Algunas observaciones más en relación al uso
de «’elojím» en el Tanaj
Héctor
B. Olea C.
De entrada debo decir que estoy consciente de toda la problemática que
ha tenido lugar en relación al nombre «’elojím» («’elohím»); por ejemplo, el
muy conocido y respetado hebraísta Moisés Chávez ha dicho que la forma plural y su concordancia en singular ha
ocasionado problemas a los exégetas («Hebreo
Bíblico, Texto programado», tomo I,
página 454). Por otro lado, el «Diccionario
teológico manual del AT», de E. Jenni
y C. Westermann, afirma: “En cualquier caso, el sentido singular de la forma
plural dentro del AT es tan claro, que se emplea siempre el término sin ninguna
limitación (sospecha de politeísmo)”, tomo I, página 243.
No obstante, también
concluye dicha fuente: “En tiempos posteriores se evita la construcción en
plural «por temor a malos entendidos» (Nehemías 9.18; Éxodo 32.4, 8; compárese
además 1 Crónicas 17.21 y 2 Samuel 7.23)”, página 247. Además sostiene: “No es
fácil determinar en qué medida esta forma de hablar (forma plural con
significado singular revela una tendencia monoteísta), página 244.
Sin embargo, debo
aclarar que mi análisis filológico no supuso un análisis de orden propiamente histórico
religioso; en todo caso, no supuso la negación del pasado sin duda politeísta
de la religión judía antes de que finalmente se impusiera su característico e
histórico monoteísmo ético (yahvismo).
En realidad con mis
dos publicaciones anteriores en relación al uso del sustantivo hebreo «’elojím»
(«’elohím») en el Tanaj, lo que quise fue poner de relieve lo infructuoso que
resulta el que la dominante teología cristiana apele a la habitual y característica
forma plural de la palabra «’elojím» («’elohím»), para sentar base alguna para
su habitual y característica idea trinitaria de la deidad. De todos modos, el
sentido plural de «’elojím» («’elohím») no apuntaría a la idea trinitaria de la
deidad cristiana, sino más bien a una pluralidad de dioses.
Ahora bien, si bien
es dominante en el Tanaj el que la forma plural de «’elojím» («’elohím») tenga
más bien un sentido en singular, no es menos cierto que hay algunos pasajes que
se han traducido con el aparente propósito de ocultar no sólo un posible e indiscutible
sentido plural de dicho nombre, sino y además, para tratar de que al menos no
sea tan notorio el pasado estadio politeísta de la fe judía.
Consecuentemente y,
en primer lugar, es cierto que el nombre «’elojím» («’elohím») aparece en
algunos casos con una concordancia en plural, además de la dominante en
singular. En tal sentido, llama la atención el empleo de la forma singular y
plural, en forma paralela, en la expresión «Dios
vivo». Por un lado, la expresión «Dios vivo», es
la traducción en singular del empleo del sustantivo «’elojím» con una
concordancia en plural en el texto hebreo, en Deuteronomio 5.26; 1 Samuel
17.26, 36; Jeremías 10.10; 23.36, o sea, «’elojím ja-yím» (Dios vivo, Dios que
vive, viviente, Dioses vivos, Dioses que viven, vivientes). La Septuaginta, por
su parte, tradujo la expresión hebrea «’elojím ja-yím», con una concordancia
estrictamente en singular: «theú
zóntos» (Dios vivo, Dios viviente).
En segundo lugar, la
expresión «Dios vivo», es
la traducción en singular del empleo del sustantivo «’elojím» con una
concordancia en singular, en el texto hebreo, en: 2 Reyes 19.4, 16; 2 Samuel
2.27: «’elojím jai». La Septuaginta, por su parte, insiste en una concordancia estrictamente
en singular: «theón zónta».
De igual forma, la
expresión «Dios santo»,
en Josué 24.19, es la traducción en singular del empleo del sustantivo «’elojím»,
con una concordancia en plural en el texto hebreo («’elojím quedoshím»; y la
Septuaginta: «theós jáguios»); pero la expresión «Dios
santo», es la traducción en singular del empleo del
sustantivo «’elojím» con una concordancia en singular en el texto hebreo («ja-’elojím
ja-qadosh»; y la Septuaginta: «kuríu tu jaguíu»), en 1 Samuel 6.20.
Ahora bien, Sodoma y
Gomorra fueron destruidas; 1) ¿Por los dioses de los padres?; 2) ¿Por el Dios o
dioses de Abraham?; 3) ¿Por YHVH?
En Isaías 13.19 en la
versión Reina Valera leemos: «como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios».
Observaciones:
En primer lugar, aquí
la traducción «Dios»,
corresponde a la hebrea «’elojím».
En segundo lugar, la
traducción «trastornó»
(forma verbal, y en singular), es en realidad un sustantivo en el texto hebreo,
y en estado constructo, o sea, «mahapeját» (destrucción de, de parte de).
