Una perspectiva crítica
Héctor B. Olea C.
¿Hasta cuándo se va a
insistir en el recurrente y hasta ridículo discurso (carente de fundamentación teológica,
de un serio análisis y abordaje racional y científico sustentable), que afirma
que cada vez que tiene lugar una tragedia en la sociedad estadounidense (de la
índole que fuere) es sencillamente “porque sacaron la Biblia de las escuelas”; en
otras palabras, por la aplicación de una serie de medidas que un sector del
cristianismo evangélico conservador entiende y considera como símbolos concretos
de una indiscutible apostasía, por supuesto, con consecuencias catastróficas
para la sociedad norteamericana.
El discurso en
cuestión ha salido de nuevo a flote, más recientemente, en ocasión de la
tragedia que supuso la muerte de al menos diez personas el pasado viernes, en
una escuela de secundaria, en Santa Fe, Texas; y que tuvo como responsable a un
joven de diecisiete años.
En todo caso, lo
cierto es que el análisis serio de ciertas tragedias que han tenido lugar en la
sociedad norteamericana tienen que ver más bien con una serie problemáticas, situaciones
y factores propios de la sociedad y cultura norteamericana; factores que en
verdad ameritan un análisis profundo, serio, científico y desapasionado.
Ahora bien, es
lamentable que las personas que se caracterizan por levantar, sostener y
legitimar este discurso no se enteren de que la imagen que comunican de Dios no
es bíblica, no es creíble, y carece de fundamento. Me explico, según el
cuestionable discurso al que hago referencia, el Dios de algunos cristianos, se
torna violento, castigador, inmisericorde y vengativo, cuando un pueblo toma
una medida que tiende a alejarse de lo que al menos un sector de la fe cristiana
entiende como distanciamiento de la indiscutible voluntad de Dios, como simple
e incuestionable apostasía.
Pero cabe preguntar,
¿y qué hemos de decir, entonces, de los pueblos que también han ido en una línea
semejante a la sociedad norteamericana en algunos temas, y sin embargo, no
vemos que ocurran los mismos fenómenos?
¿Cómo hemos de
explicar que no ocurra lo mismo en países que nunca han sido cristianos, y que
jamás lo serán?
Por otro lado y, en relación
especial a la República Dominicana, ¿por qué no ha significado ninguna ventaja,
ningún privilegio respecto de las tristes y lamentables condiciones que han
caracterizado la historia pasado y presente del pueblo dominicana, el ser el único
país del mundo en tener “la Biblia abierta” en el escudo de su bandera
nacional?
A propósito de la
presencia de “la Biblia abierta” en el escudo de nuestra bandera nacional; cito
a continuación y de manera íntegra, el artículo 32 de la Constitución Dominicana
vigente, donde se detalla y precisa la composición del escudo de nuestra bandera
nacional:
Artículo 32.- Escudo
Nacional. El Escudo Nacional tiene los mismos colores de la Bandera Nacional
dispuestos en igual forma. Lleva en el centro la Biblia abierta en el Evangelio
de San Juan, capítulo 8, versículo 32, y encima una cruz, los cuales surgen de
un trofeo integrado por dos lanzas y cuatro banderas nacionales sin escudo,
dispuestas a ambos lados; lleva un ramo de laurel del lado izquierdo y uno de
palma al lado derecho. Está coronado por una cinta azul ultramar en la cual se
lee el lema “Dios, Patria y Libertad”. En la base hay otra cinta de color rojo
bermellón cuyos extremos se orientan hacia arriba con las palabras “República
Dominicana”. La forma del Escudo Nacional es de un cuadrilongo, con los ángulos
superiores salientes y los inferiores redondeados, el centro de cuya base
termina en punta, y está dispuesto en forma tal que resulte un cuadrado
perfecto al trazar una línea horizontal que una las dos verticales del
cuadrilongo desde donde comienzan los ángulos inferiores.
Por otro lado, ¿por
qué no ha podido protegernos, por qué no nos ha librado, el tener “la Biblia
abierta” en el escudo de nuestra bandera nacional, de ser un país dominado por
una clase política irresponsable, sin duda una de las más crueles y peores de Latinoamérica
y del mundo?
¿Por qué el tener “la
Biblia abierta” en el escudo de nuestra bandera nacional no ha impedido que un sector
del liderazgo religioso, católico, cristiano y evangélico haya hecho causa común
con la clase política dominante para perjudicar al pueblo y para sacar
beneficios particulares en la administración del estado?
¿En qué nos ha ayudado
el tener “la Biblia abierta” en el escudo de nuestra bandera nacional, en relación
a la triste situación que se vive en la República Dominicana, donde somos uno
de los muy pocos países de la religión y del mundo, donde todavía en pleno
siglo 21 no hay un sistema eléctrico estable, funcional y a un precio razonable?
¿En qué nos ha ayudado
el tener “la Biblia” abierta en el escudo de nuestra bandera nacional, así como
el tener una ley que establece como obligatoria la lectura y enseñanza de la
Biblia en las escuelas pública, además de tener por ley un día nacional de la Biblia,
y también por ley, un “día nacional de la comunidad cristiana protestante y
evangélica”, respecto de la consolidación de nuestra democracia, de nuestro
sistema de partidos, así como en relación al anhelado clima de un verdadero estado
de derechos tanto fuera como dentro de las distintas instituciones y organizaciones
políticas?
¿Por qué no han impedido,
las referidas leyes, así como “la Biblia abierta” en el escudo de nuestra bandera nacional, que
logremos, por fin, una ley de organizaciones políticas que no hable ya de “porcentajes”
respecto de la participación de la mujer en los procesos de elección popular, sino
de una participación proporcional de mujeres y hombre, como en realidad lo
establece la vigente constitución dominicana, tanto en los procesos de elección
popular como en la administración del estado?
¿Por qué las
referidas leyes, así como la presencia de “la Biblia abierta” en el escudo de nuestra
bandera nacional, no han servido de nada contra el maldito continuismo y clientelismo
que domina en el ejercicio de la política partidista, en la representación
social (religiosa o no), y en la administración del estado en la República
Dominicana?
¿Por qué no han hecho
nada, los mismos factores mencionados, respecto del alarmante número de
feminicidios que sigue caracterizando el día a día de la sociedad dominicana?
¿Por qué tampoco han
servido de nada respecto de la superación de la corrupción e impunidad en la
administración del estado, así como en relación al imparable endeudamiento del
país, y en favor de una mejor distribución de las riquezas y una verdadera y
real disminución de la pobreza, etc.?
¿Por qué no han
servido de nada respecto de la superación de muchísimas otras problemáticas que
nos siguen perjudicando y atrasando como país, que nos siguen haciendo
lamentable y muy difícil la existencia, y el que no logremos los nivele soñados
de calidad de vida para la gran mayoría y no tan sólo para unos pocos?
En suma, es demasiado
evidente que para la realización de los sueños que tenemos por ser un mejor
país, por representar una mejor sociedad donde impere un clima de verdadera
justicia social, un verdadero clima de paz social, un verdadero estado de derechos;
no basta rezar, no basta orar, no basta con crear una serie de leyes favorables
al pensamiento del sector más conservador del cristianismo (católico,
protestante y evangélica); en fin, no basta el simple fetichismo cristiano y
evangélico; así de sencillo.
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