«Oiréis de guerras», y el valor aspectual del verbo griego

«Oiréis de guerras», y el valor aspectual del verbo griego

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Toda forma verbal griega supone dos variables vitales: el tiempo en que se supone que ocurre o se realiza la acción verbal (valor temporal), y el aspecto (valor aspectual) que indica la forma en que la persona hablante concibe o visualiza la acción verbal.

Por supuesto, el análisis morfológico completo de toda forma verbal griega abarca siete factores o categorías accidentales: 1) el tiempo (tiempo y tema temporal), 2) el modo, 3) la voz (diátesis), 4) la persona, 5) el número, 6) la forma léxica y 7) el valor aspectual (en realidad determinado sobre todo por el tema temporal, en todos los tiempos y en todos los modos).

En tal sentido, es preciso tener en cuenta, en primer lugar, que el sistema verbal griego tiene cuatro temas temporales: 1) el presente, 2) el futuro, 3) el aoristo (1ero y 2do) y 4) el perfecto.

Luego, vale decir que cada tema temporal tiene un valor actual específico: en el presente la acción es de aspecto durativo o en desarrollo, en el aoristo la acción es de valor aspectual puntual e ingresivo, y en el perfecto el valor aspectual de la acción verbal es perfectiva o resultativa (denota que la acción verbal ha llegado a su máximo, señala el efecto permanente de una acción ya cumplida).  

En cuanto al futuro, si bien hay quienes piensan que en este tema el valor aspectual es durativo (acción durativa), en realidad el tema de futuro, en lo que respecta al valor aspectual de la acción verbal, es más bien neutro.

En otras palabras, si hay un tema temporal (y tiempo) en el que sobresale el valor temporal (el momento en que se supone que se realiza la acción verbal) es el futuro.

En consecuencia, una forma verbal en el tema de futuro, sencillamente sitúa la acción verbal como por realizarse (deseada, con un valor desiderativo), por supuesto, sin ninguna garantía de que tal acción se pueda llegar a realizar.

Así, la forma verbal «comeré», no sugiere que la acción de «comer» se realiza de manera permanente, que es una acción verbal continua y durativa, sin límite (ad infinitum); es más bien una acción verbal que la persona hablante confía, desea o espera poder realizar en un momento posterior al tiempo en que se habla.  

Ahora bien, yendo al texto de Mateo 24.6, llama la atención la forma verbal empleada en el texto griego del referido pasaje bíblico.

Observamos, pues, que el autor de Mateo no empleó una forma verbal simple, en tiempo futuro, del verbo «akúo» (oigo, escucho), verbo que aparece 428 veces en el Nuevo Testamento, según el «Nuevo Léxico Griego Español del Nuevo Testamento», Mackibben, Stockwell y Rivas (Casa Bautista de Publicaciones, 2002).  

En realidad, el autor de Mateo empleó una forma perifrástica (forma verbal que involucra más de un verbo, pero que funcionan como uno solo).

En tal sentido, la perífrasis verbal empleada por el autor de Mateo es: «melésete akúein».

Consiste, pues, «melésete», en una forma verbal en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, 2da persona del plural, del verbo «mélo», el cual es explicado por el «Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», en la siguiente manera: “estar a punto de, ir a, con infinitivo presente, futuro y aoristo, para indicar un acontecimiento que ocurrirá, o que se espera que ocurra en el futuro próximo” (Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, 2016).

En tal sentido, es preciso poner de relieve que el segundo elemento de la perífrasis verbal empleada por el autor de Mateo, «akúein», es un infinitivo presente y activo del verbo «akúo» (oigo, escucho, obedecer, etc.).     

Consecuentemente, la perífrasis verbal «melésete akúein», en la frase: «melésete de akúein polémus», indica una acción que Jesús considera que va a tener lugar en un futuro cercano, en su propio tiempo, y no una acción que se proyecta hacia el futuro de manera infinita, sin límite (ad infinitum): “ustedes pronto escucharán”, “están a punto de escuchar”, “en breve van a escuchar”.

En este punto me parecen muy oportunas las palabras de Andrea Marcolongo: “Una de las palabras más hermosas del griego es «mélo», la simple idea del futuro, traducible por un simple presente: «estoy a punto de». Y basta. «Estoy a punto de» en presente, y punto…” («La lengua de los dioses, nueve razones para amar el griego», Taurus, 2017, página 47).

Concluyo estas breves líneas con las palabras de Gerd Theissen:

“De los tres terrores apocalípticos - guerras, terremotos y hambre- sólo el último no puede demostrarse directamente; pero hay indicios de dificultades en el suministro de víveres…”

“Los sucesos que el apocalipsis sinóptico llama «comienzo de los dolores»: guerras, terremotos y hambre, pueden referirse por tanto, a los sucesos del año  36 y 37 (hay quienes los ubican entre los años 66 -70 d.C.). En este tiempo pudo surgir en grupos judíos de tendencia apocalíptica (incluidos los cristianos) la impresión de que el fin del mundo era inminente. En efecto, en un corto lapso de tiempo se dio un cúmulo nunca conocido de desgracias: guerras con partos y nabateos, muerte de un emperador, terremotos, la intervención visible de Dios en favor de un profeta que había anunciado el final próximo”.

