¿Son las relaciones homosexuales «contra naturaleza»?
Un análisis y exégesis de Judas 7, y Romanos 1.26-27
Héctor B. Olea C.
A
modo de introducción:
El objetivo de este estudio no es otro que el
que siempre ha motivado mis reflexiones y la elaboración de mis comentarios en
tono a la Biblia: hacer oír la propia voz de los textos en su propio contexto,
tomando la debida distancia de las rígidas y artificiales sistematizaciones y
concordistas líneas interpretativas que en diversas maneras ejercen violencia
sobre los textos bíblicos.
Por otro lado, otra razón más para la
realización de este estudio, consiste en la constatación de una defectuosa y
sesgada traducción de los pasajes objetos de estudio en este trabajo,
traducción y forma textual que, sin duda, explica y hasta hace prevalecer y
parecer razonables ciertas líneas interpretativas.
Finalmente, consiste este estudio en un
trabajo valiente, crítico y decidido a promover la necesaria relectura de los
textos bíblicos y, por supuesto, la necesidad de repensar ciertas conclusiones
y posturas, a la luz de los datos que aporte este trabajo.
¡Manos a la obra!
Análisis
y comentario de Judas 7
Según Judas 7, ¿Es la homosexualidad un acto
contra naturaleza, antinatural?
¿Qué es lo que en realidad enseña y hacia
donde apunta este pasaje?
Una
brevísima introducción a la carta de Judas
La carta de Judas, a pesar del nombre del
autor con que se identifica, en realidad es una carta pseudónima, cuyo autor en
verdad se desconoce. Fe escrita a finales del primer siglo, alrededor de los
años 90 o a principios del segundo siglo de nuestra era. Muchos estudiosos
conservadores la fechan alrededor de los años 50.
Destaca Raymond E. Brown que esta pequeña
carta tiene tres ejemplos de castigo a la desobediencia y su aplicación
(versículos 5-10)
El primer ejemplo, un grupo de israelitas que
habiendo sido liberados de la esclavitud egipcia, luego no conservaron la fe y
perecieron en el desierto.
El segundo ejemplo, un número no especificado
de ángeles (mensajeros celestiales) que no mantuvieron su integridad y tuvieron
contacto sexual con mujeres.
En tercer y último ejemplo, la destrucción de
Sodoma y Gomorra, cuyo pecado, según el autor de esta carta, fue similar y de
la misma naturaleza que el de los ángeles que no conservador su integridad y
posición de honor; en consecuencia, el definir y describir con precisión el
pecado y desobediencia de los ángeles que no conservaron su integridad, será
clave y vital para comprender (y definir bien cuál fue el pecado de Sodoma y
Gomorra), evaluar y aplicar el mensaje de esta carta respecto de las dos
ciudades en cuestión.
La
traducción de Judas 7 en la versión Reina Valera 1960
“Como Sodoma y Gomorra y las ciudades
vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido
en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el
castigo del fuego eterno”
La
transliteración fonética de Judas 7
“Jos Sódoma y Gómorra kái jai perí autás
póleis ton jómion proton tútois ekpornéusasai kái apelthúsai opíso sarkós
jetéras, prókeintai déigma purós aioníu díken jupéjusai”
Una
traducción literal de Judas 7
“Como Sodoma y Gomorra, y las ciudades
vecinas que a semejanza de estos primeros (referencia a los ángeles del
versículo 6 que no guardaron su dignidad) se prostituyeron (corrompieron) y
fueron tras otra carne (carne de otra naturaleza), fueron puestas como ejemplo
(advertencia), sufriendo el castigo del fuego eterno”
Una
traducción fluida (por equivalencia dinámica) de Judas 7, a la luz del texto
griego reflejado por la transliteración fonética arriba citada
“A semejanza de los mensajeros celestiales
que no guardaron su dignidad y buscaron tener relaciones sexuales con seres de
otra naturaleza (mujeres), así también Sodoma y Gomorra y sus ciudades vecinas,
se corrompieron y procuraron tener relaciones sexuales con seres de otra
naturaleza (seres celestiales, no humanos); por eso fueron destruidas, como
advertencia para nosotros”
Análisis
crítico de la traducción de Judas 7 que se observa en la versión Reina Valera,
y por extensión, de otras versiones de la Biblia, también
El elemento problemático de la traducción que
muestra la versión Reina Valera de Judas 7, es empleo de la expresión «vicios
contra naturaleza»; traducción aceptable y hasta explicable, pero problemática a
la luz del texto griego, que después de todo no apunta a la homosexualidad, y
que, sin duda, impacta negativamente (aparentemente más de lo necesario, digo
yo) la idea que la gente se hace de Sodoma y Gomorra.
