Aprenda a leer griego sin estudiar gramática griega, curso online y virtual


Una cosa es estudiar «raíces grecolatinas» (o «etimologías grecolatinas»), y otra, realizar un estudio completo y profesional de la gramática griega (griego clásico y griego koiné), como el que ofrece el IDCB.

No es lo mismo estudiar «raíces grecolatinas» (o «etimologías grecolatinas»), que, sin estudiar gramática griega, aprender a leer correctamente griego (clásico y koiné, según la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana) y a emplear con propiedad un léxico o diccionario griego (clásico y koiné).

Muy a propósito de nuestro curso «Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar con propiedad un léxico griego, sin estudiar gramática griega»; un curso de cinco semanas que inicia el viernes 17 de noviembre.

¡Incluye material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas!

Información y matriculación Aquí

 

Una cosa es citar «Palabras griegas» de William Barclay, y otra, leer griego correcta y conscientemente


Una cosa es citar «Palabras griegas» de William Barclay, y otra, leer griego correcta y conscientemente

Una cosa es citar la «Concordancia de Strong», y otra, saber leer griego

Héctor B. Olea C.

Principalmente en las tres últimas décadas del siglo pasado, muchas personas (pastores, pastoras, evangelistas, maestros de Biblia, misioneros, etc.), nos hicieron creer que sabían leer griego, incluso que en verdad conocían algo de la gramática griega.

Sin embargo, en muchísimos casos nunca fue así, sino que las personas dependieron de la clásica obra del famoso exégeta escocés William Barclay «Palabras griegas del Nuevo Testamento, su uso y su significado», publicada en español por «Casa Bautista de publicaciones» (a partir de 1977).

Ahora bien, una característica de la obra de Barclay, al menos en la traducción española, fue que nunca incluyó las palabras griegas en griego y con la debida acentuación griega, sino sólo su transcripción o transliteración al español, y sin reflejar su verdadera acentuación en griego.

En tal sentido, puedo compartirles una curiosa situación que enfrente a principios de los años 90.

Resulta que en una de las presentaciones de un espacio radial que produje en aquellos años (1991-1998), hice referencia a que en griego la palabra que se traduce «salvación» es «sotería» (palabra con hiato entre la letra «i» y la letra «a», ordinariamente un diptongo natural, pero convertido en un hiato por la tilde en la letra «i», precisamente como ocurre con las palabras «teología», «filosofía», «trigonometría», etc.).

Pues bien, resulta que una persona estudiosa, pero que no sabía nada de griego (y que pensaba que por leer la obra de Barclay sabía griego), me llamó, incluso hasta se me presentó en la emisora, para decirme que yo había cometido un error al plantear la lectura o pronunciación de la palabra griega que se traduce «salvación» en el NT griego y en la Septuaginta; que en realidad la lectura y pronunciación correcta era «soteria» (con el diptongo y sin el hiato, como palabra grave o llana).

Por supuesto, la persona en cuestión sólo me estaba citando la obra de Barclay, incluso me la presentó como base bibliográfica para su argumentación, como el fundamento supremo de su afirmación.  

Sin embargo, como era de esperarse, la persona en cuestión vino por lana y salió trasquilado, pues nunca se imaginó con quien estaba hablando, así de sencillo.

Por otro lado, en la actualidad ya prácticamente nadie cita o apela a la referida y valiosa obra de Barclay, sino a la famosísima «Concordancia Strong».

En todo caso, es preciso decir que, con relación a la misma palabra griega traducida «salvación» (NT y LXX), o sea, «sotería», a diferencia de la obra de Barclay, la «Concordancia Strong» sí la transcribió o transliteró al español reflejando la verdadera acentuación griega de dicha palabra.

Por supuesto, en este punto la «Concordancia Strong» es mejor que la referida obra de William Barclay.

Finalmente, si por ahora no deseas estudiar griego en sí; si por el momento no te interesa estudiar gramática griega, pero sí anhelas poder leer griego con propiedad (según la pronunciación erasmiana y según la pronunciación reucliniana) y utilizar conscientemente un léxico o diccionario griego (clásico y koiné); te recomiendo el curso profesional que hemos diseñado para tales fines:  

«Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar con propiedad un léxico griego, sin estudiar gramática griega»; un curso de cinco semanas que inicia el viernes 17 de noviembre.

¡Incluye material de apoyo y certificado!

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La oferta académica del IDCB para enero – abril 2024, descuento de un 40 % hasta el 15 de noviembre


 La oferta académica del IDCB para enero – abril 2024

En la postrimería del presente mes, nos complace reiterar nuestra oferta académica para el primer cuatrimestre del próximo año, incluyendo el descuento especial de un 40 % para las personas que se matriculen hasta el 15 de noviembre.

Después del 15 de noviembre las inscripciones seguirán abiertas, pero sin la oferta del descuento de un 40 %.   

