Aquí, como en el versículo 22, la Septuaginta
(versión griega del Antiguo Testamento hebreo) tradujo la hebrea «tsela», con
la palabra griega «pleurá» (costado,
costilla). Por otro lado, la palabra hebrea para «hueso (s)», en el versículo 23, es «‘etsem», la cual fue
traducida por la Septuaginta con la palabra «ostéon» u «ostún» (hueso).
3) 2 Samuel 3.27 “Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto; y allí, en venganza de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió”.
4) 2 Samuel 20.10 “Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri”.
Como se ve, la palabra “costilla” se menciona, después del Génesis, sólo en 2 de Samuel, y sin ninguna relación con la creación de la mujer. Y esto en la Reina Valera de 1960. La versión Popular Dios habla hoy, por ejemplo, sólo mantiene la palabra “costilla” en Génesis 2.22[3]. En cuanto a la forma plural, “costillas”, coinciden en la misma postura.
En plural, “costillas”, se encuentra sólo dos veces y en dos versículos bíblicos. Estos son:
Génesis 2.21 “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar”.
[1] La palabra hebrea que se ha traducido “Eva” en Génesis 3.20 es “javáh o haváh” (hW:j'), forma realmente extraña, pero que generalmente se ha asociado al verbo “hayáh” (hy:h;): “llegar a ser”, “existir”, “ser”, “vivir”. La forma griega usada por la Septuaginta en dicho versículo es “Zoé” (Zwhv). Lo curioso es que en Génesis 4.1 el texto hebreo mantiene el nombre “javáh o haváh” (hW:j'), pero la Septuaginta usó a “Eua” (Eua). Esto nos lleva a concluir que el conocido nombre “Eva” es realmente una transliteración de la forma griega usada por la Septuaginta en Génesis 4.1 y que así pasó al Nuevo Testamento. De todos modos resulta muy llamativo el que, según el relato de Génesis 2.4-25 (Génesis 2.23), la mujer habría de llamarse más bien “varona” “ishah” (hV;ai), pues se habría creado a partir del “varón” “ish” (vyai). El origen del nombre “Eva” (transliteración castellana del griego) se enmarca en un contexto distinto al de “varona” (“por cuanto ella era madre de todos los vivientes”, Génesis 3.20).
[2] La pala griega usada aquí para “costilla” en la Septuaginta (versión griega del Antigua Testamento) es “pleurá” (pleurav). Esta palabra también tiene presencia en el Nuevo Testamento, sólo que se ha traducido como “costado” que es otro de los posibles significados de la misma véase Juan 19.34; 20.20, 25, 27; Hechos 12.7.
[3] Este hecho se vuelve más interesante cuando verificamos que la palabra que la Reina Valera de 1960 ha traducido “costilla” en 2 Samuel 2.23; 3.27 y 20.10, es “homésh” (vm,jo) que más bien significa, como plantea el Diccionario bíblico hebreo-español de Luís Alonso Schokel: “Ingle”, “bajo vientre”. En estos pasajes la Septuaginta tradujo la hebrea “homésh” (vm,jo) con “psóa” (yova), que hace referencia a “los músculos de la pelvis o de los lomos”. En Daniel 7.5 lo que la Reina Valera de 1960 tradujo como “costilla” es “alá” ([l''[}), una palabra aramea que el Diccionario de hebreo bíblico de Moisés Chávez la considera equivalente a la hebrea “tselá” ([l;xe) que encontramos en Génesis 2.21 y 22. Dada esta equivalencia, la Septuaginta tradujo la palabra aramea de Daniel 7.5 con la misma palabra que tradujo la hebrea “tselá” ([l;xe) en Génesis 2.21 y 22, o sea “pleurá” (pleurav).
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