«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23.34) ¿Dijiste eso, Jesús? Curso de griego bíblico

«Padre, perdónalos, porque no saben lo  que hacen» (Lucas 23.34) ¿Dijiste eso, Jesús?

Un problema de Crítica textual que afecta a un texto bíblico muy popular

Héctor B. Olea C.

Según la versión Reina Valera de 1960, Lucas 23.34 dice: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.”

Luego, si nuestra consideración de Lucas 23.34 se sustenta únicamente en la traducción de la Reina Valera 1960, no hallaremos problema alguno; sin embargo, una vez observamos el texto de Lucas 23.34 en otra versión de la Biblia, por ejemplo, en la Versión Popular Dios Habla Hoy, comienzan los problemas.

Observemos la traducción de nuestro pasaje en cuestión en la versión popular Dios Habla Hoy: «[Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo  que hacen.”]»

Inmediatamente salta a la vista que la expresión que conforma la llamada «primera palabra» pronunciada por Jesús en la cruz, está entre corchetes. En una nota al pie de página la versión popular Dios Habla Hoy explica: “El texto entre corchetes falta en algunos manuscritos de reconocida autoridad.”

Lucas 23.34 en otras versiones de la Biblia distintas a la Reina Valera de 1960

1) La «Nueva Versión Internacional» “-Padre-dijo Jesús-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús”.

Pero en una nota al pie de página, haciendo referencia a la primera parte del versículo, puntualiza: “Variante textual no incluye esta oración”.

2) «La Santa Biblia, la palabra de Dios para todos», publicada por La liga Bíblica: “Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Los soldados rifaron entre ellos la ropa de Jesús  para ver con qué se quedaba cada uno.”

Y en una nota al pie de página, haciendo referencia a la primera parte del versículo, comenta: “Algunos manuscritos antiguos de Lucas no tienen esas palabras”.

3) «La Biblia textual». Esta versión, siguiendo las recomendaciones del Comentario textual al Nuevo testamento griego de Bruce M. Mezger, traduce a Lucas 23.34 así: “Y repartiendo sus vestidos echaron suertes”, sin incluir la primara parte del versículo según se lee en la versión Reina Valera 1960.

4) «La Biblia en lenguaje sencillo» (el NT), y que finalmente se publicó completa (AT y NT) con el nombre de “Biblia para todos, traducción en lenguaje actual, afirma: “Poco después, Jesús dijo: «¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!» Mientras los soldados echaban suertes para saber cuál de ellos se quedaría con la ropa de Jesús.”

Pero en una nota aclara: “Varios manuscritos muy importantes no tienen la frase: «Jesús dijo; Padre perdona a toda esta gente. Ellos no saben lo que hacen en lo que hacen».

5) La «Biblia vida abundante, nueva traducción viviente»: “Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados”.

Sin embargo, en una nota al pie de página observa: “23:34ª Esta oración no está incluida en muchos manuscritos antiguos”.

6) La obra «Todos los evangelios, traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», de Antonio Piñero, traduce a Lucas 23.34 de la siguiente manera: “Y para repartirse sus vestidos los echaron a suertes”.

Y en una nota al pie de página observa: “La primera parte de este versículo, que no aparece en nuestra traducción, es una interpolación (una añadidura o adición)”.

7) La versión «Reina Valera Contemporánea (2011)» tradujo: [Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»][a] Y los soldados echaron suertes para repartirse entre ellos sus vestidos.

Pero en una nota al pie de página puntualiza: “El texto que aparece entre corchetes se halla sólo en manuscritos tardíos”.

La primera parte de Lucas 23.34 presente en un evangelio apócrifo

Un dato interesante y que quiero poner de relieve es que, muy a pesar del problema de crítica textual que enfrenta Lucas 23.34, lo cierto es que la expresión que en dicho texto está bajo cuestionamiento en el Evangelio canónico de Lucas, sí se encuentra presente en el Evangelio apócrifo de Nicodemo («Evangelio de Nicodemo», conocido también como «Actas de Pilato»), cito:

“… De manera semejante colgaron a los dos malhechores. Jesús decía: «Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen»” capítulo 10.1 (Fuente: «Todos los evangelios, traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos»).

«Decía« («éleguen»)  o «dijo» («éipen»)

Llama la atención que incluso en las versiones de la Biblia que como la Reina Valera 1960 mantienen la expresión discutida “Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»”, ponen de manifiesto una pequeña diferencia con relación a ésta.

El caso es que algunas versiones de la Biblia traducen «Jesús dijo» (Traducción en lenguaje actual, Biblia del peregrino, Dios Habla Hoy, entre otras. Pero otras versiones de la Biblia, la mayoría, traducen «Jesús decía», entre estas prácticamente toda la serie de la Reina Valera, incluyendo la Reina Valera Actualizada (2015) y la llamada Reina Valera Contemporánea (2011).

Pero, ¿Qué diferencia existe entre la expresión “«Jesús dijo» y «Jesús decía»?

Explicación y respuesta:

La forma verbal «éleguen» (decía) está en tiempo imperfecto, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular, del verbo «légo» (yo digo). El tiempo imperfecto apunta a una acción en proceso, en desarrollo, durativa, repetida, no puntual, aunque en un tiempo pasado.

En tal sentido, el empleo de la forma verbal «éleguen» (decía) sugiere que, aparentemente, en todo el proceso, o por lo menos en algunos instantes después de haber sido crucificado, Jesús se mantuvo pidiéndole al Padre por el perdón de los que habían tramado su muerte y por todos aquellos que le habían hecho algún daño, incluso por los que se burlaban de él estando ya en la cruz.  

Por otro lado, la forma verbal «éipen» (dijo) está en tiempo aoristo segundo, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular, del mismo verbo «légo» (yo digo). El tiempo aoristo, a diferencia del imperfecto, señala una acción puntual y específica.

Consecuentemente, la forma verbal «éipen» (dijo) sugiere que en una sola y específica ocasión, aparentemente inmediatamente después de que acabaron de crucificarlo, Jesús pidió al Padre por el perdón de aquellos que había tramado su muerte y le habían hecho algún daño, incluso por todos aquellos que se burlaban de él estando ya en la cruz.  

Ahora bien, ¿a cuáles versiones favorece el texto griego? ¿A las que reflejan el uso de imperfecto «éleguen» (decía) o a las que reflejan el uso del aoristo «éipen» (dijo)?

