Una particular reacción a la carta pastoral del Episcopado Dominicano para el 21 de enero año 2017


El aborto no es un tema de exclusiva jurisdicción religiosa y eclesial



La carta pastoral de la conferencia del Episcopado Dominicano de la Iglesia Católica, para este 21 de enero, afirma: “El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico...” (Párrafo 23).

Sin duda que el tema  del aborto es un problema humano, pero que observado y abordado desde una perspectiva esencialmente religiosa, se puede convertir y  de hecho ha venido a ser también un tema legítimamente teológico. Sin embargo, la cuestión es, por un lado, que un drama esencialmente humano pueda ser abordado, analizado y explicado desde una perspectiva religiosa y teológica (y habrá que ver y precisar desde qué perspectiva teológica, porque sin duda, no existe una sola perspectiva teológica desde la cual es posible abordarlo); y otra cosa es que se considere que un determinado enfoque teológico es el único y legítimo abordaje aceptable y posible, que se privilegie el enfoque teológico sobre cualquier otro enfoque, o peor incluso, que un determinado enfoque teológico se  imponga sobre otros abordajes teológicos y sobre cualquier otro tipo de abordaje posible, como el abordaje desde las ciencias médicas y el de las ciencias sociales.    

Por supuesto, si bien admite que el aborto no sólo es un tema teológico, evita el Episcopado Dominicano poner  de relieve que su abordaje del tema en cuestión es básica y esencialmente religioso-teológico, enfoque que a ultranza y hasta de manera descarada pretende imponer sobre cualquier otro enfoque y abordaje, incluso a un amplio sector de la sociedad dominicana que no comparte las premisas filosófico-teológicas que caracterizan el abordaje y el punto de vista que defiende y pretende imponer el Episcopado Dominicano y al menos un amplio sector de la comunidad evangélica.   

Además, olvida el Episcopado Dominicano y prácticamente casi toda la comunidad evangélica, que República Dominicana, a la luz de la vigente Constitución, es un estado laico, donde no existe religión oficial alguna, donde existe la libertad de creencia, de conciencia, de cultos, incluso el derecho a no ejercer y asumir creencia religiosa alguna. En tal sentido, es demasiado evidente que no debe el abordaje religioso-teológico, y peor aún, un determinado y particular enfoque teológico (pues no existe solo uno), imponerse en el escenario social como el único posible y legítimo, pues como muy bien lo admite la carta pastoral en cuestión, el aborto es un tema básica y esencialmente humano, y no un tema de competencia y jurisdicción pura y exclusivamente religiosa y eclesial, así de sencillo. 




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