Cuando la gramática es la clave, y no la crítica textual, cursos de crítica textual y traducción de la Biblia


Cuando la gramática es la clave, y no la crítica textual

Nociones de griego koiné y de crítica textual

Héctor B. Olea C.

En una serie de artículos que he publicado recientemente, he insistido en poner de relieve que, sin conocer la lengua original del texto y sin tener a la mano una edición crítica de la Biblia Hebrea o del Nuevo Testamento Griego, no es posible llevar a cabo un serio análisis de crítica textual.

Pero también he insistido en que no siempre las diferencias que puedan existir entre las versiones de la Biblia (incluyendo las versione interlineales) se explican desde el punto de vista de la crítica textual, pues muchas veces dichas diferencias se explican más bien desde la gramática, desde el punto de vista del análisis gramatical (o morfosintáctico).

Consecuentemente, sin el conocimiento adecuado de la lengua original del texto, no es posible llevar a cabo un serio y consistente análisis gramatical de una palabra sintagma o expresión en la lengua en que nos ha llegado el texto (hebreo, arameo o griego).

En tal sentido, con el presente y breve artículo me he propuesto analizar la situación que se nos presenta en relación a un texto muy popular, pero que en realidad no muestra una problemática de importancia desde el punto de vista de la crítica textual, pero sí desde el punto de vista de la gramática, del análisis gramatical.

El texto es cuestión es Juan 20.17 y allí la expresión «me mu jáptú»

Está constituida la expresión «me mu jáptú», por el negativo «me» («no»), por lo general empleado con los modos distintos al modo indicativo, más la forma verbal «jáptu», un imperativo en el tema del presente, de la segunda persona del singular («tú»), y por «mu», pronombre personal de la primera persona del singular («egó»: yo), en caso genitivo.

Luego y, por un lado, en lo que al análisis de crítica textual se refiere, hemos de estar al tanto de que la única problemática que presenta la expresión «me mu jáptú», consiste en que el Códice Vaticano (B 03, del siglo IV), coloca en un orden distinto las palabras que conforman dicha expresión, o sea: «me jáptú mu», orden que, por supuesto, no altera en nada la semántica de dicha expresión.

Por otro lado, en lo que al análisis gramatical se refiere, hemos de observar que:

En primer lugar, la expresión «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu», consiste en una prohibición o mandato negativo.

En segundo lugar, dado que la forma verbal «jáptú» exhibe sin cambio alguno la raíz verbal, confirma que estamos ante una forma verbal en el tema de presente.

En tercer lugar, consiste «jáptú» en un imperativo de tiempo presente, con la morfología de la voz media y pasiva (pero aquí en voz media), de la segunda persona del singular del verbo «jápto»: en voz activa: encender, incendiar, iluminar, seguido del caso acusativo.

Pero en la voz media, seguido del caso genitivo (como aquí), significa: “tomar”, “agarrar”, “coger”, “tocar”, “tomar para sí”, etc.

En cuarto lugar, una prohibición que en griego se da en el tema de presente, implica que se procura detener una acción ya en progreso, en desarrollo («no juegues», o sea, no sigas jugando, deja de jugar), y no el evitar que una acción comience a desarrollarse (valor de una prohibición dada en el tema del aoristo, y estrictamente con el modo subjuntivo: «no juegues», o sea, no te pongas a jugar, no comiences a jugar).

En quinto lugar, que la forma verbal «jáptú» esté en voz media, implica que Jesús no le habría dicho a María Magdalena que no lo siguiera incendiando; sino que no lo siguiera tocando, que dejara de aferrarse a él, que lo soltara.

En sexto lugar, una traducción acertada de la frase «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu» (según el Códice Vaticano B 03), debe ir en la siguiente línea: suéltame, deja de aferrarte a mí, no me sigas tocando, etc., demandando el cese de una acción ya iniciada, en progreso.

¿Qué dicen algunas traducciones interlineales?

El demasiado popular «Nuevo Testamento griego español» de Francisco Lacueva (CLIE 1984), tradujo igual que la versión Reina Valera 1960 («no me toques», pero entre paréntesis agrega («más»).

Por otro lado, «El Nuevo Testamento interlineal Palabra por Palabra» (griego español), de Elsa Tamez e Isela Trujillo, también tradujo en forma similar a la obra de Francisco Lacueva: «no me agarres», pero entre paréntesis agregó la traducción «suéltame».

Como podemos observar, las dos conocidas versiones interlineales apelan a figura de paréntesis para precisar una traducción cuestionable, en lugar de proponer de manera directa en el texto la que entendían que era la traducción más acertada de la frase en cuestión.

Además, llama la atención que incluso en el llamado «Interlineal Académico del Nuevo Testamento Griego - Español» (CLIE, 2017), una revisión y especie de actualización de la original obra de Francisco Lacueva de 1984; también se mantuvo en la línea del original interlineal de Francisco Lacueva, al traducir: «no de mi agarres», para luego, en una nota al pie de página, explicar: “O sea, «no me detengas»”.  

Finalmente, la obra «El Nuevo Testamento Interlineal Griego – Español teológico y exegético» (PATMOS, 2018) también va en la misma línea de los anteriores interlineales mencionados («no de mí aferres»).

O sea, traducen de una manera cuestionable, para luego apelar a un paréntesis o una nota al pie de página, para precisar mejor el sentido de la expresión «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu»; en lugar de colocar en el texto la acertada traducción del mismo, con lo cual se ahorrarían el paréntesis y las notas al pie de página.

En conclusión:

En primer lugar, ninguna versión de la Biblia, por buena que sea (las interlineales incluidas), puede ser el punto de partida para un serio, consciente y responsable ejercicio de crítica textual.

En segundo lugar, no todas las diferencias que se pueden constatar entre las versiones de la Biblia, se explican desde el punto de vista de la crítica textual. En muchos casos la explicación la tiene la gramática.

En tercer lugar y, consecuentemente, no es posible realizar un serio, consciente y responsable ejercicio de crítica textual y de traducción, sin conocer la lengua original del texto, y sin tener a la mano una edición crítica de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento.

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