El tiempo verbal versus el aspecto de la acción verbal en el griego koiné



Héctor B. Olea C.

Dentro de los seis modos que tiene el sistema verbal griego (indicativo, subjuntivo, imperativo, participio, infinitivo y optativo), es preciso decir que sólo en el modo indicativo el tiempo (categoría gramatical) apunta al momento en que se realiza la acción verbal.

Luego, la diferencia entre una forma verbal en modo imperativo en el tema de presente (en tiempo presente), y una forma verbal en modo imperativo en tiempo aoristo, tiene que ver estrictamente con el aspecto de la acción verbal (si la acción se presenta como acabada, que inicia, repetida, puntual, en desarrollo, por realizar) y no con el tiempo o momento en que se supone que se realiza dicha acción.
Consecuentemente, una forma verbal en modo imperativo en tiempo presente tiene un aspecto durativo (acción durativa, repetida, habitual), pero una forma verbal en modo imperativo en tiempo aoristo es de aspecto puntual e ingresivo.  

Luego, respecto de las prohibiciones o mandatos en negativo, cito aquí las palabras de Max Zerwick: “En las prohibiciones se aplica el siguiente principio: «me» con imperativo de tiempo presente prohíbe la continuación de una acción; «me» con el subjuntivo aoristo prohíbe una acción futura” (El griego del Nuevo Testamento, página 111). 

En tal sentido, quiero poner de relieve la redacción griega de la frase «no peques más», en Juan 5.14 y 8.11.

En ambos casos el texto griego que está detrás de la traducción «no peques más», según se lee en la versión Reina Valera 1960, involucra el negativo «mekéti» (ya no, no más), y la forma verbal «jamártane» (de tiempo presente, voz activa, modo imperativo, segunda persona del singular, del verbo «jamartáno»: yo peco).

Luego, la frase «mekéti jamártane» debe traducirse: «no vuelvas a pecar nunca» (prohibición que exige el cese o continuación de la acción de pecar).  

Por supuesto, en caso de haber empleado el subjuntivo aoristo (forma de prohibir en el tema aoristo), «me jamartéses», la idea y traducción sería: «no peques», con el sentido de «no te pongas a pecar» (procurando evitar el inicio de la acción de pecar).

Ahora bien, que en Juan 5.14 como en Juan 8.11 el texto griego haya empleado el imperativo de tiempo presente («mekéti jamártane», que procura evitar la continuación de dicha acción: no peques más), y no el subjuntivo aoristo («me jamartéses», que procura evitar el inicio de dicha acción: no te pongas a pecar); indica que la preocupación de Jesús, en ambos casos, fue la de procurar impedir que tanto el paralítico como la mujer adultera continuaran pecando.

Además, el contexto del relato de la curación del paralítico (considérese Juan 5.14) como el contexto del relato de la mujer adúltera (considérese Juan 8.10-11), exigen el empleo de una prohibición de tiempo presente (que procura el cese de la continuación de una acción), y no una prohibición en tiempo aoristo (que procura impedir el inicio de una acción).

Esto así pues para ambos relatos el pecado del paralítico como el pecado de la mujer adúltera, no son puestos en duda.

Finalmente, mientras que en el relato de la curación del paralítico (Juan 5.14) la frase «mekéti jamártane» tiene un matiz más general («no peques jamás», «no sigas pecando»); en el relato de la mujer adúltera (Juan 8.11), la misma frase podría tener un sentido más específico y restrictivo, como lo sugiere Raymond E. Brown: «no vuelvas a cometer este pecado», «no sigas adulterando».

Muy a propósito de nuestro curso online «Introducción a la lectura y exégesis del Nuevo Testamento Griego» (que inicia el viernes 2 de agosto), y nuestro curso también online «Introducción al hebreo bíblico y a la exégesis de la Biblia Hebrea» (que inicia el lunes 5 de agosto).
                                                             
¡Todavía estás a tiempo!

Para más información, escribir a mi correo electrónico (benjamin.olea30@gmail.com) y mi Whatsapp: +18092057814, así de sencillo.


¿Es «crear (en el sentido de sacar algo de la nada)» la única o la principal acepción del verbo hebreo «bará»?


De los diccionarios a los textos bíblicos, de los textos bíblicos a los diccionarios
Una perspectiva crítica

Héctor B. Olea C.

