Consejos prácticos para las personas que pretendan emitir un juicio de valor respecto de cualquier versión de la Biblia



Observaciones necesarias desde el campo de las ciencias bíblicas

Héctor B. Olea C.

No puedo negar que me molesta, que me enoja cuando veo que ciertas personas descalifican o privilegian una o varias versiones de la Biblia, sin tener los fundamentos necesarios para expresar con conocimiento de causa, de manera legítima dicho juicio.

En tal sentido, a la luz de mi experiencia, de mi trabajo de muchos años en este campo; pienso que la persona que pretenda expresarse con acierto respecto de cualquier versión de la Biblia, debería considerar lo siguiente:

En primer lugar, la persona que piense pronunciarse con acierto, con la aspiración de que su discurso sea tomado en serio; debería ser una persona con conocimientos sólidos de los idiomas bíblicos, y por supuesto, del idioma al que se hizo la traducción.  

En segundo lugar, debe estar al tanto de lo que es la labor de la traducción como labor profesional, y conocer con propiedad los métodos de traducción aplicados a la Biblia, y en particular del método empleado en la traducción o versión de la Biblia respecto de la cual pretende emitir un juicio de valor con acierto.

En tercer lugar, debe saber que el juicio que se emita sobre una versión o traducción de la Biblia (a favor o en contra), no debe sustentarse en el previo rechazo o aceptación de otra versión de la Biblia, no debe tener como fundamento la supuesta o demostrable calidad de otra versión de la Biblia, la cual asume como marco de referencia vital.

En realidad, toda versión o traducción de la Biblia no es más que eso, una versión, y por lo tanto desde el punto de vista de la labor de traducción, ambas están a un mismo nivel, y una como la otra ameritan un juicio justo y sustentado en algo más que meras presuposiciones de la naturaleza que fueren.   

En honor a la verdad, el juicio que se pretenda pronunciar sobre cualquier versión de la Biblia (absolutamente sobre toda o cualquier versión de la Biblia), deber tener como fundamento los textos que para la exégesis actual, los textos que para las ciencias bíblicas, que para la investigación actual se consideran los textos base para la exégesis, reproducción y traducción la Biblia (AT y NT, Tanaj y NT).

En todo caso, no es posible perder de vista que una cosa es la calidad textual, la calidad de los textos que le sirven de base a una determinada versión de la Biblia, y otra la calidad de la misma como traducción, como obra de traducción como tal, tanto en lo particular como en lo general.  

En cuarto lugar, debe estar consciente de que “el tratamiento” de una determinada “doctrina” o “dogma” no es un factor válido y legítimo, para descalificar o privilegiar cualquier versión de la Biblia; al menos, no puede ser así desde el punto de vista de las ciencias bíblicas y el estudio bíblico académico no confesional.

En quinto lugar, debe ser una persona que dé muestras de que en efecto no es sencillamente una persona que está repitiendo el cuestionable y desgastado discurso de ciertas comunidades de fe que, a la luz de sus particulares presuposiciones teológicas, se expresan a favor o en contra de una determinada versión o traducción de la Biblia, o al menos sobre la traducción de uno, dos o tres textos bíblicos en particular en una determinada versión de la Biblia.   

En sexto lugar, que en efecto, una demostrable desacertada traducción de unos, dos o tres textos en particular no es una evidencia de que tal versión de la Biblia es desacertada en su conjunto, como tal; consecuentemente, la demostrable acertada traducción de uno, dos o tres textos en particular tampoco es una evidencia de que dicha versión de la Biblia es acertada y confiable en su conjunto, como tal, como un todo.

Insisto, la calidad, las virtudes y desaciertos de toda, de absolutamente toda versión de la Biblia, es un asunto a demostrarse caso por caso, y no con base en una declaración general a favor o en contra.

En séptimo lugar, la calidad, las virtudes y desaciertos de toda y cualquier versión de la Biblia, no puede sustentarse, por un lado, en un tipo de razonamiento deductivo, según el cual la imagen generalizada que tiene una determinada versión o traducción de la Biblia, es una evidencia suficiente, irrefutable de su calidad en su conjunto, respecto de la calidad de la traducción de cada texto bíblico en lo particular.

Por supuesto, tampoco puede sustentante en un tipo de doble razonamiento inductivo, según el cual y, por un lado, la acertada traducción de unos textos en particular es suficiente para esperar o sustentar una supuesta acertada traducción de toda la obra en su conjunto. Por otro lado, según el cual, la desacertada traducción de unos cuantos pasajes en particular es una evidencia irrefutable de su mala calidad, de su cuestionable calidad como un todo, en su conjunto.