“A escala general pudo haber sido un año tranquilo; pero el que vive en constante espera de fin del mundo, puede ver fácilmente en pequeños fenómenos de crisis el comienzo de ese fin. Por eso advierte el apocalipsis sinóptico que todavía no es ese fin (Marcos 13.7). Tanto la guerra nabatea como la guerra de Partia acabaron pronto, y la historia siguió adelante. Se habían equivocado” («Colorido local y contexto histórico en los evangelios», páginas 176 y 177, Sígueme, 1997).  

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«Rúaj» versus «pnéuma», cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblica

 

«Rúaj» versus «pnéuma»

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Cualquier reflexión que, con base al género gramatical dominante del sustantivo hebreo «rúaj» (femenino y raramente de género masculino), debería tener en cuenta que:

En primer lugar, hay que evitar el confundir el género gramatical de las palabras con el sexo biológico, y más cuando se trate de sustantivos que nombran a seres sexuados: género gramatical no es igual a sexo biológico; género gramatical no es igual al sexo que se le pueda atribuir a las cosas, o a seres en realidad no sexuados (o al menos no asumidos como sexuados).

En otras palabras, que un ser sea nombrado con un sustantivo de género masculino no supone, necesariamente, que ese ser nombrado tiene un sexo biológico masculino, y lo mismo vale para los sustantivos de género femenino.

En tal sentido, un caso muy ilustrativo lo representa el sustantivo griego «téknon», un sustantivo de género neutro y de la segunda declinación, pero a pesar de ser gramaticalmente de género neutro, identifica a seres sexuados masculinos y femeninos, en general a todo lo parido o dado a luz, sin importar el sexo: niño, niña, hijo, hija, macho, hembra, prole, descendencia.

En segundo lugar, no es posible perder de vista que el sustantivo homólogo del hebreo «rúaj» (femenino, masculino) es «pnéuma», un sustantivo de género neutro y de la tercera declinación.

En tal sentido, puntualiza el «Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento» (E. Jenni y C. Westermann, Cristiandad) que en un tercio de los casos la Septuaginta tradujo a «rúaj» con «pnéuma».

Por supuesto, mientras que gramaticalmente «rúaj» es de género femenino y de género masculino, el sustantivo griego «pnéuma» es estricta y únicamente de género neutro.

En suma, cualquier estudio tendente a poner de relieve que «rúaj» es un sustantivo de género femenino (y rara vez de género masculino, con la pretensión de extraer algunas conclusiones de esto); debe, en el mismo grado y al mismo nivel, poner de manifiesto que su principal equivalente griego, «pnéuma» (LXX y Nuevo Testamento), es de género neutro.

Implicaciones para la traducción

El análisis morfosintáctico de la presencia de un sustantivo hebreo, arameo y griego en el contexto de una oración gramatical determinada; lógica y necesariamente debe considerar el género gramatical de dicho sustantivo, pues las palabras (adjetivos y determinantes) que estén relacionadas sintácticamente con dicho sustantivo, habrán de concordar con el mismo en conformidad a las categorías accidentales (accidentes) que tiene el sustantivo en las lenguas respectivas (género y número en hebreo y arameo, pero caso, género y número en griego).

Pero en cuanto a su traducción, de manera llana y natural se ha de traducir según el género que tiene su homólogo en español o castellano.

Casos ilustrativos:

Primer caso. La palabra castellana «pacto» es un sustantivo de género gramatical masculino, pero en hebreo es de género femenino. Consecuentemente, no se espera que la palabra «berít» se traduzca al español como «pacta», porque es de género femenino en hebreo.

Segundo caso. La palabra «serpiente» es de género femenino en español (serpiente, una serpiente, la serpiente), pero de género masculino en hebreo. Luego, no es imaginable que se pretenda justificar la traducción «serpiento» porque la palabra hebrea «najásh» es de género masculino. 

Tercer caso. La palabra «casa» en español es de género femenino (casa, una casa, la casa, etc.). Pero en hebreo, la palabra «casa» es de género masculino («báyit»).

Sin embargo, en lo que al griego respecta, hay dos palabras para «casa», una de género masculino y de la segunda declinación («óikos»), y otra de género femenino y de la primera declinación («oikía»).

Luego, no esperamos que la palabra hebrea «báyit» y la griega «óikos» se traduzcan «caso», y no «casa», porque estas palabras son sustantivos de género masculino en hebreo y griego.

Lógicamente, no será defendible que sólo «oikía» sea traducida por «casa», porque es de género femenino en griego. En realidad «oikía» se ha de traducir «casa», porque en castellano es igualmente un sustantivo de género femenino.

