¿Alguna relación legítima? Un
análisis crítico
Héctor B. Olea C.
A manera de introducción:
Pienso que me es
necesario puntualizar que este estudio es el resultado de tomar en serio la
sugerencia de un hermano y amigo en su comentario a un artículo que publiqué originalmente
como una nota en Facebook (19 de octubre 2009), sobre la originaria designación
que identificó a las primeras comunidades seguidoras de Jesús.
En su comentario, el
referido hermano y amigo, con humildad y franqueza, me decía que su iglesia
afirmaba, en alguna manera, que el nombre de los cristianos ya estaba
profetizado en un pasaje de Isaías, el cual no podía precisar.
En consecuencia,
con el objetivo de ayudar a entender mejor esta situación, y como en cierta
forma está relacionada con el contenido de mi artículo, decidí elaborar y
publicar el presente análisis.
El propósito de
este estudio es procurar ayudar un poco a la toma de conciencia respecto de
lograr una apelación adecuada, y un mejor empleo de las Escrituras a la hora
elaborar y sustentar nuestras afirmaciones bíblicas y teológicas.
Manos a la obra.
¿Cuáles textos de
Isaías aluden a un posible cambio de nombre?
La expresión «un
nombre nuevo» se encuentra en todo el libro de Isaías una sola vez, y
es en Isaías 62.2, cito: “Entonces verán las gentes tu justicia, y
todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de
Jehová nombrará.”
La expresión «otro
nombre» también se encuentra en el libro de Isaías una sola y es en
Isaías 65.15, cito: “Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis
escogidos, y Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro
nombre.”
Ahora bien, como
entiendo que analizando el primer texto (62.2) queda claro el segundo (65.15),
me voy a concentrar en el primero, y luego recomendaré interpretar el segundo,
en consecuencia.
Pero antes de
avanzar en nuestro análisis, es preciso dejar claro que la idea de nombrar,
poner nombre, cambiar de nombre, entre otras, se asocian con la idea de
reconocimiento, cambio de personalidad, de carácter o situación.
Un ejemplo de
nombrar asociada con la idea de reconocimiento (hacer suyo) es Mateo 1.21, 23 y
25 (este caso lo retomaremos más tarde).
Ejemplos bíblicos
del cambio de nombre (o poner un sobre nombre) como indicación de un cambio de
carácter o personalidad son Génesis 35.9-11; Hechos 10.18 (compárese Mateo
16.18-20).
Un ejemplo bíblico
de un cambio de nombre como indicación o señal de un cambio de situación son
Génesis 17.15-22; Rut 1.19-21.
Volvamos, pues, a Isaías
62.2. Resulta que dicho pasaje (igual que el 65.15) involucra un
cambio de nombre que sugiere más bien un cambio de situación. Lo más
interesante es que con relación a lo dicho por el pasaje en cuestión, una
lectura contextual del mismo, sin fragmentar la unidad textual en la que
aparece; nos lleva concluir que dicha unidad textual explica ella misma, por sí
misma, a qué hace referencia con el cambio de nombre que sugiere.
Observemos
íntegramente a Isaías 62 por completo (versículos 1-12), considere con
detenimiento las partes subrayadas y en negritas:
“1Por amor
de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como
resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. 2Entonces
verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será
puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará. 3Y serás corona de
gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo. 4Nunca
más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás
llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en
ti, y tu tierra será desposada. 5Pues como el joven se desposa con la
virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la
esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.6Sobre tus muros, oh Jerusalén,
he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os
acordáis de Jehová, no reposéis, 7ni le deis tregua, hasta que restablezca a
Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra. 8Juró Jehová por su mano
derecha, y por su poderoso brazo: Que jamás daré tu trigo por comida a
tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo;
9sino que los que lo cosechan lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo
vendimian, lo beberán en los atrios de mi santuario. 10Pasad, pasad por las
puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las
piedras, alzad pendón a los pueblos. 11He aquí que Jehová hizo oír hasta lo
último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he
aquí su recompensa con él, y delante de él su obra. 12Y les
llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad
Deseada, no desamparada.”