Insisto, he demostrado que una o cualquier versión de la Biblia puede ser la mejor respecto de la traducción de unos determinados textos bíblicos, pero la peor respecto de la traducción de otros tantos textos bíblicos. Por eso insisto en que tenemos que evitar el asumir una actitud prejuiciada, a favor o en contra, de versión de la Biblia alguna, de toda y cualquier versión de la Biblia.    

En suma, no son pocas las personas que a diario pecan por infamación e injuria cuando se pronuncian respecto de la calidad (mala o buena) de una determinada versión de la Biblia, respecto de la traducción de unos, dos o tres textos bíblicos en una determinada versión de la Biblia; así de sencillo.

La frase «hijos de Dios» en la Biblia, algunas observaciones



Cuestiones de lingüística y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Introducción:

Antes de adentrarnos en el análisis de la frase «hijos de Dios», se hace necesario que primero hagamos algunas puntualizaciones. Por un lado, es preciso poner de relieve que en el griego koiné (idioma tanto de la Septuaginta como del Nuevo Testamento) hay varias palabras que en maneras distintas, con distintos matices, hacen referencia a la prole, a la descendencia. Por otro lado, que el empleo de una determinada palabra o frase en las versiones de la Biblia, no significa que ésta sea siempre el reflejo de la presencia de una misma palabra o frase en el texto hebreo, arameo o griego.

Consecuentemente, respecto de las distintas palabras que hacen referencia a la prole en la Biblia, conviene tener en cuenta lo siguiente.

En primer lugar, tenemos la palabra «paidíon» (de género neutro) y «páis» (de género masculino y femenino). Estas palabras refieren a un ser humano de corta edad, a un infante, ya sea varón o mujer, masculino o femenino. En todo caso, hay que decir que la palabra «páis» también puede significar en algunos contextos, criado, siervo.

Un ejemplo del uso de «paidíon» en el NT, lo encontramos en Mateo 2.8 (Reina Valera 1960: «el niño»).

Un ejemplo del uso de páis» en el NT, lo encontramos en Mateo 2.16 (Reina Valera 1960:« niños»).

En segundo lugar, tenemos la palabra «juiós» que señala a una persona miembro de la familia, al margen de la edad, un descendiente (adoptado o no), pero específicamente de género masculino, es decir, varón. Un ejemplo del uso demasiado abundante y atestiguado en el NT, lo encontramos en Lucas 1.13, 31 (Reina Valera 1960: «un hijo»).  

En tercer lugar, tenemos la palabra «thugáter», que apunta a una persona miembro de la familia, al margen de la edad, pero específicamente de género femenino, es decir, chica, mujer. Dos ejemplos del uso de la palabra «thugáter», en el NT, lo encontramos en Lucas 1.5 (Reina Valera 1960: «de las hijas»), y 13.16 («hija»).     

En quinto y último lugar, está la palabra «téknon». Esta palabra a diferencia de las otras, puede designar a los nacidos (masculinos) y las nacidas (género femenino), sin importar la edad. Por eso podemos decir que por lo general la palabra «téknon» apunta a la descendencia, a la prole de manera inclusiva, sin el matiz, sin el énfasis de lo masculino que a primera vista podemos percibir con el empleo de la palabra «juiós». Además, también se ha planteado (Max Zerwick) que a veces la palabra «téknon» supone un matiz de mayor intimidad que la palabra «juiós».  

Ahora bien, después de haber planteado los matices básicos de las palabras «juiós» y téknon», paso a analizar la expresión «hijos de Dios» en la Biblia (en plural). Respecto de la forma en singular «hijo de Dios», sencillamente diré que dicha frase o sintagma se encuentra en el NT 46 veces en 45 versículos bíblicos, en la Reina Valera 1960, y por lo general supone la presencia de la palabra «juiós» (en cualquier caso, ya sea en nominativo, genitivo, dativo o acusativo), más la palabra «theós» en caso genitivo, o sea, «theú».