Hablar de los diccionarios o léxicos, sus alcances y hasta limitaciones, impone que definamos primero dos conceptos que se vienen diferenciando en el campo de los estudios lingüísticos: la lexicología y la lexicografía.

Para dar una definición de ambas, me voy a contentar con citar de manera íntegra al reconocido y prestigiosos lingüista dominicano Carlisle Gonzales Tapia. Cito: “La lexicología o léxico-semántica estudia la estructura del vocabulario de una lengua, su composición, su variedad, origen, cambios históricos y adaptaciones a las condiciones sociales de la comunidad respectiva. Es decir, el objeto principal de esta disciplina es el vocablo como término técnico en léxico estadística”.

La lexicografía, en cambio, es tipificada como una rama de la lexicología (o léxico-semántica) y se ocupa específicamente de la «confección de diccionarios, de su adecuación a cometidos generales o específicos y del acopio de los recursos necesarios para alcanzar tales fines» (Manuel Seco, 1987). Es considerada simultáneamente una técnica y como un arte” (Un estudio de léxico-semántica, el español dominicano, páginas 27 y 28).

Luego, hay que decir, respecto de sus alcances, que existen diccionarios o léxicos básicos (que sólo aportan las dos o tres principales acepciones de una palabra) sin más detalles. Y por otro lado están los que incluyen la etimología, sus posibles antecedentes y dependencia respecto de otros dialectos o lenguas emparentadas (de la misma familia) y entorno geográfico y político más próximo (respecto de la lengua de que se trate).

Incluso, hay los que además se preocupan por establecer semejanzas y diferencias (continuidades y discontinuidades) en su uso regular o profano y en su uso en algún tipo de texto sagrado, como en este caso, la Biblia.

En tal sentido, somos testigos de los esfuerzos de algunas magnas obras que respecto de la lengua hebrea, procuran verificar los antecedentes y paralelismos en el marco  general de las lenguas semíticas (por ejemplo, el cananeo, el ugarítico, el fenicio, el acadio, el arameo, el árabe, el siríaco, etc.).

Y respecto de la lengua original del Nuevo Testamento, el griego koiné, se hace el esfuerzo por establecer posibles antecedentes e influencias del hebreo y el arameo en la forma en que se usan ciertas palabras en el griego koiné (vía la Septuaginta), incluso la sintaxis misma de la koiné del Nuevo Testamento. También hay los que procuran constatar los posibles antecedentes en el inventario de los distintos dialectos de la lengua griega (el griego antiguo, el jónico, el ático, el eólico, el dórico, etc.).

Por supuesto, hay obras que también procuran establecer las posibles semejanzas y diferencias en el empleo de un término en el griego koiné respecto de su posible uso en el griego clásico. Además se procura, hasta donde sea posible, establecer la posible continuidad y discontinuidad en el marco de la misma lengua griega koiné en su uso en el vocabulario de los textos del Nuevo Testamento, y su uso fuera del mismo.

Ahora bien, muy a pesar de todos los esfuerzos que puedan hacer algunas fuentes (diccionario o léxicos) por arrojarnos toda la luz que les sea posible sobre la historia del empleo de una determinada palabra y su evolución (diacronía); no es menos cierto que especialmente respecto de los diccionarios o léxicos bíblicos, los textos bíblicos mismos son una variable inevitable que se deben tomar muy en serio a la hora de establecer la forma en que se entiende que los autores de la Biblia emplearon ciertas palabras.

Son además una variable de vital importancia en el empleo crítico de los diccionarios o léxicos. Consecuentemente, dado el sesgo de algunas fuentes incluso profesores y profesoras de las lenguas bíblicas, es muy importante que, sin dejar de valorar las informaciones que nos brindan ciertas obras especializadas, jamás se deben emplear y consultar sin un sentido crítico.

En otras palabras, es necesario estar en guardia y estar más que dispuestos (as) a poner resistencia y hasta rechazar de plano el sentido y ciertos matices que supuestamente tienen algunas palabras en la Biblia, cuando los textos bíblicos mismos (también leídos con sentido crítico) no permiten avalar dichas atribuciones.

También debemos estar en guardia para que una posible acepción contextual (connotación, significado contextual o situacional), se nos imponga como acepción única o principal (significado denotativo), dando por sentado que dicha acepción contextual es supuesta y estrictamente su significado único y persistente en cualquier contexto, muy a pesar de la evidencia en contra que aporten los textos bíblicos mismos.

