«David, conforme al corazón de Dios», ¿en qué sentido?


De las expresiones bíblicas y sus contextos

Héctor B. Olea C.

Otro argumento recurrente al que apelan las personas que se resisten a aceptar que entre David y Jonatán hubo una relación amorosa de tipo homosexual (a ultranza y al margen de las pistas que al respecto nos ofrece la narración bíblica misma); es el siguiente: 

«David fue un hombre según el corazón de Dios»

Ahora bien, cabe preguntar: ¿establece esta afirmación que David fue una persona de un perfil y conducta intachable? ¿Fue David una persona que siempre hizo aquello que se supone agradaba a Dios? ¿Debe interpretarse como un sello de perfección y conducta intachable esta especie de descripción de la persona de David? ¿Cómo ha de interpretarse y hacia dónde apunta en su debido contexto, la afirmación de que David era «conforme al corazón de Dios»?

Corrección terminológica. Si bien podemos decir que se entiende adecuadamente el uso de la expresión «un hombre según el corazón de Dios»; lo cierto es que tal expresión, como tal, no se la encuentra en la Biblia, tomando como punto de partida la versión Reina Valera 1960, ya que dicha versión más bien empleó otra expresión que le es equivalente.

Ahora bien, el punto de arranque para el empleo de esta muy popular expresión, lo encontramos en 1 Samuel 13.14 (sólo en la narración deuteronomista), en ocasión y contexto en que el profeta Samuel le comunica al rey Saúl que por su reiterada desobediencia Dios lo había desechado para seguir siendo rey, y se había buscado un sustituto que era conforme a su corazón.  Consideremos dicho texto:

“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1 Samuel 13.14)





Por otro lado, encontramos en el Nuevo Testamento la única referencia en toda la Biblia a 1 Samuel 13.14, a saber Hechos 13.22. Consideremos también este texto:

“Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”

Sin embargo, ante esta apelación acrítica del autor de Hechos a 1 Samuel 13.14, cabe preguntar: ¿Habrá conocido el autor de Hechos la misma historia de David que nosotros conocemos ateniéndonos estrictamente a la narración canónica del Antiguo Testamento?

De todos modos, por el contexto en que surge la idea de «un varón conforme al corazón de Dios», en ocasión del rechazo divino de la figura de Saúl para seguir siendo rey, y la elección de David como el ideal sustituto; tenemos que concluir que «un hombre según el corazón de Dios», sencillamente sería un hombre común y corriente, de carne y hueso, pero siempre preocupado y esforzado en hacer lo que Dios le ordenara, lo que Dios le pidiera, en fin, hacer y reflejar la voluntad de Dios (cosa que le fue prácticamente imposible para Saúl, y en cierta forma, para David también).

En consecuencia, el contraste que vino a sugerir la expresión «un varón conforme al corazón de Dios», es el siguiente: Saúl, «hombre no conforme al corazón de Dios» (varón desobediente); el sustituto de Saúl, David, un «hombre conforme al corazón de Dios» (varón obediente).

Pero cabe preguntar: ¿Fue en realidad David un hombre conforme al corazón de Dios”, en el sentido básico al que apunta dicha expresión? ¿Fue David tan obediente como se esperaba? Además, al considerar todos los hechos de David, ¿en realidad fue Saúl tan malo como se cree o nos han hecho creer?

Además tampoco se debe perder de vista que el hecho de que después del contexto propio en que la narración bíblica da cuenta del origen de dicha expresión, nunca se volvió a emplear la misma en relación al mismo David, jamás después de éste asumir el trono, tampoco en todos los años de su reinado, tampoco se la encuentra presente en las palabras y evaluación final acostumbrada al término de sus días (considérese 1 Reyes 2.10-12; 1 Crónicas 29.26-30).  

En tal sentido, es claro que la referencia de Hechos 13.22, a 1 Samuel 13.14 y a la expresión en cuestión, no tomó en cuenta las acciones de David con posterioridad a la proyección que del carácter de su persona se hizo con la misma, cuando éste asumió el trono, y cuando por fin profeta alguno comenzó a someter a escrutinio las acciones de David el monarca.   

En conclusión, el que se esperara que David fuese «conforme al corazón de Dios», es decir, que habría de obedecer a Dios en todo, ¿hace imposible el que éste haya tenido una relación amorosa de tipo homosexual? Personalmente pienso que no. Además, según la narración bíblica misma y, en sentido estricto, ciertamente Saúl no pudo ser un hombre «conforme al corazón de Dios», pero David tampoco.   
   
Además, ¿fueron mortales los pecados de Saúl, pero veniales, los de David? ¿Tuvo Dios un villano o pecador favorito, David? ¿Cómo habrán sido matizados y retocados los relatos de la vida de David en la medida en que la figura de éste se fue idealizando? ¿En verdad mató David a Goliat (compárese 1 Samuel 17.1-58; 2 Samuel 21.19)?

Pienso que una manera de articular una respuesta adecuada a estas preguntas es considerando la perspectivas desde las cuales escribieron los autores de los llamados libros históricos del Antiguo Testamento.

En primer lugar, como nos dice Antonio González Lamadrid, “En la Biblia todos los libros son teológicos, también los que llamamos históricos, incluidos 1 y 2 Samuel. Esta realidad nos dice mucho de cómo y por qué se incluyen y se excluyen ciertos detalles en toda la narración bíblica”.

