (vean ellos).

Consecuentemente, una traducción acertada de la expresión «blépontes bléposin» (más la conjunción «jina»), presente en Marcos 4.12, debe ir en la siguiente línea: para que vean bien, para que vean con claridad, etc.  

Finalmente, llama la atención que en Isaías 6.9 también está presente un «dativo cognado», «akoé akúsete», el cual fue sustituido en Marcos por un «participio cognado», o sea, «akúontes akúosin».

Muy a propósito del segundo año de nuestro curso de «griego koiné» (que inició el pasado lunes), y de nuestro curso de «hebreo clásico» (desde cero, que inició el pasado martes).

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné» (desde cero), que inicia el viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participo griego», que inicia el sábado 5 de octubre.

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