Ahora bien, después de estas palabras introductorias, retomo nuestra pregunta inicial ¿Es «crear (en el sentido de sacar algo de la nada)» la única o la principal acepción del verbo hebreo «bará»? ¿Qué dicen los diccionarios? ¿Qué dicen los textos bíblicos mismos?

Para dar una respuesta seria y contundente a la pregunta planteada, lo primero que voy a hacer es citar algunos reconocidos diccionarios de hebreo bíblico:

«Diccionario bíblico hebreo español» (TROTTA), de Luís Alonso Schokel: crear, sacar de la nada, hacer, fundar, formar, plasmar.

«Diccionario de hebreo bíblico» (Mundo Hispano), de Moisés Chávez: crear, ser creado.

«Diccionario bíblico Hebreo Español, Español Hebreo» (Verbo Divino), de Jaime Vázquez Allegue: crear, ser creado.

«Diccionario de hebreo y arameo bíblicos» (Ediciones la aurora), traducción castellana de la obra alemana de Georg Fohrer (editor): crear (solamente referido a Dios).

«Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento (Ediciones Cristiandad), de E. Jenni y C. Westermann: “El empleo de «bará» es característico por algunas peculiaridades:

En primer lugar, el sujeto de la afirmación es siempre Dios, concretamente el Dios de Israel, nunca una divinidad extraña.

En segundo lugar, nunca se menciona una materia (expresada en acusativo o por medio de una proposición) a partir de la cual Dios crea (sobre todo Génesis 1.1).

En tercer lugar, los objetos de «bará» son diversos, pero la mayoría de las veces se trata de algo especial, extraordinario, nuevo. 1) Cielo y tierra (Génesis 1.1; 2.4; Isaías 65.17; 42.5; 45.18, etc.); 2) los seres humanos (Génesis 1.27; 5.1; 6.7; Deuteronomio 4.32, etc.); 3) el pueblo de Israel (Isaías 43.1. 15; Salmo 102.19; Ezequiel 21.35); 4) algo maravilloso, nuevo o cosas semejantes (Ezequiel 34.10; Números 16.30; Isaías 48.6 y siguientes; 65.17; Josué 31.22), páginas 489, tomo II).

Finalmente, también puntualiza la obra de Jenni y Westermann: “De por sí, pues, el verbo «bará» no designa una creatio ex nihilo, pero viene a significar precisamente lo que en otras mentalidades se quiere asegurar por medio de la expresión creatio ex nihilo: la creación extraordinaria, soberana, sin esfuerzo y completamente libre, por parte de Dios” (tomo II, página 490).

¿Qué dicen los textos bíblicos? ¿Demuestran los textos bíblicos que «bará» siempre significa “crear o sacar algo de la nada”?

Para responder a estas dos última preguntas, pienso que es suficiente considerar los siguientes textos bíblicos representativos: Génesis 5.1; 6.6, 7; Isaías 43.1, 15.

Génesis 5.1 “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó («bará») Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.”

¿Demuestra Génesis 5.1 que el verbo «bará» señala aquí una creación de la nada, o  sencillamente la creación del algo nuevo?

En primer lugar, diré que a pesar de que el relato sacerdotal de la creación (Génesis 1) no presenta a Dios poniendo en existencia al ser humano como lo hace el relato yahvista (Génesis 2.4-25) tomando del polvo de la tierra; lo cierto es que el hecho de ser creado el ser humano en el sexto día de la creación, desdice mucho de una creación de la nada.

Además, que el relato sacerdotal no haya dado los detalles del relato yahvista respecto de la creación del ser humano, y en cambio presente la creación del ser humano vía la simple expresión de su palabra creativa (como la creación de la luz, de los animales acuáticos, de los animales terrestres); esto no significa que no comparta la idea del relato de yahvista en cuanto a que el ser humano fue creado del polvo de la tierra.

Es más, el relato de creación de Génesis 1 (relato sacerdotal) pone en evidencia que todo lo que se puso en existencia mediante la palabra creativa de Dios, vino a existencia a partir de un material preexistente, por ejemplo:

Génesis 1.16-18 “E hizo («asá»; LXX: «poiéo») Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno”.