Consecuentemente,
traducir el sustantivo hebreo con una forma verbal y en singular («trastornó»),
más el sustantivo «’elojím» asumido y traducido en singular, parece ser el recurso empleado para evitar
poner de relieve el estadio politeísta de la fe judía.
En todo caso, Miguel
Pérez Fernández plantea: “En la reelaboración por la que las viejas leyendas
pasaron hasta la redacción final, se aprecia una judaización progresiva del personaje
Abraham: la circuncisión como identidad del clan, el culto a YHVH, el apartamiento
de personas y clanes (Lot y sus descendientes, moabitas y amonitas; y sobre
todos, Ismael. Como resultado queda la línea genealógica que contempla la
Biblia; Noé, Sem, Téraj, Abraham, Isaac, Jacob, Israel, Judá” («Tradiciones populares, judías y musulmanas:
Adán, Abraham, Moisés»), página
74.
Además, Antonio
Rodríguez Carmona («La
religión judía, historia y teología»), plantea
unas valiosísimas pistas en relación al estadio de la antigua religión del
pueblo hebreo, el estadio de la religión del padre, anterior al establecimiento
del Yahvismo, cito:
“Una primera
característica es el culto a un solo Dios, ahora bajo la forma de monolatría.
El adorador del dios del padre admite la existencia de otros dioses, pues cada
familia o clan tiene el suyo, pero él sólo adora y sigue el de su grupo, con el
que mantiene una relación personal en toda su existencia. Esto no obsta para
que no sólo reconozca la existencia del dios de otro clan, sino que jure por
él, y lo ponga de testigo. Labán pone por testigos «al
dios de Abraham y al dios de Nahor (Génesis 31.53, y jura por el dios de su
padre Nahor (Génesis 31.53). Es una actitud religiosa diversa a la del
posterior yahvismo, que poco a poco llegaría a ser monoteísta, polémico y
exclusivista”, página 19.
Por otro lado, a
pesar de que el texto bíblico no oculta que Abraham nace y procede de un
ambiente indiscutiblemente politeísta (véase Josué 24.2); la judaización del
personaje Abraham, tanto en el texto bíblico como en textos apócrifos, se lo
presenta prácticamente como el fundador del monoteísmo hebreo, y como un
ferviente luchador del culto a otros dioses. En tal sentido, traigo a colación
la leyenda que nos ofrece el libro apócrifo de Los Jubileos:
“En el año treinta y
dos de la vida de Abrán, es decir, a sus cuatro septenarios y cuatro años, fue
de noche y quemó el templo de los ídolos con cuanto había dentro, sin que nadie
lo supiera. 13 Fueron ellos de noche y quisieron salvar a sus dioses del fuego.
14 Arán se lanzó a salvarlos: se prendió fuego y ardió en el incendio, muriendo
en Ur de los caldeos ante su padre, Taré, y allí lo sepultaron. 15 Entonces
Tare salió de Ur de los caldeas con sus hijos para ir a la tierra del Líbano y
al país de Canaán y se estableció en Harrán. Abrán moró con su padre, Taré, en
Harrán durante dos septenarios” («Libro de
los Jubileos» 12.12-15, fuente: «Apócrifos
del AT», tomo II, página 113).
Evidentemente, como
afirma Miguel Pérez Fernández («Tradiciones
populares, judías y musulmanas: Adán, Abraham, Moisés», página
78), el texto bíblico («los sacó de Ur de los caldeos», Génesis
11.31; 15.7), da pie a la leyenda.
Ahora bien, retomando
el análisis bíblico, diré que a la luz de los datos analizados, es muy posible
que la referencia al Dios que destruyó a
Sodoma y Gomorra, en Isaías 13.19, apunte más bien al Dios del clan de Abraham
o al conjunto de deidades reconocidas por éste.
Luego, a la luz de
que en realidad la traducción «trastornó», en Isaías 13.19, es en el texto hebreo un
sustantivo en estado constructo («mahapeját»: destrucción de, por parte de); una traducción
probable y legítima de Isaías 13.19 sería: «Como
con la destrucción de Sodoma y Gomorra por parte de los dioses».
Sin embargo, es
preciso poner de relieve que de la misma forma en que las traducciones de la
Biblia han empleado junto al sustantivo «’elojím» una forma verbal en la
tercera persona del singular («trastornó»), como una manera de forzar una interpretación
de «’elojím» estrictamente en singular; así también ha procedido la
Septuaginta, cuando tradujo: «jon trópon
katéstrepsen jo theós Sodoma y Gomorra»: «En la forma en que Dios destruyó a Sodoma y
Gomorra».
Ahora bien, en la
misma línea de Isaías 13.19 va Jeremías 50.40, donde volvemos a encontrar el
sustantivo «mahapeját»
en estado constructo (destrucción de, por parte de) y no la forma verbal («trastornó»),
y el sustantivo «’elojím» con su habitual forma en plural. Respecto de la
Septuaginta, debo decir que aunque el texto de la Septuaginta no nos ayuda en
este caso, de todos modos, la traducción que ofrece Junemann es exactamente
igual que la que vimos en Isaías 13.19, cito: «Así
como trastornó Dios a Sodoma y Gomorra».