Cuarto y último caso. El sustantivo «palabra» en hebreo («davár») y griego («lógos»; además de «rhéma», de género neutro), no se han de traducir «palabro», porque son de género masculino en hebreo y en griego; sino «palabra», porque en español es un sustantivo de género femenino. 

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Sobre la traducción «se movía» en Génesis 1.2, cursos de hebreo, arameo y griego

Sobre la traducción «se movía» en Génesis 1.2

A propósito de una intervención que me fue solicitada

Héctor B. Olea C.

La palabra que se ha traducido «se movía» (forma perifrástica con el verbo «ser» como auxiliar), es la hebrea «merajéfet», que consiste en un participio activo, en la conjugación piel, femenino singular, que tiene como sujeto a «rúaj» (viento, aliento, espíritu).

Es, pues, «merajéfet» un participio del verbo o raíz «rajáf», que en la conjugación piel significa “cernerse”, “revolar”, “aletear” («Diccionario bíblico hebreo español», Luis Alonso Schokel, TROTTA).

Por otro lado, tal vez sea preciso puntualizar que el participio activo hebreo (también el pasivo) es realmente atemporal, y que, funcionalmente, equivale al gerundio del español; pero su valor temporal lo determina la secuencia narrativa que establezca el texto hebreo con alguna forma verbal finita en estado perfecto (katál) o imperfecto (yiqtól).

Por otro lado, respecto al matiz de la acción del participio hebreo, es vital considerar el matiz de la acción que tiene la raíz o verbo del participo del que se trate, en la conjugación a la que pertenezca (kal o qal, nifál, piel, pual, jitpaél, jifíl, jofál) y se encuentre en un texto y contexto determinados.

Consecuentemente, es preciso poner de relieve que el valor temporal del participio «merajéfet» en Génesis 1.2, lo determina la forma verbal «jayetá» (en estado perfecto o katál, de la tercera persona femenina singular, del verbo «jayá» (ser, estar, existir, suceder, haber).

Por otro lado, es preciso decir que la raíz «rajáf» en la conjugación «piel», a la que pertenece el participio activo «merajéfet», implica una acción verbal intransitiva, y que puede traducirse al español con un verbo pronominal (que se forma con un pronombre del paradigma reflexivo: me, se, te, etc.): «se movía» (Rashí: «planeaba»; el Targum Onkelos: «sopló», «soplaba»).

Además, con relación a los verbos que se emplean en conexión al sustantivo «rúaj», el «Diccionario teológico manual del AT» (E. Jenni y C. Westermann, Cristiandad) afirma: “los verbos que se emplean con «rúaj» se distribuyen casi exclusivamente en dos tipos de verbos: 1) verbos de movimiento; 2) verbos que expresan el poner en movimiento.

También señala dicha obra que lo decisivo no es el carácter especial del movimiento, sino el hecho del movimiento como tal.

Por supuesto, en nuestra opinión, estos factores dificultan asumir en Génesis 1.2 la idea de «aletear»” que, respecto de las aves, se define como «mover frecuentemente las alas sin echar a volar».

En consecuencia, el mismo «Diccionario teológico manual del AT» (E. Jenni y C. Westermann, Cristiandad), plantea: “Lo dicho anteriormente (respecto de los verbos de movimiento ligados sintácticamente a «rúaj») da luz para entender que incluso en la descripción del mundo antes de la creación, «rúaj» es sencillamente impensable sin movimiento”.

Con relación a la versión griega (Septuaginta, LXX), en concordancia con la idea que expresa el verbo hebreo «rajáf», la Septuaginta tradujo con la forma verbal «epeféreto», una forma verbal en tiempo pretérito imperfecto, modo indicativo, voz media, del verbo «epiféro», que en la voz media (en el presente como en el pretérito  imperfecto, el griego emplea una misma morfología para la voz media y para la voz pasiva) tiene el sentido de “moverse por su propio impulso”.

Pero además, debo decir que el verbo griego «epiféro» es un verbo compuesto, que tiene como verbo base a «féro», que en la voz media implica desplazarse, moverse, incluso, contextualmente, moverse con sentido de movimiento violento («Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento» (Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, 2016).  

¿Establece el texto de Génesis 1.2 la forma en que se movía el «rúaj» de Dios, en relación al movimiento de alguna ave o pájaro?  

Respuesta: NO. El texto hebreo de Génesis 1.2 no sugiere que el movimiento del «rúaj» de Dios se equipare a la de ave alguna. En otras palabras, no parece que la misma sea una idea que quisiera comunicar el autor o redactor de Génesis 1.2.

En efecto, llama la atención que en Deuteronomio 32.11, texto en el que volvemos a ver el verbo «rajáf» y en la misma conjugación «piel», o sea,  «yerajéf» (revolotea, revolando), forma verbal en estado imperfecto o yiqtól, tercera persona masculina singular, sí observamos un detalle que no vemos en Génesis 1.2, que no está presente en Génesis 1.2.