Génesis 1.20-22, 24 “Dijo Dios: Produzcan («sharáts»; LXX: «exágo») las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21 Y creó («bará»; LXX: «poiéo») Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 24 Luego dijo Dios: Produzca («yatsá»; LXX: «exágo») la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así”.

Luego, respecto de la puesta en existencia del ser humano, es de notar que el empleo del verbo «bará» en el versículo 27 paralela con el empleo del verbo «asá» en el versículo 26, cito:

“Entonces dijo Dios: Hagamos («asá») al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó («bará») Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó («bará»); varón y hembra los creó” («bará»).

Luego, atendiendo a que la puesta en existencia del ser humano (en el relato sacerdotal) es descrita primero con el verbo «asá» antes que con el verbo «bará»; nos parece que la conclusión más plausible es que ni «bará» ni «asá» apuntan aquí a una creación de la nada (como tampoco es la idea del verbo griego empleado aquí por la Septuaginta, el verbo «poiéo»).

Por otro lado, no es posible perder de vista que es el verbo «asá» el que aquí marca el sentido del verbo «bará», y no viceversa.

Con relación a Génesis 6.6-7 (Y se arrepintió Jehová de haber hecho -«asá»; LXX: «poiéo»- hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho-«asá»; LXX: «poiéo»); en primer, lugar debo decir que a la luz de lo explicado respecto del relato yahvista (Génesis 2) y del relato sacerdotal (Génesis 1), no es posible asumir aquí una creación de la nada.

En segundo lugar, que una vez más es el verbo «asá» el que marca el uso del verbo «bará», y no al revés. Luego, me parecen obvias las consecuencias.

Con relación a la evidencia de Isaías 43.1, 15 (Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú; Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey).

¿Es posible decir que la historia del pueblo de Israel pone en evidencia que Dios creó a Israel de la nada? ¿Sería verosímil pensar que los textos de Isaías apuntan a una creación de la nada?

En resumen, a la luz de los diccionarios mencionados y a la luz de los textos bíblicos considerados, no es posible concluir que “crear, en el sentido de sacar algo de la nada” es el sentido primario del verbo «bará», no es el único ni el principal.

Más que crear (en el sentido de poner en existencia algo de la nada), es más bien «poner en existencia algo nuevo, novedoso, extraordinario», la idea principal del verbo «bará» (de ahí el detalle de que sólo Dios es el sujeto del verbo «bará»).

Consecuentemente, al menos como traducción, también viene a ser la idea del verbo «bará», a la que también apunta el verbo hebreo «asá», cuando es usado paralelamente a «bará», y la de los verbos griegos empleados para traducir en dichos contextos al verbo «bará» y al verbo «asá» respectivamente.

Al menos para fines estadísticos, y como ilustración, voy a poner de relieve los verbos empleados por la Septuaginta para traducir el verbo «bará» y el verbo «asá», en los pasajes aquí analizados.

Génesis 5.1  Texto hebreo: «bará» y «asá»; Septuaginta: sólo «poiéo» 

Génesis 6.6  Texto hebreo: «asá»; Septuaginta: «poiéo» 

Génesis 6.7  Texto hebreo: «bará» y «asá»; Septuaginta: sólo «poiéo»

Isaías 43.1  Texto hebreo: «bará» y «yatsár»; Septuaginta: «poiéo» y «plásso»   

Isaías 43.15  Texto hebreo: «bará»; Septuaginta: «katadéiknumi»

Finalmente, pienso que no podemos obviar la forma en que, desde mi punto de vista, se relativizó el uso del verbo «bará» en el mismo texto hebreo, y en el mismo contexto de los relatos de creación del Génesis.

En tal sentido, no podemos obviar que Génesis 1.1 inicia con «bará» (verbo que sólo tiene a Dios como sujeto), pero termina (Génesis 1.31) haciendo referencia a toda la obra de creación con el verbo «asá» (verbo del cual no podemos decir lo mismo respecto de sus sujetos, considérese Números 8.20; 1 Reyes 22.39).

Por su parte, la Septuaginta empleó el verbo «poiéo» tanto en el versículo 1 como en el 31.

En Génesis 2.2 el texto hebreo sólo emplea (dos veces) el verbo «asá» para volver a hacer referencia a toda la obra de creación. La Septuaginta, por su parte, tradujo el verbo «asá» (las dos veces) con el verbo «poiéo».  

