Las formas no personales del verbo (español, hebreo y griego), curso de gramática española aplicada

 

Las llamadas formas no personales del verbo (verboides)

A propósito de nuestro curso de gramática española aplicada

Héctor B. Olea C.

Por lo general, comúnmente, se llama «forma verbal» a una forma verbal finita, o sea, a un verbo conjugado, a una forma verbal que muestra un conjunto de segmentos flexivos para indicar el tiempo, el modo, el aspecto, la persona y el número.

Pero las llamadas «formas no personales del verbo», o «verboides», carecen precisamente del conjunto de segmentos flexivos, razón por la cual reciben el calificativo de «formas no personales del verbo».

En consecuencia, una forma no personal del verbo no es más que una forma verbal que por carecer de una desinencia flexiva, por su morfología, no se le puede atribuir tiempo, modo, persona y número. 

En todo caso, en lo relativo al aspecto verbal, se considera que el participio tiene un aspecto perfectivo o resultativo (comido), el gerundio durativo (comiendo), pero el infinitivo se considera de valor aspectual neutro, o sea, que carece de valor aspectual.  

¿Cuáles son las «formas no personales del verbo» o «verboides»?

 1)    El infinitivo, que puede ser simple (cantar, comer, reír), y compuesto (haber cantado, haber comido, haber reído).

 2)    El gerundio, que también puede ser simple (cantando, comiendo, riendo), y compuesto (habiendo cantado, habiendo comido, habiendo reído).

 3)    El participio, que carece de una forma compuesta (cantado, comido, reído).

Luego, en lo que respecta a las categorías morfosintácticas funcionales, el infinitivo (con artículo) funciona como un sustantivo verbal, el gerundio como un adverbio y el participio como un adjetivo verbal (con las marcas de género y número). 

En comparación con el hebreo clásico, el «infinitivo absoluto» y el «infinitivo constructo» hebreos no son precisamente equivalentes al infinitivo español o castellano. En todo caso, el «infinitivo constructo» se asemeja más al infinitivo español con la preposición «le», pudiendo significar: para hacer, al hacer, hacer, haciendo.

En lo que respecta al participio hebreo (que tiene género y número), cuando es activo equivale más bien al gerundio español («shomér», «shoméret», «shomerá»: guardando); pero cuando es pasivo equivale al participio español, también con género y número («shemurím»: guardados; «shemurót»: guardadas).

En relación el griego koiné, el infinitivo en algunos casos puede tener una perfecta equivalencia con el infinitivo español; pero el infinitivo griego siempre tiene marca de tiempo (de un tema temporal especifico), de voz (activa, media o pasiva) y se considera siempre un sustantivo singular de género neutro, declinable (declinación que se indica más bien por el artículo que lo acompañe).

En cuanto al participio, como en hebreo, el participio griego cuando es activo equivale más bien al gerundio español, y cuando es pasivo equivale al participio español.

Por supuesto, como ocurre con el infinitivo griego, el participio griego siempre tiene la marca  de tiempo (de un tema temporal especifico), de voz (activa, media o pasiva) y tiene una declinación causal flexiva completa, como cualquier sustantivo griego.

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El objetivo general de este curso es capacitar a la persona para tener un mejor desempeño en el uso formal de su lengua materna (el español), con mira a tener una mejor comprensión y desenvolvimiento óptimo en el análisis gramatical de los textos bíblicos y en sus estudios formales de las lenguas bíblicas. 

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La Biblia como comunicación lingüística, escritura y literatura, curso de hebreo, griego y gramática española aplicada

La Biblia como comunicación lingüística, escritura y literatura

Héctor B. Olea C.

La Biblia es comunicación lingüística ante todo y, estrictamente comunicación escrita (escritura, no oral); también es literatura, con todas sus implicaciones.

Luego, si bien considera la exégesis crítica y académica el aporte de toda una serie de ciencias auxiliares (historia, antropología cultural, arqueología, sociología, política, etc.); la tarea de establecer lo que en realidad dice el texto bíblico y cómo es que él dice lo que dice, es esencialmente una labor lingüística y filológica.

En tal sentido, el análisis y evaluación de la traducción de un determinado texto bíblico supone un conocimiento adecuado de la gramática de la lengua original del texto (saber no teológico), un conocimiento adecuado de la gramática de la lengua a la que se ha traducido el texto (el español, en nuestro caso, también un saber no teológico), y estar familiarizado con la labor profesional de la traducción (saber no teológico, labor no teológica), sus principios, sus métodos, sus técnicas, etc.  

Luego, como casos ilustrativos, es preciso poner de relieve que es la gramática y la sintaxis griega, y no la teología, las que establecen que en la tercera cláusula de Juan 1.1 («zeós en jo lógos»), que constituye una oración atributiva o copulativa, «jo lógos» es el sujeto y «zeós» («theós») es atributo, es predicado.

Por supuesto, con base en la gramática y la sintaxis griega, debemos asumir una postura crítica y no complaciente frente toda versión o traducción de la Biblia que no le haga justicia a la redacción del texto griego de la tercera cláusula de Juan 1.1.

Por otro lado, es la gramática y sintaxis hebrea, y no la teología, las que establecen que la redacción de la prohibición de Génesis 2.17 («lo tojál») consiste en una prohibición absoluta («no comas nunca», «jamás comas»), y no una prohibición inmediata y temporal («no comas ahora»).