Modalidades: Online (en vivo y en directo vía Zoom) y virtual (en diferido, en forma asincrónica y personalizada).

Observación importante: Todos los cursos que ofrecemos en el IDCB están dirigidos al público general, al margen de su creencia religiosa o falta de compromiso con una determinada teología institucional; pero interesado en el estudio completo, profesional, crítico, académico e independiente de las lenguas bíblicas (hebreo, arameo, griego), metodología exegética y crítica textual (de la Biblia Hebrea y del NT Griego), el griego clásico, la gramática española aplicada, traducción de la Biblia, etc.

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas!

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En griego los verbos no se presentan en el diccionario con la forma del infinitivo, cursos de griego

En griego los verbos no se presentan en el diccionario con la forma del infinitivo

Nociones de griego (clásico y koiné)

Héctor B. Olea C.

Un error muy común, incluso entre intelectuales, que en realidad no conocen a profundidad la lengua griega, que en verdad ignoran ciertas peculiaridades de la lengua griega; consiste en decir, al explicar la etimología de ciertas palabras presentes en la lengua española, que deriva, por ejemplo, del verbo «jeurískein».

Por ejemplo, al explicar la etimología de la palabra española «eureka» (interjección), el Diccionario de la Real Academia Española precisamente afirma que deriva del verbo «heurískein» (mejor «jeurískein»): hallar.

Ahora bien, induce a error una afirmación como esta, pues en realidad en griego los verbos no se colocan en el diccionario (forma léxica o enunciado) en infinitivo (como en español), sino en una forma verbal finita (un verbo conjugado).

En otras palabras, yerra la persona que piense que si va un diccionario o léxico griego va a encontrar la entrada: «jeurískein» (hallar, encontrar), pues lo que en realidad va a encontrar es la entrada: «jeurísko», una forma verbal conjugada en tiempo presente, voz activa, modo indicativo, primera persona del singular: yo hallo, yo encuentro.

En tal sentido, lo correcto es decir que la palabra «eureka» (interjección) deriva del verbo «jeurísko»; y en sentido estricto, es preciso decir que la palabra española «eureka» consiste en un calco del griego «jéureka», perfecto activo débil o primero, modo indicativo, primera persona del singular, del verbo «jeurísko».   

Entonces, profesor, ¿cómo puedo yo reconocer por mí mismo (a) un verbo en un diccionario o léxico griego?

Ante todo, lo primero a tener en cuenta es que en el sistema verbal griego los verbos se agrupan en dos grandes grupos (en realidad uno mucho mayor que el otro): los «verbos omega» o temáticos (el grupo mayor) y los «verbos en mi» o atemáticos.

Luego, tener en cuenta esta clasificación será muy importante para comprender la forma en que se presentan los verbos en un diccionario o léxico griego.

Formas de presentar los verbos en un léxico o diccionario griego

En un diccionario o léxico griego los verbos se presentan en siete formas, como lo muestra la imagen que anexo a estas líneas, cinco formas para los «verbos omega» (temáticos) y dos formas para los «verbos en mi» (atemáticos).

Por otro lado, es preciso decir que el infinitivo griego, si bien es una forma no personal del verbo, como en español; sin embargo, el infinitivo griego por lo general se lo considera un modo, y como tal tiene presencia en los cuatro temas temporales y en las tres voces del sistema verbal griego: infinitivo presente (activo, medio, pasivo), infinitivo aoristo (primero o segundo: activo, medio, pasivo), infinitivo futuro (activo, medio, pasivo), e infinitivo perfecto (activo, medio, pasivo).

Muy a propósito de nuestro curso «Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar con propiedad un léxico griego, sin estudiar gramática griega»; un curso de cinco semanas que inicia el viernes 17 de noviembre.

Y a propósito de la nueva presentación de nuestro ya conocido y establecido «Curso de Griego koiné (bíblico), desde cero, que inicia el sábado 6 de abril 2024.  

¡Ambos cursos incluyen material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas!

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Curso de hebreo bíblico y Aprenda a leer griego con propiedad


Una cosa es estudiar «raíces hebreas», y otra estudiar hebreo clásico (bíblico); no es lo mismo estudiar «raíces hebreas», que realizar un curso completo y profesional del hebreo clásico (bíblico).

Por supuesto, una cosa es estudiar «raíces grecolatinas», que realizar un estudio completo y profesional de la gramática griega (griego clásico y griego koiné).

Y no es lo mismo estudiar «raíces grecolatinas», que, sin estudiar gramática griega, aprender a leer correctamente griego (clásico y koiné, según la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana) y a emplear con propiedad un léxico o diccionario griego (clásico y koiné).

Muy a propósito de la nueva presentación de nuestro ya establecido «Curso de Hebreo Clásico (Bíblico)», desde cero, el primer año de un estudio completo, profesional y académico de la principal lengua original de la Biblia Hebrea, que inicia el lunes 8 de enero.  

