Una traducción o versión interlinear de la Biblia tampoco puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual





Una traducción o versión interlinear de la Biblia tampoco puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual

Héctor B. Olea C.

Si la exégesis bíblica crítica y académica supone, en primer lugar, la fijación del mejor texto posible (el más antiguo y el mejor en conformidad a los manuscritos, la evidencia documental y la evidencia interna) a través de la crítica textual; y, en segundo lugar, el análisis filológico (lingüístico, gramatical o morfosintáctico) del texto en su lengua original; debería ser demasiado evidente que no es posible llevar a cabo un serio ejercicio de crítica textual sin el conocimiento de la lengua original del texto, y sin tener a la mano una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento Griego.

Consecuentemente, es preciso insistir en que una versión o traducción convencional de la Biblia (por buena que sea) no puede ser asumida como el punto de partida para un ejercicio de crítica textual, y una traducción o versión interlinear, tampoco (incluso incluyendo algunas observaciones de crítica textual al pie de página). 

La razón es que, en honor a la verdad, la principal diferencia entre una versión o traducción convencional de la Biblia (parcial o completa) y una traducción o versión interlinear, es que ésta última permite ver el texto fuente, y que la traducción se hace palabra por palabra.

Por otro lado, otro tipo de traducción que también permite ver el texto fuente, aunque no se hace palabra por palabra, es la «traducción en paralelo».

La «traducción en paralelo» se puede presentar en dos formas. Por un lado, en dos columnas en una misma página, la primera columna (que muestra el texto fuente), y la segunda columna (con la traducción del mismo).  

Por supuesto, en muchas ocasiones, tal vez en la mayoría de los casos, la traducción en paralelo no refleja una traducción directa del texto fuente mostrado, sino más bien la traducción de alguna versión convencional de la Biblia establecida y conocida en el mercado.

Ahora bien, si la persona no conoce la lengua original del texto (de la Biblia Hebrea o del Nuevo Testamento), nada le aportará a su comprensión del mismo el emplear una versión de la Biblia que le muestre el texto fuente, si al final la persona no puede evaluarlo y analizarlo por sí misma crítica, gramatical o morfosintácticamente.  

Luego, una cosa es que una traducción de la Biblia, convencional, en paralelo o interlinear, por ejemplo, asuma como texto base para el llamado Antiguo Testamento, el texto de la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», que reproduce el «Códice de Leningrado B19a», y para el llamado Nuevo Testamento, el texto de la edición la serie «Nestle – Aland» (ya en su edición 28); y otra cosa es que dichas versiones constituyan verdaderas ediciones críticas y científicas del texto bíblico (no simplemente, incluso, «Biblias de estudio»).

En tal sentido, vuelvo a poner de relieve las características de una versión de la Biblia Hebrea que sea crítica y científica (siguiendo de modelo la «Biblia Hebraica Stuttgartensia»):

Muestra el texto hebreo, con los acentos disyuntivos y conjuntivos, con el «circellus» (pequeño círculo que hace referencia a la masora pequeña); la masora pequeña, masora quetaná, masora parva (el conjunto de notas y observaciones masoréticas que se encuentra en el margen derecho de las páginas pares y en el margen izquierdo de las páginas impares); el aparato crítico (al cual se hace referencia con una letra en la palabra del texto que tiene alguna observación o referencia crítica en el aparato crítico); las referencias a la masora guedolá, masora magna, masora grande (a la cual se hace referencia con un número en la nota masorética en la masora quetaná, masora parva, masora pequeña, e identificada con la sigla Mm); así como la masora final (sin puntuación y al terminar el texto de cada libro de la Biblia Hebrea).

En cuanto al Nuevo Testamento, las características de una versión crítica y científica del Nuevo Testamento son las siguientes (siguiendo de modelo la serie «Nestle-Aland», ya en su edición 28):

En primer lugar, muestra el texto, pero además de incluir los acentos y los signos de puntuación gramaticales, muestra los signos que identifican los tipos de variantes: a) las variantes simples: adición (inserción o interpolación), omisión, inversión, mutación; b) las variantes compuestas: adición con mutación, omisión con mutación, inversión con mutación, adición con omisión y cambio, omisión con inversión, inversión en palabras separadas, mutación de palabras separadas, variación de toda una frase.

En segundo lugar, el aparato crítico al terminar el texto, que incluye las variantes, su apoyo en la transmisión textual, en los manuscritos y, dependiendo el tipo de variante, incluso el apoyo textual que tiene en los manuscritos la lectura o variante que se incluyó o asumió en el texto.

En tercer lugar, en los márgenes internos señala la estructura alternativa del texto tal como se encuentra tradicionalmente en el manuscrito.

En consecuencia, independientemente de la base textual que asuman para la traducción del llamado Antiguo Testamento y del llamado Nuevo Testamento; las versiones interlineales de la Biblia no pueden ser el punto de partida de un serio ejercicio de crítica textual, porque sencillamente no constituyen ediciones críticas y científicas de la Biblia (parciales o completas).