Respuesta: a todas las que traducen «Jesús decía», o sea, a todas las que reflejan el uso del imperfecto «éleguen».

Incluso, el texto griego del «Evangelio de Nicodemo» («Actas de Pilato») empleó el pretérito imperfecto «éleguen» (decía) y no el aoristo segundo «éipen» (dijo).

No obstante, como muy bien observa Amador Ángel García Santos, muchas veces el griego utiliza el pretérito imperfecto cuando según nuestra lógica esperaríamos un aoristo (primero o segundo), «Introducción al griego bíblico», Verbo Divino, 2003, página 59.

Por otro lado, que el texto griego haya empleado un imperativo en el tema del aoristo segundo («áfes», con un valor aspectual puntual), y no en el tema del presente («afíei», con un valor aspectual durativo), pienso que inclina la balanza a favor del aoristo segundo «éipen» (dijo).

La explicación de Lucas 23.34 en algunos comentarios bíblicos

1) El «Comentario Textual al Nuevo Testamento Griego» de Bruce M. Metzger, comentando a Lucas 23.34, afirma:  “La ausencia de estas palabras en testigos tan tempranos y diversos como P75, B, D*, W, Q, it-a-d, sir-s, cop-sa-bomss al, resulta de lo más impresionante, y difícilmente puede explicarse como una escisión deliberada por parte de los copistas que, al considerar que la caída de Jerusalén era una prueba de que Dios no había perdonado a los judíos, no pudieron permitir que pareciera que la oración de Jesús había quedado sin respuesta. Al mismo tiempo, el lóguion, aunque probablemente no formó parte del evangelio original de Lucas, ofrece pruebas que hablan por sí mismas de su origen dominical, y fue retenido, entre corchetes, en el lugar tradicional en que fue incorporado por copistas anónimos, en una época relativamente temprana en la transmisión del tercer evangelio.”

2) «Nuevo Comentario Siglo 21» (Casa Bautista de publicaciones): Lucas 23.34a Este versículo se omite en un número significativo de antiguos mss., pero debe ser mantenido como una parte genuina de lo que Lucas escribió (cf. Hech. 7:60), o como una confiable tradición que se introdujo en algunos mss. Debe haber sido omitido por escribas que sentían que la oración no era imaginable o que no fue contestada.”

3) El «Comentario al texto de Griego del NT» de A. T. W. Robertson, traducido y publicado en español por CLIE, al respecto, afirma lo siguiente: “Algunos de los documentos más antiguos y mejores no contienen este versículo, y, con todo, en tanto que no es seguro que forme parte del evangelio de Lucas, está bien claro que Jesús pronunció estas palabras (digo yo: ¿está bien claro?), porque son absolutamente originales”.

4) «Comentario Bíblico San Jerónimo» (Ediciones Cristiandad): “Perdónalos Esta oración de Jesús, que sólo consigna Lucas, falta en los manuscritos P75, Sa, B, D* y W; aparece en los manuscritos S*, A, C, D2, L y N. Es más fácil explicar su supresión por un prejuicio antijudío que averiguar por qué pudo añadirse más tarde. El perdón que otorga Jesús a los enemigos y a los grandes pecadores es típico del retrato que traza Lucas del Salvador. El suyo es el evangelio de los grandes perdones. La estructuración de Act 7,60 sobre la escena de la muerte de Jesús es también un argumento a favor de la autenticidad de esta plegaria. Teniendo en cuenta que el verbo va en imperfecto (éleguen, «decía»), se presenta a Jesús perdonando una y otra vez. Se alega como excusa la ignorancia; Le recurre frecuentemente a esta causa excusante en Act: 3,17 y 13,27 con respecto a los judíos; 17,27.30 en relación con los gentiles (cf. Le 12,8-10; cf. Además los correspondientes comentarios), se repartieron sus ropas: Se consigna este detalle incidental porque supone una alusión a Sal 22,19 y da oportunidad de contemplar a Jesús como el inocente que sufre según el salmo. El sentido del orden que tiene Lucas le hace situar el incidente aquí, mejor que después de la colocación del título, para que no interfiera en su desarrollo acerca de la realeza de Jesús.”

5) «La muerte del Mesías» (Raymond E. Brown, Verbo Divino): “Autenticidad del versículo. Es omitido en testimonios textuales significativos, algunos de ellos muy tempranos91; pero se encuentra en otros códices griegos importantes y en versiones primitivas. Éste es uno de esos casos donde el peso de los testimonios textuales a un lado y al otro casi se equilibra. Lo que resulta es que ya en el siglo II unas copias de Lucas tenían el texto de 23,34a y otras no. De tal situación se desprenden las siguientes posibilidades sobre el origen la plegaria:

• Fue pronunciada por Jesús (en el contexto de la crucifixión o en cualquier otro) y conservada únicamente por Lucas. Algunos copistas posteriores, encontrándola inaceptable, la eliminaron.

• Fue pronunciada por Jesús pero no conservada por Lucas. Estuvo circulando como un dicho independiente hasta que, ya en el siglo II, un copista consideró que armonizaba con los sentimientos de este evangelio. Otros copistas no  conocían su existencia. (Una historia similar se atribuye al relato sobre la mujer sorprendida en adulterio, que acabó insertado al comienzo de Jn 8.) Ésta es la hipótesis de MTC, 180.

• No fue pronunciada por Jesús, sino formulada por Lucas (o en la inmediata tradición prelucana) como una apropiada expresión de lo que Jesús pensaba: en realidad perdonó en silencio. Algunos copistas posteriores, encontrándola inaceptable, la eliminaron.

• No fue pronunciada por Jesús, sino formulada en el pensamiento cristiano posterior como apropiada a Jesús, y acabó siendo insertada en el relato de la pasión lucano por un copista, quien juzgó ese lugar un contexto idóneo.”

Finalmente, Raymond E. Brown concluye: “Por ironía, la frase quizá más bella del relato de la pasión es dudosa desde el punto de vista crítico-textual. El sentimiento subyacente a ella constituye la esencia de la manera cristiana de responder a la hostilidad. Este dicho de Jesús fue seguramente uno de los principales factores que llevaron a Dante a calificar a Lucas como "el escriba de la mansedumbre de Cristo". Para algunos, si Jesús no las pronunció, las palabras de 23,34a carecen de importancia religiosa. Para otros, si Lucas no las escribió, representan un simple sentimiento apócrifo. Para otros, en fin, aun reconociendo el valor de una respuesta afirmativa con respecto a alguno de los dos puntos anteriores, el largo uso de esas palabras por los cristianos significa que han adquirido autoridad normativa. Si fueron añadidas por un escriba, la percepción de ese escriba llegó a ser una interpretación auténtica del Cristo lucano. Pero con demasiada frecuencia, por desdicha, el verdadero problema no ha sido la falta de esta plegaria en el texto, sino su ausencia de los corazones.”