Y muy a propósito de nuestro curso «Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar con propiedad un léxico griego, sin estudiar gramática griega»; un curso de cinco semanas que inicia el viernes 17 de noviembre.

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas!

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«Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar un léxico griego», un curso profesional


«Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar un léxico griego»

¿Te gustaría poder leer griego con propiedad, y sin estudiar gramática griega?

¿Te gustaría conocer con propiedad la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana al mismo tiempo, y sin tener que estudiar gramática griega?

¿Te gustaría poder utilizar con propiedad un léxico o diccionario griego (cásico y koiné), sin tener que estudiar gramática griega?

Si tus respuestas son positivas, para ti hemos diseñado el curso: «Aprenda a leer griego (clásico y koiné) y a utilizar un léxico griego»

¡El curso ideal para las personas que desean leer griego y utilizar con propiedad un diccionario griego, sin tener que estudiar gramática griega!

Duración: cinco semanas.

Día y horario: viernes 8:00 – 10:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico; 7:00 – 9:00 PM Colombia y Perú; 9:00 – 11:00 PM Chile y Argentina.   

Modalidades: Online (en vivo y en directo vía Zoom) y virtual (en diferido, en forma asincrónica y personalizada).

Inicio: viernes 17 de noviembre.

Conclusión: viernes 15 de diciembre.   

¡No requiere tener conocimientos del griego!

¡Incluye material de apoyo y certificado!

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Cuando la gramática es la clave, y no la crítica textual, cursos de crítica textual y traducción de la Biblia


Cuando la gramática es la clave, y no la crítica textual

Nociones de griego koiné y de crítica textual

Héctor B. Olea C.

En una serie de artículos que he publicado recientemente, he insistido en poner de relieve que, sin conocer la lengua original del texto y sin tener a la mano una edición crítica de la Biblia Hebrea o del Nuevo Testamento Griego, no es posible llevar a cabo un serio análisis de crítica textual.

Pero también he insistido en que no siempre las diferencias que puedan existir entre las versiones de la Biblia (incluyendo las versione interlineales) se explican desde el punto de vista de la crítica textual, pues muchas veces dichas diferencias se explican más bien desde la gramática, desde el punto de vista del análisis gramatical (o morfosintáctico).

Consecuentemente, sin el conocimiento adecuado de la lengua original del texto, no es posible llevar a cabo un serio y consistente análisis gramatical de una palabra sintagma o expresión en la lengua en que nos ha llegado el texto (hebreo, arameo o griego).

En tal sentido, con el presente y breve artículo me he propuesto analizar la situación que se nos presenta en relación a un texto muy popular, pero que en realidad no muestra una problemática de importancia desde el punto de vista de la crítica textual, pero sí desde el punto de vista de la gramática, del análisis gramatical.

El texto es cuestión es Juan 20.17 y allí la expresión «me mu jáptú»

Está constituida la expresión «me mu jáptú», por el negativo «me» («no»), por lo general empleado con los modos distintos al modo indicativo, más la forma verbal «jáptu», un imperativo en el tema del presente, de la segunda persona del singular («tú»), y por «mu», pronombre personal de la primera persona del singular («egó»: yo), en caso genitivo.

Luego y, por un lado, en lo que al análisis de crítica textual se refiere, hemos de estar al tanto de que la única problemática que presenta la expresión «me mu jáptú», consiste en que el Códice Vaticano (B 03, del siglo IV), coloca en un orden distinto las palabras que conforman dicha expresión, o sea: «me jáptú mu», orden que, por supuesto, no altera en nada la semántica de dicha expresión.

Por otro lado, en lo que al análisis gramatical se refiere, hemos de observar que:

En primer lugar, la expresión «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu», consiste en una prohibición o mandato negativo.

En segundo lugar, dado que la forma verbal «jáptú» exhibe sin cambio alguno la raíz verbal, confirma que estamos ante una forma verbal en el tema de presente.

En tercer lugar, consiste «jáptú» en un imperativo de tiempo presente, con la morfología de la voz media y pasiva (pero aquí en voz media), de la segunda persona del singular del verbo «jápto»: en voz activa: encender, incendiar, iluminar, seguido del caso acusativo.

Pero en la voz media, seguido del caso genitivo (como aquí), significa: “tomar”, “agarrar”, “coger”, “tocar”, “tomar para sí”, etc.

En cuarto lugar, una prohibición que en griego se da en el tema de presente, implica que se procura detener una acción ya en progreso, en desarrollo («no juegues», o sea, no sigas jugando, deja de jugar), y no el evitar que una acción comience a desarrollarse (valor de una prohibición dada en el tema del aoristo, y estrictamente con el modo subjuntivo: «no juegues», o sea, no te pongas a jugar, no comiences a jugar).