En Génesis 2.3 volvemos a observar un uso indistinto y paralelo del «bará» y «asá», en la frase “… reposó de toda su obra de creación («bará») que había hecho («asá»). Aquí la Septuaginta tradujo sólo con el verbo «poiéo».  

Además, en Génesis 2.4 se vuelven a usar en forma paralela e indistinta el verbo «bará» y el verbo «asá». Consecuentemente, las frases que paralelan son: «cuando fueron creados» (el cielo y la tierra; con el verbo «bará», y la frase: «el día que el Señor hizo la tierra y el cielo» (con el verbo «asá»).

La Septuaginta, por su parte, empleó el verbo «guínomai» (como traducción del verbo «bará»), y el verbo «poiéo» para traducir el verbo «asá».  

En conclusión, pienso que los factores y variables que he considerado en este artículo, como el enfoque con que he presentado los datos, no deben dejar dudas respecto de que el verbo hebreo «bará» necesariamente no apunta (ni siempre) al hecho de poner algo en existencia sin la utilización de un material preexistente (creación ex nihilo), por supuesto, muy a pesar de lo que digan algunos léxicos o diccionarios; sino más bien «poner en existencia algo nuevo, novedoso, extraordinario, de manera libre y soberana», y de ahí que sólo tenga a Dios como sujeto.

Además, la reflexión teológica tampoco debe perder de vista la forma en que el mismo texto hebreo se emplea de forma indistinta y paralela el verbo «asá» en conexión al verbo «bará», incluso el mismo verbo «bará» en conexión con el verbo «yatsár».

En todo caso, quiero poner relieve que es el libro de 2 Macabeos 7.28 (libro deuterocanónico para la tradición católica, pero apócrifo para la generalidad de la tradición protestante y evangélica, generalmente fechado alrededor del año 124 a.C.) el que de manera precisa habla de una «creación de la nada».

Paso a citar 2 Macabeos 7.28 en conformidad a la traducción que se lee en La Biblia de Jerusalén Latinoamericana (año 2007):

“Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia”.  

Ahora bien, La Biblia de Jerusalén Latinoamericana incluye una nota al pie de página sobre la frase «a partir de la nada», que dice: “literalmente «no de cosas existentes», y agrega además tres citas bíblicas como referencias: Génesis 1.1; Isaías 44.24; Juan 1.3.

Por razones prácticas, sólo voy a comentar a Isaías 44.24. Mi observación sobre este pasaje es que hace referencia al poder de Dios y a su obra de creación no con el verbo «bará», sino con el verbo «asá». La Septuaginta, por su parte, tradujo el verbo «asá» con el verbo «sunteléo» (consumar, terminar, acabar).

Por otro lado, la parte final de Isaías 44.24 sí concuerda con la idea que comunica el verbo «bará», como la de una acción soberana y libre del creador de poner algo en existencia por su propia cuenta, con su propio poder.    

En cuanto a la frase griega que emplea 2 Macabeos 7.28 y que fue traducida como «a partir de la nada», diré lo siguiente. Dicha frase es «ouk ex ónton», está compuesta por: 1) el negativo «ouk», “no” (con esta morfología por razones sintácticas), 2) la preposición «ex» (usada sólo con el caso genitivo, y con esta morfología por razones sintácticas), y 3) «ónton» (participio presente del verbo “ser”, en caso genitivo plural, que aquí debe ser asumido como en género neutro, si bien esta morfología también le corresponde al género masculino).  

En consecuencia, una traducción acertada de la frase «ouk ex ónton», es: «no de cosas existentes», «no a partir de cosas existentes».  



¡Hasta la próxima!


¿Es la acción reflexiva el sentido primario de la voz media griega?


Un análisis del texto griego de Juan 14.3

Héctor B. Olea C.

En la sesión online del pasado jueves 11 de nuestro curso online de griego koiné, uno de mis apreciados estudiantes trajo a colación una interesante anécdota.

Resulta que mi referido estudiante había participado en una conferencia en la que el expositor afirmó que en Juan 14.3 la frase «y os tomaré a mí mismo» era la traducción de un verbo en voz media que, transmite la idea de una acción reflexiva: «a mí mismo». 

Ahora bien, ¿involucra la frase en cuestión un verbo en voz media en el texto griego? ¿Es “acción reflexiva” la idea primaria que comunica la voz media del verbo griego? ¿Es «a mí mismo» una traducción acertada?