Después de
considerar contextualmente a Isaías 62.2, creo que no hay lugar para
especulaciones, invenciones o artificios que pretendan relacionar,
supuestamente de manera profética, a Isaías 62.2 con el problema de las
designaciones primitivas y originarias de las comunidades seguidoras de Jesús
de Nazaret en el primer siglo de nuestra era.
Después de todo, y
siendo consistentes, por los problemas de desacuerdo y falta de consenso en
asuntos doctrinales en el seno los distintos grupos que forman parte del
cristianismo histórico, parece más distintivo, exclusivo, de orgullo, y
preciso, el identificarse como católico, reformado, Pentecostal, metodista,
presbiteriano, bautista, adventista, etc.; que como “los del camino”,
“cristianos”, o “los nazarenos”.
Finalmente, si le
pasamos por encima a la unidad contextual de Isaías 62.2, cabe preguntarse, ¿a
cuál de las modernas designaciones que caracterizan a los cristianos haría
referencia Isaías 62.2? Uno podría decir que Isaías 62.2 apuntaría a la
designación del grupo que, en primer lugar, ignore la unidad contextual del
pasaje en cuestión y, en segundo lugar, como de seguro dicho grupo se considera
el más apegado a la Biblia (y el que tiene la mejor doctrina o
teología) que el resto, lo más seguro será, con mucha probabilidad, que él
entienda que Isaías 62.2 apunta a su propia forma de identificarse. Pero,
¿soporta esto Isaías 62.2?
Por algunas
razones específicas, no quiero concluir este estudio sin hacer algunas precisas
observaciones con relación a Matero 1. 21, 23 y 25.
Al principio
mencioné que Mateo 1.21, 23,25, es un ejemplo bíblico de nombrar o ponerle
nombre a alguien con la idea de reconocerlo o hacerlo suyo.
Aunque según
Lucas, María es quien nombra al niño Jesús (Lucas 1.31), según Mateo 1.21, José
es quien le pone el nombre (nombra) al niño Jesús. En Mateo 1.23, una cita de
Isaías 7.14, el texto griego de Mateo 1.23 tiene el verbo “llamar”, “nombrar”, en
la tercera persona del plural, “llamarán”, a diferencia de como dice
textualmente la traducción griega de Isaías 7.14 en la Septuaginta, que
tiene dicho verbo en la segunda persona del singular “llamarás”.
Ahora bien,
mientras La Septuaginta tiene la forma “llamarás”, que corresponde a
la segunda persona del singular, el texto hebreo de nuestro Antiguo Testamento,
el llamado Texto Masorético, tiene el verbo “llamar” en la tercera persona
femenino singular “ella llamará”.
Raymond E. Brown
en su clásica obra «El nacimiento del Mesías» (publicada por Ediciones
Cristiandad) menciona la posibilidad de que Mateo corrigiese el texto de la
Septuaginta, pero a la luz de un texto hebreo distinto al Texto Masorético.
Menciona que “en uno de los manuscritos de Isaías hallados en el Mar Muerto (1
QIsa) se encuentra una forma del verbo hebreo “llamar” (qará) que puede
traducirse “su nombre será llamado”, traducción equivalente al
“llamarán” de Mateo 1.23 (página 151)”.
Con relación a lo
dicho en cuanto a la forma del verbo “llamar” en el texto griego de Mateo 1.23,
muchos podrían preguntarse ¿Por qué dice eso el profesor Héctor B. Olea C., si
en la Reina Valera de 1960 yo veo otra cosa, que está en la
segunda persona del singular “llamarás”?
Ciertamente Mateo
1.23 en la Reina Valera de 1960 dice “He aquí, una
virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre
Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.
Ahora bien, ¿es
posible hallar una versión de la Biblia que haya traducido de forma
tal que demuestre lo que he dicho?
Claro que sí. Por
ejemplo, la versión popular «Dios Habla Hoy»: “La virgen quedará
encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre
Emanuel”(que significa: “Dios con nosotros”)”
La «Reina Valera Actualizada
2006» “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y
llamarán su nombre Emanuel, que traducido quiere decir: Dios con
nosotros.”
La «Nueva Versión Internacional»: “«La
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»).”
La «Biblia de
las Américas »“He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.”
La «Nueva Biblia de
los Hispanos» (otro nombre para la misma Biblia de las Américas): “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y Le
pondrán por nombre Emmanuel,”
que traducido significa: “Dios con
nosotros.”