La frase «hijos de Dios» en las cartas paulinas

En plural, la frase «hijos de Dios», se la encuentra en las cartas paulinas en siete ocasiones: Romanos 8.14, 16, 19, 21; 9.8; Gálatas 3.26; Filipenses 2.15. Sin embargo, de estas sietes veces en que Pablo empleó la frase «hijos de Dios», en tres ocasiones empleó la palabra «juiós» (Romanos 8.14, 19; Gálatas 3.26); pero en cuatro ocasiones empleó Pablo la palabra «téknon»: Romanos 8.16, 21; 9.8; Filipenses 2.15.

En todo caso, lo más curioso del análisis de la frase «hijos de Dios» en las cartas paulinas es la forma indistinta y un tanto desconcertante en que Pablo emplea las palabras «juiós» y «téknon» en Romanos 8. En tal sentido debo poner de relieve que Pablo emplea la palabra «juiós» en Romanos 14, para luego apuntar a la misma idea, pero con la palabra más acertada, más inclusiva, «téknon», en Romanos 8.16 (como también en el versículo siguiente, el 17). Luego, retoma Pablo la palabra «juiós» para insistir en la misma idea, en Romanos 8.19, y sin embargo retoma y concluye Pablo con la palabra «téknon» (8.21), para insistir en la misma idea que venía desarrollando.

La frase «hijos de Dios» en las cartas universales

En lo que tiene que ver con las llamadas cartas universales, la frase «hijos de Dios» (en plural), sólo se la encuentra en la primera carta de Juan, a saber: 1 Jun 3.1, 2, 10; 5.2. Ahora bien, es preciso decir que la frase «hijos de Dios», en la primera carta de Juan, siempre empleó y de manera estricta la palabra «téknon», y nunca la palabra «juiós», en la siguiente manera: 1) «tékna theú» (1 Juan 3.1 y 2); 2) «ta tékna tu theú», y «ta tékna tu diabólu» (1 Juan 3.10); 3) «ta tékna tu theú» (1 Juan 5.2).     

La expresión «hijos de Dios» en los Evangelios

La frase o sintagma «hijos de Dios», en los Evangelios, se la encuentra en cuatro ocasiones: Mateo 5.9; Lucas 20.36; Juan 1.12; 11.52.

Ahora bien, Mateo 5.9 emplea la palabra «juiós» y no a «téknon» («juiói theú»). Por su parte, Lucas 20.36, como Mateo, también empleó la palabra «juiós», y no a «téknon» («juiói eisin theú»). Sin embargo, en la misma línea que la primera carta de Juan, el Evangelio de Juan (1.12; 11.52), empleó a «téknon», y no a «juiós», en la siguiente forma: «tékna theú» (Juan 1.12); y «ta tékna tu theú» (Juan 11.52).

La expresión «hijos de Dios» en el Tanaj o Biblia Hebrea, y en la Septuaginta

En lo que respecta al llamado Antiguo Testamento, Primer Testamento, Tanaj, o Biblia Hebrea, y la Septuaginta; diré que la frase o sintagma «hijos de Dios», se la encuentra en cinco ocasiones: Génesis 6.2, 4; Job 1.6; 2.1; 38.7.

En Génesis 6.2 y 4, la expresión «hijos de Dios» es la traducción de la frase hebrea: «bene (o beney) ha-’elojím» (estrictamente apuntando al género masculino: literalmente «los hijos de Dios», los varones). Por su parte, la Septuaginta tradujo la frase hebrea «bene (o beney) ha-’elojím» con la frase griega: «joi juiói tu theú» (literalmente: «los hijos de Dios», igualmente los varones).

Por otro lado, respecto de Job 1.6; 2.1; 38.7, diré que el texto hebreo emplea precisa y exactamente la misma frase que encontramos en Génesis 6.2 y 4, o sea, «bene (o beney) ha-’elojím»; sin embargo, llama la atención la forma en que la Septuaginta tradujo dicha frase en el libro de Job. Resulta, pues, que en Job, la Septuaginta tradujo de manera consistente la frase hebrea «bene (o beney) ha-’elojím» con la frase: «joi ángueloi tu theú», en Job 1.6 y 2.1, que literalmente significa: «los ángeles de Dios», «los mensajeros celestiales de Dios»), y con «ángueloi mu», en Job 38.7, literalmente: «mis ángeles», «mis mensajeros celestiales».   