Luego, con base en la gramática y sintaxis griega podemos afirmar que la traducción griega de la prohibición de Génesis 2.17 («u fáguesze», «u fáguesthe») no fue acertada, pero que sí lo fue en Génesis 3.1 («u me fáguete»).    

Por supuesto, con base en la gramática y la sintaxis hebrea debemos asumir una postura crítica y no complaciente frente toda versión o traducción de la Biblia que no le haga justicia a la redacción hebrea de la prohibición absoluta de Génesis 2.17: «no comas nunca», «jamás comas».  

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De la claridad del texto fuente y de la ambigüedad en la traducción, curso de hebreo y griego bíblicos

De la claridad del texto fuente y de la ambigüedad en la traducción

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Idealmente los cursos de lenguas bíblicas procuran ofrecerle al estudiantado las herramientas básicas necesarias para leer y analizar el texto bíblico en su idioma original, con sus propios ojos, y capacitarlo para hacer una acertada exégesis del mismo y una traducción consecuente y consistente, una traducción que en la medida de lo posible no traicione el mensaje de dicho texto.

Sin embargo, además de procurar establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su idioma original (lo que dice, cómo lo dice y hasta por qué lo dice como lo dice); un objetivo ineludible y no menos importante debería consistir en guiar al estudiantado a procurar transmitir al español (en nuestro caso) con acierto y precisión el mensaje del texto bíblico en su idioma original.

Por supuesto, es posible que haya quienes piensen, erróneamente por cierto, que el único objetivo es o debería ser, establecer lo que el texto bíblico dice en su idioma original.

No obstante, establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su idioma original no es más que una parte, sí, una parte vital, pero no la única del acercamiento a los textos bíblicos en sus idiomas originales; esto así pues después de haber establecido lo que en realidad dice el texto bíblico en su lengua original, con la misma seriedad y rigurosidad, se debe proceder a realizar una traducción que de manera acertada y con precisión comunique el mensaje del texto de que se trate.  

A manera de ilustración quiero compartir un ejercicio de traducción que realizamos anoche en una de nuestras sesiones online y virtuales de nuestro estudio completo de la gramática de la koiné bíblica.

El texto que analizamos (morfológica y sintácticamente) y luego tradujimos es: «guinóskusin joi mazetái su ton apóstolon kái águsin autón eis ton óikon autón».

Ahora bien, a pesar de lo extenso de esta oración griega, para nuestra ilustración bastará la consideración de la última parte, compuesta por las palabras «kái águsin autón eis ton óikon autón», que es, por cierto, donde radica la problemática sobre la que quiero llamar la atención con estas líneas.

Pero antes de abordar la segunda parte del texto griego en cuestión, quiero traducir la primera parte, o sea, «guinóskusin joi mazetái su ton apóstolon»: «Tus discípulos conocen al apóstol».

Luego, en la segunda parte de la oración citada, o sea, «kái águsin autón eis ton óikon autón», la palabra «autón» es un pronombre personal («anafórico») de la tercera persona, en caso genitivo, masculino plural: «de ellos» («su» estrictamente «su de ellos»).

Consecuentemente, se hace necesario establecer cuál es al antecedente del pronombre «autón», a la luz de lo que establece la gramática griega al respecto: el pronombre personal anafórico concuerda con su antecedente en género y número.

En tal sentido, considerando el texto griego citado, la conclusión acertada es que el antecedente de «autón» es el sustantivo articulado «joi mazetái su», que es de género masculino y de número plural, concordando perfectamente con el pronombre «autón».   

En consecuencia, en principio, una traducción acertada sería: «Tus discípulos conocen al apóstol y lo guían (conducen, llevan) a su casa».

Ahora bien, si bien en principio la traducción «a su casa» es aceptable, una consideración más detenida nos pone al tanto de sus ambigüedades, y de que al final no comunica con precisión el sentido del texto griego citado.

Observemos:

Ya dijimos que el antecedente de «autón» (“de ellos”) es «joi mazetái su» (“tus discípulos”), en consecuencia, lo que sin ambigüedad alguna está diciendo el texto griego es: «Tus discípulos conocen al apóstol y lo llevan a la casa de ellos».

Luego, el problema con la traducción: «a su casa», es que en español puede ser interpretado en cualquiera de las siguientes maneras: «a su casa: “a la case de él (incluso “de ella”); “a la casa de ellos” (incluso “de ellas”), “a la casa de ustedes” (de vosotros, de vosotras).

En consecuencia, a fin de evitar que la frase «a su casa» pueda ser interpretada de una manera distinta y contraria a la idea que con precisión comunica el texto griego: «a su casa», o sea, «a la casa de ellos»: «la casa de tus discípulos»; se comprende la necesidad de evitar traducir: «a su casa», sin más, pues muy bien podría ser interpretada como: «a su casa», o sea, «la casa» del mismo apóstol referido en la primera parte del texto.