La «Biblia Latinoamérica»,
edición pastoral: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y
le pondrán por nombre Emmanuel, que significa Dios-con- nosotros.”
La «Biblia de
Jerusalén»: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le
pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa “Dios-con-
nosotros.”
Entonces, como
Mateo ni tiene el verbo «llamar» en la tercera persona singular («llamará», él
o ella), ni en la segunda persona singular («llamarás»); sino en la tercera
persona del plural («llamarán»), se concluye que Mateo no hizo una cita exacta
de Isaías 7.14, sino una parcial, la cual ajustó a su proyecto teológico.
Como ya dijimos, a
diferencia de Mateo, en Lucas 1.31 quien nombra al niño Jesús es María, “Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS”. Nótese que en Lucas el verbo «llamar» está en la segunda
persona del singular «llamarás», que en este caso tiene como sujeto a María.
Ahora bien, ¿supone Lucas que María habría de nombrar al niño, algo no común en
la tradición judía? ¿O Más bien llamaría al niño según el nombre que le pondría
el padre?
Aunque en la época
patriarcal tanto el padre (Génesis 4.26; 5.3) como la madre (Génesis 4.25:
35.16-18) podían imponerle el nombre al hijo; sin embargo, a pesar de los dicho
en el 1.31, el mismo Lucas (1.59-63) da testimonio de la tradición dominante,
en la que el padre era quien nombraba a la criatura. Entonces, lo más seguro es
concluir que, a pesar de todo, José fue quien puso el nombre al niño Jesús.
No olvidemos que
según Mateo (1.20) un ángel (mensajero celestial) se le aparece a José (no
menciona el encuentro de un ángel con María). Pero según Lucas (1.26-38), un
ángel, pero llamado Gabriel, se le aparece a María (no menciona una aparición o
encuentro del mismo ángel u otro, con José).
Finalmente,
siguiendo el testimonio de Mateo de que José fue quien puso el nombre al niño
Jesús, Raymond E. Brown afirma: “Al poner el nombre niño José lo reconoce como
suyo propio. La postura judía es muy clara a este respecto y está dictada por
el hecho de que a veces resulta difícil determinar quién es el padre biológico
de una criatura. Puesto que normalmente ningún hombre reconocerá ni mantendrá a
un hijo que no sea suyo, la ley prefiere basar la paternidad en el
reconocimiento del padre. La Misná (Baba Batha, 8.6) establece este
principio: «Si un hombre dice que éste es hijo mío, hay que creérselo». José al
ejercer el derecho paterno de dar nombre al niño, reconoce a Jesús s y se
convierte así en su padre legal” («El nacimiento del Mesías», página 138).
Conclusión final: Isaías
62.2 no tiene que ver en nada con las originarias designaciones de las
comunidades seguidoras de Jesús, y mucho menos con las modernas y actuales.
Un análisis
contextual de Isaías 62.2 explica que la unidad textual de la que forma parte
el pasaje en cuestión, explica por sí misma a qué hace referencia con el cambio
de nombre que sugiere, y es a un cambio positivo de la situación que estaba
viviendo Jerusalén.
En cuanto Isaías
65.15, sugiero interpretarlo en la misma línea que el 62.2, considérese también
de manera contextual este pasaje:
“8Así ha
dicho Jehová: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo
desperdicies, porque bendición hay en él; así haré yo por
mis siervos, que no lo destruiré todo. 9Sacaré descendencia de Jacob, y de
Judá heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y
mis siervos habitarán allí. 10Y será Sarón para habitación de ovejas, y el
valle de Acor para majada de vacas, para mi pueblo que me buscó. 11Pero
vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa
para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino; 12yo también
os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por
cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo
malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada. 13Por tanto, así
dijo Jehová el Señor: He aquí que mis siervos comerán, y
vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y
vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros
seréis avergonzados; 14he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón,
y vosotros clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de
espíritu aullaréis. 15Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos,
y Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por
otro nombre. 16El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se
bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque
las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.”
¡Hasta
la próxima!
Que terrible la explicacion del capitulo 62 , mucha palabreria y de esprito de Dios nada , y mucha esplicacion .
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