El aborto no es un tema de exclusiva jurisdicción religiosa
y eclesial
La carta pastoral de la conferencia del
Episcopado Dominicano de la Iglesia Católica, para este 21 de enero, afirma: “El
aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema
médico...” (Párrafo 23).
Sin duda que el tema del aborto es un problema humano, pero que
observado y abordado desde una perspectiva esencialmente religiosa, se puede
convertir y de hecho ha venido a ser
también un tema legítimamente teológico. Sin embargo, la cuestión es, por un
lado, que un drama esencialmente humano pueda ser abordado, analizado y
explicado desde una perspectiva religiosa y teológica (y habrá que ver y
precisar desde qué perspectiva teológica, porque sin duda, no existe una sola perspectiva
teológica desde la cual es posible abordarlo); y otra cosa es que se considere
que un determinado enfoque teológico es el único y legítimo abordaje aceptable
y posible, que se privilegie el enfoque teológico sobre cualquier otro enfoque,
o peor incluso, que un determinado enfoque teológico se imponga sobre otros abordajes teológicos y
sobre cualquier otro tipo de abordaje posible, como el abordaje desde las
ciencias médicas y el de las ciencias sociales.
Por supuesto, si bien admite que el aborto no
sólo es un tema teológico, evita el Episcopado Dominicano poner de relieve que su abordaje del tema en
cuestión es básica y esencialmente religioso-teológico, enfoque que a ultranza
y hasta de manera descarada pretende imponer sobre cualquier otro enfoque y abordaje,
incluso a un amplio sector de la sociedad dominicana que no comparte las
premisas filosófico-teológicas que caracterizan el abordaje y el punto de vista
que defiende y pretende imponer el Episcopado Dominicano y al menos un amplio
sector de la comunidad evangélica.
Además, olvida el Episcopado Dominicano y
prácticamente casi toda la comunidad evangélica, que República Dominicana, a la
luz de la vigente Constitución, es un estado laico, donde no existe religión
oficial alguna, donde existe la libertad de creencia, de conciencia, de cultos,
incluso el derecho a no ejercer y asumir creencia religiosa alguna. En tal
sentido, es demasiado evidente que no debe el abordaje religioso-teológico, y
peor aún, un determinado y particular enfoque teológico (pues no existe solo
uno), imponerse en el escenario social como el único posible y legítimo, pues
como muy bien lo admite la carta pastoral en cuestión, el aborto es un tema
básica y esencialmente humano, y no un tema de competencia y jurisdicción pura
y exclusivamente religiosa y eclesial, así de sencillo.
¡Hasta
la próxima!
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