Cuestiones de exégesis y traducción bíblicas
Héctor
B. Olea C.
En este breve artículo quiero abordar otro
caso, un ejemplo más, relacionado con la equivocada, errónea y anacrónica
presencia de la palabra «Siria» y el gentilicio «sirio» en el texto del Antiguo
Testamento, en algunas versiones de la Biblia, como la demasiada conocida Reina
Valera 1960.
En este trabajo me concentro en el análisis
de la expresión «Padan-aram», tomando como punto de partida la misma versión
Reina Valera 1960, para luego considerar el texto hebreo que le sirve de base,
y finalmente constatar la forma en que la Septuaginta tradujo el texto hebreo
que está detrás de la expresión en cuestión.
Pues bien, la frase «Padan-aram», se la
encuentra once veces, en once versículos bíblicos en todo el Antiguo Testamento,
y específicamente en siete capítulos de un solo y único libro: el Génesis. A continuación
los once versículos donde se lee la expresión que nos ocupa:
Génesis 25.20 “y era Isaac de cuarenta años
cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de
Labán arameo”.
Génesis 28.2 “2Levántate, ve a Padan-aram, a
casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán,
hermano de tu madre”.
Génesis 28.5 “Así envió Isaac a Jacob, el
cual fue a Padan-aram, a Labán hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca madre
de Jacob y de Esaú”.
Génesis 28.6 “Y vio Esaú cómo Isaac había
bendecido a Jacob, y le había enviado a Padan-aram, para tomar para sí mujer de
allí; y que cuando le bendijo, le había mandado diciendo: No tomarás mujer de
las hijas de Canaán”.
Génesis 28.7 “7y que Jacob había obedecido a
su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram”.
Génesis 31.18 “y puso en camino todo su
ganado, y todo cuanto había adquirido, el ganado de su ganancia que había
obtenido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán”.
Génesis 33.18 “18Después Jacob llegó sano y
salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de
Padan-aram; y acampó delante de la ciudad”.
Génesis 35.9 “9Apareció otra vez Dios a
Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo”.
Génesis 35.26 “26Y los hijos de Zilpa, sierva
de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en
Padan-aram”.
Génesis 46.15 “Estos fueron los hijos de Lea,
los que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y además su hija Dina; treinta y tres
las personas todas de sus hijos e hijas”.
Génesis 48.7 “Porque cuando yo venía de
Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media
legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata,
que es Belén”.
Análisis
de la frase «Padan-aram»
El sentido etimológico de la expresión «Padan-aram»,
es algo confuso o incierto. De todos modos hay quienes sugieren que significa «llanura
de Aram», como el «Nuevo Diccionario ilustrado de la Biblia», publicado por Editorial
Caribe, 1998. En todo caso, lo que sí podemos afirmar con seguridad es que
dicha expresión se usa geográficamente para señalar una región o una parte del
territorio de los arameos en la
Mesopotamia o en sus alrededores.
La expresión «Padan-aram» hace referencia a
una región de Mesopotamia al norte o nordeste de Palestina, probablemente la
misma a la que apunta la expresión «Arám Najarayím» o «Arám Najaraím» («Diccionario
bíblico hebreo-español», Luís Alonso Schokel, publicado por TROTTA).
Por otro lado, la palabra «Najaraím» o «Najarayím»
significa «entre ríos». Luego, la expresión «Arám Najarayím» (o «Arám Najaraím»),
significaría “llanura o región entre ríos”, sin duda haciendo referencia a la
Mesopotamia o sus alrededores. Se encuentra esta expresión en Génesis 24.10;
Deuteronomio 23.5; Jueces 3.8; 1 Crónicas 19.6.
La Septuaginta por su parte, en Génesis
24.10, tradujo la expresión «Arám Najarayím» (o «Arám Najaraím»), con la
expresión «eis ten Mesopotamían» (acusativo singular de «Mesopotamía»),
traducción: “a Mesopotamia”.
En Deuteronomio 23.5 (en el Tanaj y la
Septuaginta, pero 23.4 en la Reina Valera), la Septuaginta tradujo a «Arám
Najarayím» (o «Arám Najaraím»), con «ek tes Mesopotamías» (genitivo singular de
«Mesopotamía»), traducción: “de Mesopotamia”.
En Jueces 3.8, la Septuaginta traduce la
expresión «Arám Najarayím» (o «Arám Najaraím»), con la expresión «Surías
potamón», traducción: “de Siria de ríos” o “de Siria entre ríos”.
En 1 Crónicas 19.6 la Septuaginta tradujo «Arám
Najarayím» (o «Arám Najaraím»), con la expresión «ek Surías Mesopotamías»
(genitivo singular de «Mesopotamía»), traducción: “de Siria de Mesopotamia”.
