¡Felicidades mamá!, ¡felicidades mujer!
Héctor
B. Olea C.
En el contexto de la
celebración del «día de las
madres» en la República Dominicana; insisto en
promover una lectura de la Biblia, una reflexión teológica, más solidaria con
la mujer, así como mi identificación con la lucha que procura una existencia
más digna para la mujer, un verdadero estado de derechos para la mujer, un
trato justo e igualitario para la misma en relación al varón (como madre, esposa,
pareja, hermana, hija, nieta, sobrina, prima, cuñada, nuera, amiga, vecina,
compañera de trabajo, colega, etc.), tanto en el plano social general, como en
los distintos marcos eclesiales.
En tal sentido, una
relectura de la Biblia solidaria con la mujer, demanda que pongamos de relieve
que incluso en el contexto del relato de la creación más desfavorable para la
mujer (Génesis 2.4-25); Adán, el varón, admite que la mujer es la madre de todo
ser viviente, y por eso la llamó «javáh» (¿vida?), palabra probablemente derivada de
una forma antigua del verbo «jayáh» (vivir). Aunque tal vez sea una forma
antigua de la forma femenina del sustantivo «jay» (vivo, estar vivo), o sea, «jay-yáh».
En todo caso, la
Septuaginta tradujo el sustantivo hebreo «javáh» con el sustantivo femenino «Zoé» (vida). Por
supuesto, es curioso aquí, como en otros muchos casos, que la labor de
traducción bíblica cristiana, que por lo general y a conveniencia ha procurado
seguir la Septuaginta, no haya hecho lo propio en el caso de Génesis 3.20. Consecuentemente,
de haber seguido la Septuaginta, incluso el texto hebreo no es contrario a esta
opción, en Génesis 3.20 no hablaríamos de «Eva», sino de «Vida».
En segundo lugar, no
podemos soslayar la persistencia en la tradición bíblica de la expresión «nacido de mujer»
(hebreo: «yelúd ’isháh»;
griego LXX: «guenetós gunáikós»;
griego NT: «guenómenon ek gunaikós»), empleada para poner de relieve el papel
insustituible del vientre materno, del cuerpo de la mujer, de la mujer como
tal, en la reproducción y subsistencia del género humano (Job 14.1; 15.14; Gálatas
4.4).
En tercer lugar, a
pesar de todo, como ocurrió con la expresión «nacido
de mujer», no
pudo negarse Pablo a admitir que, a pesar de la presunción de la superioridad
del varón frente a la mujer (o la inferioridad de la mujer respecto del varón),
y muy a pesar de su identificación con el segundo relato de la creación (que lo
lleva a decir que «la mujer
procede del varón» (el texto
griego: «je guné ek tu andrós»); en todo caso, si bien no se atrevió Pablo a
afirmar que «el varón procede de la mujer» (el texto griego: «jó anér ek tu gunaikós»),
al menos no tuvo más remedio que decir que «el
varón viene a existencia por medio de la mujer»
(el texto griego: «jo anér diá tes gunaikós»).
En cuarto lugar, una
lectura más solidaria con la mujer, una relectura de la Biblia así como una
reflexión teológica más comprometida e identificada con la mujer; nos permitirán, nos invitan a poner bajo serio
cuestionamiento el que la mujer jamás haya sido el primer término (sino siempre
el segundo) de los siguientes siete binomios con presencia en la tradición
bíblica: 1) padre y madre; 2) hombre y mujer; 3) hijos e hijas; 4) esclavos y
esclavas; 5) hermanos y hermanas; 6) hermano y hermana; 7) esposo y esposa.
En suma, mi reflexión
en el marco del «día de las
madres» en la República Dominicana para este año,
insiste, por un lado, en promover una lectura y relectura de la Biblia, así
como una reflexión teológica más solidaria con la mujer (como madre, esposa, pareja,
hermana, hija, nieta, sobrina, prima, cuñada, nuera, amiga, vecina, compañera
de trabajo, colega, etc.); por otro lado, mi identificación con la lucha que
procura que la mujer reciba un trato igualitario en relación al varón en el
plano social general, como en el plano de las distintas tradiciones teológicas
y eclesiales.
Por supuesto, esta reflexión
también procura poner de relieve la forma en que la clase política dominicana insiste,
a la fecha, en hablar de «porcentajes» en el proyecto de ley de organizaciones políticas
(actualmente en estudio en la cámara de diputados y diputadas), en lo que
respecta a la participación de la mujer en la presentación de las candidaturas a
cargos de elección popular, así como en la administración del estado. Esto así,
cuando la vigente Constitución dominicana no habla de «cuota
o porcentaje», sino que de manera precisa y contundente, demanda
y exige «un trato proporcional»,
así de sencillo.
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