En resumen, en la misma medida en que se fortalecen las evidencias que hacen poner en duda el que estas palabras hayan formado parte del original de Lucas y de sus copias más tempranas, y que al mismo no podamos encontrar otro testimonio independiente y cierto en el Nuevo Testamento mismo; así también se dificulta el probar que en efecto Jesús haya pronunciado dichas palabras.

En conclusión: ¿Pronunció Jesús las palabras que conforman la primera parte de Lucas 23.34?

Respuesta: Probablemente sí, probablemente no, aunque es mucho más probable que no. De todos modos, a la luz de la Crítica textual, el que Jesús haya dicho tales palabras es un hecho que está seriamente cuestionado, lo que dificulta el que se dé una respuesta positiva a la pregunta planteada (¿Dijiste eso, Jesús) a la ligera, de manea acrítica y simplista, así de sencillo.

 

 

Mateo 26.26 y 28 y «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», curso online de griego bíblico


 

Mateo 26.26 y 28 y «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra»

Acierto e inconsistencia

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas  

Héctor B. Olea C.

Después de haber puesto en evidencia la forma desacertada en que el «Nuevo Testamento Interlineal griego español» de Francisco Lacueva tradujo en Mateo 26.26 y 28, lo mismo que en Marcos 14.22 y 24; Lucas 22.19; 1 Corintios 11.24; en esta ocasión quiero poner de relieve la forma en que tres versiones o traducciones de la Biblia, por un lado superan positivamente la obra de Francisco Lacueva, pero por otro lado y, curiosamente, se muestran igual de desacertada en el mismo contexto y en el mismo aspecto.  

La primera dos las tres referidas traducciones consiste en una versión convencional de la Biblia (una traducción no interlineal), conocida como «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», realizada por el Centro Mundial de Traducción de la Biblia en el año 2005.

La segunda obra a la que hago referencia consiste en una versión interlineal identificada como «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», por Elsa Tamez e Isela Trujillo (Sociedades Bíblicas Unidas, año 2012).

La tercera obra a la que hago referencia en este artículo es: «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», publicada por EDAF (año 2009).

La situación curiosa que pudimos constatar en relación a estas tres versiones o traducciones de la Biblia, es la siguiente.

En primer lugar, La «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos» tradujo acertadamente la primera frase: «este es mi cuerpo» (Mateo 26.26), pero de manera inconsistente y desacertada la segunda: «esto es mi sangre» (Mateo 26.28).

Luego, debo confesar que me sorprendió que una traducción no confesional, como la que dirigió el prestigioso y admirado Antonio Piñero, «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», publicada por EDAF (año 2009), haya traducido precisa y exactamente como La «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos».

En segundo lugar, «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra»,  también tradujo de manera inconsistente, pero a la inversa. Me explico, tradujo de manera desacertada la primera frase: «esto es mi cuerpo» (literalmente: «esto es el cuerpo de mí», Mateo 26.26), pero de manera acertada la segunda frase: «esta es mi sangre» (literalmente: «esta es la sangre de mí», Mateo 26.28).

Consecuentemente, con relación a la versión «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», y la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», uno se pregunta:

¿Por qué comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «sóma» (cuerpo), en la frase «túto estin to sóma mu» (este es mi cuerpo)?   

¿Por qué no comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el  sustantivo de género neutro «jáima» (sangre), en la frase «túto estin to jáima mu» (esta es mi sangre)?

¿Por qué tradujeron de una manera distinta en Mateo 26.28 a como tradujeron en Mateo 26.26? ¿Por qué tradujeron de manera acertada en Mateo 26.26, pero no en Mateo 26.28, que exhibe la misma concordancia y la misma sintaxis?

Y con relación a «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra», uno se pregunta:

¿Por qué las personas editoras de esta versión interlineal no comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «sóma» (cuerpo), en la frase «túto estin to sóma mu» (este es mi cuerpo)?   

¿Por qué sí comprendieron y reflejaron bien la indiscutible concordancia que en el texto griego tiene el demostrativo en género «túto» (este) con el sustantivo de género neutro «jáima» (sangre), en la frase «túto estin to jáima mu» (esta es mi sangre)?

¿Por qué tradujeron de una manera distinta en Mateo 26.28 a como tradujeron en Mateo 26.26? ¿Por qué tradujeron de manera acertada en Mateo 26.28, pero no en Mateo 26.26, que exhibe la misma concordancia y la misma sintaxis?

Finalmente, la misma crítica que le hicimos a la obra de Francisco Lacueva, también se la hacemos a la «Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos», a la obra «Todos los Evangelios, una traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos» y a «El Nuevo Testamento Interlineal Palabra por palabra».

Por supuesto, a favor de la obra de Francisco Lacueva es preciso decir que se mostró consistente en el error, mientras que las tres obras que menciono en este breve artículo, por un lado, confirman mi tesis y las conclusiones de mi análisis morfosintáctico (gramatical) y traducción personal del texto griego de Mateo 26.26 y 28; por otro lado, el que hayan traducido de manera acertada en un caso, y no en el otro, a pesar de exhibir la misma concordancia y la misma sintaxis, justifica una crítica mayor, pues el acierto que muestran en un caso debió implicar el acierto en el otro.   

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No toda morfología de voz media, comunica la idea de la voz media, curso online de griego bíblico


No toda morfología de voz media, comunica la idea de la voz media

Algunas observaciones necesarias

Héctor B. Olea C. 

En el análisis morfológico de las formas verbales de la koiné bíblica (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), es preciso establecer una necesaria e importante distinción entre «una morfología de voz media», y «la presencia de la voz media» en un determinado texto griego (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego). 

En tal sentido, en primer lugar, no es posible perder de vista que el sentido primario de la voz media griega (en el griego clásico y el griego koiné) no es de una acción reflexiva, sino de una acción que el sujeto realiza con un interés personal, en su propio interés: «yo desataré para mí».

En segundo lugar, que el sentido propiamente reflexivo de la voz media griega se circunscribe a ciertos verbos específicos. 