En suma, si bien la traducción «a su casa» podría ser, en principio, una traducción aceptable de la frase griega  «eis ton óikon autón», un análisis más profundo demuestra que no, pues mientras que la frase griega en cuestión sin duda alguna comunica la idea: «a la casa de ellos, «la casa de tus apóstoles»; la frase en español «a su casa», también podría ser interpretada y asumida como: «a la casa de él», o sea, «a la casa del mismo apóstol»; y «a su casa», o sea, «a la casa de ustedes» (de vosotros, de vosotras), ideas contrarias a lo que en verdad dice y comunica el texto griego: «a la casa de ellos», «a la casa de tus discípulos»: «Tus discípulos conocen al apóstol y lo llevan a la casa de ellos».

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"En un principio" sí, "en principio", no, curso de hebreo, griego y de gramática española aplicada

«En principio» versus «en un principio»

Cuestiones lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Una observación en la que por años vengo insistiendo es que para pronunciarse con acierto, con propiedad respecto de la que se entiende mejor y acertada traducción de un determinado texto bíblico (o por lo menos de una frase o sintagma de algún texto bíblico); se necesita mucho más que el sentirse identificado o comprometido con la teología del equipo o casa editorial que produjo una determinada traducción o versión de la Biblia.

Es necesario, imprescindible, que la persona conozca bien la gramática de la lengua del texto fuente o de partida (hebreo, arameo y griego), y por supuesto, la gramática de la lengua receptora, meta o de llegada (el español en nuestro caso).

Además y, en tal sentido, es preciso poner de relieve que no siempre (no es común) que el empleo en la lengua receptora del mismo recurso que fue empleado por la lengua fuente o de partida (equivalencia formal), implica y supone que la lengua receptora comunicará con acierto el mensaje expresado en la lengua fuente o de partida.

A continuación, y a manera de ilustración, quiero llamar la atención respecto de la desacertada traducción «en principio» (Génesis 1.1), en la Biblia Textual IV Edición.     

En primer lugar, es cierto que en el texto hebreo y en la traducción griega de Génesis 1.1 (incluso en Juan 1.1), la expresión «bereshít» (hebrea) y la expresión griega «en arjé», no tienen el artículo definido o determinado.  

En segundo lugar, si bien es cierto que el hebreo y el griego carecen de la categoría formal del artículo indeterminado o indefinido, no así el español (un, una).

En tercer lugar, es cierto que a veces una palabra indeterminada se puede elaborar o expresar sin la presencia del artículo indeterminado. Por ejemplo, la expresión «médico visitó a paciente», es exactamente equivalente a la expresión «un médico visitó a un paciente».

Pero hay casos que, para evitar confusiones, es imprescindible emplear el artículo indeterminado. En otras palabras, no siempre, siguiendo al hebreo y al griego, el no empleo del artículo determinado en la traducción al español va a comunicar con acierto la idea expresada en hebreo y en griego, sólo por seguir al hebreo y al griego con la no inclusión del artículo determinado en la traducción al español.  

Pero esta observación adquiere mayor relevancia cuando en lugar de emplear el artículo indeterminado en la traducción al español (perfecto equivalente a la no inclusión del artículo determinado en el hebreo y en el griego), la no inclusión del artículo determinado en la traducción al español, da origen en la traducción a una expresión que en español ya tiene una carga semántica propia, distintiva, inconfundible y, evidentemente, distinta a la idea comunicada por el texto hebreo y griego.

En cuarto lugar, al margen de las discusiones actuales de cómo debe entenderse la relación sintáctica que existe entre las primeras tres palabras de la Biblia Hebrea («bereshít bará elojím», donde se propone asumir a «bará» como un infinitivo constructo, «beró», o como un infinitivo absoluto, «baró»); lo cierto es que el texto hebreo, tal y como nos ha llegado en el texto masorético, «bereshít» no incluye el artículo determinado hebreo.

En quinto lugar, también está fuera de discusión que la traducción griega «en arjé» tampoco empleó el artículo determinado griego.

Sin embargo y, en tal sentido, una traducción acertada de «bereshít» y de «en arjé» es más bien «en un principio», y no «en principio».

La razón es sencilla: Porque la expresión española «en principio» no significa lo que la ausencia del artículo determinado en hebreo y griego sugiere.

La expresión española «en principio» consiste en una locución adverbial que, como muy bien puntualiza el «Diccionario de los usos correctos del español» (Editorial Estrada, Argentina, 1997); “dícese de lo que se acepta o acoge en esencia” (en un primer momento, de una forma general, provisional y sin análisis profundo, en líneas generales, de forma general y sin un examen profundo y detenido).

Luego, la locución adverbial «en principio» se usa especialmente para referirse a algo que se acepta provisionalmente, sin que haya entera conformidad en la forma o los detalles.

Ejemplos: 1) En principio, aceptaré tu ayuda; 2) En principio tu propuesta es buena, pero habrá que estudiarla más a fondo; 3) Contra lo cual en principio no hay nada que objetar.    

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Curso de hebreo bíblico, griego y de gramática española aplicada, el artículo como transpositor


 El artículo como «transpositor»

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Según el «Diccionario de términos filológicos», de Fernando Lázaro Carreter, la «metábasis» o «transposición» “es un fenómeno que se produce cuando una palabra que pertenece a una cierta categoría, pasa a desempeñar una función que corresponde a otra categoría”.

En otras palabras, la «transposición» o «metábasis» (del griego «metábasis»: paso, transición, cambio), se produce cuando una palabra que pertenece a una específica categoría morfosintáctica formal, pasa a desempeñar una categoría morfosintáctica funcional que corresponde a otra categoría morfosintáctica formal (a una categoría morfosintáctica formal distinta).

En lo que respecta al español, la función de sintáctica de «transpositor» (el que permite la «transposición» o «metábasis») es desempeñada por el artículo, el pronombre demostrativo y el pronombre posesivo.

En todo caso, en este breve artículo simplemente vamos a ilustrar el uso del artículo determinado e indeterminado como «transpositor». Ejemplos:  

El verde es mi color favorito (un adjetivo en sustantivo, un adjetivo sustantivado: “el verde”)

El caminar favorece la salud (un infinitivo en un sustantivo, un infinitivo sustantivado: “el caminar”)

Un pequeño subió una gran altura (un adjetivo en sustantivo, un adjetivo sustantivado: “un pequeño”)

Una pequeña tuvo una actuación impresionante (un adjetivo en sustantivo, un adjetivo sustantivado: “una pequeña”)

En lo que respecta al hebreo clásico, el artículo definido (no existe la categoría morfosintáctica formal del artículo indeterminado en hebreo clásico) funciona como «transpositor» cuando convierte un adjetivo en un adjetivo sustantivado.

Al respecto, en su «Introducción al hebreo bíblico», Thomas O Lambdin plantea: “Los adjetivos pueden usarse como sustantivos de dos formas: 1) el adjetivo con el artículo definido, como «je-jajám», puede significar: “el sabio”, o bien, “el hombre sabio”, “el hombre que es sabio”; 2) El adjetivo masculino y el femenino singular pueden usarse como sustantivos abstractos, por ejemplo, «ja-rá», “malvado”, “maldad” (página 13).

En relación al griego koiné (el griego de la koiné bíblica: Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), por un lado, como en el hebreo clásico, tampoco existe la categoría morfosintáctica formal del artículo indeterminado en el griego clásico y en el griego koiné.

Por otro lado, el artículo determinado en griego koiné hace la función de «transpositor» cuando acompaña a un adjetivo y lo sustantiva (adjetivo sustantivado), cuando acompaña a un participio (adjetivo verbal) y lo sustantiva (participio sustantivado), y cuando acompaña un infinitivo (sustantivo verbal) y lo sustantiva (infinitivo sustantivado). Ejemplos:

«Jo díkaios» (el justo, el hombre justo), adjetivo sustantivado (masculino singular).

«Je agazé» (la buena, la mujer buena), adjetivo sustantivado (femenino singular).

«Ta agazá» (lo bueno, las cosas buenas), adjetivo sustantivado (neutro plural).

«Jo pistéuon» (el que cree), participio sustantivado (activo, masculino singular).

«Kalón esti to lambánein» (el recibir es bueno), infinitivo sustantivado («to lambánein», sustantivo neutro singular).

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Sobre la voz (diátesis) pasiva en hebreo, griego y español

Cuestiones de gramática, lingüística y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

La palabra española «diátesis», deriva de la palabra griega «diázesis», vía el latín (idioma en el cual el grupo «th» sencillamente tiene el valor de «t», pero sí en conformidad al grupo «th» en inglés, como en «thing»: “cosa”, «diáthesis»).

Pues bien, la palabra griega «diázesis» significa: disposición, ordenamiento, luego, testamento, inclinación, cualidad, índole («Diccionario griego clásico» Vox, de José M. Pabón). 

Deriva la palabra «diázesis» del verbo «diatízemi» (colocar, disponer, disponer algo por medio de un testamento).

En lo que respecta a la koiné bíblica, la palabra «diázesis» se encuentra en la Septuaginta, así como el verbo «diatízemi», pero en el Nuevo Testamento sólo tiene presencia el verbo.  

Luego, en gramática la palabra española «diátesis» consiste en “cada una de las estructuras gramaticales (sintáctica) que permiten expresar un determinado estado de cosas con un mismo verbo y diferente organización de sus argumentos” (Diccionario de la Real Academia Española).

Y el «Diccionario de términos filológicos» de Fernando Lázaro Carreter plantea: “Término que alterna con el de voz para designar esta categoría gramatical”.

La voz (diátesis) pasiva en español, hebreo y griego

La voz o diátesis en español es una categoría gramatical que se expresa más bien como una estructura o construcción oracional, y no precisamente como una morfología característica de la forma verbal.

En tal sentido, la voz pasiva consiste en una estructura oracional en la cual el sujeto no es un sujeto agente (responsable de la acción verbal), sino un sujeto paciente (un sujeto que recibe directamente la acción verbal).

Luego, se distingue entre la «voz pasiva perifrástica», y la «voz pasiva refleja».

En la «voz pasiva perifrástica» (que emplea el verbo «ser» como auxiliar, más el participio del verbo conjugado), por lo general, aunque no siempre, se señala al agente responsable de la acción verbal que, como ya dijimos, no es el sujeto. Por ejemplo: La casa fue pintada por Luís.

Pero en la «voz pasiva refleja» se evita identificar al agente responsable de la acción verbal (que tampoco es el sujeto). Por ejemplo: Se pintó la casa.

En lo que respecta al hebreo, la voz pasiva se expresa más bien como una categoría accidental del verbo, en el marco de las siete llamadas conjugaciones o construcciones («biniyaním», «binianím») del sistema verbal hebreo.

Consecuentemente, las conjugaciones o construcciones que expresan la voz pasiva en el hebreo clásico son: Nifal, Pual, Hofal (Jofal), y en Hitpael (cuando en lugar de expresar una acción reflexiva, como la Nifal, expresa la voz pasiva, como la Nifal).

Un ejemplo de una forma verbal hebrea en voz pasiva, la encontramos en Génesis 2.1 en la forma verbal «vaijulú», forma vayiqtol (imperfecto conversivo), Pual, de la tercera persona masculina plural, del verbo «kalá» (acabar, completar, concluir, finalizar).

Luego, la forma verbal «vaijulú» significa: entonces (y, así) fueron acabados, fueron completados, fueron terminados, fueron finalizados.    

Por supuesto, la tercera persona masculina plural aquí no es un sujeto agente (ellos acabaron, ellos terminaron), sino un sujeto paciente (fueron acabados, fueron terminados).

En lo relativo a la lengua griega koiné, la voz pasiva, además de expresarse con una morfología verbal con unas desinencias propiamente pasivas, también incluye, en algunos casos, un morfema propio de la voz pasiva, como ocurre con el aoristo primero y con el futuro primero.

Lógicamente, también supone la voz pasiva griega un determinado arreglo o estructura oracional propia de la voz pasiva.  

Como ejemplo de una forma verbal en voz pasiva en griego, voy a emplear la forma en que el traductor del hebreo al griego tradujo la ya mencionada y explicada forma verbal «vaijulú» en Génesis 2.1.

Pues bien, la Septuaginta tradujo a «vaijulú» con la forma verbal «sinetelészesan» (más la conjunción «kái»: “y”, “también”), en tiempo aoristo primero, voz pasiva, modo indicativo, tercera persona del plural, del verbo «sinteléo» (llevar a cabo hasta su plena realización, hacer que algo exista porque se ha terminado su realización, hacer, acabar, terminar, completar, ultimar; «Diccionario del griego bíblico, Setenta y NT», Amador Ángel García Santos).

Obviamente, en forma análoga a la forma verbal hebrea «vaijulú», la tercera persona del plural en la forma verbal griega «sinetelészesan», no es un sujeto agente (ellos acabaron, terminaron), sino más bien un sujeto paciente (fueron acabados, fueron terminados).

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El objeto directo nominal y pronominal, cursos online de hebreo, griego y gramática española

El objeto directo nominal y pronominal en hebreo, griego y español

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

El «objeto directo» (quien recibe directamente la acción verbal) puede ser «nominal» (si es un nombre o palabra sustantivada) o «pronominal» (cuando en lugar del nombre o sustantivo se señala con una forma no recta del pronombre personal).  

En el Hebreo Clásico (el hebreo de la Biblia Hebrea), es común (aunque no siempre) marcar el «objeto directo nominal» con la partícula intraducible «et», o con la preposición «le» (que también puede indicar el genitivo y el dativo).

Y el objeto «directo pronominal» puede estar expresado añadiendo a la ya mencionada partícula «et» los sufijos pronominales, por un lado, y por otro lado, añadiendo los mismos sufijos pronominales directamente a la forma verbal, a una forma verbal finita, conjugada.

En el griego de la koiné bíblica (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), el «objeto directo nominal» se expresa generalmente (no siempre, hay verbos que son complementados con el caso genitivo y otros con el dativo) con el caso acusativo.

Y el «objeto directo pronominal» se expresa mediante el empleo de los casos oblicuos (no rectos) del pronombre personal.

En lo que respecta al español (haciendo énfasis en el español latinoamericano), el «objeto directo nominal» se marca también con el caso acusativo, sólo que a diferencia del griego y el latín, pero como el Hebreo Clásico, el español tiene más bien una «declinación preposicional» y no una declinación nominal «casual flexiva».

Y el «objeto directo pronominal» se indica con el uso de las formas no rectas (oblicuas) del pronombre personal.

Casos ilustrativos. Los siguientes son los mismos que aparecen en la imagen que acompaña este artículo, comenzando por el hebreo, siguiendo el griego y terminando con el español:

Hebreo:

Objeto directo nominal: Al ser humano (a Adam); A la luz

Objeto directo pronominal: A mí; él me guardó.   

Griego:

Objeto directo nominal: Veo al siervo.

Objeto directo pronominal: lo veo; él me ve.

Español:

Objeto directo nominal: Veo al profesor; vi a la profesora.

Objeto directo pronominal: lo veo; la vi; me ve (él me ve).

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La frase "mi palabra" Salmo 17.6, cursos online de lenguas bíblicas, inscripciones abiertas

Apuntes para el análisis morfológico y traducción de formas nominales en hebreo, griego y español

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

El análisis morfológico (de la composición o estructura interna de las palabras flexivas) tiene características propias y particulares en el hebreo clásico (hebreo bíblico), en la koiné bíblica (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego) y, por supuesto en español.

En lo que respecta a la morfología nominal (flexión nominal) en hebreo clásico o bíblico, el análisis morfológico nominal ha de considerar las siguientes categorías accidentales: 1) el caso (indicado más bien por partículas o preposiciones, exceptuando el nominativo y el vocativo, y sin olvidar la habitual, aunque no siempre, transformación que supone el estado constructo, y las implicaciones de adherir los sufijos pronominales al nombre, como sufijos); 2) el género (sólo masculino y femenino); y 3) el número (singular, plural y dual).

En lo que respecta a la koiné bíblica (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), las categorías accidentales del análisis morfológico nominal son: 1) el caso (indicado por una desinencia o terminación específica por caso, de acuerdo al género del sustantivo, y según el modelo de declinación al que pertenezca el sustantivo, si a la primera, a la segunda o a la tercera declinación); 2) el género (masculino, femenino y neutro); y 3) el número (singular y plural).

En lo relativo al español o castellano, el análisis morfológico nominal (sustentado como en hebreo, no en una declinación casual flexiva, sino más bien preposicional como ya he dicho antes), tiene como categorías accidentales: 1) el caso (indicado por preposiciones, exceptuando el nominativo y el vocativo); 2) el género (masculino y femenino); y 3) el número (singular y plural).

Caso ilustrativo: La palabra hebrea «imratí» en el Salmo 17.6

El análisis morfológico de la palabra «imratí» arroja los siguientes resultados:

Consiste en una forma del sustantivo femenino singular «imrá» (estado absoluto, forma léxica: “palabra”, “discurso”, “promesa”, “mandato”), con el sufijo pronominal de la primera persona común singular (yo masculino, yo femenino = mi palabra).

En lo que respecta a la traducción griega, diré lo siguiente. La palabra  «imratí» fue traducida por la versión griega con la frase «ton rhemáton mu».

Luego, el análisis morfológico y sintáctico de la expresión hebrea, «ton rhemáton mu», traducción de la palabra hebrea «imratí», arroja los siguientes resultados.

En primer lugar, «ton», es el artículo determinado que concuerda y refleja perfectamente el hecho de que un sustantivo común hebreo es determinado si se le adhieren los sufijos pronominales.

Por supuesto, observamos en «imratí» la forma en que los sustantivos (masulinos y femeninos) adhieren los sufijos pronominales a partir de la forma que representa el llamado estado constructo.

En segundo lugar, «rhemáton» es el sustantivo (de género neutro), aquí en caso genitivo plural, que concuerda con la idea que comunica el estado constructo hebreo, y el sufijo pronominal en una forma nominal, como en efecto lo observamos en «imratí» (el sustantivo «imrá» más el sufijo pronominal de la primera persona común singular: yo, luego, de mí, mí).

En todo caso, una diferencia notable es que si bien el griego tradujo empleando el plural («ton rhemáton»), el hebreo empleó el singular.

Luego, la palabra «mu», es el caso genitivo del pronombre personal de la primera persona común singular (yo, luego, de mí, mi), concordando perfectamente con la persona gramatical que indica el sufijo pronominal de la primera persona común singular en la palabra hebrea «imratí».

En lo que respecta al español, la traducción «mi palabra» (el sustantivo femenino singular «palabra» más el adjetivo posesivo de la primera persona común singular: «yo», luego, de mí, mi, mío, mía), concuerda con el hebreo al reflejar la idea del caso genitivo que sugiere la presencia del sufijo pronominal de la primera persona común singular en «imratí» (mi, mía, de mí); y concuerda con la idea que comunica el caso genitivo griego de la frase «ton rhemáton mu», que incluye el genitivo del pronombre personal de la primera persona común singular: «mu» (mi, de mí, mía).

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Las «Begadkefát», observaciones y puntualizaciones

Apuntes de la gramática y fonética del hebreo clásico

 

Héctor B. Olea C.

La palabra  «Begadkefát» es una palabra «mnemotécnica» (ayuda o auxiliar para la memoria, derivada del verbo griego «mnemonéuo»: hacer memoria, recordar, traer a la memoria).

La palabra  «Begadkefát» hace referencia a seis letras del alefato hebreo que tienen una doble pronunciación o sonido, uno fuerte o explosivo, y otro fricativo o aspirado.

Las seis consonantes o grafías que conforman el conjunto de las «Begadkefát» son: «bet», «guímel», «dálet», «kaf», «pe» y «tav».

Luego, el sonido explosivo o fuerte de las letras que componen el conjunto de las «Begadkefát» es equivalente al de su correspondiente letra del alfabeto español, o sea, «bet» es «b», «guímel» es «g» (como en «gato»), «dálet» es «d», «kaf» es «k», «pe» es «p», «tav» es «t».

Sin embargo, su sonido fricativo o aspirado lo explica con claridad meridiana la excelente, imponente y muy conocida «Gramática del hebreo bíblico», de Paul Joüon y Takamitsu Muraoka, publicada en español por Verbo Divino, cito:  

La «bet», “bh” como “b” en griego moderno («española)

La «guímel», “gh” como «gamma» en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana, como en «gala» y en «gato»).

La «dálet», “dh” como la «delta» en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana), o sea, «d», y como «th» en inglés en «this».

La «kaf», “kh” como la «ji» en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana, como en «járis»= “gracia”, «jristós»= “Cristo”), incluso la «kappa» griega (k): «jristós»= «kristós» = «Cristo».

La «pe», “ph” como la «fi» en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana, como en «fos» = «luz» y en «fílos» = «amigo»), y como la «española.  

La «tav», “th” como la «theta» («z») en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana, como en «zeós»: dios), o la «española, y como la «th» inglesa en «thing».

Por otro lado, es preciso poner de relieve que en lo que respecta al hebreo moderno o israelí, el conjunto de las «Begadkefát» del hebreo clásico o bíblico se ha reducido a tres, a la mitad (realidad que es puesta de manifiesto incluso por muchas gramáticas de hebreo clásico o bíblico).

Consecuentemente, las tres letras de las «Begadkefát» que han retenido su doble sonido en el hebreo moderno son: «bet» (b, v), «kaf» (k, j) y «pe» (p, f). 

Pero no es menos cierto que, puntualizan  de Paul Joüon y Takamitsu Muraoka, que actualmente sólo la comunidad yemenita y la arameo-parlante de Zakho en el Kurdistán iraquí han conservado la distinción explicada del Hebreo Clásico respecto de las «Begadkefát»

¿Cuál era el recurso usado para distinguir en la escritura el sonido fuerte o explosivo del sonido fricativo o aspirado?

Hay dos recursos:

En lo que respecta a algunos manuscritos de la Biblia Hebrea, para indicar el sonido fricativo o aspirado se escribía una raya o trazo horizontal sobre la «Begadkefát» (b, g, d, k, p, t) llamado «rafé».

Pero en la Biblia Hebrea impresa se emplea principalmente un punto («daguesh lene», «daguesh débil») que se inserta en el interior de la «Begadkefát» para indicar el sonido fuerte o explosivo, de modo que la ausencia del «daguesh lene» es equivalente a la presencia del «rafé», o sea, indica que la «Begadkefát» tiene el sonido fricativo o aspirado.

En cuanto a la antigüedad de esta doble pronunciación de las «Begadkefát», la referida «Gramática del hebreo bíblico», de Paul Joüon y Takamitsu Muraoka, plantea:

“Cuán tan antigua sea la aspiración, es cuestión aún no cerrada. Bergsträsser (1918: 1, 6 m) supone el siglo IV a.C. como la fecha más temprana para esta doble pronunciación. Cf. También Torcczyner 1937. Según Friedrich – Röllig (31999: § 38 b), esta característica era desconocida para el fenicio-púnico, aunque hay indicaciones de que el proceso ya había comenzado, si bien no en el fenicio antiguo: cf. Muchiki 1999: 53” (página 29, nota al pie número 34).

Normativa de la gramática del hebreo clásico para las «Begadkefát»

Llevan el punto «daguesh lene» siempre que inicien una sílaba, ya sea la sílaba inicial de una palabra, ya sea una sílaba dentro de una palabra.

Consecuentemente, una regla asociada a esta normativa del Hebreo Clásico o Bíblico, es que el punto «daguesh lene» no puede estar precedido de un sonido vocálico.  

A continuación algunos ejemplos prácticos y concretos de la doble pronunciación de las «Begadkefát» en la Biblia Hebrea, en el Hebreo Bíblico o Clásico:

La «bet» tiene un sonido explosivo en la primera palabra de la Biblia Hebrea, «bereshiz» («bereshíth», «bereshít»), el cual es indicado por la presencia del punto «daguesh lene» en la «bet».

La «bet» tiene un sonido suave en «davár» (palabra), indicado por la ausencia del punto «daguesh lene» en la «bet».

La «kaf» tiene un sonido suave o aspirado en la palabra rey («mélej»), pero un sonido fuerte o explosivo en «reina» («malká»), porque en «malká» la «kaf» tiene el punto «daguesh lene», pues no está precedido de un sonido vocálico, y porque está iniciando una sílaba dentro de la palabra.     

Finalmente, esta doble pronunciación de las «Begadkefát» en el Hebreo Clásico, en la Biblia Hebrea (no en el hebreo moderno), es lo que explica que palabras o sustantivos con «tav» en la Biblia Hebrea, hayan sido transliterados al griego con la letra «theta» («z», y el grupo «th» inglés en «thing»).

Por supuesto, algunos de ellos transliterados al latín con el grupo «th», grupo que en latín no comunica ningún sonido aspirado como sí en inglés.

Consecuentemente, la transliteración de la «tav» con sonido aspirado en el Hebreo Clásico, en el hebreo de la Biblia Hebrea, puede muy bien y perfectamente, ser reflejado con la «theta» («z») griega, como muy bien lo explica la «Gramática del hebreo bíblico», de Paul Joüon y Takamitsu Muraoka:

“La «tav» (sin el «daguesh lene»), th” como la «theta» («z») en griego moderno (y agregó yo, y como en griego koiné según la pronunciación erasmiana), o la «española, y como la «th» inglesa en «thing»”.

Finalmente, a la luz de todo lo explicado, es comprensible que la versión griega (seguida por el Nuevo Testamento Griego), haya transliterado el nombre hebreo «Ruz» (según el sonido aspirado de la «tav» en el Hebreo Clásico, sin el punto «daguesh lene»), o bien, al inglés «Ruth» («th» como en «thing»).