Una mejor traducción que la que se lee en la
Reina Valera 1960, la encontramos en «La Santa Biblia» (comentada), versión de
Monseñor Juan Straubinger, cito: “Así mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades
comarcanas, que de igual modo que éstos se habían entregado a la fornicación,
yéndose tras carne extraña, yacen para escarmiento sufriendo el castigo de un
fuego eterno”
Análisis
y comentario de Judas 7
A pesar de que muchas versiones de la Biblia
traducen con palabras cargadas por lo general con unos significados muy
peyorativos, nuestro pasaje en cuestión; lo cierto es que literalmente Judas
afirma que “Sodoma, Gomorra y sus ciudades vecinas, procuraron tener relaciones
sexuales con seres de otra carne, de otra naturaleza, en clara e indiscutible
referencia a los mensajeros celestiales que visitaron la casa de Lot en Génesis
19; este fue, pues, su pecado, según el apóstol Judas, y la causa de su
destrucción.
Con la expresión “a semejanza de estos
primeros” (en la Reina Valera “de la misma manera que aquéllos”), el autor de
la carta de Judas hace referencia a los ángeles o mensajeros celestiales del
versículo 6, que no guardaron su dignidad (en alusión a los ángeles de Génesis
6), que desearon y buscaron tener relaciones sexuales con mujeres (otra carne,
otra naturaleza para ellos).
En suma, lo que plantea Judas 7 es que como
los ángeles o mensajeros celestiales de Génesis 6, procuraron tener relaciones
sexuales con mujeres, seres de otra carne, de otra naturaleza para ellos,
perdiendo así su dignidad; así también los habitantes de Sodoma y Gomorra, se
corrompieron cuando quisieron tener relaciones sexuales con los mensajeros
celestiales que visitaron a Lot y su familia (Génesis 19.1-25).
La diferencia está, por supuesto, en que esta
vez, a diferencia de Génesis 6 (que supuso una relación sexual de tipo
heterosexual); la acción de los habitantes de Sodoma y Gomorra (Génesis 19.1-25)
suponía una relación sexual de tipo homosexual. En este sentido y, en
consecuencia, hay que admitir que para Judas, la destrucción de Sodoma y
Gomorra no estuvo relacionada para nada con la homosexualidad, sino con haber
querido tener relaciones sexuales sus habitantes (un segmento de sus
habitantes), con seres de “otra carne”, o sea “de otra naturaleza” (seres
celestiales).
Ahora bien, que esta es la línea de
pensamiento del apóstol Judas, se pone en evidencia cuando él mismo dice que “Sodoma,
Gomorra y sus ciudades vecinas” pecaron a semejanza de los ángeles que no
guardaron su dignidad, en alusión a Génesis 6. Y según Génesis 6, el pecado de
estos ángeles en nada tuvo que ver con la homosexualidad, sino y más bien, el
haber tenido relaciones sexuales de tipo heterosexual con mujeres, seres de
otra carne, de otra naturaleza.
Conclusiones:
Es muy cuestionable, desacertada y sugiero
evitar la traducción “vicios contra naturaleza”, apuntando a la acción de los
habitantes de Sodoma y Gomorra, en Génesis 19.1-25, en ocasión de la visita de
los mensajeros celestiales que visitaron a Lot y su familia.
Por otro lado, el punto de vista de la carta
de Judas es que la acción de los habitantes de Sodoma y Gomorra en Génesis
19.1.25, es condenable, no porque involucró o supuso una relación de tipo
homosexual (como en efecto la implicó), sino porque involucró el intento de una
relación sexual con seres celestiales.