En tercer lugar, que cuando el griego quiere expresar una idea puramente reflexiva, estrictamente reflexiva, emplea una forma verbal en voz activa y un pronombre reflexivo.

Distinción entre «una morfología de voz media» y la «presencia (el sentido) de la voz media»

Llamamos «morfología de voz media» a la que presenta una forma verbal que se caracteriza por exhibir las desinencias propias de la voz media griega. Por supuesto, se obtiene la morfología de la voz media cuando a la raíz verbal se le añaden las desinencias propias de la voz media (y de la voz pasiva en el tema del presente y el perfecto).

Por ejemplo, la raíz del verbo «blépo» (yo recibo) es «blép», luego, si le añadimos la desinencia «omai» (media y pasiva en el presente y el perfecto, sólo que en el tema del perfecto no se emplea la vocal temática «o»), entonces tenemos una forma verbal en voz media (yo desato para mí), pero también pasiva (yo soy desatado), y así sucesivamente con las desinencias del resto de las personas gramaticales.

Consecuentemente, no siempre que hay una morfología de la voz media y pasiva en el texto griego del NT y Septuaginta (versión griega de la Biblia Hebrea), estamos ante una forma verbal en voz media, que comunique la idea y el sentido de la voz media (interés particular del sujeto). 

Esto así por varias razones:

En primer lugar, porque puede ser una forma verbal de un verbo deponente (por ejemplo, la forma verbal «érje», de la segunda persona del singular, tiempo presente, modo indicativo, del verbo deponente «érjomai» (vengo, voy), en Mateo 3.14; por eso la traducción: «tú vienes» (en voz activa).

Observación: Reciben el nombre de «verbos deponentes» los verbos que sólo se usan con la morfología de la voz media y pasiva (presente y perfecto, pero media o pasiva en el aoristo y el futuro).  

En segundo lugar, porque puede ser una forma verbal de un verbo semideponente (un verbo no deponente en el presente, pero sí en otro tema verbal, por lo general en el futuro).

Por ejemplo, la forma verbal «lémpsetai», tercera persona del singular, tiempo futuro, modo indicativo, del verbo «lambáno» (tomo, recibo), en Juan 16.14; por eso la traducción: «él tomará» (en voz activa).

En tercer lugar, porque puede ser una forma verbal en uno de los dos temas verbales que tienen una misma morfología para la voz media y para la voz pasiva (presente y perfecto).

Por ejemplo, la forma verbal «kerísetai» en 1 Corintios 15.12, en modo indicativo, tiempo presente, voz media y pasiva, de la tercera persona del singular del verbo «keríso» (proclamo), pero aquí con el sentido propio de la voz pasiva y no de la voz media. Por eso la traducción: «si Cristo es proclamado (pasiva perifrástica) que ha resucitado de los muertos…»

De todos modos, pienso que traducir al español empleando la construcción de la voz pasiva refleja es más comprensible: «si se proclama (predica) que Cristo ha resucitado de los muertos…» 

En cuarto lugar, porque puede ser un participio del perfecto (tema que emplea una misma morfología para la voz media y para la voz pasiva) en una construcción perifrástica.

La razón es que las formas medias y pasivas de los participios de perfecto en una perífrasis verbal, deben asumirse estrictamente en voz pasiva.

Por ejemplo, la forma verbal perifrástica pasiva «en guegraménon» (con el valor del pluscuamperfecto), conformada por el imperfecto del verbo «eimí» (soy, estoy), tercera persona del singular, voz activa («en»), y el participio medio pasivo «guegraménon», del verbo «grafo» (escribo), en caso nominativo y acusativo neutro singular, en Lucas 4.17. 

Por eso la traducción: «estaba escrito», «se había escrito», «había sido  escrito». 

En suma: Un morfología de voz media, no es sinónimo de voz media. Luego, la presencia de una morfología de voz media (aoristo y futuro) o de la voz media y pasiva (presente y perfecto) en un texto de la koiné bíblica (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), no significa que a priori se deba traducir en conformidad a la voz media, y que también a priori se afirme que allí está presente la voz media griega. 

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Mateo 16.19, el primado de Pedro y la exégesis histórico-crítica

Mateo 16.19, el primado de Pedro y la exégesis histórico-crítica

Algunas observaciones necesarias

Héctor B. Olea C.

A manera de introducción:

Este breve artículo es una reacción necesaria frente a algunas reacciones respecto de mi artículo titulado: «¿Hay una forma verbal en la voz media griega en Mateo 16.18?»

Si bien pienso que la mayoría de las personas que leyeron mi referido artículo no llegaron a pensar tal cosa, no es menos cierto que algunas personas, sin embargo, tienen la convicción de que soy de las personas que defiende el primado de Pedro en los términos de la teología católica y romana, o por lo menos acorde con una teología que concuerda con la postura clásica del catolicismo en algún sentido.

No obstante, debo decir que, en primer lugar, nunca he defendido la primacía de Pedro en los términos del catolicismo romano ni nada parecido.

Ahora bien, lo único que he hecho, como exégeta crítico, pero respetuoso del texto, es poner de relieve lo que dicen algunos textos que, bien interpretados, sin duda alguna le dan a Pedro un sitial privilegiado y único respecto del resto de los discípulos de Jesús.

En segundo lugar, siempre respetuoso de la redacción del texto friego de Mateo 16.18 y 19, de su gramática y sintaxis; entiendo que siempre que nos ajustemos al texto (independientemente de cómo interpretemos el «atar» y el «desatar»), lo que el texto dice con claridad meridiana es: «lo que tú (Pedro) desatares (subjuntivo aoristo, no futuro) en la tierra, estará desatado en el cielo» (futuro perifrástico formado por una forma verbal del verbo «eimí» (ser, estar) y un participio perfecto pasivo, por eso: «estará desatado»).

Luego, «lo que tú (Pedro) desatares en la tierra» (otra vez el subjuntivo aoristo, no futuro), «estará desatado en el cielo» (y otra vez, una forma verbal  perifrástica de futuro pasivo perfectamente equivalente a una forma verbal simple de futuro).

En tal sentido, debo decir que cualquier persona que tenga un conocimiento no tan elemental de la gramática del griego koiné, ha de estar al tanto de que las formas perifrásticas en realidad tienen el mismo valor sintáctico y semántico de las formas verbales simples.  