En suma: si bien es innegable el matiz esencialmente masculino de la frase «hijos de Dios», cuando dicha frase supone la presencia de la palabra «juiós»; si bien es innegable que la frase «hijos de Dios», es indiscutiblemente inclusiva (descendencia, descendientes, sin darle prominencia al género masculino) cunado supone la presencia de la palabra «téknon»; de todos modos, respecto de Romanos 8, donde Pablo empleó indistintamente las palabras «juiós» y «téknon», es prácticamente imposible establecer de manera radical una diferencia de matices en el empleo de la frase «hijos de Dios» (con «juiós», en Romanos 8.14, y 19), pero con «téknon» en Romanos 8. 16 y 21).

En todo caso, ante el hecho de que en Romanos 8 Pablo usa indistintamente a «juiós» y «téknon», en virtud de que Pablo comienza con «juiós» (8.14, 19), pero concluye con «téknon» (8.16, 21); pienso que el matiz excluyente y muy masculino de la palabra «juiós», debe ser matizado y moldeado por el matiz inclusivo de la palabra «téknon», y de manera más prominente precisamente en plural.  

En consecuencia, pienso que en estos casos, la frase «hijos de Dios», debiera ser sustituida en la traducción por expresiones tales como: «descendientes de Dios», «la descendencia de Dios», «la prole de Dios» (terminología inclusiva, no sexista), lo mismo que en Romanos 9.8 y Filipenses 2.15. En todo caso, la persona que estudia la Biblia debe ser consciente de que la frase «hijos de Dios» no siempre es la traducción de la misma frase griega (respecto del NT), y que puede incluir unos matices de sentido que la simple y homogénea traducción «hijos de Dios» no comunica del todo.

Finalmente, no es posible perder de vista la forma en que la Septuaginta tradujo la frase hebrea bene (o beney) ha-’elojím» en el libro de Job, no con la frase «joi juiói tu theú», no empleando la palabra «juiós» ni a «téknon», sino empleando la palabra «ánguelos» en plural, o sea, «ángueloi»: ángeles, mensajeros celestiales.    

Bibliografía:

Concordancia Manual y Diccionario Griego Español del NT, de Pedro Ortiz V. (Sociedades Bíblicas Unidas)

Introducción al Griego Bíblico, Amador-Ángel García Santos (Verbo Divino)

Tanaj (Biblia Hebraica Stuttgartensia)

La Septuaginta

Léxico griego español del NT, de Alfred E. Tuggy (Mundo Hispano).

Novum Testamentum Graece Edición 28

Un breve análisis comparativo del uso de «’elím» y «’elojím en el Tanaj




Algunas observaciones pertinentes

Héctor B. Olea C.

Algunas semanas atrás, cuando publiqué algunas observaciones en torno el nombre «’elojím» («’elohím»), alguien me solicitó que dijera algo en torno al nombre «’el», específicamente en cuanto a su forma plural, «’elím».

En primer lugar, diré que hay quienes han conjeturado que «’elojím» («’elohím») es (junto a «’elím») una forma plural de «’el», de la que luego se ha deducido una forma singular (por ejemplo, el «Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento», de Jenni y Westermann).

Sin embargo, lo cierto es que «’elojím» («’elohím»), morfológicamente, es la forma plural de  «elóaj» o «elóha», mientras que «’elím» es el plural de «’el». Además, que a diferencia de «’elojím» («’elohím») que por lo general aparece en el Tanaj con una concordancia en singular, y con un sentido en singular, a pesar de su forma en plural; lo cierto es que el plural de «’el», o sea, «’elím», debe traducirse en plural, y no en singular, como ocurre por lo general con «’elojím» («’elohím»).    

Consecuentemente, a diferencia de «’elojím» («’elohím»), insisto, que tiene por lo general una concordancia en singular y significado en singular, a pesar de su forma plural (sin negar que también hay contextos en los que debe traducirse en plural); si bien es muy escasa en el Tanaj la presencia del plural de «’el», o sea, «’elím»; lo recomendable es que el plural «’elím» sea traducido en plural,  «dioses».

En segundo lugar, en relación específica al nombre «’el», Moisés Chávez plantea que si bien este nombre significaba “dios en general”, en Canaán este nombre tenía el carácter del nombre propio de la divinidad que ocupaba el sitial más importante en el panteón de los cananeos («Hebreo bíblico texto programado, tomo I», página 449).

En tercer lugar, el nombre «’el», puede aparecer con artículo definido, como “Dios supremo”. Ejemplos: Génesis 46.3 («ha-’el»); y Deuteronomio 33.26 («ka-’el»).