Para responder adecuadamente las tres preguntas planteadas, voy a ofrecer algunas puntualizaciones sobre el verbo griego.

En primer lugar, el sistema verbal del griego tiene tres voces. La voz activa, la voz pasiva y la voz media. La voz activa y la voz pasiva tienen un uso equivalente al de la voz activa y la voz pasiva del castellano.

Pero la voz media (que no existe en el castellano), en primer lugar, comunica la idea de una acción que el sujeto realiza con un interés propio, personal, que es su sentido más frecuente y usual en el Nuevo Testamento.

Este sentido de la voz media se puede expresar con ciertos verbos, como «airésomai» (elijo), «airéo» (tomo). También se puede expresar con expresiones tales como: compro para mí, desaté para mí, etc.

En todo caso, respecto de la voz pasiva, en el Nuevo Testamento no es muy frecuente, y es más común el empleo de un verbo en voz activa con un complemento directo. 

Con relación a la acción reflexiva, en el Nuevo Testamento griego. Por un lado, Roberto Hanna apunta: “El uso de la voz media con una idea reflexiva directa no es común en el Nuevo Testamento” (Sintaxis Exegética, página 212).

Por su parte, Amador Ángel García Santos (Introducción al griego bíblico, página 115), plantea: “El sentido reflexivo de la voz media está limitado a ciertos verbos, ya que para expresar una acción puramente reflexiva, el griego prefiere utilizar la voz activa con el pronombre reflexivo”.

En conclusión, no es la “acción reflexiva” el sentido primario de la voz media del verbo griego. Por otro lado, en este análisis no podemos perder de vista las características especiales de los llamados «verbos deponentes» y los «verbos semideponentes», que voy a explicar más adelante. 

Tampoco podemos dejar de lado que algunos verbos tienen un sentido en la voz activa, y otro en la voz media, y sin ningún matiz de una “acción reflexiva”. Por ejemplo, el verbo «árjo» en voz activa significa “yo gobierno”, “ejerzo el poder”; pero en voz media significa “yo comienzo”.

En la misma línea, el verbo «politéuo» en voz activa significa: “soy ciudadano”, pero en voz media significa: “soy ciudadano y actúo como tal”.

Consecuentemente y, retomando Juan 14.3, debo decir que la frase «y os tomaré a mí mismo» (traducción de RV 1960), es la traducción de la frase griega «kai paralémpsomai jumás pros emautón».

Análisis gramatical (morfosintáctico) de la frase griega «kai paralémpsomai jumás pros emautón»   

«kai»: conjunción: y, también.

«paralémpsomai»: forma verbal en tiempo futuro, primera persona del singular, con la morfología de la voz media o pasiva, pero con el sentido de la voz activa.

Luego, «paralémpsomai» debe ser traducida y asumida con el sentido de la voz activa, porque es una forma verbal de un «verbo semideponente».

Los «verbos deponentes» son verbos que sólo se usan con la morfología de la voz media o pasiva, pero con el sentido de la voz activa.

Son «verbos deponentes» los verbos cuya forma léxica, la que aparece en los diccionarios, vocabularios y léxicos), tiene la desinencia o terminación «omai» («érjomai»: yo vengo, yo voy; «poréuomai»: yo voy, yo me marzo; «guínomai»: yo llego a ser, yo soy.

Por otro lado, los «verbos semideponentes» son verbos que en el presente y otros temas tienen una morfología de voz activa, pero sobre todo en el futuro tienen una morfología de voz media, pero manteniendo su sentido de la voz activa.

Consecuentemente y, precisamente, la forma verbal «paralémpsomai» es una forma verbal del verbo «paralambáno», verbo compuesto por la preposición «pará» y por el verbo «lambáno» (yo tomo, acojo, recibo), que es deponente en el tiempo futuro. 

En consecuencia, con base en el hecho de que «paralémpsomai» es una forma verbal de un verbo deponente en el futuro, es un error asumir y traducir dicha forma verbal con el sentido de la voz media, y mucho menos con el sentido de una acción reflexiva. 

«jumás»: pronombre personal de la segunda persona del plural (ustedes), en caso acusativo (complemento directo).

«pros»: preposición acompañada aquí del caso acusativo (también se usa con el genitivo y con el dativo). Aquí significa: hacia mí, para con. 