En tal sentido, a diferencia de Génesis 1.2 donde al redactor del texto hebreo se preocupó estrictamente por indicar y poner de relieve el movimiento activo del «rúaj», sin establecer comparación alguna («como…»); en cambio, en Deuteronomio 32.11, el autor o redactor sí provee un dato, un detalle que no vemos en Génesis 1.2.

Este detalle consiste en el empleo de la frase o expresión «ke-nésher» (como el águila, o buitre, ave de presa).

Deuteronomio 32.11 “Como un águila incita a su nidada, revolotea («yerajéf») sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y lo toma, y lo lleva su sobre su plumaje” (Biblia de Jerusalén 1998).

Finalmente, en lo que respecta a la versión griega (Septuaginta, LXX) ésta tradujo la expresión hebrea «ke-nésher» con la expresión «jos aetós» (como águila, buitre, ave carroñera).

En todo caso, al margen de lo que dice el texto hebreo de Génesis 1.2 en sentido estricto, en el Comentario de Rashí al Génesis, se observa: “Rashí cita aquí en parte la metáfora explicativa contenida en el tratado Jaguigá 15a, donde se dice que «rúaj elojím» sobrevolaba encima de las aguas “en forma similar a como una paloma sobrevuela el nido sin tocarlo”.

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La palabra «marcas» («stígmata») en Gálatas 6.17, pistas para su traducción e interpretación

La palabra «marcas» («stígmata») en Gálatas 6.17

Pistas para su traducción e interpretación

Héctor B. Olea C.

La palabra traducida «marcas» en Gálatas 6.17 es la traducción de la griega «stígmata», un sustantivo de género neutro y de número plural, en caso acusativo, cuya forma léxica es «stígma».

Consecuentemente, la carga semántica del sustantivo «stígma», según el «Diccionario de griego clásico español», VOX, de José M. Pabón, es: picadura, estigma, marca con hierro candente, mancha, deshonra; tatuaje, rastro, huella de sufrimientos (tiene presencia en la Septuaginta, Cantares  y en el Nuevo Testamento).

Deriva el sustantivo «stígma» del  verbo «stízo» que, según «Diccionario de griego clásico español», VOX, de José M. Pabón, significa: picar, pinchar, punzar; estigmatizar, marcar con hierro candente, tatuar, infamar, deshonrar (no tiene presencia en la Septuaginta ni en el Nuevo Testamento el verbo «stízo»).

Luego, si bien no parece que podamos estar del todo seguro en qué estaba pensando Pablo cuando empleó la frase «stígmata tu iesú», que la haya empleado con la redacción con que la redactó, nos proporciona ciertas pistas para su comprensión.

Pues bien, la palabra «stígmata» (plural de «stígma») es complementada en el griego por un sintagma en caso genitivo: «tu iesú» (conformado por el artículo determinado «tu» y por el nombre «iesú»: Jesús) que, sin embargo, puede ser asumido de dos maneras: 1) como un «genitivo subjetivo» (las marcas que proceden de Jesús, las marcas que le pertenecen a Jesús, las marcas con que Jesús marca a los suyos); 2) como un «genitivo objetivo» (las marcas o tatuajes que las personas se hacen en nombre de Jesús, como una manera de indicar que le pertenecen a Jesús; o bien, las marcas que los seguidores de Jesús entienden que reciben o sufren por causa de Jesús).

En todo caso, que la frase «tu iesú » no incluya preposición alguna (idealmente «ek», «apó» o «pará»), favorece que se asuma como un «genitivo objetivo»: las marcas o tatuajes que Pablo se hizo para señalar su pertenencia a su amo Jesús; o las marcas que Pablo entiende que ha sufrido o le han hecho, literal o metafóricamente, por causa de Jesús, por servirle a su amo y señor Jesús.

En tal sentido, dos interesantes detalles que hacen encajar o cuadrar ambas ideas, los encontramos en la introducción de las consideradas siete cartas autentica o legítimas de Pablo.

Estos son, por un lado, la auto designación del mismo como «siervo» o «esclavo» («dúlos jristú iesú»; la palabra griega «dúlos» involucra ambos sentidos) de Jesús el Cristo (el Mesías); y por otro lado, la identificación de Jesús como su señor, como su amo.

Observemos:   

En 1 Tesalonicenses Pablo no se identifica como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), pero lo presenta como su amo, como su señor (1.1).

En la introducción de Gálatas Pablo tampoco se presenta como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), pero insiste en poner de manifiesto que el mismo es su amo, su señor (1.3).

No obstante, en el versículo 10 del mismo capítulo 1 sí se identifica como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Cristo.

En la introducción de las dos cartas a los Corintios, Pablo tampoco se identifica como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), pero insiste en presentarlo como su amo, como su señor (1 Corintios 1.3; 2 Corintios 1.2).  

En la introducción a carta a los Filipenses, Pablo sí se identifica como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), y a la vez lo presenta como su amo, como su señor (Filipenses 1.1-2).

