La «Vulgata Latina» en el centro de esta cuestión
Héctor
B. Olea C.
Después de haber establecido que la
traducción acertada de Juan 20.17 debe ser distinta a la que se lee en la
versión Reina Valera 1960, o sea: “No me sigas tocando”, “deja de tocarme”,
“suéltame”, “deja de aferrarte a mí”, “deja de retenerme”; el análisis de la
traducción que hace la «Vulgata Latina» revela una situación interesante.
Por un lado, la «Vulgata Latina» tradujo la
expresión griega «me jáptu» (suéltame, deja de aferrarte a mí, deja de
tocarme), como «noli me tangere», traducción: «¡No me toques!»
Por otro lado, constatamos que la llamada «Sagrada
Biblia, traducción de la Vulgata Latina al español», realizada por el P. José
Miguel Petisco, publicada por la «Fundación Jesús dela Misericordia», Quito,
Ecuador, corrige a su fuente al traducir el latín «noli me tangere» por «¡Deja
de tocarme!». De esta manera se ajusta la «Sagrada Biblia» al verdadero sentido
del texto griego y se aleja del texto latino. Ahora bien, si bien hay aquí un
deseable acomodamiento al texto griego, sentido que en realidad debió
reflejarse originalmente en la «Vulgata Latina», si bien hay aquí una corrección
y alejamiento del texto latino de la Vulgata; no es menos cierto que como
traducción, la «Sagrada Biblia» sin duda que traiciona el texto latino, su
verdadero texto fuente, y no el texto griego.
¿Una traducción
mejor que su fuente? ¿Es mejor que el original una traducción que traiciona su
texto fuente?
Para ser justos, pienso que no debemos perder
de vista una observación que tiene la «Sagrada Biblia, traducción de la Vulgata
Latina al español», en la página de presentación que sigue inmediatamente a la
tapa, a la portada, cito: «Traducida de la Vulgata Latina a la vista de los
textos originales».
Ahora, es obvio que esta declaración es
ambigua y problemática en varios sentidos. En primer lugar, es ambigua porque
no sabemos si dicha declaración apunta a los textos originales de la Vulgata, o
a los supuestos originales en hebreo, arameo y griego; pero en lo particular me
inclino a pensar que se refiere más bien a los textos hebreos, arameos y griego.
En segundo lugar y, el tal sentido, si la
referencia es a los textos hebreos, arameos y griegos, es sencillamente descartable
porque como todos sabemos, no es cierto que alguien posea o tenga acceso a los
textos “originales” de los libros de la Biblia. En todo caso, la expresión “textos
originales” podría ser interpretada como haciendo referencia a los textos críticos
reconstruidos por la crítica textual y considerados hoy normativos, más bien los
textos bíblicos en sus idiomas originales.
En tercer lugar, si la referencia es a los
textos bíblicos en sus idiomas originales, es obvio que aunque la Sagrada
Biblia se define como “una traducción de la Vulgata Latina”, al mismo tiempo
deja ver que en dicha traducción se procedió con una actitud crítica frente al
texto latino, y con la aparente disposición de hasta corregirlo cuando se considerase
necesario. De esta forma y, en consecuencia, es explicable el alejamiento del
texto latino y su acomodamiento al texto griego en Juan 20.17, que presenta la «Sagrada
Biblia, traducción de la Vulgata Latina al español».
En suma, no es acertada la traducción de la Vulgata
Latina en Juan 20.17, al traducir la expresión griega «me jáptu» (suéltame,
deja de aferrarte a mí, deja de tocarme), por «noli me tangere», traducción:
«¡No me toques!». Luego, ha de esperarse que una traducción de la Vulgata que
sea fiel a esta, a su texto latino, debiera reflejar el sentido del texto
latino y no el sentido del texto griego, en el caso que nos ocupa.
En tal caso, como la «Sagrada Biblia,
traducción de la Vulgata Latina al español», se promociona y considera “una traducción
de la Vulgata Latina”, no es menos cierto que en un principio dicha versión
traiciona a su texto fuente: el texto latino. Sin embargo, al afirmar al mismo
tiempo que la traducción de la Vulgata Latina se hizo aparentemente tomando en
cuenta a, a la vista de los textos críticos del Tanaj y del Nuevo Testamento, se
comprende y justifica su alejamiento del texto latino («noli me tangere»: «¡No
me toques!»), y su acomodamiento al texto griego, cuando en Juan20.17 tradujo la
expresión griega «me jáptu» (deja de tocarme, deja de aferrarte a mí), como «¡Deja
de tocarme!».
¡Hasta
la próxima!
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