En quinto lugar, que la forma verbal «jáptú» esté en voz media, implica que Jesús no le habría dicho a María Magdalena que no lo siguiera incendiando; sino que no lo siguiera tocando, que dejara de aferrarse a él, que lo soltara.

En sexto lugar, una traducción acertada de la frase «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu» (según el Códice Vaticano B 03), debe ir en la siguiente línea: suéltame, deja de aferrarte a mí, no me sigas tocando, etc., demandando el cese de una acción ya iniciada, en progreso.

¿Qué dicen algunas traducciones interlineales?

El demasiado popular «Nuevo Testamento griego español» de Francisco Lacueva (CLIE 1984), tradujo igual que la versión Reina Valera 1960 («no me toques», pero entre paréntesis agrega («más»).

Por otro lado, «El Nuevo Testamento interlineal Palabra por Palabra» (griego español), de Elsa Tamez e Isela Trujillo, también tradujo en forma similar a la obra de Francisco Lacueva: «no me agarres», pero entre paréntesis agregó la traducción «suéltame».

Como podemos observar, las dos conocidas versiones interlineales apelan a figura de paréntesis para precisar una traducción cuestionable, en lugar de proponer de manera directa en el texto la que entendían que era la traducción más acertada de la frase en cuestión.

Además, llama la atención que incluso en el llamado «Interlineal Académico del Nuevo Testamento Griego - Español» (CLIE, 2017), una revisión y especie de actualización de la original obra de Francisco Lacueva de 1984; también se mantuvo en la línea del original interlineal de Francisco Lacueva, al traducir: «no de mi agarres», para luego, en una nota al pie de página, explicar: “O sea, «no me detengas»”.  

Finalmente, la obra «El Nuevo Testamento Interlineal Griego – Español teológico y exegético» (PATMOS, 2018) también va en la misma línea de los anteriores interlineales mencionados («no de mí aferres»).

O sea, traducen de una manera cuestionable, para luego apelar a un paréntesis o una nota al pie de página, para precisar mejor el sentido de la expresión «me mu jáptú» o bien, «me jáptú mu»; en lugar de colocar en el texto la acertada traducción del mismo, con lo cual se ahorrarían el paréntesis y las notas al pie de página.

En conclusión:

En primer lugar, ninguna versión de la Biblia, por buena que sea (las interlineales incluidas), puede ser el punto de partida para un serio, consciente y responsable ejercicio de crítica textual.

En segundo lugar, no todas las diferencias que se pueden constatar entre las versiones de la Biblia, se explican desde el punto de vista de la crítica textual. En muchos casos la explicación la tiene la gramática.

En tercer lugar y, consecuentemente, no es posible realizar un serio, consciente y responsable ejercicio de crítica textual y de traducción, sin conocer la lengua original del texto, y sin tener a la mano una edición crítica de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento.

Muy a propósito de nuestro curso «Crítica Textual y Metodología Exegética del Nuevo Testamento Griego» (seis meses de duración), con un enfoque crítico, profesional, académico e independiente, que inicia el miércoles 10 de enero 2024.

Y muy a propósito de nuestro diplomado «Introducción a la teoría y práctica de la traducción de la Biblia», una nueva, renovada y actualizada presentación, que inicia el viernes 5 de enero 2024.

Modalidades: Online (en vivo y en directo vía Zoom) y virtual (en diferido, en forma asincrónica y personalizada).

¡Aprovecha la oferta del descuento de un 40 % para las personas que se inscriban hasta el 15 de noviembre!

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El análisis de crítica textual (evidencia externa y evidencia interna) no es el punto de llegada, es el punto de partida


El análisis de crítica textual (evidencia externa y evidencia interna) no es el punto de llegada, es el punto de partida

Héctor B. Olea C.

No deja de sorprender que a muchas personas les cueste tanto aceptar (¿o comprender?) que el análisis de crítica textual no es el último, sino el primer paso de una sólida metodología exegética.

En tal sentido, lo que procura la crítica textual es proporcionarle a la exégesis (y posteriormente a una verdadera teología bíblica o exegética) una sólida base textual, el mejor texto posible (Guijarro: un punto de partida firme para el estudio posterior), con base a la evidencia que proporcionan los manuscritos (evidencia externa, evidencia documental) y a la evidencia interna (la que proporciona el texto mismo, y la que puede hacer inclinar la balanza hacia una determinada lectura o variante cuando la evidencia externa o documental no parece decisiva).

Los principales principios que rigen para la llamada «evidencia interna» (otros hablan de criterios internos, crítica interna) son:

En primer lugar, la «lectura más difícil» es la preferible, siempre y cuando no carezca de significado, siempre y cuando no represente un absurdo (mientras más difícil era la lectura, mayor era la tentación de cambiarla). 

En segundo lugar, la «lectura más corta» o breve es la preferible (la tendencia de los copistas era la de añadir palabras o notas al texto, no reducir el texto).

En tercer lugar, la lectura que muestre la intención de armonizar pasajes paralelos (por ejemplo, los evangelios sinópticos) debe ser rechazada.