En la introducción a la carta a Filemón Pablo no se identifica «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), pero lo identifica como su amo, como su señor (1.3).

No obstante, llama la atención que aquí Pablo se identifica como «prisionero» («désmios») de Jesús el Cristo (el Mesías).

¿Cómo hemos de interpretar esta afirmación? ¿En forma literal o en forma metafórica, como equivalente a su auto presentación como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús, el Cristo (el Mesías)?

En tal sentido, en virtud de que, como plantea Raymond E Brown, no podemos saber dónde estaba Pablo cuando escribió la carta a Filemón, ni la fecha en que la compuso, tal vez no deberíamos ser dogmáticos con interpretar de manera literal  la palabra frase «prisionero» en la frase en cuestión.

Sin embargo, no es menos cierto que el versículo 9 del mismo capítulo uno favorece que se interprete de manera literal (véase).

De todos modos, una vez más tenemos que plantearnos si hemos de asumir la frase de «Jesús el Cristo (el Mesías)», como un «genitivo subjetivo» (Jesús ha hecho prisionero a Pablo, aunque sea en forma metafórica), o como un «genitivo objetivo» (Pablo se considera “prisionero” por causa de Jesús el Cristo (el Mesías).     

Por supuesto, que la frase «jristú iesú» no incluya preposición alguna (idealmente «ek», «apó» o «pará»), favorece que se asuma como un «genitivo objetivo»: Pablo se considera prisionero por causa de Jesús el Cristo (el Mesías).

En la introducción a la carta a los Romanos, Pablo vuelve a identificarse como «siervo» o «esclavo» («dúlos») de Jesús el Cristo (el Mesías), y a la vez confiesa que el mismo es su amo, su señor (1.1, 7).

Finalmente, otro detalle que no podemos soslayar es que la palabra «stígmata» constituye en Nuevo Testamento un «Hápax legómenon» («Jápax legómenon»), o sea, un término que sólo se una vez en todo el Nuevo Testamento, factor que dificulta el llegar a una interpretación totalmente segura, sin discusión alguna, de su presencia en Gálatas 6.17.

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Mateo 26.26 y 28 en «Todos los evangelios» y en «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario»

Mateo 26.26 y 28 en «Todos los evangelios» y en «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario»

Siempre tuve la razón

Héctor B. Olea C.

Desde hace unos años he venido llamando la atención que, a la luz del texto griego y la gramática griega general, la traducción «esto es mi cuerpo» y «esto es mi sangre» (Mateo 26.26 y 28), en la Reina Valera 1960 y otras, no es acertada.

Pero también fui más lejos, y puse de relieve que incluso en muy populares traducciones interlineales del Nuevo Testamento se constata el mismo error. Por ejemplo, el «Nuevo Testamento Interlineal griego español» de Francisco Lacueva (CLIE, 1984).

De todos modos, debo confesar que en la revisión y actualización de la original obra de Francisco Lacueva, el llamado «Interlineal Académico del Nuevo Testamento Griego Español», llevada a cabo por el Dr. Juan Carlos Cevallos A. (CLIE, 2018), se superó el desacierto del original interlineal de Lacueva.

Por otro lado, también puse de manifiesto que «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», por Elsa Tamez e Isela Trujillo (Sociedades Bíblicas Unidas, año 2012) presenta una curiosa y llamativa situación.

Me refiero a que esta última obra tradujo de manera desacertada la primera frase: «esto es mi cuerpo» (literalmente: «esto es el cuerpo de mí», Mateo 26.26), pero de manera acertada la segunda frase: «esta es mi sangre» (literalmente: «esta es la sangre de mí», Mateo 26.28).

Luego, procurando ir todavía un poco más lejos, me propuse considerar el aporte de la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», publicada por EDAF (año 2009), dirigida por el prestigioso y admirado Antonio Piñero.

La problemática que presenta la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», es similar a la de «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», pero a la inversa.

Me explico, mientras que «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», muestra una traducción desacertada en Mateo 26.26 («esto es mi cuerpo», literalmente: «esto es el cuerpo de mí»), pero correcta en Mateo 26.28 («esta es mi sangre», literalmente: «esta es la sangre de mí»); en cambio, la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», acierta en Mateo 26.26 («este es mi cuerpo»), pero no en Mateo 26.28 («esto es mi sangre»).  

Ahora bien, con la recién publicación de la obra «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario» (2021), dirigida por el profesor Antonio Piñero, como también la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos» (2009); me propuse evaluar y comparar la traducción de Mateo 26.26 y 28 que ofrece la más reciente obra publicada bajo la dirección del profesor Antonio Piñero.

Pues bien, podemos decir que «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario», efectivamente, nos regala una traducción acertada y consistente de Mateo 26.26 y 28, cito: «tomad y comed, este es mi cuerpo» (Mateo 26.26); «bebed de ella todos, pues esta es mi sangre de la alianza».