Por supuesto, hemos
de tener presente la oportuna observación que hace Julio Trebolle Barrera
respecto del texto del libro de Jeremías en la Septuaginta: “El texto del libro
de Jeremías es un octava parte más breve que el Texto Masorético. Presenta también
variantes muy considerables en el orden de los capítulos. Muestra una
irregularidad métrica que se echa de menos en el Texto Masorético. Se basa en una
forma recensional hebrea distinta de la del Texto Masorético” («La biblia judía y la biblia cristiana», página 350).
Retomando nuestro
análisis bíblico, en Amós 4.11, en la versión Reina Valera 1960, leemos: “Os
trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra”.
Aquí, como en Isaías
13.19 y Jeremías 50.40, volvemos a encontrar el sustantivo mahapejah
(destrucción) en estado constructo, junto al sustantivo «’elojím» en su
habitual forma plural. En relación a la Septuaginta, volvemos a encontrar aquí
la misma situación que en Isaías 13.19, sólo que ahora con la palabra «kathós»
(así): «kathós katéstrepsen jo theós Sodoma y Gomorra»: «Así como Dios destruyó
a Sodoma y Gomorra».
Luego, en Jeremías
49.18, observamos:
En primer lugar, que
volvemos a tener en el texto hebreo el empleo del sustantivo «mahapeját» en estado constructo (destrucción de, por
parte de) y no la forma verbal («trastornó»), y el sustantivo «’elojím» con su habitual
forma en plural.
En segundo lugar, que
por fin la versión Reina Valera 1960 tradujo en conformidad al texto hebreo, y
evitó el empleo de una forma verbal (destruyó, trastornó), como en efecto lo
hizo en Isaías 13.19; Jeremías 50.40; Amós 4.11.
En tercer lugar, con
relación a la Septuaginta, una vez más vuelve el texto de Jeremías a no ser de
ayuda en este análisis.
En cuarto lugar, en
relación a Jeremías 49.18, es preciso poner de relieve que este texto no le
atribuye a deidad alguna la destrucción de Sodoma y Gomorra, y sólo se limita a
decir: «Como sucedió en la destrucción de Sodoma y de
Gomorra y de sus ciudades vecinas».
No obstante, muy a
pesar de lo que en verdad establecen los textos analizados, finalmente el
relato legendario de Génesis 18 y 19 (considérese 18.17, 20; 19.13, 24),
compuesto desde la perspectiva de la fe Yahvista; atribuye la destrucción de
Sodoma y Gomorra ya no al Dios del clan de Abraham, no a los dioses admitidos y
reconocidos por el personaje de Abraham, sino por YHVH.
En suma, no podemos
descartar que antes de la extrema judaización del personaje de Abraham, antes
del establecimiento del Yahvismo con su característico monoteísmo nacional y
ético; la destrucción de Sodoma y Gomorra fuera atribuida a los dioses tribales
del tiempo de los patriarcas, empleando el sustantivo «’elojím» con un sentido
propiamente plural, y empleando el sustantivo «mahapeját» en estado constructo (destrucción de, por
parte de) y no la forma verbal («trastornó»), como en efecto lo vimos en Isaías 13.19;
Jeremías 50.40; Amós 4.11; Jeremías 49.18). Esto así, muy a pesar de haber
empleado la versión Reina Valera 1960 (y otras versiones) una forma verbal en
tercera persona del singular («trastornó»).
En conclusión, pienso
que no es descabellado proponer, muy a pesar de la evidencia en contra que
aporta la Septuaginta con el empleo de una forma verbal en tercera persona del
singular («katéstrepsen»-«destruyó», «trastornó»), y el sustantivo «theós» («Dios») en caso
nominativo singular, muy comprometida con el posterior monoteísmo yahvista ya establecido;
que muy probablemente el sentido real de la expresión hebrea «ke-majapejat (sustantivo en estado
constructo) ’elojím (en su habitual forma plural) ve-et-sedón ve-et-amorá» (en Isaías 13.19; Jeremías 50.40; Amós 4.11;
Jeremías 49.18), sea: «Como con la destrucción de Sodoma y Gomorra,
por parte de los dioses» (¿de
Abraham? ¿de los dioses de los padres?).
En consecuencia, es posible
que el sentido en singular de la habitual forma plural del sustantivo «’elojím»,
al menos en algunos textos bíblicos específicos, retocados incluso en las
versiones castellanas de la Biblia (como he podido demostrar en los textos
bíblicos aquí analizados); así como la traducción en singular de la
concordancia en plural del sustantivo «’elojím»; sea el reflejo de los intentos por erradicar
los vestigios del estadio politeísta de la fe judía, por parte de los
seguidores de la fe monoteísta Yahvista, antiguos y presentes; así de sencillo.