En cuarto lugar, en general, la lectura que demuestre la intención de mejorar o modernizar el estilo del texto o del autor, debe ser rechazada.

En quinto lugar, se ha de preferir la lectura que mejor concuerde con el estilo y el vocabulario del autor.

En sexto lugar, se ha de preferir la lectura que mejor concuerde con el contexto y con la teología del autor.

Lógicamente, después de haber establecido el mejor texto posible mediante la crítica textual (que supone tomar en serio el análisis de la evidencia externa o documental y el análisis de la evidencia interna) y después del análisis lingüístico, gramatical o morfosintáctico del texto fijado o establecido mediante la crítica textual; la exégesis ha de continuar con los demás tipos de análisis que conforman la metodología exegética: crítica histórica, crítica literaria, crítica de los géneros y formas, crítica de la tradición, crítica de la redacción, el análisis estructural o semiótico, el análisis sociopolítico, hermenéutica, y los distintos tipos de «acercamientos» (que promueven una forma particular de asumir, comprender e interpretar los textos): el acercamiento canónico, el acercamiento desde las ciencias sociales (sociología, antropología cultural, sicología y sicoanálisis), el acercamiento contextual, etc.

Muy a propósito de nuestro curso «Crítica Textual y Metodología Exegética del Nuevo Testamento Griego» (seis meses de duración), una nueva sesión de nuestro ya establecido y conocido curso de crítica textual y metodología exegética del Nuevo Testamento Griego, con un enfoque crítico, profesional, académico e independiente. 

Día y horario: miércoles 8:00 – 10:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico; 7:00 – 9:00 PM Colombia y Perú; 9:00 – 11:00 PM Chile y Argentina.  

Inicio: miércoles 10 de enero. 

Modalidades: Online (en vivo y en directo vía Zoom) y virtual (en diferido, en forma asincrónica y personalizada).

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Una traducción o versión interlinear de la Biblia tampoco puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual





Una traducción o versión interlinear de la Biblia tampoco puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual

Héctor B. Olea C.

Si la exégesis bíblica crítica y académica supone, en primer lugar, la fijación del mejor texto posible (el más antiguo y el mejor en conformidad a los manuscritos, la evidencia documental y la evidencia interna) a través de la crítica textual; y, en segundo lugar, el análisis filológico (lingüístico, gramatical o morfosintáctico) del texto en su lengua original; debería ser demasiado evidente que no es posible llevar a cabo un serio ejercicio de crítica textual sin el conocimiento de la lengua original del texto, y sin tener a la mano una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento Griego.

Consecuentemente, es preciso insistir en que una versión o traducción convencional de la Biblia (por buena que sea) no puede ser asumida como el punto de partida para un ejercicio de crítica textual, y una traducción o versión interlinear, tampoco (incluso incluyendo algunas observaciones de crítica textual al pie de página). 

La razón es que, en honor a la verdad, la principal diferencia entre una versión o traducción convencional de la Biblia (parcial o completa) y una traducción o versión interlinear, es que ésta última permite ver el texto fuente, y que la traducción se hace palabra por palabra.

Por otro lado, otro tipo de traducción que también permite ver el texto fuente, aunque no se hace palabra por palabra, es la «traducción en paralelo».

La «traducción en paralelo» se puede presentar en dos formas. Por un lado, en dos columnas en una misma página, la primera columna (que muestra el texto fuente), y la segunda columna (con la traducción del mismo).  

Por supuesto, en muchas ocasiones, tal vez en la mayoría de los casos, la traducción en paralelo no refleja una traducción directa del texto fuente mostrado, sino más bien la traducción de alguna versión convencional de la Biblia establecida y conocida en el mercado.

Ahora bien, si la persona no conoce la lengua original del texto (de la Biblia Hebrea o del Nuevo Testamento), nada le aportará a su comprensión del mismo el emplear una versión de la Biblia que le muestre el texto fuente, si al final la persona no puede evaluarlo y analizarlo por sí misma crítica, gramatical o morfosintácticamente.  

Luego, una cosa es que una traducción de la Biblia, convencional, en paralelo o interlinear, por ejemplo, asuma como texto base para el llamado Antiguo Testamento, el texto de la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», que reproduce el «Códice de Leningrado B19a», y para el llamado Nuevo Testamento, el texto de la edición la serie «Nestle – Aland» (ya en su edición 28); y otra cosa es que dichas versiones constituyan verdaderas ediciones críticas y científicas del texto bíblico (no simplemente, incluso, «Biblias de estudio»).