Consecuentemente, me parecen oportunas aquí las palabras de Amador Ángel García Santos: “En griego es frecuente que los tiempos estén formados de un modo perifrástico, es decir, con el verbo «eimí» (ser, estar) y un participio (activo o pasivo según se quieran formar tiempos perifrásticos activos o pasivos. Se llaman perifrásticos porque para su formación se utilizan varias palabras, cuando una sola (la forma simple) bastaría)”.

El significado de las formas perifrásticas y la simple es prácticamente el mismo. A veces se insiste en que la forma perifrástica (sobre todo el imperfecto y el futuro) enfatiza el hecho de que la acción es continua. Sin embargo, en el Nuevo Testamento es de un uso tan frecuente que no se percibe que eso sea aplicable de un modo regular” («Introducción al griego bíblico», Verbo Divino, 2003, página 119).

En la misma línea va Daniel Wallace: “Un participio sin el artículo puede utilizarse con el verbo ser (tales como «eimí» o «jipárjo») para formar una idea verbal finita. Este participio es llamado perifrástico porque es una forma de hablar redundando (redundante) acerca de algo que podría expresarse solamente por un verbo. Este uso es común con el participio presente y el perfecto, pero no con otros tiempos… con respecto a la semántica, en el griego clásico esta construcción se usaba para resaltar la fuerza aspectual. En la era helenística, y particularmente en el NT, tal énfasis casi ha desaparecido” («Gramática griega, sintaxis del Nuevo Testamento», Editorial Vida, 2011, página 501).

Retomando, pues, el asunto principal de este artículo, diré que, a la luz de la redacción que tiene el texto griego de Mateo 16.19, según el texto mismo, la acción de los dos subjuntivos aoristos (“lo que atares” y “lo que desatares”), son anteriores a las acciones de las dos formas perifrásticas pasivas de futuro (“estará atado”, “estará desatado”), y esta es sencillamente una conclusión irrefutable, siempre y cuando respetemos el texto, la gramática y redacción del texto griego en cuestión.  

Además, es preciso poner de relieve que la sintaxis y redacción de Mateo 16.19 es precisa y exactamente la misma de Mateo 18.18. Me explico.

Volvemos a observar por parte del Evangelista Mateo, en 18.18: 1) el empleo del mismo verbo y del mismo modo subjuntivo empleado en Mateo 16.19, o sea, «désete», sólo que ahora en la segunda persona del plural (ustedes); 2) el empleo de un pronombre esta vez correlativo en neutro plural, «jósa»: «todo lo que», «todas las cosas que» (en Mateo 16.19 empleó el pronombre relativo neutro en singular «jó»: «lo que»); 3) el empleo de las mismas perífrasis verbales y en el mismo género neutro, sólo que ahora en plural («éstai dedeména», «éstai lelimena»); 4) el empleo de la misma conjunción «eán» que indica una condición futura, o sea: «josa eán désete epí tes gues éstai dedeména en uranó, kái jósa eán lísete epí tes gues éstai lelimena en uranó»: «Todas las cosas que ustedes ataren en la tierra, estarán atadas en el cielo, y todas las cosas que ustedes desataren en la tierra, estarán desatadas en el cielo».  

Y asimismo Mateo 16.19: «Todo lo que tú atares en la tierra, estará atado en los cielos, y todo lo que tú desatares en la tierra, estará desatado en los cielos».  

Finalmente, si vamos a cuestionar la supremacía que algunos textos le dan a Pedro, vamos a hacerlo de manera legítima, sin manipular ni torcer el texto, su gramática y su sintaxis. En tal sentido, lo correcto es que se asuma una postura crítica frente a dichos textos desde la “crítica histórica”, desde la llamada “crítica de la tradición” y “crítica de la redacción”.

En tal sentido, como terminé mi artículo sobre si está presente la voz media griega en Mateo 16.18, concluyo este breve artículo, citando al respecto las excelentes observaciones del ilustre profesor Antonio Piñero:

“Los biblistas, incluso ciertos católicos, y la investigación teológica en general tienen sobrados motivos para dudar de la opinión tradicional que ve en Jesús el fundador inmediato de su Iglesia, opinión que considera al episodio narrado por Mateo un suceso real acontecido históricamente en la vida del Maestro de Galilea.

Más bien se tiende a pensar que la evolución histórica natural del grupo de seguidores del Nazareno, y sobre todo la sensación (y preocupación) de y por el retraso indefinido de la segunda venida de Jesús, los empujó a constituirse poco a poco en organización bien establecida y a reclamar para sí el título de haber sido fundada por el Maestro al que siguieron en vida. Luego, siguiendo una tendencia bien conocida en el mundo antiguo, un profeta cristiano, hablando en nombre de Jesús crea la historia o el marco narrativo en el que el fundador de tal complejo organizado es Jesús mismo.

Esta hipótesis es antigua en la investigación y explica en líneas generales la escena del primado de Pedro no como algo que derive directamente de Jesús, sino como el producto temprano de una comunidad adicta al apóstol Pedro que luego pasó a la tradición escrita sobre Jesús recogida por el evangelista Mateo” («Guía para entender el Nuevo Testamento», Editorial TROTTA, 2006, página 2019).

Muy a propósito de la nueva sesión de nuestro curso online y virtual de Griego Koiné (bíblico), comenzando desde cero, que inicia en la primera semana de mayo. Y muy propósito de nuestro diplomado en griego avanzado (6 meses de duración), dedicado al estudio del aspecto más exigente, rico y complejo de la lengua griega: el participio.

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La cuestionable traducción "esto es mi cuerpo" por Francisco Lacueva

¿Por qué tradujo Francisco Lacueva «esto es mi cuerpo», «esto es mi sangre»?

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Para que nadie se llame a engaño, estoy al tanto de que no sólo el «Nuevo Testamento Interlineal griego español» de Francisco Lacueva ha traducido de manera cuestionable en Mateo 26.26 y 28, lo mismo que en Marcos 14.22 y 24; Lucas 22.19; 1 Corintios 11.24.

Entonces, ¿por qué elegí la obra de Francisco Lacueva?

En primer lugar, porque para muchas personas fue el primer Nuevo Testamento griego que conocieron, y en muchos casos, el único que han conocido.

En segundo lugar, porque después de 37 años de su publicación (1984) para muchas personas es una traducción que consideran casi perfecta e incuestionable, y que asumen prácticamente sin ninguna actitud crítica, por supuesto, también por estar Lacueva situado en el mismo ambiente teológico que ellas.

Luego, la tesis parece ser: si Lacueva tradujo así, dicha traducción es acertada e incuestionable; si Lacueva tradujo así, ese debe ser el sentido propio y original  texto griego.  

Por supuesto, existe una tercera razón, y consiste en que como es una traducción interlineal (palabra por palabra), muchas personas entienden que debe ser la mejor traducción, con base en la idea, muy errada por cierto, de que una traducción interlinear debe ser una mejor traducción que una que no presente el texto fuente (hebreo o griego) incluso en forma paralela.    

Sin embargo y, en honor a la verdad, la traducción interlinear, como cualquier otra, no es perfecta de por sí, y debe ser leída y recibida con la misma actitud crítica y de sospecha con que debemos asumir toda, absolutamente versión de la Biblia.

En todo caso, después de las observaciones presentadas, retomo la pregunta con que titula este breve artículo: ¿Por qué tradujo Francisco Lacueva «esto es mi cuerpo», «esto es mi sangre»?

Posible respuesta de algunas personas: Porque en el texto griego se empleó el pronombre adjetivo demostrativo en género neutro, o sea, «túto».

Y yo responderé: ¿Sabrán ustedes por qué usó el autor del texto el pronombre adjetivo demostrativo en género neutro y no en masculino o en femenino?

¿Qué tanto saben de lo que establece la gramática griega respecto de la concordancia que debe existir entre el artículo, el adjetivo y el pronombre adjetivo demostrativo respecto del sustantivo al cuál hacen referencia y con el cual tienen una indiscutible relación sintáctica en el contexto de una determinada frase, enunciado u oración?

Y mi explicación es la siguiente: La gramática griega (no la teología) establece que el artículo, el adjetivo y el pronombre adjetivo demostrativo deben concordar en caso, en género y en número con el sustantivo con el cuál están relacionados sintácticamente.

En consecuencia, cualquier persona que tenga un conocimiento promedio de griego koiné ha de saber que los nombres a los que hace referencia el pronombre adjetivo demostrativo «túto» en Mateo 26.26 y 28, tanto en la primera frase como en la segunda, son de género neutro, y se encuentran en caso nominativo singular.

Luego, estas marcas morfológicas del sustantivo «soma» («cuerpo», sustantivo de género neutro de la tercera declinación en griego, pero de género masculino en castellano), y «jáima» o «jéma» («sangre», sustantivo de género neutro y de la tercera declinación en griego, pero de género femenino en castellano), explican y justifican el empleo del pronombre adjetivo demostrativo «jútos» (forma léxica) en caso nominativo neutro singular: «túto».

Es más, llama la atención que incluso el tercer sustantivo griego involucrado en esta narrativa, «copa», es también un sustantivo de género neutro en griego,  aunque de la segunda declinación: «potérion» (pero de género femenino en castellano).

No obstante, es preciso poner de relieve que si bien Lacueva no tradujo acertadamente las dos frase en cuestión («mi cuerpo», «mi sangre»), curiosamente sí tradujo de manera acertada la referencia al sustantivo «potérion» («copa»), también de género neutro en griego exactamente igual que el sustantivo «soma» («cuerpo») y el sustantivo «jáima» o «jéma» («sangre»), considérese en la obra de Lacueva: Mateo 26.27; Marcos 14.23; Lucas 22.17; 1 Corintios 11.25.  

Consecuentemente, esta evidencia nos lleva a concluir que la traducción desacertada de las dos frases objeto de nuestro estudio, no se sustenta en una falta de comprensión de la sintaxis griega, sino más bien en motivos teológicos y doctrinales por parte de Lacueva.  

En todo caso, muy a pesar de la traducción ofrecida por Lacueva, una traducción acertada y consistente de las dos frases en cuestión, en conformidad a la gramática griega y la gramática castellana, es: «este es mi cuerpo», «esta es mi sangre».

Luego, es preciso poner de relieve que el asumir literalmente (transustanciación, transubstanciación) o en forma metafórica las frases en cuestión, no depende de la traducción, no lo impone la traducción, sino la teología.  

Finalmente y, por supuesto, al parecer fue consciente Lacueva de su falta de consistencia, como tampoco la mayoría de las personas que asumen la obra de Lacueva como una obra casi perfecta e incuestionable, y de manera acrítica.

Lógicamente, a muchas personas no les preocupa la falta de consistencia en una obra de traducción, que no siempre refleje de manera acertada el sentido del texto fuente, siempre y cuando la traducción que ofrezca, al menos de ciertos textos en particular, sea conveniente para su particular entramado teológico.   

Evidentemente, la crítica hecha a la obra de Lacueva, es válida y con el mismo rigor para cualquier otra obra de traducción que haya traducido en la misma línea que la obra de Lacueva.  

Muy a propósito de la nueva sesión de nuestro curso online y virtual de Griego Koiné (bíblico), comenzando desde cero, que inicia en la primera semana de mayo. Y muy propósito de nuestro diplomado en griego avanzado (6 meses de duración), dedicado al estudio del aspecto más exigente, rico y complejo de la lengua griega: el participio.

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Análisis gramatical de Mateo 16.18 y 19, curso online y virtual de griego bíblico


Análisis gramatical de los verbos que aparecen en Mateo 16.18 y 19

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas

Un artículo decididamente pedagógico

 Héctor B. Olea C.

 ¿Cuáles son las formas verbales que aparecen en Mateo 16.18 y 19? ¿Cuáles serían las conclusiones del análisis morfológico de las mismas?

 Comencemos, pues, nuestra aventura:

La primera forma verbal es «légo», forma verbal en tiempo presente, modo indicativo, voz activa, en la primera persona del singular (yo digo).

Luego, es Jesús el sujeto agente de la forma verbal «légo», y Pedro su objeto indirecto, el cual es señalado con el caso dativo del pronombre personal de la segunda persona del singular («soi»: a ti).

La segunda forma verbal es «ei» (eres), forma verbal en tiempo presente, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, y que tiene a Pedro como su sujeto agente.  

Por supuesto, no es posible perder de vista la coincidencia que hay entre el pronombre personal de la segunda persona del singular, en caso dativo («soi»: a ti), con la forma verbal «ei» (eres), también de la segunda persona del singular.

La tercer forma verbal es «oikodoméso», en tiempo futuro, modo indicativo, voz activa, de la primera persona del singular (yo edificaré). Por supuesto, es Jesús el sujeto agente de la forma verbal «oikodoméso» (edificaré), y la frase «mu ten eklesían» su objeto directo.

La cuarta forma verbal es «katisjísusin» (prevalecerán, más el negativo «u», “no”), en tiempo futuro, modo indicativo, voz activa, de la tercera persona del plural. Por supuesto, es la frase «pílai jádu» (las puertas del Hades) el sujeto agente de la forma verbal «katisjísusin».

La quinta forma verbal es «dóso» (yo daré), forma verbal en tiempo futuro, modo indicativo, voz activa, de la primera persona del singular. Es, pues, Jesús, el sujeto agente de esta forma verbal, y la frase «tas kléidas tes basiléias ton uranón» (las llaves del reino de los cielos) es su objeto directo.

Por supuesto, es Pedro el objeto indirecto de la forma verbal «dóso» (yo daré), otra vez siendo señalado aquí por el pronombre personal de la segunda persona del singular, en caso dativo: «soi»: «a ti».

La sexta forma verbal es «déses», forma verbal en tiempo aoristo primero, modo subjuntivo, voz activa, segunda persona del singular (desatares tú).

Por supuesto, es Pedro el sujeto agente de dicha forma verbal, el cual viene siendo señalado desde el principio con la segunda persona del singular, como el indiscutible interlocutor en segunda persona con Jesús.

Obviamente, también señalan a Pedro los verbos empleados en la segunda persona del singular y el pronombre personal de la segunda persona del singular en caso dativo: «soi» (a ti).

La séptima forma verbal es más bien una forma verbal perifrástica, compuesta por la tercera persona del singular del verbo «eimí» (ser, estar), o sea, «éstai» (será, estará) en tiempo futuro, modo indicativo, con la morfología de la voz media (por ser del tema de futuro), pero con el sentido de la voz activa.

Esto así porque el verbo «eimí» en el futuro es un verbo deponente, o sea, un verbo con la morfología de la voz media o pasiva (o media y pasiva, dependiendo del tema verbal de que se trate), pero con el sentido de la voz activa.

Consecuentemente, el hecho de que el verbo «eimí» sea un verbo deponente en el futuro implica que no es posible hablar aquí de una “forma verbal en voz media”, que comunique el sentido de la voz media; pues en realidad se sustenta en una base de un verbo deponente que, según la gramática griega, debe ser asumido como un verbo en voz activa.

Luego, conforma la perífrasis verbal con la forma verbal «éstai», el participio de tiempo perfecto, voz media y pasiva, en caso acusativo neutro singular, del verbo «déo» (yo ato), «dedeménon».

Consecuentemente, a pesar de que en el tiempo y tema del perfecto la morfología de la voz media es la misma que la de la voz pasiva, aquí no puede asumirse en voz media, pues dicha perífrasis verbal, según la gramática griega, sólo se construye con participios activos y pasivos, junto a una forma verbal activa del verbo «eimí» (ser, estar).  

La octava forma verbal es «lisés» (desatares), forma verbal en tiempo aoristo primero, modo subjuntivo, voz activa, segunda persona del singular, y que tiene a Pedro como sujeto agente. 

Finalmente, termina el texto en cuestión con otra perífrasis verbal, esta vez compuesta por la misma forma verbal del verbo «eimí», «éstai», empleada también en la anterior perífrasis verbal.

Luego, está compuesta esta última perífrasis verbal por la forma verbal «éstai», y por «leliménon», participio perfecto, voz media y pasiva, caso acusativo neutro singular.

Consecuentemente, todo lo que dijimos respecto de la primera perífrasis verbal, debe ser aplicado y con el mismo rigor a esta última.

En consecuencia y, en conclusión, no es posible, no es correcto decir que en Mateo 16.18 y 19 hay forma verbal alguna en voz media, que comunique la idea de la voz media griega.

A lo más que podemos llegar es afirmar que en el texto en cuestión tenemos formas verbales con la morfología de la voz media, pero no formas verbales en voz media.

En primer lugar, porque «éstai» (estará, será) forma verbal del verbo copulativo «eimí» (ser, estar), es una forma verbal de un verbo deponente en el tiempo y en el tema en que se empleó aquí (el futuro), por lo tanto y, en honor a la verdad, estamos más bien ante una forma verbal que, a pesar de su morfología, comunica el sentido y la idea de la voz activa: «éstai dedeménon» («estará atado»), «éstai leliménon» («estará desatado»).  

En segundo lugar, tampoco podemos perder de vista que el participio «dedeménon» y el participio «leliménon», son participios en el tema y tiempo del perfecto, tema verbal en el cual la morfología de la voz media y la voz pasiva es la misma.

Sin embargo, como las perífrasis verbales con participios de perfecto se construyen con participios activos o pasivos (no en voz media), y una forma activa del verbo «eimí» (ser, estar); los participios «dedeménon» y «leliménon» no pueden asumirse en voz media, sino en voz pasiva, muy a pesar de la ambigüedad de su morfología.

Moraleja: No siempre que hay una morfología de la voz media y pasiva en el texto griego del NT y Septuaginta (versión griega de la Biblia Hebrea), estamos ante una forma verbal en voz media, que comunique la idea y el sentido de la voz media (interés particular del sujeto).  

Esto así por varias razones: 1) porque puede ser que derive de un verbo deponente; 2) porque puede ser que derive de un verbo semideponente (un verbo no deponente en presente, pero sí en otro tema verbal, por lo general en futuro); 3) porque puede ser una forma verbal de uno de los dos temas verbales que tienen una misma morfología para la voz media y la voz pasiva (presente y perfecto); 4) porque, las formas media y pasivas de los participios de perfecto en una perífrasis verbal, deben asumirse estrictamente en voz pasiva.

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¿Hay una forma verbal en la voz media griega en Mateo 16.18?, curso de griego bíblico online y virtual


¿Hay una forma verbal en la voz media griega en Mateo 16.18?

Frase en cuestión «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia»

Cuestiones de lingüística, gramática, exégesis y traducción bíblicas

 Héctor B. Olea C.

Como ya he dicho antes, en el griego clásico y koiné, como también en la llamada «koiné bíblica»  (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), hay una morfología específica para la voz media y para la voz pasiva distinta a la de la voz activa.

En efecto, en dos de los cuatro temas verbales del sistema verbal griego la morfología de la voz media y la voz pasiva es la misma (presente y perfecto), y en los otros dos temas hay una morfología propia para la voz media y otra para la voz pasiva (aoristo y futuro).

