Cuestiones de gramática, exégesis y traducción bíblica



Héctor B. Olea C.

Muy a propósito de nuestro «Curso online de Gramática castellana aplicada al análisis gramatical de los textos bíblicos (Biblia Hebrea, Septuaginta, Nuevo Testamento Griego)», que inicia el lunes 4 de noviembre.

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Resulta que en una cadena de mensajes por Whatsapp, un amigo compartió la que él entiende y asume como una acertada traducción y exégesis de Lucas 13.3, cito: «No, antes si no os estén arrepintiendo, todos pereceréis igualmente».

Ahora bien, el referido amigo justifica tal traducción en que varias obras de gramática griega ponen de relieve la diferencia de aspecto que, por lo general, se mantiene en todos los modos, entre las formas del verbo en el tema de presente (acción lineal y durativa), en contraste con el aspecto de acción puntual e ingresiva del tema del aoristo.

Sin embargo, pierde de vista el amigo en cuestión que hay otros elementos en juego que evidentemente él perdió de vista, o es que sencillamente ignora muchos aspectos de la gramática griega.

En todo caso, la frase que se lee en el texto griego de Lucas 13.3, es: «al eán me metanoéte pántes jomóios apoléisthe».

Luego, hay que decir que la misma frase se repite en el versículo 5 del mismo capítulo 13 de Lucas, pero con una diferencia. Dicha diferencia consiste en que en el versículo 3 se empleó el adverbio de modo «jomóios» (de la misma manera, del mismo modo, de igual modo), mientras que en el versículo 5 se empleó el también adverbio de modo «josáutos» (igualmente, del mismo modo).

Por otro lado, considerando la sintaxis de la frase en cuestión, observamos que estamos frente a una oración condicional, llamada por algunos, “condición probable de futuro” (por ejemplo, Max Zerwick), por otros, “condición eventual” (por ejemplo, Ángel Amador García Santos), y “condición de futuro, “condición futura” (por ejemplo, Gresham Machen).

Pues bien, este tipo de oración condicional muestra la siguiente estructura sintáctica: la conjunción condicional «eán» (si, si acaso), más una forma verbal en modo subjuntivo (en la prótasis), y una forma verbal en futuro del modo indicativo, en la apódosis (incluso una forma verbal en modo imperativo).

En consecuencia, la condición que es introducida con la conjunción «eán», apunta a una condición futura, que en castellano (según la gramática actual) debe ser traducida empleando el imperfecto del modo subjuntivo (terminado en “ra”).

En efecto, puntualiza Luz Gutiérrez Araus: “el futuro simple «cantare» (futuro del subjuntivo) ha caído en desuso y ha sido suplantado en la actualidad por el imperfecto en «ra» y «se» (imperfecto del subjuntivo). Sólo aparece utilizado en fórmulas del tipo de «sea como fuere, venga de donde viniere», etc. El lenguaje jurídico y administrativo, que lo empleaba con bastante frecuencia, hoy en día tiende a evitarlo” («Introducción a la lengua española», página 161).

Además, conviene señalar que Inmaculada Delgado Jara («Gramática Griega del Nuevo Testamento», página 200), sugiere traducir la conjunción «eán» con la locución conjuntiva condicional «si acaso» (que expresa la posibilidad o contingencia de la acción expresada por el verbo).

Luego, después de considerar todos los aspectos mencionados y analizados, traducciones acertadas de la frase «al eán me metanoéte pántes jomóios apoléisthe» (que leemos en Lucas 13.3, 5), son:

«Pero si ustedes no se arrepintieran, de igual modo todos ustedes perecerán».

«De igual modo todos ustedes perecerán, si no se arrepintieran».

«De la misma manera todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan (en el futuro)».

Por otro lado, si bien es posible mantener presente el aspecto durativo y lineal del subjuntivo presente, no es menos cierto que el análisis gramatical (morfosintáctico) de la frase en cuestión, debe poner de relieve que en realidad estamos aquí frente a una condición eventual, futura, probable, de cuya realización depende la futura realización de la apódosis.