En tal sentido, vuelvo a poner de relieve las características de una versión de la Biblia Hebrea que sea crítica y científica (siguiendo de modelo la «Biblia Hebraica Stuttgartensia»):

Muestra el texto hebreo, con los acentos disyuntivos y conjuntivos, con el «circellus» (pequeño círculo que hace referencia a la masora pequeña); la masora pequeña, masora quetaná, masora parva (el conjunto de notas y observaciones masoréticas que se encuentra en el margen derecho de las páginas pares y en el margen izquierdo de las páginas impares); el aparato crítico (al cual se hace referencia con una letra en la palabra del texto que tiene alguna observación o referencia crítica en el aparato crítico); las referencias a la masora guedolá, masora magna, masora grande (a la cual se hace referencia con un número en la nota masorética en la masora quetaná, masora parva, masora pequeña, e identificada con la sigla Mm); así como la masora final (sin puntuación y al terminar el texto de cada libro de la Biblia Hebrea).

En cuanto al Nuevo Testamento, las características de una versión crítica y científica del Nuevo Testamento son las siguientes (siguiendo de modelo la serie «Nestle-Aland», ya en su edición 28):

En primer lugar, muestra el texto, pero además de incluir los acentos y los signos de puntuación gramaticales, muestra los signos que identifican los tipos de variantes: a) las variantes simples: adición (inserción o interpolación), omisión, inversión, mutación; b) las variantes compuestas: adición con mutación, omisión con mutación, inversión con mutación, adición con omisión y cambio, omisión con inversión, inversión en palabras separadas, mutación de palabras separadas, variación de toda una frase.

En segundo lugar, el aparato crítico al terminar el texto, que incluye las variantes, su apoyo en la transmisión textual, en los manuscritos y, dependiendo el tipo de variante, incluso el apoyo textual que tiene en los manuscritos la lectura o variante que se incluyó o asumió en el texto.

En tercer lugar, en los márgenes internos señala la estructura alternativa del texto tal como se encuentra tradicionalmente en el manuscrito.

En consecuencia, independientemente de la base textual que asuman para la traducción del llamado Antiguo Testamento y del llamado Nuevo Testamento; las versiones interlineales de la Biblia no pueden ser el punto de partida de un serio ejercicio de crítica textual, porque sencillamente no constituyen ediciones críticas y científicas de la Biblia (parciales o completas).

Dos casos ilustrativos (uno de la Biblia Hebrea y otro del llamado Nuevo Testamento)

A manera de ilustración, presento una imagen de la página del Salmo 100, de la obra «Antiguo Testamento Interlinear hebreo-español, tomo III», publicada por CLIE (1997), y una imagen de la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», donde se muestra el mismo Salmo 100, para mostrar las diferencias que exhibe una página de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea respecto de una página de una versión o traducción no científica de la misma Biblia Hebrea, incluso, una traducción interlinear. 

Evidentemente, la versión interlinear no le permite ver al (la) exégeta la masora pequeña (masorá quetaná) que señala el «queré» (lo que debe ser leído que, en cambio, sí lo muestra la Biblia Hebraica Stuttgartensia), ni el aparato crítico.

Por supuesto, la observación masorética que aparece en la masora pequeña (masorá quetaná) y que es exhibida en la «Biblia Hebraica Stuttgartensia», permite comprender por qué hay versiones de la Biblia que en lugar de traducir «él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos» (como la Reina Valera 1960, y el interlinear mostrado), traducen «él nos hizo y le pertenecemos» (como la Nueva Traducción Viviente NTV, o «él nos hizo y somos suyos»).

Evidentemente, asumir el «queré» (lo que debe ser leído) es más consistente con la segunda parte del Salmo 100.3 que dice: «somos su pueblo, las ovejas de su prado» (él nos hizo y somos suyos, su pueblo, las ovejas de su prado).

Con respecto al llamado Nuevo Testamento, presento una imagen de la página del Evangelio de Mateo 4 de la obra «El Nuevo Testamento Interlinear Palabra por palabra», publicada por Sociedades Bíblicas Unidas (2012), y una imagen del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28» (2012), donde se muestra el mismo capítulo 4 de Mateo.

Lógicamente, el objetivo es, otra vez, mostrar las diferencias que exhibe una página de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego, respecto de una página de una versión o traducción no científica del mismo, incluso, una traducción interlinear. 

Obviamente, la página del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28» nos pone al tanto, en primer lugar, de que algunos manuscritos omiten el artículo determinado que aparece delante del sustantivo Jesús; en segundo lugar, en una primera impresión de dicha edición 28, se pone de relieve que las diez palabras que en griego conforman la traducción: «al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo», son colocadas en algunos manuscritos en un orden distinto, en el siguiente orden: «por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo».

Sin embargo, en una segunda impresión de la misma edición 28 del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland», el aparato crítico establece que sólo las primeras seis (6) palabras («al desierto por el Espíritu») son colocadas en un orden distinto, o sea: «por el Espíritu al desierto».

