Unas observaciones necesarias y pertinentes
Héctor
B. Olea C.
Ante el título de mi libro “La Biblia misma
no afirma ser «inspirada»,” una pregunta que se me ha planteado un sin número
de veces, por diversas personas, en distintos escenarios y a través de
distintos medios, es: ¿Y si la Biblia no es inspirada, qué es?
Por supuesto, es demasiado evidente la triste
y manifiesta confusión que muestran muchas personas respecto del título de mi
obra: “La Biblia misma no afirma ser «inspirada»,” con la expresión ajena a mi
obra: «La Biblia no es inspirada».
Ahora bien, una lectura comprensiva y
consciente del título y portada de mi libro deja ver de inmediato, con claridad
meridiana, que tal pregunta (y confusión) es improcedente, inadmisible, que se
sustenta, incluso, en una mala y defectuosa lectura y comprensión del título de
mi obra, y que además tiene como fundamento al menos dos muy populares falacias
lógicas biblicoteológicas.
Paso a explicarme.
En primer lugar, mi libro no es una obra de
teología sistemática, supeditada al pensamiento teológico sistemático; es más
bien, y de manera declarada, una obra de exégesis bíblica, crítica y
académica.
En segundo lugar, el título de mi libro no
niega que podamos hablar de la inspiración en relación a la Biblia, en algún
sentido, en alguna forma. De hecho, mi obra concluye poniendo de relieve la
forma adecuada y acertada en que con base en el texto de 2 Timoteo 3.16 y otros
textos relacionados, con base en una traducción acertada de dicho texto es
legítimo hablar de la inspiración divina en relación a la Biblia.
En tercer lugar, la consideración racional
del título de mi libro, del título completo, como debe ser, sin mutilación
alguna; ha de tener en cuenta, debe tener en cuenta la siguiente declaración
que también forma parte integral del mismo: “Un análisis y comentario crítico,
exegético y valiente del texto griego de 2 Timoteo 3.16”.
Consecuentemente, lo que plantea mi libro es
que una traducción acertada del texto griego de 2 Timoteo 3.16, a la luz de la
gramática griega y su contexto histórico vital; pone de relieve que la
traducción de dicho texto en la versión Reina Valera 1960 y otras muy populares
versiones de la Biblia, sencillamente no es acertada, que otra traducción es posible,
la legitima y acertada.
En cuarto lugar, la pregunta a la que hago
referencia pone de manifiesto, además,
una demasiado común y popular falacia lógica biblicoteológica, la
falacia de que todo lo que afirman, creen y practican las iglesias cristianas y
evangélicas se sustenta en una afirmación bíblica legítima, demostrable, sustentable, y consistente. Con otras palabras, que todas las prácticas, afirmaciones y
presuposiciones de las iglesias cristianas y evangélicas son “bíblicas”, en el
correcto uso del término; cuando en honor a la verdad esto no es cierto, y no
es más que una simple falacia lógica biblicoteológica.
Por cierto, otra falacia lógica
biblicoteológica es la que presupone que la palabra griega «grafé» (escritura)
en 2 Timoteo 3.15 y 16 (y Juan 5.39), es un sinónimo y perfecto equivalente de
nuestro concepto actual de «Biblia». Obviamente, esta muy equivocada idea
lamentable y tristemente ha venido a ser reforzada, aunque de manera ilegítima
y forzada, por la versión de la Biblia conocida como «Traducción en Lenguaje
Actual (TLA)» (Copyright © 2000 United Bible
Societies), que emplea la palabra «Biblia» como traducción de «grafé»
en 2 Timoteo 3.15 y16, Juan 5.39, así como en muchos otros textos bíblicos.
En consecuencia, si un análisis exegético,
como al que invito y planteo en mi obra, si una relectura consciente y bien
sustentada del texto griego de 2 Timoteo 3.16, si una traducción acertada y
sustentada en dicho análisis demuestra que la traducción de la Versión Reina
Valera (y otras versiones de la Biblia) no es acertada; que tampoco es sinónimo
ni equivalente la palabra griega «grafé» a nuestro concepto actual de «Biblia»;
la pregunta lógica debe ser: si en realidad 2 Timoteo 3.16 no legitima la
afirmación: «toda la Escritura (toda la Biblia) es inspirada por Dios», ¿quién
ha sido el responsable de tal afirmación? ¿Quién ha sido, quién es el sujeto
responsable que, sin base legítima textual alguna, le ha impuesto al imaginario
colectivo cristiano y evangélico la idea de que «toda la Escritura (toda la
Biblia) es inspirada por Dios»?
Consecuentemente, esta es la pregunta lógica
hacia donde debe conducir el título de mi libro.
Por supuesto, si usted desea conocer la
respuesta que ofrezco a esta pregunta, tendrá que adquirir y leer mi libro, así
de sencillo.
¡Hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario