Sobre la «aspiración
inicial» griega
Algunas observaciones
necesarias y puntuales
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Héctor B. Olea C.
Como dije en la parte final de la primera parte de este artículo, en esta segunda parte, voy a poner de relieve lo que establecen varias gramáticas del griego clásico y varias gramáticas del griego koiné respecto de la «aspiración inicial» griega.
Por supuesto, excelentes gramáticas que, a diferencia de la postura de la profesora Irene Foulkes, del profesor José Antonio Septién, y otros (defensores de la pronunciación reucliniana), defienden y siguen aplicando la pronunciación erasmiana, así como la “aspiración” que sugiere el «espíritu áspero» o «rudo».
Lo que establecen cinco gramáticas o manuales del griego clásico respecto de la «aspiración inicial»
La primera obra que deseo mencionar es la ya clásica y muy conocida «Gramática griega» (griego clásico), del profesor Jaime Berenguer Amenós (su trigésima sexta edición, año 1999, publicada por Bosch), obra que sigue y defiende la pronunciación erasmiana.
En esta obra, en la página 17, se establece que el «espíritu suave» no se pronuncia, pero el «espíritu áspero» o «rudo» se pronuncia como la «h» inglesa o alemana, en otras palabras, y digo yo, como la «j» del español.
La segunda obra que traigo a colación, es la obra del profesor Ignacio R. Alfageme, «Nueva gramática griega» (Coloquio Editorial, 1988).
Esta obra, en la página 10 se afirma: “El «espíritu áspero» representa el fonema «h» (y aclaro yo, del latín y del inglés, pero el fonema «j» de español), y el «espíritu suave» indica la ausencia del «espíritu áspero»”.
La tercera gramática de griego clásico que voy a mencionar, es la obra del profesor Manuel Ledesma, «Gramática griega», publicada en el año 2005 por la editorial Ediciones Clásicas S.A.
En su página 5, la obra del profesor Manuel Ledesma, siguiendo a la obra del profesor Ignacio R. Alfageme, establece que el «espíritu rudo» o «áspero» representa el fonema o sonido «h» inglesa (como en la palabra «home»: “hogar”), lo que para el español sería el fonema de la «j».
La cuarta obra que deseo mencionar es la exitosa y muy conocida obra de Andrea Marcolongo: «La lengua de los dioses, nueve razones para amar el griego», publicada por Taurus en el año 2017. Cito:
“El espíritu, en griego «pnéuma», «soplo», indica la ausencia o la presencia de aspiración en cualquier vocal o diptongo a principio de la palabra. Puede ser «áspero» o «suave». En el primer caso, la palabra en cuestión se pronunciaba con una aspiración inicial similar a la «h» alemana o inglesa (y digo yo, como la «j» española). El segundo caso es original, porque el griego se encarga de anotar incluso lo que no hay: el «espíritu suave» indica la falta de aspiración inicial” (página 59).
La quinta obra que voy a mencionar es «Gramática de Griego clásico y helenístico», de Manuel Alexandre Júnior, publicada por Herder en el año 2016. Esta obra, en su página 39 afirma:
“Todas las palabras griegas iniciadas por vocal, diptongo o la consonante «rho» («r») llevan un signo de aspiración o de ausencia de aspiración. Estos signos diacríticos, llamados «espíritus»", son de dos especies: 1. El espíritu blando significa que su aspiración es tan suave que no ejerce ninguna influencia en la pronunciación. 2. El espíritu áspero significa que la vocal se debe aspirar. Se representa en transliteración con un «h» (y digo yo, si es como la «h» inglesa, porque la «h» española por lo general es muda, por lo que es mejor representarlo en español con una «j»).
Lo que establecen cinco gramáticas o manuales del griego koiné
Muy a pesar de lo que plantean Irene Foulkes y José Antonio Septién, hay excelentes gramáticas del griego koiné que, asumiendo la pronunciación erasmiana, presentan un punto de vista distinto al de los dos profesores mencionados, en cuanto a la «aspiración inicial».
La primera obra que deseo mencionar es «Introducción al griego bíblico», del profesor Amador Ángel García Santos, publicada por Verbo Divino en el año 2003.
Pues bien, esta obra, en su página 6 establece que el «espíritu suave» no se pronuncia, pero el «espíritu áspero» se pronuncia con una ligera aspiración (y agrego yo, como la «h» latina e inglesa, y como la «j» española).
La segunda obra de griego koiné que quiero mencionar es «Gramática griega del Nuevo Testamento, I, morfología» (Verbo Divino, 2013), de la profesora Inmaculada Delgado Jara.
Esta obra, en su página 22 establece que el «espíritu suave» no altera la pronunciación, pero que el «espíritu áspero» suena como la leve aspiración de la «h» inglesa o andaluza (que, evidentemente, equivale a la «j» del español).
La tercera obra que voy a mencionar es «Gramática inicial e intermedia del griego del Nuevo Testamento», de Harold A. Kime, publicada por la Fundación Hurtado, 2020, USA.