Finalmente, como nota al margen, debo poner de manifiesto que en la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos» (2009), no se especifica la persona responsable de la traducción del Evangelio de Mateo, si fue el mismo Antonio Piñero o cuál de sus colaboradores.

Sin embargo, en la más reciente publicación «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario», se especifica que Josep Montserrat es la persona responsable de la traducción del Evangelio de Mateo.

En todo caso, en virtud de que Josep Montserrat también colaboró en «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», es una sospecha legítima el que haya sido el mismo Josep Montserrat el traductor del Evangelio de Mateo en dicha obra.

Consecuentemente, si en realidad el mismo Josep Montserrat es el traductor de Mateo en estas dos obras dirigidas por el profesor Antonio Piñero, sería todavía más llamativo que no haya sido consistente, pues tradujo de manera acertada en «Los libros del Nuevo Testamento, traducción y comentario», pero no en  «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos».

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La presencia del verbo «eráo» y sus derivados en la Biblia

La presencia del verbo «eráo» y sus derivados en la Biblia

Cuestiones de lingüística, gramática, semántica y traducción

Héctor B. Olea C.

En el griego clásico la carga semántica del verbo «eráo» (verbo líquido y no deponente) es: estar enamorado de alguien, enamorarse de alguien, amar apasionadamente, desear vivamente («Diccionario manual griego clásico español», VOX).

Pero en el griego moderno, con la misma carga semántica, es un verbo deponente: «erotéuomai» (pronunciación erasmiana), pero «erotévome» (pronunciación moderna, pronunciación reucliniana).

Luego, algunos derivados de dicho verbo son:

«Erastés»: amante, enamorado (un sustantivo masculino de la primera declinación)

«Erastós» (o «eratós»), «erateinós» (palabras oxítonas, agudas), o «erásmios» (adjetivos): amoroso, amable, gracioso, encantador, amado, deseado,  

«Eratízo» (verbo): estar ávido o hambriento de.

«Éros» (sustantivo masculino de la tercera declinación): amor, pasión, deseo apasionado o vehemente, exaltación, alegría.

«Erotikós» (con ómicron en la última sílaba; adjetivo; femenino: «erotiké»; neutro: «erotikón»): De amor o referente a él, de temperamento amoroso o dado al amor,

«Erotikós» (con omega en la última sílaba; adverbio): enamoradamente, como enamorado, con amor.   

Por supuesto, del adjetivo «erotikós» deriva el adjetivo español «erótico» (a): Perteneciente o relativo al amor o placer sexuales.

En lo que a la tradición bíblica se refiere, sólo tienen presencia en la misma el verbo «eráo» (sólo en la versión griega de la Biblia Hebrea, Septuaginta, LXX), el sustantivo «éros» (sólo en la versión griega de la Biblia Hebrea), el sustantivo «erastés» (sólo en la versión griega de la Biblia Hebrea), y el nombre propio «Érastos» (sólo en el Nuevo Testamento).

El verbo «eráo» en la versión griega de la Biblia Hebrea (LXX, Septuaginta)

Dos textos donde encontramos el verbo griego «eráo», son:

Proverbios 4.6 “No la dejes (la sabiduría), y ella te guardará; Ámala («erászeti», imperativo aoristo primero pasivo de «eráo»), y te conservará.

Evidentemente, el verbo hebreo «eráo» no involucra aquí el componente del deseo o amor erótico o sexual.

Ester 2.17 “El rey amó («erásze», aoristo primero pasivo indicativo de «eráo») a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti.

Por supuesto, es innegable que aquí el verbo «eráo» involucra el deseo o amor sexual, si bien no apunta exclusivamente al mismo.

En lo que a la Biblia Hebrea se refiere, en ambos casos «eráo» es la traducción al griego del verbo hebreo «ajáv» (amar, querer, desear, enamorarse).  

El sustantivo «éros» en la versión griega de la Biblia Hebrea (LXX, Septuaginta)

Como el verbo «eráo», también vamos a considerar dos textos donde está presente el sustantivo «éros» en la Septuaginta:  

Proverbios 7.18 “Ven, embriaguémonos de amores («filías», acusativo plural de «filía») hasta la mañana; Alegrémonos en amores («éroti», dativo singular de «éros»).”

Observación: La palabra empleada aquí por la Septuaginta, «filía», significa «amistad», pero en este texto significa «amor» con connotaciones e implicaciones indiscutiblemente sexuales. 

Proverbios 30.16 “El Seol, la matriz estéril, La tierra que no se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!”

Observación: Aquí la Septuaginta, en lugar de traducir «matriz estéril», tradujo «éros guinaikós» (amor o deseo de mujer, el amor o deseo de tener y disfrutar sexualmente de mujer).   

El sustantivo «erastés» en la versión griega de la Biblia Hebrea (LXX, Septuaginta)

Tres textos vamos a considerar donde está presente el sustantivo «erastés» en la Septuaginta:

Oseas 2.7: “Seguirá a sus amantes («erastón», genitivo plural de «erastés»), y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora”.