En tal sentido, que no se debe exagerar el aspecto durativo y lineal del subjuntivo presente, en perjuicio de la sintaxis de una condición eventual, futura, probable; lo constituye el hecho de que en Juan 15.7, donde volvemos a encontrarnos con una condición eventual, futura, probable, en lugar del subjuntivo de tiempo presente (de acción lineal y durativa) tal vez esperado o sospechado por la teología; lo que en realidad encontramos es un subjuntivo de tiempo aoristo (por lo general de aspecto puntual e ingresivo), más precisamente dos formas verbales en subjuntivo aoristo.

En consecuencia, es preciso hacer resaltar que en la frase «eán méinete en emoí kái tá rhémata mu en jumín méine… aitésasthe», el texto griego tienen dos  subjuntivos aoristo en la prótasis («méinete» y «méine», ambos del verbo «méno»: permanezco, quedo), seguidos por un imperativo aoristo en la apódosis («aitésasthe», del verbo «aitéo»: ruego, pido, suplico).   

Luego, una traducción acertada de la frase «eán méinete en emoí kái tá rhémata mu en jumín méine… aitésasthe…», es: «Si acaso ustedes permanecieran en mí, y mis palabras en ustedes, pidan»…, así de sencillo.



Sobre el infinitivo griego y el infinitivo castellano, Lucas 15.19a


Muy a propósito de nuestro «Curso online de Gramática castellana aplicada al análisis gramatical de los textos bíblicos (Biblia Hebrea, Septuaginta, Nuevo Testamento Griego)», que inicia el lunes 4 de noviembre.

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Sin duda que a una persona hispana hablante, consciente de que «el infinitivo castellano» es una forma no verbal (verboide), o sea, que no tiene las marcas del accidente del tiempo, modo, voz, número, ni persona; debe causarle sorpresa, incluso preocupación, cuando escucha que «el infinitivo griego» tiene tiempo, voz, caso, género y número (aunque en realidad, por lo general en singular).  

En todo caso, conviene puntualizar que «el infinitivo castellano» tiene dos formas: un «infinitivo simple», con una de las tres desinencias o terminaciones con las que aparece en los diccionarios o léxicos: ar, er, ir (forma léxica).

La otra forma consiste en el «infinitivo compuesto», que usa el verbo «haber» como auxiliar indispensable, y «el participio» del verbo de que se trate. Por ejemplo: “Haber comido” (infinitivo compuesto del verbo “comer”); “haber jugado” (infinitivo compuesto del verbo “jugar”); “haber bebido” (infinitivo compuesto del verbo “beber”).

Ahora bien, yendo al texto del Nuevo Testamento, observamos que en Lucas 15.19 la frase: «Ya no soy digno de ser llamado tu hijo», la traducción «ser llamado», es la traducción de un infinitivo aoristo pasivo, o sea «klethénai».

Es pues, «klethénai» el infinitivo aoristo pasivo (sin artículo) del verbo «kaléo»: yo llamo, yo nombro, yo convoco.

Luego, la traducción «ser llamado», es una expresión morfológicamente parecida o similar a la del infinitivo compuesto del castellano, y como traducción semánticamente equivalente al mismo infinitivo compuesto del castellano. Evidentemente, en este caso, por ser en voz pasiva, se utiliza el verbo “ser” como auxiliar.

Por supuesto, es preciso puntualizar que la redacción de la voz pasiva del castellano se auxilia del verbo “ser”, y del “participio” del verbo de que se trate. Por ejemplo: “Soy enseñado” (forma verbal de tiempo presente, en voz pasiva, del verbo “enseñar”). Otro ejemplo: “fui invitada” (forma verbal en tiempo pretérito perfecto simple o pretérito indefinido, voz pasiva, del verbo “invitar”), así de sencillo.