Considérese el nombre «Ruth» en la King James Versión y en la American Standard Version.

Pero resulta cuestionable la transliteración con la «theta» («z») griega, el nombre «Shealtiel« o «Shaltiel» («Salaziél», en inglés «Salathiel», «th» como en «thing»), en virtud de que en la Biblia Hebrea la «tav» tiene el punto «daguesh lene», pues está iniciando una sílaba dentro de la palabra, y no está precedida de un sonido vocálico.

También resulta cuestionable la transliteración al griego con la «theta» («z») griega (en inglés «th» como en «thing»), el nombre hebreo «Tamar», puesto que en la Biblia Hebrea la «tav» de «Tamar» tiene el punto «daguesh lene», porque está iniciando una sílaba, la sílaba inicial de una palabra.

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Vocabulario griego para hacer referencia a lo parido, curso de griego y hebreo bíblicos

 

 Vocabulario griego para hacer referencia a lo parido

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

En el griego existen varias palabras para hacer referencia a lo engendrado, a lo parido, y con diversos matices de significado.

En primer lugar, «juiós» (de género gramatical masculino): designa al miembro masculino de la familia: «hijo».

En segundo lugar, «zigáter» (de género gramatical femenino): designa al miembro femenino de la familia: «hija».

En tercer lugar, «páis» (de género gramatical masculino: «jo páis»; y femenino: «je páis»): con relación al parentesco, apunta al hijo o hija.  Con relación a la edad: apunta a un (una) joven, muchacho o muchacha. Incluso se usa para identificar a un esclavo, siervo o criado.

En cuarto lugar, «téknon» (de género gramatical neutro): Designa a todo lo parido sin importar el género ni la edad, y por extensión designa a todos los miembros de cualquier grupo de los ya mencionados.  

Existe además la palabra «paidíon» (de género gramatical neutro, y morfológicamente un diminutivo de «páis»): varón o varona, chico o chica menor de siete años, pero en ciertos textos y contextos tiene un sentido más restrictivo. Por ejemplo, 1) una criatura antes de nacer (Génesis 25.22); 2) un niño de ocho días de nacido (Génesis 17.12); 3) una criatura menor de dos años (Mateo 2.8, compárese Mateo 2.16).

También debemos considerar el sustantivo «tekníon» (de género gramatical neutro, y morfológicamente un diminutivo de «téknon»): hijito, niñito, término con que Jesús se dirige a sus discípulos (Juan 13.33), un apóstol o maestro a sus hijos espirituales o discípulos (1 Juan 2.1).

Por otro lado, en relación a la traducción griega específica de textos de la Biblia Hebrea, vamos a considerar sólo dos casos.

Primer caso. La palabra que la RV 1960 tradujo «hijos» en Lamentaciones 1.5, es la palabra hebrea «olál»: chiquillo, muchacho, niño de corta de edad, pero no “bebé” o “lactante”.

Luego, es preciso admitir que la traducción realizada aquí por la RV 1960 no es precisamente la mejor.

En todo caso, quiero resaltar que en el hebreo moderno, según el «Diccionario práctico bilingüe español hebreo, hebreo español, publicado por la Editorial PROLOG, de Israel, 2003, la palabra «olál» también se usa con el sentido de «bebé» (¿niño de corta edad?), sin más, sin especificar que se trata propia y estrictamente de un lactante.

En lo que respecta a la versión griega (Septuaginta), esta tradujo la palabra hebrea «olál» con el adjetivo «népios» (que tiene muy poca edad, de pocos años, pero no “bebé” en el sentido de “lactante”), en neutro plural «ta népia».

Segundo caso. Un sustantivo hebreo que de manera precisa hace referencia al “bebé” en el sentido de “lactante”, es la palabra hebrea «yonéq» (niño de pecho, lactante).

Un texto donde aparece la palabra «yonéq» es Lamentaciones 4.4, traducida acertadamente por la RV 190 como «niño de pecho».

Por cierto, es preciso poner de relieve que en el hebreo moderno la palabra «yonéq» ha retenido la carga semántica que tiene (tenía) en el hebreo clásico: “lactante”.

La versión griega (Septuaginta), por su parte, tradujo aquí la palabra hebrea «yonéq» con la palabra griega «zelázontos», en realidad un participio presente, activo, en caso genitivo singular del verbo «zelázo» (tomar el pecho, mamar el pecho), traducción “de los que maman”, “de los lactantes”.

Finalmente, es preciso poner de relieve la forma en que el griego se muestra muy creativo, rico y flexible aquí, cuando para expresar el sentido estricto de la palabra hebrea «yonéq» (lactante), no empleó ningunas de las palabras mencionadas, sino un participio activo adjetival y sustantivado de un verbo griego que de manera precisa comunica la acción de “mamar el pecho”, de “tomar el pecho”.      

Bibliografía recomendada:   

Biblia Hebraica Stuttgartensia.

«Diccionario bíblico hebreo español», Luís Alonso Schokel, TROTTA, 1994.

«Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», de Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, 2da edición revisada y ampliada, 2018.

«Diccionario del hebreo bíblico», Moisés Chávez, 1997.

«Introducción al griego bíblico», de Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, 2003.

La Septuaginta, edición de Alfred Rahlfs.

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