Finalmente, a la luz de lo que realmente dice
el texto griego de Judas 7, la homosexualidad no es contra naturaleza, pero de
todos modos, es inadmisible que se entienda la expresión “vicios contra
naturaleza”, como apuntando y haciendo referencia a la homosexualidad. A pesar
de todo, la expresión “vicios contra naturaleza” en realidad apunta a la
relación sexual (heterosexual en Génesis 6, pero homosexual en Génesis 19) de
seres humanos con seres celestiales y viceversa.
Relevancia
y pertinencia de Judas 7 hoy (implicaciones hermenéuticas)
¿Creía el autor de la carta de Judas en la
existencia real y efectiva de seres angelicales o celestiales, especie de
dioses inferiores?
¿Es posible creer todavía hoy en la
existencia de los ángeles o seres celestiales?
¿Es posible seguir creyendo hoy en la
posibilidad y viabilidad de relaciones sexuales entre seres humanos con seres
celestiales o dioses inferiores?
Me parece pertinente aquí la observación que hace
Herculano Alves: “La Biblia usó el mismo lenguaje que las culturas y pueblos de
su tiempo tenían para hablar de los seres intermediarios entre Dios y los
hombres… La Biblia, siguiendo el uso de la religión y el lenguaje popular de su
tiempo, supone la existencia de los ángeles –buenos o malos- como seres de la
corte celestial, sin necesidad de hablar de su creación” («Símbolos en la
Biblia», Ediciones Sígueme, Salamanca, España, páginas 56 y 57).
En lo personal, pienso que al margen de cómo
respondamos hoy las preguntas planteadas, al margen de cómo entendamos nosotros
la existencia de los ángeles (mensajeros celestiales e intermediarios entre
Dios y los seres humanos), como real o supuesta, o como simplemente simbólica; para
el autor de la carta de Judas no parece ser un asunto que está en discusión.
En consecuencia, sin la necesidad de darle hoy
un carácter histórico a la existencia de los ángeles o mensajeros celestiales, el
mensaje de la carta de Judas es claro y contundente: la razón de la destrucción
de Sodoma y Gomorra en nada tuvo que ver con la homosexualidad, sino con el
deseo de sus habitantes, específicamente para la ocasión de la visita de unos
mensajeros celestiales a la casa de Lot (Génesis 19.1-25), de querer tener
relaciones sexuales con ellos. Por supuesto, según el relato bíblico, los
habitantes de Sodoma y Gomorra no lograron su objetivo.
Insisto, la interpretación del autor de Judas
(interpretación y afirmación no histórica sino de naturaleza teológica) es que
el pecado de los habitantes de Sodoma y Gomorra fue el mismo que el de los
seres celestiales de Génesis 6: el deseo de tener relacione sexuales con seres
de otra naturaleza, pecado que nada tuvo que ver con la homosexualidad; pero
todavía más interesante resulta el hecho de que si bien implicó el relato de
Génesis 19.1-25 la intención de llevar a cabo un coito de carácter homosexual
con los mensajeros celestiales que visitaron la casa de Lot, todavía y sin
embargo, no fue para Judas esta intención lo condenable y la falta grave de los
habitantes de Sodoma y Gomorra.
Ahora bien, es preciso admitir una radical
diferencia entre la falta de los seres celestiales de Génesis 6, y la de los
habitantes de Sodoma y Gomorra en Génesis 19. Según el relato de Génesis 6, los
seres angelicales y celestiales desearon y lograron tener relaciones sexuales y
hasta procrearon descendencia con mujeres (seres de otra naturaleza para ellos);
pero en relación a los habitantes de Sodoma y Gomorra, su pecado consistió en
apenas desear tener relacione sexuales con seres angelicales, esto así, pues
según el relato bíblico mismo (Génesis 19.1-25), no llegaron a concretar su
deseo.