Luego, como lo muestra el caso de Mateo 4.1, no toda variación en el texto es de real importancia para la exégesis bíblica y tiene serias implicaciones para la teología del texto; pero sólo una edición crítica como la del «Novum Testamentum Graece Nestle-Aland Edición 28», le permitirá a la persona exégeta estar al tanto de las distintas problemáticas que presenta un texto del Nuevo Testamento desde el punto de vista de la crítica textual.

Para cerrar, quiero volver a insistir en poner de relieve las siguientes conclusiones:   

En primer lugar, debe ser claro que no es posible hacer un serio ejercicio de crítica textual con base en un simple estudio comparativo de versiones de la Biblia (porque la persona que pretende realizar una exégesis bíblica no conoce las lenguas bíblicas).

En segundo lugar, no es, pues, el estudio comparativo de versiones de la Biblia el procedimiento recomendado y esperado para el establecimiento del mejor texto posible, ni el adecuado punto de partida de una metodología exegética seria.

En tercer lugar, debería ser demasiado obvio que no es posible hacer un verdadero ejercicio de crítica textual de la Biblia Hebrea sin un conocimiento más que promedio de las lenguas originales de la Biblia Hebrea (hebreo y arameo).

Por supuesto, tampoco será posible hacer un uso consciente y óptimo de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea, sin el conocimiento esperado de las lenguas originales de la Biblia Hebrea, y sin una buena introducción al uso de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea. 

Además, no es posible hacer un serio análisis lingüístico (gramatical o morfosintáctico) de un texto de la Biblia Hebrea, sin el conocimiento requerido de las lenguas originales de la Biblia Hebrea (hebreo y arameo).

En cuanto lugar, tampoco será posible hacer un verdadero ejercicio de crítica textual del Nuevo Testamento Griego, sin el conocimiento esperado de la lengua original del Nuevo Testamento (el griego koiné).

Como tampoco será posible hacer el necesario y serio análisis lingüístico (gramatical o morfosintáctico) de un texto del Nuevo Testamento Griego, sin el conocimiento adecuado del griego koiné.

Lógicamente, tampoco será posible hacer un uso consciente y óptimo de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego, sin una buena introducción al uso de una edición crítica y científica del Nuevo Testamento Griego.  

En suma, la persona que tenga la meta de adentrarse seriamente en el campo de la crítica textual bíblica y de la metodología exegética seria, debe comenzar cuanto antes a invertir tiempo (con todas sus implicaciones) en el estudio serio, profesional y no elemental de las lenguas bíblicas, y procurar tener a la mano las mejores y disponibles ediciones críticas y científicas de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento Griego.

Lo cierto es que una versión o traducción convencional de la Biblia (parcial o completa), no puede ser el punto de partida de un ejercicio de crítica textual, una versión o traducción interlinear, tampoco, así de sencillo. 

Observaciones sobre la cadena constructa hebrea, bará versus beró en Génesis 1.1


Observaciones necesarias y oportunas sobre la «cadena constructa» hebrea

¿Hay una «cadena constructa» («smijút») en Génesis 1.1?

Nociones de filología o lingüística hebrea

Héctor B. Olea C.

El público general (no especializado) tiene derecho a saber que la llamada «cadena constructa» (secuencia de constructo, semijút, smijút) consiste en una «construcción sintáctica» propia y exclusiva de la flexional nominal hebrea.

En otras palabras, toda «cadena constructa» hebrea («smijút») consiste en una «construcción sintáctica» que sólo involucra sustantivos o palabras sustantivadas, jamás verbos (como formas verbales finitas, como verbos conjugados).

Por otro lado, por lo general una «cadena constructa» está formada por dos sustantivos (pero incluso por tres, y raras veces por cuatro sustantivos, pero siempre constituida por sustantivos o palabras sustantivadas).

Luego, la comprensión adecuada de una «cadena constructa» hebrea («smijút»), demanda que estemos al tanto de que el sustantivo hebreo tiene dos estados básicos: el llamado «estado absoluto» (la forma léxica, la que se coloca en los léxicos, diccionarios o vocabularios), y el llamado «estado constructo» (por lo general una forma modificada del sustantivo, del estado absoluto, si bien hay algunos sustantivos que tienen un «estado constructo» que gráficamente no difiere de la forma del «estado absoluto»).

Otro detalle importantísimo es que toda «cadena constructa» termina o concluye con un sustantivo en «estado absoluto» (determinado o indeterminado, singular o plural), jamás con un sustantivo en «estado constructo»: la cadena constructa concluye cuando aparece el primer sustantivo en «estado absoluto».  

La semántica de una «cadena constructa»

En cuanto a la semántica de la «cadena constructa», podemos decir que, por lo general, una «cadena constructa» («smijút») comunica las ideas que en español se transmiten con las construcciones sintácticas (frases o sintagmas) que emplean la preposición «de».

Sin embargo, una traducción acertada de una «cadena constructa» hebrea («smijút») demanda que el traductor considere la idea que comunica una cadena constructa en cada caso (considerando seriamente el contexto).