Dos casos ilustrativos (uno de la Biblia Hebrea y otro del llamado Nuevo Testamento)

A manera de ilustración, presento una imagen de la página del Salmo 100, de la obra «Antiguo Testamento Interlinear hebreo-español, tomo III», publicada por CLIE (1997), y una imagen de la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», donde se muestra el mismo Salmo 100, para mostrar las diferencias que exhibe una página de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea respecto de una página de una versión o traducción no científica de la misma Biblia Hebrea, incluso, una traducción interlinear. 

Evidentemente, la versión interlinear no le permite ver al (la) exégeta la masora pequeña (masorá quetaná) que señala el «queré» (lo que debe ser leído que, en cambio, sí lo muestra la Biblia Hebraica Stuttgartensia), ni el aparato crítico.

Por supuesto, la observación masorética que aparece en la masora pequeña (masorá quetaná) y que es exhibida en la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», permite comprender por qué hay versiones de la Biblia que en lugar de traducir «él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos» (como la Reina Valera 1960, y el interlinear mostrado), traducen «él nos hizo y le pertenecemos» (como la Nueva Traducción Viviente NTV, o «él nos hizo y somos suyos»).

Evidentemente, asumir el «queré» (lo que debe ser leído) es más consistente con la segunda parte del Salmo 100.3 que dice: «somos su pueblo, las ovejas de su prado» (él nos hizo y somos suyos, su pueblo, las ovejas de su prado).

Con respecto al llamado Nuevo Testamento, presento una imagen de la página del Evangelio de Mateo 4 de la obra «El Nuevo Testamento Interlinear Palabra por palabra», publicada por Sociedades Bíblicas Unidas (2012), y una imagen del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28» (2012), donde se muestra el mismo capítulo 4 de Mateo.

Lógicamente, el objetivo es, otra vez, mostrar las diferencias que exhibe una página de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego, respecto de una página de una versión o traducción no científica del mismo, incluso, una traducción interlinear. 

Obviamente, la página del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28» nos pone al tanto, en primer lugar, de que algunos manuscritos omiten el artículo determinado que aparece delante del sustantivo Jesús; en segundo lugar, en una primera impresión de dicha edición 28, se pone de relieve que las diez palabras que en griego conforman la traducción: «al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo», son colocadas en algunos manuscritos en un orden distinto, en el siguiente orden: «por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo».

Sin embargo, en una segunda impresión de la misma edición 28 del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland», el aparato crítico establece que sólo las primeras seis (6) palabras («al desierto por el Espíritu») son colocadas en un orden distinto, o sea: «por el Espíritu al desierto».

Luego, como lo muestra el caso de Mateo 4.1, no toda variación en el texto es de real importancia para la exégesis bíblica y tiene serias implicaciones para la teología del texto; pero sólo una edición crítica como la del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28», le permitirá a la persona exégeta estar al tanto de las distintas problemáticas que presenta un texto del Nuevo Testamento desde el punto de vista de la crítica textual.

Para cerrar, quiero volver a insistir en poner de relieve las siguientes conclusiones:   

En primer lugar, debe ser claro que no es posible hacer un serio ejercicio de crítica textual con base en un simple estudio comparativo de versiones de la Biblia (porque la persona que pretende realizar una exégesis bíblica no conoce las lenguas bíblicas).

En segundo lugar, no es, pues, el estudio comparativo de versiones de la Biblia el procedimiento recomendado y esperado para el establecimiento del mejor texto posible, ni el adecuado punto de partida de una metodología exegética seria.

En tercer lugar, debería ser demasiado obvio que no es posible hacer un verdadero ejercicio de crítica textual de la Biblia Hebrea sin un conocimiento más que promedio de las lenguas originales de la Biblia Hebrea (hebreo y arameo).

Por supuesto, tampoco será posible hacer un uso consciente y óptimo de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea, sin el conocimiento esperado de las lenguas originales de la Biblia Hebrea, y sin una buena introducción al uso de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea. 

Además, no es posible hacer un serio análisis lingüístico (gramatical o morfosintáctico) de un texto de la Biblia Hebrea, sin el conocimiento requerido de las lenguas originales de la Biblia Hebrea (hebreo y arameo).

En cuanto lugar, tampoco será posible hacer un verdadero ejercicio de crítica textual del Nuevo Testamento Griego, sin el conocimiento esperado de la lengua original del Nuevo Testamento (el griego koiné).

Como tampoco será posible hacer el necesario y serio análisis lingüístico (gramatical o morfosintáctico) de un texto del Nuevo Testamento Griego, sin el conocimiento adecuado del griego koiné.

Lógicamente, tampoco será posible hacer un uso consciente y óptimo de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego, sin una buena introducción al uso de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego.  

En suma, la persona que tenga la meta de adentrarse seriamente en el campo de la crítica textual bíblica y de la metodología exegética seria, debe comenzar cuanto antes a invertir tiempo (con todas sus implicaciones) en el estudio serio, profesional y no elemental de las lenguas bíblicas, y procurar tener a la mano las mejores y disponibles ediciones críticas y científicas de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento Griego.

Lo cierto es que una versión o traducción convencional de la Biblia (parcial o completa), no puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual, una versión o traducción interlinear, tampoco, así de sencillo. 

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