La traducción
de «Padan-aram» en la Septuaginta, las once ocasiones en que se la encuentra en
el Tanaj
Génesis 25.20: «ek tes Mesopotamías» (genitivo
singular de «Mesopotamía»), traducción: “de Mesopotamia”. Un detalle adicional
e importante a considerar es que aquí la Septuaginta, también identifica a Betuel
y a Labán como «sirios» («Bathuel tu Súru»,
y Labán tu Súru, o sea, “Betuel el sirio”, y “Laban el sirio”).
Génesis 28.2 y 5: «eis ten Mesopotamían»,
acusativo singular de «Mesopotamía» (traducción: “a Mesopotamia”). Pero en el
versículo 5 vuelve a identificar a Betuel como un «sirio»: «Bathuel tu Súru».
Génesis 28.6 y 7: «eis ten Mesopotamían
Surías» (acusativo singular de «Mesopotamía»), o sea, “a Mesopotamia de Siria”.
Génesis 31.18: «en te Mesopotamía» (con una
iota suscrita debajo de la letra alfa con que termina la palabra, indicando el
caso dativo, aquí el dativo locativo); traducción: “en Mesopotamia”.
Génesis 33.18: «ek tes Mesopotamías Surías»,
o sea, “de Mesopotamia de Siria”.
Génesis 35.9: igual que el 33.18, o sea, «ek
tes Mesopotamías tes Surías», o sea, “de Mesopotamia de Siria”.
Génesis 35.26: «en Mesopotamía tes Surías» («Mesopotamía»,
aquí con una “iota suscrita” debajo de la letra “alfa” con que termina la
palabra, indicando el caso dativo, aquí el dativo locativo): “en Mesopotamia de
Siria”.
Génesis 46.15: exactamente aquí la misma
frase usada en Génesis 35.26. Considérese
la explicación allí ofrecida.
Génesis 48.7: «ek Mesopotamías tes Surías»: “de
Mesopotamia de Siria”.
Ahora bien, después de todos los elementos
analizados, sin duda alguna podemos plantear dos radicales y definitivas conclusiones:
1) Labán fue “arameo”, no “sirio”, y jamás pudo ser “sirio”, por razones obvias;
2) Es la presencia de «Siria» y «sirio» en la Septuaginta, lo que explica la
presencia de dichas palabras en el texto del Antiguo Testamento, en algunas
versiones de la Biblia, como en la Reina Valera 1960. Además, debo decir que me
llamó la atención que incluso la «Biblia Hebreo-Español» (dos volúmenes), hecha
en Israel, por Moisés Katznelson, también cometió el error de asumir el uso de «Siria»
en Isaías 17.3, y del gentilicio «sirio», en Génesis 25.20 y 28.5.
En suma: Labán fue un «arameo», jamás un «sirio»,
y tampoco pudo serlo. Al respecto y, precisamente sobre los orígenes del pueblo
hebreo, son muy oportunas aquí las palabras de Werner H. Schmidt: “Los
verdaderos antecesores de Israel fueron aquellos grupos de población aramea que
en el curso del tiempo avanzaron en diversas oleadas desde el desierto o la estepa
hacia la tierra fértil. Los parientes de Abrahán se supone que fueron
arameos (Génesis 25.20; 28.5; 31.18,
20-24 y passim), y el credo profesado en Deuteronomio 26.5 dice acerca de los
antepasados del patriarca: «Mi padre era un arameo errante». Posiblemente los
antepasados de Israel hablaron arameo en sus orígenes y sólo después de pasar a
la vida sedentaria adoptaron la lengua del país: el hebreo” («Introducción al
Antiguo Testamento», Sígueme, 1999, página 27).
Por otro lado, una vez más se confirma cómo
la Septuaginta es la principal responsable de que luego algunas versiones de la
Biblia repitan los anacronismos «Siria» y «sirio» en el texto del Antiguo Testamento,
dada su influencia en las versiones o traducciones cristianas de la Biblia. Ciertamente
me parece muy poco probable el que alguna versión de la Biblia hubiese traducido
el hebreo «Arám» por «Siria», por supuesto en el Antiguo Testamento, incluyendo
a Isaías 7.1, 2, 4, 8; 17.3, sin el antecedente de la Septuaginta.
Definitivamente hay que insistir y con
energía, en que la presencia de «Siria» y, «sirio», en el texto del Antiguo Testamento,
no le hace justicia al hebreo «Arám» y que tampoco son equivalentes. Sin duda,
no queda otra opción que la de rechazar la presencia de «Siria» y «sirio» en el
texto del Antiguo Testamento. También es deseable que este tipo de desaciertos
que, obviamente, inducen a errores históricos, y de interpretación bíblica, se
corrijan y no vuelvan a repetirse.
¡Hasta la próxima!
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