En consecuencia, el traductor (o traductora) no debe conformarse, aplicando la ley del mínimo esfuerzo, traduciendo toda «cadena constructa» de manera monótona, hasta ambigua e imprecisa, empleando siempre frases o construcciones sintácticas que involucren la preposición «de».  

Por ejemplo, la cadena constructa «dibre Lemuel» (Proverbios 31.1: «las palabras de Lemuel»), puede asumirse como indicando origen o procedencia («genitivo subjetivo»): «las palabras que proceden de Lemuel» (las palabras que dijo Lemuel, las palabras que se le atribuyen a Lemuel).

O bien (dependiendo el contexto), «las palabras que hacen referencia a Lemuel» (las palabras respecto de Lemuel, las palabras acerca de Lemuel): «genitivo objetivo».

Y la cadena constructa «Moshé éved adonay» (Josué 1.1), puede ser asumida como comunicando la idea del llamado «genitivo subjetivo» (Moisés, un siervo que le pertenecía al Señor), o como comunicando la idea del llamado «genitivo objetivo» (Moisés, un siervo que le servía al Señor).

¿Hay una cadena constructa en Génesis 1.1?

Desde hace algunos siglos (por lo menos desde el siglo XI) se viene proponiendo que las primeras tres palabras de la Biblia Hebrea: «bereshít bará elojím», constituyen una cadena constructa, poniendo aquí bajo cuestionamiento la llamada «puntuación masorética».

Ahora bien, entre los que han propuesto que en Génesis 1.1 hay una «cadena constructa» o «secuencia de constructo» («smijút»), hay quienes lo han hecho de manera legítima y consistente, y otros de una manera muy cuestionable y deficiente.

En tal sentido, es preciso tener en cuenta las siguientes observaciones:

En primer lugar, tal y como nos llegado vocalizada la palabra «bará» (como un verbo finito o conjugado, un perfecto o katál, conjugación kal, tercera persona masculina singular); no permite el sugerir que haya en Génesis 1.1 una «cadena constructa» o «secuencia de constructo» («smijút»).  

Y la razón es básica y sencilla: como verbo (como forma verbal finita, como verbo conjugado, que no constituye una forma nominal), «bará», hace imposible e inviable el proponer que exista una posible relación de constructo entre la palabra «bereshít» (en realidad un sintagma preposicional) y la forma verbal «bará» (creó).

Consecuentemente, también hace imposible que pueda existir una relación de constructo entre «bará» y el sustantivo «elojím» (dios).

En segundo lugar, sólo es posible y legítimo sugerir que las tres primeras palabras de la Biblia Hebrea («bereshít bará elojím») constituyen una cadena constructa («smijút»), si se cambia la vocalización de «bará», haciendo que dicha palabra represente no una forma verbal conjugada, sino una forma nominal del verbo «bará» (o «livró»: infinitivo constructo kal más la preposición «le»).

En tal sentido, se ha sugerido (así lo hizo Rashí), que «bará» no debe ser asumido efectivamente como «bará», sino y más bien como «beró», o sea, una forma nominal, que consiste en el llamado «infinitivo constructo» (que al final, conserva su ADN verbal).

Luego, como «beró», sí es posible afirmar que «bereshít» podría estar en estado constructo, y tener una relación de constructo con «beró» (como «beró», pero no como «bará»).

Y en la misma línea, como «beró», «elojím» puede ser el sujeto de dicho «infinitivo constructo», aunque en una forma diferente a como lo es de «bará».

En tal sentido, es preciso decir que cuando un sustantivo sigue a un «infinitivo constructo», el sustantivo puede ser el sujeto o el objeto directo del «infinitivo constructo» (aunque por lo general es el sujeto y no el objeto directo).

De todos modos, si un sustantivo que sigue a un «infinitivo constructo» es precedido de la partícula que marca o señala el objeto o complemento directo, entonces definitivamente dicho sustantivo es el objeto directo y no el sujeto de dicho «infinitivo constructo».

En consecuencia, respecto de Génesis 1.1, en virtud de que el sustantivo «elojím» (elohím) no está precedido de la partícula que marca o señala el objeto directo; «elojím» puede ser más bien el sujeto que el objeto directo del «infinitivo constructo» «beró».

Finalmente, toda versión de la Biblia que asuma a «bará» como «bará» (como forma verbal finita, según la puntuación masorética), lo correcto es que traduzca «Dios creó en un principio», «en un principio creó Dios».

Pero toda versión de la Biblia que asuma a «bará» como «beró» (en oposición a la puntuación masorética), debe traducir: «al principio del crear de Dios», «al principio del acto creativo de Dios», «al principio de la acción creativa de Dios».  

Para cerrar, digo que dejo aquí la cuestión, pero en un próximo artículo abordaré la cuestión respecto de «bará» y «beró», pero desde la crítica textual de la Biblia Hebrea.

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