«emautón»: pronombre reflexivo de la primera persona singular, en caso acusativo. Con la preposición «pros», significa: hacia a mí, para conmigo, junto a mí.

Traducción de la frase «kai paralémpsomai jumás pros emautón»: «Y los tomaré a ustedes para que estén conmigo (los voy a acoger conmigo, los voy a llevar junto a mí)».    

Finamente, la traducción «y os tomaré a mí mismo» (traducción de RV 1960), no es acertada y resulta mucho más que complicada.

En tal sentido, es lamentable que la IV Edición de la Biblia Textual haya insistido en mantener dicha traducción, cuando la llamada Reina Valera Contemporánea (RVC, 2011: “y los llevaré conmigo”), y otras, ya había abandonado dicha traducción.

En resumen: No hay en Juan 14.3 un verbo en voz media, sino una forma verbal de un «verbo semideponente» («paralémpsomai»); no es la “acción reflexiva” la idea primaria y dominante de la voz media del griego; la frase “a mí mismo” es la traducción de la preposición «pros» más el pronombre reflexivo de la primera persona singular en caso acusativo («emautón»), así de sencillo.  


Muy a propósito de nuestro curso online «Introducción a la lectura y exégesis del Nuevo Testamento Griego» (que inicia el viernes 2 de agosto), y nuestro curso también online «Introducción al hebreo bíblico y a la exégesis de la Biblia Hebrea» (que inicia el lunes 5 de agosto).

¡Inscripciones abiertas hasta el 20 de este mes!

Para más información, escribir a mi correo electrónico (benjamin.olea30@gmail.com) y mi Whatsapp: +18092057814, así de sencillo

La colocación de la mujer en el décimo mandamiento del Decálogo



Éxodo 20.17 versus Deuteronomio 5.21

Héctor B. Olea C.

¿Un progreso en el pensamiento social? ¿Una actitud crítica y de cuestionamiento a la situación de la mujer en la sociedad hebrea? ¿Una redacción más solidaria con la mujer?

Muy a propósito de nuestro curso online «Introducción a la lectura y exégesis del Nuevo Testamento Griego» (que inicia el viernes 2 de agosto), y nuestro curso también online «Introducción al hebreo bíblico y a la exégesis de la Biblia Hebrea» (que inicia el lunes 5 de agosto).

¡Inscripciones abiertas hasta el 20 de este mes!

Llama la atención que si bien la mujer seguía siendo considerada una de las cosas más que conformaban el conjunto de los bienes del varón; no es menos cierto que la redacción del décimo mandamiento del Decálogo en Deuteronomio 5 coloca a la mujer en el primer lugar entre las cosas que no se debían codiciar del prójimo. La redacción de Éxodo 20 había colocado la casa en el primer lugar.  

Respecto del cambio redaccional en cuestión, el Comentario Bíblico San Jerónimo plantea: “…Es significativo que la «mujer» (esposa) vaya antes de la «casa», lo cual refleja posiblemente un progreso en el pensamiento social (compárese Miqueas 2.2).”

Además, debo decir que esta diferencia redaccional se puede observar tanto en la Biblia Hebraica Sttgartensia (edición crítica del Códice de Leningrado), como en el llamado «Textus Receptus» de la misma Biblia Hebrea.

En tal sentido, la primera parte de la redacción del décimo mandamiento en la Biblia Hebrea, en Éxodo 20.17 es: «lo tajmod bet (beyt) reéja, lo tajmod éshet reéja».

Traducción: «No codiciarás (no codicies) la casa de tu prójimo, no codiciarás (no codicies) la mujer de tu prójimo».

Pero la redacción de la misma primera parte del décimo mandamiento, en la misma Biblia Hebrea, en la versión de Deuteronomio 5.21 es: «lo tajmod éshet reéja, lo tajmod bet (beyt) reéja».

Traducción: «No codiciarás (no codicies) la mujer de tu prójimo, no codiciarás (no codicies) la casa de tu prójimo».

Por otro lado, en lo que respecta a la Septuaginta, la redacción de la primera parte del décimo mandamiento es igual tanto en Éxodo 20.17 como en Deuteronomio 5.21: «uk epithuméseis ten gunáika tu plesíon su, uk epithuméseis ten oikían tu plesíon su».

