No es acertado el juzgar una versión de la Biblia con base en otra versión de la Biblia


Una puntualización necesaria


Héctor B. Olea C.

¿Hasta cuándo se va a insistir en el error de juzgar y emitir un juicio de valor sobre una determinada o cualquier versión (traducción) de la Biblia, con base precisamente en otra versión o traducción de la Biblia, la que fuere?

En tal sentido, es preciso insistir en poner de relieve que en la actualidad es el «Códice de Leningrado B19», el texto base para la exégesis y traducción del «Tanaj»; y que para el NT lo es el «Texto Crítico» (no el «Textus Receptus»).

En consecuencia, son estos dos tipos de textos, y no versión de la Biblia alguna,  los que han de servir de fundamento a cualquier juicio crítico y consciente que se quiera emitir sobre cualquier versión o traducción de la Biblia. Por supuesto, vale decir que no toda versión del «Tanaj» tiene como fundamento textual el «Códice de Leningrado B19», pues también hay un «Textus Receptus») para el AT (el representado por las dos primeras ediciones de la llamada «Biblia Rabinica», y por las dos primeras ediciones de la llamada «Biblia Hebraica de Kittel», BHK); y que no toda versión del NT tiene como fundamento textual el llamado «Texto Crítico», el representado y reproducido por el «Novum Testamentum Graece Nestlé-Aland».

Ahora bien, respecto de las versiones o traducciones de la Biblia, sólo habrá una consideración especial para 1) la «Septuaginta» (la versión griega del «Tanaj», siglo III-II a.C.); 2)  para «Targúmenes» o «targumín» las traducciones arameas de los libros del mismo «Tanaj», no anteriores a la segunda mitad del siglo II a.C. (contamos con «targumín» prácticamente de todo el «Tanaj», a excepción de Esdras, Nehemías y Daniel); 3) para el conjunto de traducciones latinas representado por la llamada «Vetus Latina» (anterior al siglo IV d.C.); y 4) para la «Peshitta» derivada de la «Vetus Syra» (siglo II-IV d.C.).

Estas traducciones merecen una consideración especial dado que representan tradiciones textuales muy antiguas, que incluso a veces difieren de la tradición masorética, y vienen a tener un considerable valor crítico, tanto como testigos de  la evolución de los textos bíblicos en hebreo, griego y arameo, y como testigos de la exégesis judía y cristiana temprana.



¡Hasta la próxima!

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