Luego, la simple observación del texto griego de Mateo 16.18 deja ver que no hay allí ninguna forma verbal en voz media.

En realidad la forma verbal «oikodoméso» (tiempo futuro, modo indicativo, primera persona del singular del verbo «oikodoméo») está en voz activa y por eso su traducción debe ser «edificaré» (voz activa), y no «edificaré para mí» (voz media).  

Luego, debo poner de relieve que el sentido primario de la voz media griega no es de una acción reflexiva, sino de una acción que el sujeto realiza con un interés personal «yo edificaré para mí».

En honor a la verdad tengo que decir que el sentido reflexivo de la voz media griega se circunscribe a ciertos verbos específicos.  

En tal sentido, cuando el griego quiere expresar una idea puramente reflexiva, emplea una forma verbal en voz activa y un pronombre reflexivo.

Consecuentemente, es preciso admitir que hay una forma verbal en voz activa en Mateo 16.18, pero no acompañada de un pronombre reflexivo.

Por supuesto, no es posible olvidar que el pronombre reflexivo, como complemento, se emplea para hace referencia al mismo sujeto agente de un verbo finito, un verbo conjugado (“me limpio”, “conócete a ti mismo”, etc.).   

En todo caso, más que un pronombre reflexivo (de mí mismo, para mí mismo, a mí mismo), se esperaría más bien el empleo de la preposición «epí» (que con el caso acusativo y con el caso dativo significa “sobre o encima de”) con el pronombre personal en caso acusativo («ep-emé» (“sobre mí”).

Esto así porque en caso de haber empleado Mateo la forma verbal «oikodoméso» (“edificaré”) con el pronombre reflexivo de la primera persona del singular (la correspondiente a una forma verbal finita en la primera persona del singular) en cualquiera de los únicos tres casos en que podría emplearse, el mensaje sería:

Con el caso genitivo: «oikodoméso emautú»: «edificaré de mí mismo». Con el caso dativo: «oikodoméso emautó»: «edificaré para mí mismo». Con el caso acusativo: «oikodoméso emautón»: «edificaré a mí mismo» («me edificaré»).   

Luego, es indiscutible que en Mateo 16.18 Jesús no dijo: «edificaré mi iglesia sobre mí» («oikodoméso mu ten ekklesían ep-emé»).

Pero lo que sin duda alguna dijo fue: «epí táute te pétra» (“sobre esta roca”), apuntando a Pedro (Pétros) y no a Jesús. En efecto, Jesús no dijo «ep-emé» (“sobre mí”), sino más bien «epí táute te pétra» (“sobre esta roca”).      

Además, ya es tesis no discutida que el Jesús histórico no fundó una religión distinta a la fe judía, ni fundó iglesia alguna. Por lo tanto, se establece la necesidad de distinguir entre la función de Jesús como posible fundador de la fe cristiana, y la función de Jesús como la figura sobre la cual se funda la misma fe cristiana.  

Por otro lado, pienso que el no estar de acuerdo con la teología católica respecto de la idea de asumir a Pedro como primer papa, no debe llevarnos a perder de vista lo que la tradición textual del Nuevo Testamento dice en relación a Pedro, en cuyo contexto debe entenderse la afirmación «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia».

En otras palabras, pienso que las palabras «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia», apuntan al sitial privilegiado en que el NT coloca a Pedro, al liderazgo de Pedro en la naciente comunidad seguidora de Jesús.

En tal sentido, es preciso poner de relieve las siguientes pistas.

En primer lugar, las atribuciones que en Mateo 18.18 se le otorgan a la iglesia a la asamblea como tal (“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”); primeramente fueron otorgadas a Pedro en Mateo 16.19 (“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”).

En segundo lugar, para el Evangelio de Juan fue a Pedro y no a algún otro de los discípulos, a ningún otro de los discípulos, al que Jesús le encomendó la tarea de apacentar o pastorear sus ovejas (Juan 21.15-17).

Por supuesto, no hay en el Evangelio de Juan una afirmación similar respecto de algún otro de los doce discípulos de Jesús. Además, en mi opinión, las implicaciones que respecto del liderazgo de Pedro tienen las palabras de Mateo 16.18 y 19, son similares y tienen las mismas implicaciones que tienen las palabras de Juan 21.15-17 en referencia al mismo Pedro.  

En tercer lugar y, finalmente, para el autor de la serie Lucas –Hechos, mucho antes de convertirse Pablo en el misionero por antonomasia de la fe en Jesús, fue Pedro la figura cimera de la primitiva comunidad seguidora de Jesús.

En más y, en tal sentido, el libro de Hechos está dividido en dos partes: la primera, la que da cuenta del indiscutible liderazgo de Pedro (Hechos capítulos 1 - 15); y la segunda que da cuenta del indiscutible liderazgo de Pablo (Hechos capítulos 16 – 28).

Además, es preciso decir que mucho antes de que Pablo pudiera ser considerado el “apóstol de los gentiles” (1 Timoteo 2.7; 2 Timoteo 1.11), ya Pedro había testimoniado de la fe en Jesús entre los gentiles (Hechos 10 y 11).

En todo caso, para concluir, me parecen demasiado oportunas las palabras del profesor Antonio Piñero:

“Los biblistas, incluso ciertos católicos, y la investigación teológica en general tienen sobrados motivos para dudar de la opinión tradicional que ve en Jesús el fundador inmediato de su Iglesia, opinión que considera al episodio narrado por Mateo un suceso real acontecido históricamente en la vida del Maestro de Galilea.

Más bien se tiende a pensar que la evolución histórica natural del grupo de seguidores del Nazareno, y sobre todo la sensación (y preocupación) de y por el retraso indefinido de la segunda venida de Jesús, los empujó a constituirse poco a poco en organización bien establecida y a reclamar para sí el título de haber sido fundada por el Maestro al que siguieron en vida. Luego, siguiendo una tendencia bien conocida en el mundo antiguo, un profeta cristiano, hablando en nombre de Jesús crea la historia o el marco narrativo en el que el fundador de tal complejo organizado es Jesús mismo.

Esta hipótesis es antigua en la investigación y explica en líneas generales la escena del primado de Pedro no como algo que derive directamente de Jesús, sino como el producto temprano de una comunidad adicta al apóstol Pedro que luego pasó a la tradición escrita sobre Jesús recogida por el evangelista Mateo” («Guía para entender el Nuevo Testamento», Editorial TROTTA, 2006, página 2019).

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