En cuarto lugar, el nombre «’el» se encuentra presente, como parte integral de algunas palabras hebreas compuestas, muy conocidas, como «bet-’el» (Génesis 35), «‛im-manu ’el» (Isaías 7.14; 8.8, 10), y como parte vital de los llamados “epítetos divinos”, como «’el ‛elión» (Dios altísimo: Génesis 14.18); «’el roí» (Dios que me ve: Génesis 16.13); «’el shadáy» (Dios del monte: Génesis 17.1; 35.11; 48.3); «’el bet-’el» (Dios de bet-el: Génesis 35.7); «’el ‛olám» (Dios eterno: Génesis 21.33); «’el qaná’» (Dios celoso: Éxodo 20.5).

En quinto lugar, un caso interesante y notorio del empleo del plural «’elím», aunque sin la letra “yod” característica de la morfología de la desinencia del plural masculino, lo encontramos en Éxodo 15.11, en la expresión: «¿mi camojáh YHVH ba-’elím?» Traducción: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?».

La Septuaginta, por su parte, tradujo la expresión hebrea «¿mi camojáh YHVH ba-’elím?», con «¿tis jómoios soi en theóis?» («theóis», dativo plural de «theós»).

En sexto lugar, la presencia de la palabra «’el», junto a «’elojím» («’elohím»), y «YHVH». 

En el Salmo 50.1 leemos: «El Dios de dioses, Jehová, ha hablado». Aquí la frase «el Dios», es la traducción de la palabra hebrea «’el». La frase o sintagma «de dioses», es la traducción de la palabra hebrea «’elojím», asumida aquí en estado constructo, en una relación genitiva, y en sentido plural. Y por supuesto, «Jehová», transliteración y castellanización injustificada del tetragrama, en la versión Reina Valera 1960, es el reflejo de «YHVH».

Por su parte, la Septuaginta tradujo la frase hebrea «’el ’elojím YHVH», con la frase: «theós (palabra “Dios” en caso nominativo) theón (la misma palabra “dios”, pero ahora en caso genitivo plural) kúrios (la palabra “Señor”, y habitual traducción del tetragrama YHVH, en caso nominativo»: traducción: «el Señor, Dios de dioses…».

En séptimo lugar, la famosa «Concordancia Strong» (aplicada a la Reina Valera 1960), pone de manifiesto un indiscutible error cuando sugiere que en Deuteronomio 4.28 la palabra “dioses”, es la traducción de «’elím», plural de «’el». Luego, es preciso decir que en realidad, según el texto hebreo, la palabra “dioses” es la traducción de la palabra «’elojím» (aquí con un sentido definitivamente en plural).

En octavo lugar, mientras que en la frase «dioses ajenos» (“extraños”, en plural), domina «’elojím»; en singular, en la frase «dios ajeno» (“extraño”), domina la palabra «’el» (por ejemplo, «’el zar»: Salmo 44.20; 81.9; sencillamente «zar», en Isaías 43,12; y en Daniel 11.39 es la traducción de «elója nejár». 

En síntesis:

Por un lado, la palabra «’elojím» tiene, morfológicamente, un singular y punto de partida distinto («elóaj» o «elóha») al que tiene el plural «’elím» (o sea, «’el»).

Por otro lado, mientras que la forma plural, incluso con una concordancia en singular y con sentido plural (aunque también con un sentido plural) es la forma dominante de la palabra «’elojím»; la forma plural «’elím» es bien escasa en el Tanaj, pero cuando se la emplea tiene por lo general un sentido indiscutiblemente en plural.

Finalmente, existe un sustantivo (topónimo), una palabra que en realidad es una transliteración fonética, muy parecida al plural de la palabra «’el», o sea, «’elím», aunque sin existir ninguna relación léxica entre ambas palabras. Dicho topónimo es «’Elim», que se lo encuentra en Éxodo 15.27; 16.1; Números 33.9-10. La diferencia que existe, morfológicamente hablando, entre el plural «’elím», y el topónimo «’Elim», es que después de la letra “álef” con que ambas palabras inician, el topónimo «’Elim» tiene una letra “yod”, mientras que el plural de «’el», o sea, «’elím», no la tiene. En todo caso, coinciden el topónimo «’Elim» y al menos el plural «’elím» que observamos en Éxodo 15.11, en que ambas palabras carecen de la “yod” característica de la desinencia del plural masculino.

En todo caso, la Septuaginta, por su parte, tradujo el plural de «’el», «’elím», con alguna forma plural de la palabra «theós»; y el topónimo «’Elim», con la transliteración «Ailím».