Finalmente, no podemos perder de vista el
hecho de que si bien Judas ha hecho una interpretación y ha dado una
explicación teológica del porqué de la destrucción de Sodoma y Gomorra con base
específicamente a lo ocurrido en el relato de Génesis 19.1-25, para la ocasión
en que los mensajeros celestiales visitaron la casa de Lot; lo cierto es que en
el mismo relato los mensajeros celestiales le expresan a Lot que ya había sido
decretado el juicio divino sobre las ciudades en cuestión (véase Génesis
19.12-13); en otras palabras, le explican a Lot que la visita de ellos a su casa
era precisamente para sacarlo a él y su familia de la ciudad, pues ésta iba a
ser destruida. En otras palabras, según el relato mismo de Génesis 19, el
juicio divino sobre Sodoma y Gomorra en realidad había sido decretado
previamente, y no se decretó precisamente con base a lo ocurrido cuando los
mensajeros celestiales visitaron la casa de Lot.
En resumen, no afirma ni enseña Judas 7 que
la homosexualidad es un acto contrario a la naturaleza humana, ni que Sodoma y
Gomorra fueron destruidas por su supuesta homosexualidad. En consecuencia, no
es admisible afirmar hoy, ni relacionar siquiera teórica e hipotéticamente, la
destrucción de las ciudades en cuestión con la homosexualidad, con base en Judas 7.
Análisis
y comentario de Romanos 1.26
Una
brevísima introducción a la carta de Pablo a los Romanos
La carta de Pablo a los Romanos se encuentra
entre los escritos que se consideran genuinos del apóstol. Se entiende que fue
escrita entre los años 55-59 de nuestra era. A diferencia de los otros escritos
paulinos, la carta a los Romanos estuvo dirigida a una comunidad de fe (la
comunidad de fe de Roma), la cual nunca había sido visitada por Pablo con
anterioridad al envío de esta carta.
El pasaje que será objeto de nuestro estudio se
encuentra localizado en la sección doctrinal de la carta, en la primera parte
de la misma, y en la segunda subdivisión de la referida primera parte (Romanos
1.18-3.20), que trata de la ira de Dios y de los pecados de judíos y gentiles.
La
traducción de Romanos 1.26 en la versión Reina Valera 1960
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas;
pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza”
La
transliteración fonética de Romanos 1.26
“Diá túto paredóken autús jo theós eis páthe
atimías, kái te gar théleiai autón metélaxan ten fúsiken kresin eis pará fúsin”
Una
traducción literal de Romanos 1.26
“Por esto los entregó a ellos Dios a pasiones
vergonzosas, porque incluso sus mujeres cambiaron la relación sexual natural
por la que es contraria a la que indica la naturaleza”
Una
traducción fluida (por equivalencia dinámica) de Romanos 1.26, a la luz del
texto griego reflejado por la transliteración fonética arriba citada
“Por esto Dios los entregó a pasiones
vergonzosas, ya que incluso sus mujeres cambiaron la relación sexual natural
con varones, por una relación sexual con otras mujeres, que es contraria a lo
que indica la naturaleza”
Análisis
y comentario de Romanos 1.26
A diferencia de Judas 7, podemos decir que en
Romanos 1.26 sí se afirma que la relación homosexual es “contra naturaleza”,
“contraria a lo que indica la naturaleza”. En todo caso, la expresión “pues aun
sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza”, en
verdad puede traducirse y debe entenderse: “Porque incluso sus mujeres cambiaron
la relación sexual natural con varones (según lo señala la naturaleza, la que
se concibe como normal y legítima según la percepción y punto de vista fundamentado
en lo que se deduce de la naturaleza).
En este mismo sentido hay que entender el
contenido del versículo 27, cito: “Y de igual modo también los hombres,
abandonando la relación sexual natural con la mujer (conforme a la naturaleza,
como indica la naturaleza), se encendieron en su lascivia unos con otros,
cometiendo hechos vergonzosos (teniendo relaciones sexuales) hombres con
hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”
Ahora bien, una observación y lectura
minuciosa, y detallada del contexto de Romanos 1.26, deja ver, sin duda, que
para Pablo, la homosexualidad al menos no es el mayor o peor pecado de todos.