En esta obra, en la página 5, habla de la «aspiración inicial» en los siguientes términos: “Cuando una palabra comienza con una vocal, esa vocal puede ser aspirada, y se pronuncia como si estuviera precedida de una «j», o no aspirada, como si no estuviera precedida de una «j». En griego esos sonidos se indican mediante unos símbolos llamados «espíritus», que pueden ser de dos tipos: «áspero» (sonido aspirado) o «suave» (sonido no aspirado)”
La cuarta obra que voy mencionar es: «Aprendamos griego», de Clarence Hale, adaptada y ampliada por Richard B. Ramsay, publicada por Logoi, Inc., en el año 2001.
En esta obra, en la página 41 habla de la aspiración inicial. Cito:
“Toda palabra griega que comienza con una vocal tiene que llevar un «espíritu rudo» o un «espíritu suave», en la vocal o diptongo inicial. El «espíritu rudo» se pronuncia como la «j» española… El «espíritu suave» se pronuncia sin cambiar el sonido de la vocal o diptongo”.
La quinta obra que quiero mencionar es «Curso de Griego Bíblico, los elementos del Griego del NT», de Jeremy Duff, publicada por CLIE en el año 2019.
En esta gramática, se explica la aspiración inicial griega con las siguientes palabras:
“Una «respiración» (llamada también «espíritu») es una marca encima de una vocal inicial para indicar si se pronuncia de forma normal o si le precede una respiración fuerte, equivalente de poner una «h» inglesa o una «j» española suave delante de la vocal. Es decir, un fricativo uvular y no glotal, lo cual sería normal para la jota. El término técnico para la adición de este sonido delante de una vocal es «aspiración». En griego hay dos marcas diferentes de aspiración:
La «respiración áspera» indica que la vocal tiene que pronunciarse «aspirada», es decir, con la «jota suave» delante de ella; la «respiración suave» indica que no se pronuncia tal sonido delante de la vocal” (página 15).
Conclusiones:
En primer lugar, toda gramática o manual de griego clásico o koiné que emplea la pronunciación erasmiana, establece que el sonido aspirado que representa el espíritu áspero tiene que manifestarse en la lectura y reflejarse en la transliteración.
Sin embargo, no todas coinciden en la forma en que se ha de representar en la transliteración ese sonido aspirado del espíritu áspero o rudo.
Hay quienes admiten que dicho sonido aspirado equivale al de la «j» española, pero insisten en plantear que se represente en la escritura con una «h», lo cual sólo es sólo recomendable en una transliteración del griego al inglés (porque la «h» inglesa tiene un sonido aspirado), pero no del griego al español, ya que la «h» española es más bien muda (como en huevo, hueso, hielo, herbívoro, etc.).
Un clarísimo ejemplo de esta postura lo vemos en la «Griego para Sancho, una introducción al griego del Nuevo Testamento», de Elízabeth de Sendek y Henry de Jesús Periñán, publicada en el año 2009 por Publicaciones SBC y Libros Desafío.
Pues bien, esta obra en su página 20 afirma:
“El «espíritu suave» no altera la pronunciación de la palabra y no se translitera. El «espíritu áspero» o «fuerte» altera la pronunciación de la palabra, como si una jota antecediera a la vocal inicial. Se translitera con la letra hache («h»). Por ejemplo: Se pronuncia «jáguios» (santo), pero se translitera «háguios»”.
Por supuesto, al parecer, los autores de este manual perdieron de vista que la «h» española es más bien muda, y que, en consecuencia, no asegura la reproducción del sonido aspirado el «espíritu áspero» o «rudo» en la transliteración del griego al español.
En tal sentido, nuestra recomendación personal es que, siempre que se decida seguir y emplear la pronunciación erasmiana, se refleje el sonido aspirado del «espíritu rudo» o «áspero», con una «h» si se translitera del griego al inglés; pero con una «j» si se transliterara del griego al español.
En segundo lugar, en cuanto a la castellanización de nombres propios griegos, se ha de seguir la propuesta ya establecida por la clásica obra de Manuel F. Galiano: «La transcripción castellana de los nombres propios griegos» (GREDOS, 1969).
Dicha propuesta consiste en representar con una «h» no aspirada el «espíritu áspero» o «rudo», presente en nombre como «Homero» (por el griego «jÓmeros»), Heracles (o Hércules), por el griego «jEraklés» (página 20).
En tercer lugar, si opta por seguir la «pronunciación reucliniana», no se reflejará el espíritu áspero, fuerte o rudo en la lectura ni en la transliteración. En todo caso, si se decide reflejar su presencia en la transliteración, a pesar de no hacerlo en la lectura; se hará con una «h», por supuesto, no aspirada.
En cuarto lugar, como ya dijimos en la primera parte, como no existe una norma aceptada universalmente para transcribir o transliterar desde el griego; lo que se espera es que toda la transliteración del griego al español sea consistente con los fonemas del español y con los fonemas del griego según el sistema de lectura y pronunciación que se adopte, si la «pronunciación erasmiana», o si la «pronunciación reucliniana».
En quinto lugar y, finalmente, no es posible perder de vista que la transliteración es «contextual», o sea, no es lo mismo transliterar del griego al inglés, que, del griego al español, del griego al alemán, que, del griego al chino, etc.; y esto así, porque, por un lado, los fonemas del griego no son exactamente los mismos dependiendo la forma de leer el griego que se adopte, si la «pronunciación erasmiana», o si la «pronunciación reucliniana»; por otro lado, porque, por ejemplo, los fonemas del inglés no son los mismos que los fonemas del alemán, como tampoco son los mismos de la lengua china.
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