Pero también se emplea el sustantivo «arestés» en Oseas 2.9, en caso acusativo plural: «tus arestás».  

Sabiduría 8.2 “A ésta amé y rebusqué desde mi juventud; y busqué para por esposa llevármela; y amador («arestés») híceme de su hermosura” (Traducción de Junemann).

El sustantivo «Érastos» en el Nuevo Testamento Griego

La palabra griega «erastós», como palabra oxítona o aguda, es un adjetivo, y como tal ya lo expliqué arriba. Pero como sustantivo y nombre propio, «Érastos», es una palabra proparoxítona (esdrújula), y como tal se lo encuentra en el Nuevo Testamento en: Hechos 19.22; Romanos 16.23 y 2 Timoteo 4.20:

Hechos 19.22 “Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia”

Romanos 16.23 “Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto”

2 Timoteo 4.20 “Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo”

Como se puede observar, el sustantivo y nombre propio griego «Érastos» (amoroso, afable), compañero de Pablo, no tiene ninguna connotación relativa al placer sexual como  “lascivo”, “lujurioso”, “libidinoso”, a pesar de derivar léxica y morfológicamente del verbo «eráo».

En resumen, no siempre el verbo «eráo» y sus derivados involucran el ardiente deseo, amor o pasión sexual, lo erótico.

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Instituto Dominicano de Ciencias Bíblicas IDCB, cursos de lenguas bíblicas todo el año


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El único centro de estudios latinoamericano que durante todo el año ofrece un estudio profesional,  completo, crítico y académico de la gramática de las lenguas bíblicas: Hebreo Clásico o Bíblico: dos años; Arameo Clásico o Bíblico: un año; Griego Bíblico: dos años; Griego Clásico: dos años; Gramática Española Aplicada: seis meses.

Por supuesto, en virtud del enfoque profesional, libre, crítico y académico de nuestros cursos, éstos están dirigidos al público general, al margen de su confesión o creencia religiosa.  

En suma, nuestros cursos están dirigidos al público general interesado en un estudio completo (no meramente elemental o básico), crítico, académico y profesional de las gramáticas de las lenguas bíblicas, ya sea que esté comprometido con una lectura confesional de los textos bíblicos, como si más bien se siente identificado con una lectura de la Biblia crítica, Iibre, académica  y no confesional.  

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Mateo 26.26 y 28 y «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», acierto e inconsistencia


Mateo 26.26 y 28 y «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra»

Acierto e inconsistencia

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas 

Héctor B. Olea C.

Después de haber puesto en evidencia la forma desacertada en que el «Nuevo Testamento Interlineal griego español» de Francisco Lacueva tradujo en Mateo 26.26 y 28, lo mismo que en Marcos 14.22 y 24; Lucas 22.19; 1 Corintios 11.24; en esta ocasión quiero poner de relieve la forma en que tres versiones o traducciones de la Biblia, por un lado superan positivamente la obra de Francisco Lacueva, pero por otro lado y, curiosamente, se muestran igual de desacertada en el mismo contexto y en el mismo aspecto. 

La primera dos las tres referidas traducciones consiste en una versión convencional de la Biblia (una traducción no interlineal), conocida como «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», realizada por el Centro Mundial de Traducción de la Biblia en el año 2005.

La segunda obra a la que hago referencia consiste en una versión interlineal identificada como «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», por Elsa Tamez e Isela Trujillo (Sociedades Bíblicas Unidas, año 2012).

La tercera obra a la que hago referencia en este artículo es: «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», publicada por EDAF (año 2009).

La situación curiosa que pudimos constatar en relación a estas tres versiones o traducciones de la Biblia, es la siguiente.

En primer lugar, La «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos» tradujo acertadamente la primera frase: «este es mi cuerpo» (Mateo 26.26), pero de manera inconsistente y desacertada la segunda: «esto es mi sangre» (Mateo 26.28).

Luego, debo confesar que me sorprendió que una traducción no confesional, como la que dirigió el prestigioso y admirado Antonio Piñero, «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», publicada por EDAF (año 2009), haya traducido precisa y exactamente como La «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos».

En segundo lugar, «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra»,  también tradujo de manera inconsistente, pero a la inversa. Me explico, tradujo de manera desacertada la primera frase: «esto es mi cuerpo» (literalmente: «esto es el cuerpo de mí», Mateo 26.26), pero de manera acertada la segunda frase: «esta es mi sangre» (literalmente: «esta es la sangre de mí», Mateo 26.28).

Consecuentemente, con relación a la versión «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», y la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», uno se pregunta:

¿Por qué comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «sóma» (cuerpo), en la frase «túto estin to sóma mu» (este es mi cuerpo)?   

¿Por qué no comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el  sustantivo de género neutro «jáima» (sangre), en la frase «túto estin to jáima mu» (esta es mi sangre)?