En efecto, para Pablo la homosexualidad tiene el mismo origen que otras
actitudes y acciones que se consideran negativas y que desagradan a Dios. Vale
decir que Pablo agrupa esta serie de actitudes negativas y pecaminosas en tres
grupos, los cuales introduce con un causal (por lo cual, por esto, y como ellos
no ellos no aprobaron…) y con la expresión “Dios los entregó a” (versículos 24,
26, 28). Observemos el esquema:
En el versículo 18, Pablo afirma que “la ira
de Dios se revela contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos”
(considérese además, otra serie de detalles en los versículos 19 y 20).
En los versículos 21 -23, Pablo argumenta y
pone de manifiesto que el principal pecado del ser humano es la idolatría (“Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la
gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de
aves, de cuadrúpedos y de reptiles”)
Luego, Pablo comienza a especificar algunas
consecuencias directas, según él, de ese
carácter idolátrico del ser humano.
En primer lugar, (versículo 24-25), Pablo plantea
que “Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones,
de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”
En segundo lugar (versículos 26 y 27), Pablo
menciona la homosexualidad, el coito homosexual, como una consecuencia directa
del abandono de Dios del ser humano a sus deseos y concupiscencias: “Por esto
Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso
natural por el que es contra naturaleza; y de igual modo también los hombres,
dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con
otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí
mismos la retribución debida a su extravío”.
En tercer lugar (versículos 28-32), Pablo
menciona otras desviaciones morales del ser humano: “Y como ellos no aprobaron
tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer
cosas que no convienen; 29estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas,
engaños y malignidades; 30murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios,
injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los
padres, 31necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;
32quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales
cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen
con los que las practican)
Ahora bien, después de entender el contexto
en que Pablo se expresa negativamente en torno al coito homosexual, retornemos
a nuestro asunto principal.
Es claro que Pablo argumenta con base
estrictamente en la naturaleza, y que su conclusión se fundamenta no un enfoque
genético, biológico, sicológico, en fin, científico, etc., sino teológico.
De todos modos, cabe preguntarse por las vías
y maneras en que se puede adoptar la naturaleza como orientadora y como guía
infalible. Creo que siendo Pablo una persona del primer siglo de nuestra era,
sin la posibilidad de hacer un planteamiento científico de la homosexualidad,
sin duda que un elemento vital para considerar la relación heterosexual como la
natural, la que se conforma a la naturaleza, es su capacidad de originar
descendencia y de garantizar la continuidad y subsistencia del ser humano.
Sin embargo, si admitimos sin reservas que en
Romanos 1.26 Pablo argumenta contra el coito o relación sexual (genital) entre
personas del mismo sexo, y no propiamente contra la homosexualidad entendida
como condición y orientación; pienso que nos ponemos en camino para admitir
también que la homosexualidad en este último sentido no estuvo en el horizonte
del apóstol Pablo.
Relevancia
y pertinencia de Romanos 1.26 hoy (implicaciones hermenéuticas)
En primer lugar, un análisis respetuoso de
Romanos 1.26 en su contexto, nos obliga a reconocer que para Pablo el coito
homosexual es una acción degradante ante Dios, que deshonra al cuerpo, y que a
todo costo debe evitarse.
En segundo lugar, es preciso igualmente
admitir que en la Biblia, en toda la Biblia, sólo Pablo fundamenta su condena
del coito homosexual en la forma en que éste lo hace.
En tercer lugar, lugar, no es posible obviar
que las palabras de Pablo hay que entenderlas en el contexto en que se dieron,
en el contexto de una afirmación teológica, que no se fundamenta en una visión
multidisciplinaria y científica de la homosexualidad como se enfoca hoy; en tal
sentido, si bien la capacidad de dar descendencia parece confirmar lo natural
de la relación heterosexual, lo cierto es que el punto de vista paulino no nos
provee una visión completa de la condición homosexual.
De hecho, no considera Pablo lo que ya parece
estar confirmado, que la relación o condición homosexual comporta la capacidad
de amar con la misma intensidad y legitimidad que una relación heterosexual; y
que siendo considerada una condición con la que se nace, que no se elige, y por
consecuencia irreversible, viene a ser ésta una condición tan natural como lo
es la heterosexualidad.