En segundo lugar, como también nos dice el mismo Lamadrid: “Una lectura comparada de las historias deuteronomista (Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes) y cronista (1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías), permite descubrir la libertad de los historiadores bíblicos a la hora de tratar los acontecimientos y sus protagonistas. Cierto, no es una libertad caprichosa, sino que viene determinada por dos acondicionamientos principales. Primero, por los presupuestos teológicos de los que parte que cada uno de los historiadores. Segundo, por la finalidad que se proponen y los destinatarios a los que dirigen la obra” («Historia, Narrativa, Apocalíptica», páginas 139, 140).

En tercer lugar, como muy bien apunta la Biblia del peregrino edición de estudio (de Luís Alonso Schokel) en la introducción a los libros de Samuel: “En primer lugar, el Deuteronomista tiene ideas bastantes clareas y precisas, que orientan el relato en su conjunto. Los criterios del Deuteronomista  y la situación histórica condicionan seriamente al autor. Su historiografía es tendenciosa. En segundo lugar, estos libros de Samuel son descaradamente favorables a David, contra Saúl, y por tanto, no menos tendenciosa”.

En cuarto lugar, si bien los libros de Samuel son muy favorables a David, no es menos cierto que nos muestran a un David mucho menos idealizado como el que nos presenta la historia cronista. “La tendencia a idealizar a David alcanzará su culminación dentro de la Biblia en la historia del cronista. El David de 1 Crónicas es el hombre y el rey ideal, todo luz y claridad, sin manchas, ni sombras” (Lamadrid, fuente citada, página 139).

En quinto lugar, si bien es demasiado favorable a David, la historia deuteronomista; no es menos cierto que para el deuteronomista no es David el rey ideal y perfecto, sino Josías (considérese 2 Reyes 23.25). Por otro lado, es David el rey ideal y perfecto para el cronista. Esto explica por qué en los libros de Samuel, David es presentado con muchas luces, pero también con muchas sombras, pero en la obra cronista, como un monarca perfecto.   

Además, precisamente por lo que acabo de decir, se comprende que el deuteronomista no excluyera los detalles relacionados a la relación de David y Jonatán, incluso si habrían de originar ciertas sospechas de que tal relación podría implicar un posible amorío de tipo homosexual entre éstos. A la vez, y por las mismas razones, se comprende que el cronista en su versión o relato excluyera los detalles relacionados con la relación entre David y Jonatán.    

En sexto lugar, si la sospecha de que la relación entre David y Jonatán, según nos la cuenta el deuteronomista, ciertamente podía dar origen a ciertos cuestionamientos  y hacer pensar que hubo entre ellos algo más, mucho más que una profunda amistad; si esta fue la sospecha del cronista y por eso ignoró este detalle de la vida de David; sin duda que tuvo razón.  

En séptimo lugar, si la sospecha de que la relación entre David y Jonatán, según nos la cuenta el mismo deuteronomista, ciertamente podía dar origen a ciertos cuestionamientos y hacer pensar que hubo entre ellos algo más, mucho más que una profunda amistad; si esta fue la sospecha del deuteronomista, y por eso se esmeró en contarla con lujo de detalles, como una manera de establecer ciertos contrastes entre David, el rey imperfecto (con una imagen pública y privada muy cuestionable), y hasta envuelto en una relación amorosa de tipo homosexual; y Josías, su rey perfecto; sin duda que también tuvo razón.  

Finalmente, si para el cronista David fue el hombre conforme al corazón de Dios, es decir, obediente en todo; para el deuteronomista lo fue Josías (considérese 2 Reyes 23.25).

En suma, entendida en su debido contexto, la expresión «un varón conforme al corazón de Dios», sencillamente apuntaba a que David, el ideal sustituto de Saúl, a diferencia de éste, sería obediente; sin embargo y, al final, Saúl no pudo cumplir con el ideal de ser obediente en todo, pero David tampoco.

Por otro lado, llama la atención que el reinado del Saúl, el desechado por su desobediencia, tuvo exactamente la misma duración (40 años, 1 Samuel 31.1-13; 1 Crónicas 10.1-13; Hechos 13.21) que el de David, el que se esperaba que sería la diferencia, que sería obediente, pero que al final, tampoco lo fue (también 40 años, 1 Reyes 2.10-12; 1 Crónicas 29.26-30).

O sea que, al final, la duración del reinado, que según 1 Samuel 13.14, daría indicios del rechazo o aceptación divina, resultó sin valor alguna ante la misma duración del reinado de Saúl (el desobediente por antonomasia), y David, el monarca soñado y su sustituto ideal.  

Además y después de todo lo dicho, resulta inútil aplicar o asociar la idea de «un varón conforme al corazón de Dios», a la capacidad de arrepentirse y de reconocer sus faltas que muchas veces mostró David (compárese 2 Samuel 12.13; Salmo 51); esto así, pues tantos arrepentimientos no son señales de una conducta obediente, de una obediencia irrestricta, sino precisamente de todo lo contrario.   

Conclusión: A luz de la narración bíblica misma, la afirmación, «un varón conforme al corazón de Dios», por un lado, es esencialmente utópica; y por otro lado, entendida en su debido contexto bíblico, en nada cuestiona la idea de una relación amorosa de tipo homosexual entre David y Jonatán.  



¡Hasta la próxima!

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