Traducción: «No codiciarás (no codicies) la mujer de tu prójimo, no codiciarás (no codicies) la casa de tu prójimo»

Para más información, escribir a mi correo electrónico (benjamin.olea30@gmail.com) y mi Whatsapp: +18092057814, así de sencillo.


La mala traducción de la palabra cielo en plural, Génesis 1.1


Cuando el problema está en la traducción, y no en el texto fuente

Frente a ciertos desaciertos con que nos encontramos en las traducciones o  versiones de la Biblia, es común pensar que el problema está en el texto fuente (hebreo o griego), y no propiamente en la traducción.

A manera de ilustración quiero analizar dos casos con los que una vez más voy a demostrar la manera en que una falta de comprensión de la gramática del idioma fuente (hebreo o griego), de algunas de las peculiaridades del hebreo y del griego (junto a otros factores), explican algunas desacertadas traducciones bíblicas.

Primer caso. En la versión Reina Valera 1960, en Génesis 1.1, leemos la palabra «cielo» en plural: «cielos».

Sin embargo, vale decir que también otras versiones de la Biblia han traducido «cielos» (en plural), versiones que en cierta forma se han vendido como mejores y actualizadoras de La Reina Valera 1960. Entre estas están: La Reina Valera Contemporánea 2011, La Nueva Traducción Viviente, La Nueva Versión Internacional, La Biblia de las Américas, La Reina Valera Actualizada 2015, etc.

Ahora bien, la cuestión es que la palabra hebrea que las mencionadas versiones de la Biblia han traducido en plural «cielos», es «ha (ja)-shamáyim», no está propiamente en plural, sino en “número dual”.

Se emplea el “número dual” para hacer referencia a objetos o cosas que existen en pares (los ojos, los pies, las manos, las orejas, etc.).  No obstante, la palabra «shamáyim» tiene la morfología del “número dual”, pero sin hacer referencia al número. Algo parecido a lo que ocurre con la palabra castellana “crisis” (aunque aquí, por supuesto, “crisis” no tiene en sí una morfología del “número dual”, sino en plural, aunque sin hacer referencia de por sí al número plural).

Luego, es preciso poner de relieve que la Septuaginta, la clásica traducción griega de la Biblia Hebrea, tradujo la palabra «shamáyim» en singular: «ton uranón», literalmente: «el cielo».

Ahora bien, honrosas excepciones traducciones al castellano que acertaron en su traducción de la palabra «shamáyim», en singular, son: La Nueva Biblia Española 1975, y La Biblia Hebreo Español, de Moisés Katznelson.

Segundo caso. Respecto de la lengua original del llamado Nuevo Testamento, quiero llamar la atención sobre la traducción de la frase «di-autú» en Juan 1.3.

La frase «di-autú» involucra la preposición «diá» (aquí con una apóstrofo que indica la eliminación de la vocal de la preposición «diá» por razones de eufonía, cuando la palabra que le sigue inicia con vocal o diptongo).

La otra palabra involucrada en la frase en cuestión es «autú», con la morfología del caso genitivo masculino (o neutro, pero aquí en masculino) singular, del pronombre personal de la tercera persona: «autós».

Consecuentemente, la frase «di-autú» deber ser traducida: “por medio de ella”, “a través de ella” (haciendo referencia al lógos, o sea, la palabra), o bien, “por medio o a través de él”.

Sin embargo, observamos la ambigua y mala traducción de la frase «di-autú» en La Reina Valera 1960 (por él), La Reina Valera Contemporánea 2011 (por ella), La Biblia Textual IV Edición (por Él).

Ahora bien, honrosas excepciones que han traducido de manera acertada, sin ambigüedades, la frase griega «di-autú», son: La Nueva Versión Internacional (por medio de él), La Nueva Traducción Viviente (por medio de él), La Reina Valera Actualizada 2015 (por medio de ella), La Nueva Biblia Española 1975 (mediante ella), La Biblia de las Américas (por medio de Él), etc.   
      
Inscripciones abiertas hasta el 20 de este mes para nuestro curso online «Introducción a la lectura y exégesis del Nuevo Testamento Griego» (que inicia el viernes 2 de agosto), y nuestro curso también online «Introducción al hebreo bíblico y a la exégesis de la Biblia Hebrea» (que inicia el lunes 5 de agosto), así de sencillo.