Además, creo que sería muy ilustrativo el
verificar si al menos el mismo Pablo apela en alguna otra ocasión a la
naturaleza como guía y fundamento para llegar a una determinada conclusión, y
dar alguna explicación teológica. En efecto, observamos que Pablo apela a la
naturaleza, al llamado diseño natural, en 1 Corintios 11.2-16, cuando habló de
la necesidad que tiene la mujer de llevar un velo cuando ora o profetiza.
Ahora bien y, curiosamente, en una línea muy
distinta a la que muchas personas han seguido, Pablo apela a la naturaleza. Me
explico. Por lo general se ha sostenido que Pablo ha planteado en 1 Corintios
11.2-16 que la mujer no debe llevar el velo, supuestamente porque la naturaleza
le ha dado el cabello en lugar del velo (si tiene cabello, si conserva su frondosa
cabellera, no necesita el velo); sin embargo, lo que en realidad Pablo plantea,
en una dirección totalmente contraria, y con base en la naturaleza misma, es: la
mujer debe llevar el velo sobre su cabeza, precisamente porque en lugar del
velo (apuntando al velo) la naturaleza le ha dado el cabello. En otras
palabras, para Pablo, el velo, como convencionalismo y construcción social, se
sustenta en una base legítima: el cabello, símil natural del velo.
En resumen, el argumento de Pablo sobre el
cual fundamenta la necesidad que tiene la mujer de llevar un velo sobre su
cabeza cuando ora o profetiza, tiene siete premisas, siendo la última la que apunta
al testimonio de la naturaleza: 1) La mujer afrenta a su marido cuando ora o
profetiza con la cabeza descubierta; 2) Porque no usar el velo es lo mismo que
haberse rapado la cabeza; 3) Si la mujer no ha de usar el velo, entonces que
también se rape el cabello; 4) Porque la mujer es gloria del varón; 5) Porque
la mujer fue creada con posterioridad al varón, por causa del varón y
procediendo del varón; 6) Por causa de los ángeles; 7) Porque la naturaleza le
dio a la mujer el cabello como velo, apuntando al velo, y como señal de que
necesita llevar el velo (de aquí el contraste con el varón, que en esta misma
lógica, la naturaleza evidencia que no debe tener la cabeza cubierta
precisamente en las condiciones y para las ocasiones en que se lo exige a la
mujer)..
En consecuencia, en la lógica de Pablo, la
mujer que se resista a no llevar el velo, entonces también debe raparse la cabeza,
pues el pelo, el cabello es el elemento que la naturaleza misma le ha dado como
señal de la necesidad de llevar el velo. Por supuesto, no todos estamos de
acuerdo con esa lógica de Pablo, y con esa forma de apelar a la
naturaleza.
Ahora, después de considerar la apelación que
hace Pablo a la naturaleza en relación a la necesidad que tiene la mujer de
llevar el velo, según su razonamiento; creo que estamos mejor preparados para
comprender la manera arbitraria en que el apóstol saca ciertas conclusiones con
base en la naturaleza igualmente en relación al tema de la homosexualidad o al
menos el coito homosexual.
En honor a la verdad, pienso que hoy tenemos
bases más adecuadas para evaluar y explicar la homosexualidad, que las que
tuvieron a su disposición los autores de la Biblia.
En conclusión, la pregunta no es si Pablo
condena la homosexualidad, sino si hemos de seguir y persistir en condenar la
homosexualidad sólo con base en la no tan segura guía o dirección de la
naturaleza en la cual se basó Pablo.
.
En suma, si en realidad la homosexualidad es
una condición natural que marca a un porcentaje significativo de la población
mundial, es claro que estamos en el deber de revisar y replantearnos el
concepto paulino de lo natural, de lo que es y está conforme a la naturaleza. Pienso
que se hace necesario abrir ya el abanico de opciones y replantearnos lo que ha
de considerarse hoy conforme o no a la naturaleza.
¡Hasta la próxima!