Cuestiones relativas al canon bíblico y su impacto en la interpretación de la Biblia



Unas observaciones necesarias y pertinentes

Héctor B. Olea C.

Como biblista y exégeta es mi deber poner de relieve que la cuestión del «canon bíblico» (el conjunto de libros considerados normativos para la praxis y la reflexión teológica cristiana) debe ser mejor enfocada. En tal sentido y, en primer lugar, es preciso admitir que la Biblia, como concepto, y con la configuración actual, es un concepto propiamente cristiano.

En segundo lugar, que el llamado «canon bíblico» en realidad supone e involucra dos cánones de dos religiones distintas: 1) el canon de la fe judía (el Tanaj, el llamado Antiguo Testamento por los cristianos, que no ve en el canon del Nuevo Testamento su proyección y continuidad, y mucho menos su mejor exégesis, e interpretación, ni su reemplazo y superación); 2) el canon del Nuevo Testamento (que considera el canon de la fe judía su punto de partida, pero al final toma distancia del mismo, y con la pretensión de ser su legítima continuación, exégesis, interpretación, incluso su superación e ideal reemplazo).

En tercer lugar, y a pesar de todo, cada corriente del cristianismo decide, de acuerdo a su particular teología y praxis eclesial, qué asume y qué no, del canon de la fe judía, y la manera en que da relevancia, enfoca, interpreta y aplica ciertos aspectos del mismo.

En cuarto lugar, incluso en cuanto al canon del Nuevo Testamento mismo y en particular, las distintas corrientes del cristianismo deciden, de acuerdo a su particular teología y praxis eclesial, a que le da énfasis, qué asume como normativo y qué no del canon del Nuevo Testamento mismo. Consecuentemente, es demasiado evidente que lo que es considerado “bíblico y normativo” para un sector del cristianismo, no necesariamente lo es para otro sector del mismo cristianismo. Por supuesto, esta realidad no debería ser ignorada por la persona que pretenda establecer qué es bíblico y normativo, y qué no, como concepto, y como práctica cristiana.   

Esta última realidad se hace demasiado evidente cuando observamos que al momento de plantear y confrontar sus posturas en aquellos temas y asuntos en los que no se muestran de acuerdo; cada corriente del cristianismo parece usar “una Biblia distinta” (por la lista de versículos particulares que emplean para apoyar sus posturas), muy pesar de tener por lo general el mismo concepto de la Biblia y de su papel en la reflexión teológica y en la praxis cristiana, incluso, muy a pesar de estar empleando casi siempre y por lo general una misma versión de la Biblia.

Ahora bien, lo admitan o no las distintas corrientes del cristianismo, lo cierto es que, por un lado, la Biblia alimenta, es fuente y alma del pensamiento teológico; y por otro lado, la Biblia es leída, asumida, interpretada y aplicada con base en, a partir de, y en armonía con la praxis y las creencias, doctrinas o presuposiciones particulares de la comunidad de fe o hermeneuta (y por personas en particular, como miembros y personas comprometidas con dichas comunidades de fe, personas que en realidad no hacen reflexión bíblica y teológica en el vacío, sino situadas, lo admitan o no).

En este sentido es claro que no podemos obviar lo relativo de expresiones tales como “la Biblia dice”, “la Biblia no dice”, “la Biblia no da apoyo para”, “la Biblia sí ofrece apoyo para”, etc., etc., etc.

En consecuencia, la que propongo como actitud ideal y responsable, procediendo con una radical honestidad intelectual, es que cada corriente del cristianismo (y las personas en particular como miembros de dichas corrientes), exponga su formulación doctrinal reconociendo que la Biblia, según su lectura, según sus particulares presuposiciones teológicas, da apoyo o no a una determinada conclusión, idea, concepto o práctica.  

En tal sentido, las muy conocidas expresiones “la Biblia dice”, “la Biblia no dice”, “la Biblia no da apoyo para”, “la Biblia sí ofrece apoyo para”; deberían ser remplazadas y con urgencia, por expresiones tales como: “según tal o cual teología, la Biblia dice (tal cosa es Bíblica)”, “según tal o cual teología, la Biblia no dice (tal cosa no es bíblica)”, “según tal o cual teología, la Biblia no da apoyo para” (tal cosa no tiene apoyo bíblico), “según tal o cual teología, la Biblia sí ofrece apoyo para (tal cosa tiene apoyo bíblico)”; así de sencillo.