¿Por qué tradujeron de una manera distinta en Mateo 26.28 a como tradujeron en Mateo 26.26? ¿Por qué tradujeron de manera acertada en Mateo 26.26, pero no en Mateo 26.28, que exhibe la misma concordancia y la misma sintaxis?

Y con relación a «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», uno se pregunta:

¿Por qué las personas editoras de esta versión interlineal no comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «sóma» (cuerpo), en la frase «túto estin to sóma mu» (este es mi cuerpo)?  

¿Por qué sí comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «jáima» (sangre), en la frase «túto estin to jáima mu» (esta es mi sangre)?

¿Por qué tradujeron de una manera distinta en Mateo 26.28 a como tradujeron en Mateo 26.26? ¿Por qué tradujeron de manera acertada en Mateo 26.28, pero no en Mateo 26.26, que exhibe la misma concordancia y la misma sintaxis?

Finalmente, la misma crítica que le hicimos a la obra de Francisco Lacueva, también se la hacemos a la «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», a la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos» y a «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra».

Por supuesto, a favor de la obra de Francisco Lacueva es preciso decir que se mostró consistente en el error, mientras que las tres obras que menciono en este breve artículo, por un lado, confirman mi tesis y las conclusiones de mi análisis morfosintáctico (gramatical) y traducción personal del texto griego de Mateo 26.26 y 28; por otro lado, el que hayan traducido de manera acertada en un caso, y no en el otro, a pesar de exhibir la misma concordancia y la misma sintaxis, justifica una crítica mayor, pues el acierto que muestran en un caso debió implicar el acierto en el otro.

En conclusión, muy pesar de la traducción ofrecida por Lacueva y otras versiones de la Biblia, una traducción acertada y consistente de las dos frases en cuestión, en conformidad a la gramática y sintaxis griega y la gramática castellana, es: «este es mi cuerpo», «esta es mi sangre».

Luego, es preciso poner de relieve que el asumir literalmente (transustanciación, transubstanciación) o en forma metafórica las frases en cuestión, no depende de la traducción, no lo impone la traducción, sino la teología. 

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El uso bíblico del verbo griego «agapáo» no siempre apunta a lo que te han dicho que significa


El uso bíblico del verbo griego «agapáo» no siempre apunta a lo que te han dicho que significa

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Es muy generalizada la idea de que la palabra (sustantivo) «ágape» (en griego «agápe») y el verbo «agapáo» del cual se deriva, se usan en la Biblia estrictamente para señalar el amor de Dios, el amor por antonomasia, y respecto de los seres humanos, el amor como fruto de la obra del Espíritu Santo; el amor como un sentimiento no superficial, coyuntural e interesado, sino profundo, desinteresado, sacrificial, en fin, el perfecto amor.

En tal sentido, llama la atención lo que el muy popular «Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Vine» dice del verbo griego «agapáo» y del sustantivo derivado del mismo, «agápe», cito: «agapáo» y el correspondiente nombre «agápe» constituyen la palabra característica del cristianismo, ya que el Espíritu de la revelación la ha usado para expresar ideas previamente desconocidas.”

Sin embargo, voy a hacer mención de tres textos bíblicos del Nuevo Testamento donde está presente el verbo «agapáo», pero que, por la concepción popular que se tiene de dicho verbo, mucha gente, tal vez la mayoría, no esperaría encontrarlo allí.

Por un lado, es cierto que Juan 3.16 dice que “Dios amó al mundo…”. Luego, es preciso decir que aquí la palabra (forma verbal) «amó», es la traducción de la forma verbal «egápesen», en tiempo aoristo, voz activa, modo indicativo, tercera persona singular del verbo «agapáo».

Pero también es cierto que Lucas 11.43 afirma: “¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas.”

Aquí la palabra «aman» (forma verbal) es la traducción de la forma verbal «agapáte», en tiempo presente, voz activa, modo indicativo, segunda persona plural del verbo «agapáo».

Por supuesto, también es indiscutible e innegable que Juan 3.19 afirma: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”

Aquí la palabra «amaron» (forma verbal) es la traducción precisamente de una forma verbal del mismo verbo «agapáo» que encontramos en Juan 3.16 y que allí tiene a Dios como sujeto.

Consecuentemente, así como la forma verbal «egápesen» en Juan 3.16 tiene a Dios como sujeto; en Juan 3.19, son los hombres (la humanidad) el sujeto de la forma verbal «egápesan», en tiempo aoristo, voz activa, modo indicativo, tercera persona plural del mismo verbo «agapáo» empleado en Juan 3.16.

Finalmente, es indiscutiblemente cierto lo que afirma 2 Timoteo 4.10: “Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.”

Aquí la palabra «amando» (forma no personal, un verboide, un gerundio), es la traducción de «agapésas», participio aoristo, voz activa, en caso nominativo masculino singular, del verbo «agapáo».

En resumen, en conclusión, sin duda alguna, el uso bíblico del verbo griego «agapáo» no siempre apunta a lo que te han dicho que significa.

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