Violencia, Biblia y cultura de paz
Héctor B. Olea C.
Aclaración necesaria
y oportuna:
Este trabajo lo publiqué originalmente en
mayo del año 2011, unos pocos días después de que un equipo de inteligencia de
los Estados Unidos de Norteamérica asesinara
a Bin Laden (2 de mayo 2011); esto explica por qué en la introducción hago referencia
a dicho suceso. Por supuesto, al volver a publicar este trabajo, decidí dejar
intacta su introducción original, si bien agregando esta necesaria aclaración
y, por supuesto, haciéndole al texto algunas necesarias mejoras y actualizaciones.
A modo de introducción:
A un poco más de una semana de que los
Estados Unidos asesinaran a Bin Laden, y nos trajeran de nuevo a la memoria los
crueles atentados del once de septiembre del año 2001; una vez más se convierte
la violencia en un tema de discusión, y generador de pasiones.
No es de extrañar, empero, el que no haya una
postura uniforme al respecto, y que incluso personas cristianas, comprometidas
con los más elevados principios e ideales del mensaje acerca del Reino de Dios
que proclamaba Jesús (y que han tomado a Jesús de modelo), expresen su apoyo a
cierto tipo de violencia. Es más, la muerte de Bin Laden se ha proyectado, en
el contexto de una sociedad que presume de “cristiana”, como un acto de
venganza. Incluso el presidente Barak Obama fue muy tajante al decir: “se ha
hecho justicia”.
Pero, ¿es posible justificar hoy la venganza?
¿Es Dios un ser vengativo? ¿Es el Dios de Jesús y del NT el mismo del AT? ¿Cómo
se explica el uso en la Biblia de la expresión «Jehová o Señor de los
ejércitos»? ¿Con cuáles ideas se asocia? ¿Es justificable hoy el uso de tal
expresión?
Precisamente la imagen de un Dios violento,
vengativo y castigador que nos proporcionan ciertos relatos y metáforas del
Antiguo Testamento, fue lo que llevó a Marción, entre otras cosas, a afirmar
que el Dios proclamado por Jesús no podía ser el mismo Dios del AT.
Conozcamos un poco mejor a Marción
En el siglo II de nuestra era, entra en el
escenario de la historia de la fe cristiana Marción, personaje que
definitivamente ha dejado sus huellas en dicha historia.
“Marción había nacido hacia el año 100 en la
ciudad de Sínope, en el Ponto (mar Negro). Era un rico industrial, dedicado
sobre todo al comercio marítimo, hacia el año 140, convertido a la religión
cristiana, se trasladó a Roma donde vendió sus barcos y entregó a la Iglesia
gran parte de lo conseguido” (Antonio Piñero: «Cristianismos derrotados»,
página 85).
Se puede considerar verosímil el que en Roma Marción
haya conocido a un maestro gnóstico llamado Kerdon, el cual influyó en él de
manera decisiva.
“Cuatro años más tarde, hacia el 144, Marción
había desarrollado ya su concepción propia de la fe y de la iglesia, por lo que
al exponerla en público y nos ser aceptada por la mayoría, rompió con la
comunidad de Roma, esa lo excomulgó y le devolvió religiosamente sus dones
monetarios. A partir de esos momentos, y bien dotado de dinero, Marción fundó
su propia iglesia que pronto fue una competencia real para el grupo mayoritario
y que se extendió por diversas provincias del Imperio” (Antonio Piñero:
«Cristianismos derrotados», página 86).
Entre las ideas que formaban parte del
pensamiento religioso de Marción, está la oposición que establecía entre el
Dios el AT y el Dios que proclamaba Jesús de Nazaret. Para Marción el Dios del
AT era un ser iracundo, celoso, vengativo, cruel con otras naciones que no sea
la suya, a cuyos miembros manda a asesinar; castigador sin piedad de su propio
pueblo elegido, creador y promulgador a través de Moisés de una ley tan difícil
de observar. Para Marción este Dios no podía ser el mismo Dios bondadoso, ser
lleno de bondad, lleno de amor, y de piedad, tendiente siempre hacia la
misericordia y el perdón, que había predicado Jesús.
Un elemento que a Marción le sirvió de apoyo
es el contraste que establece Pablo entre la fe en Jesús, el evangelio, y la
Ley de Moisés (la Toráh), considérese principalmente a Romanos 10.4-13; Gálatas
3.6-29; 5.1-14.
Ahora bien, ¿es cierto que hay en la Biblia,
principalmente en el AT, relatos, metáforas y calificativos (nombres y
adjetivos) que en cierto modo explican la posición de Marción? Claro que sí.
Precisamente un calificativo de esos, es la expresión «Jehová de los ejércitos»,
en la versión Reina Valera 1960, y «Señor de los ejércitos» en muchas otras
versiones de la Biblia.
Profundicemos,
pues, un poco, en la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», «Jehová de los ejércitos»
La expresión «Jehová de los ejércitos» («el
Eterno de los ejércitos», en la Biblia Hebreo-Español), según la Reina Valera
de 1960, ocurre en el AT 259 veces en 248 versículos bíblicos. Pasajes
representativos son:
1 Crónicas 11.9 “Y David iba adelantando y
creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él.”
Salmo 24.10 “¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria.”
Isaías 48.1-2 “1Oíd esto, casa de Jacob, que
os llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que
juran en el nombre de Jehová, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en
verdad ni en justicia; 2porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de
Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.”
Jeremías 11.22-23 “Así, pues, ha dicho Jehová
de los ejércitos: He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada,
sus hijos y sus hijas morirán de hambre, 23y no quedará remanente de ellos,
pues yo traeré mal sobre los varones de Anatot, el año de su castigo.”
Zacarías 14.21 “21Y toda olla en Jerusalén y
Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren
vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más
mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.”
La
expresión «YHVH de los ejércitos» en el texto hebreo y en la Septuaginta
Atendiendo a la vocalización de «YHVH» en el
texto masorético, específicamente en el Códice de Leningrado B19, podemos decir
que una transliteración acertada del hebreo «YHVH tsebaót» es «Adonay tsebaót»,
traducción: «Señor de los ejércitos».
En que lo respecta a la Septuaginta, tenemos
que admitir que la traducción de la expresión hebrea «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), no es uniforme. Por ejemplo, en 1 Crónicas 11.9, traduce «kúrios
pantokrátor»: «Señor todopoderoso» (omnipotente). En el Salmo 24.10 traduce «kúrios
ton dunámeon»: «Señor poderoso» (literalmente Señor de los poderes). En Isaías
48.2, por un lado tradujo, y por otro sencillamente transliteró cuando dice
«kúrios sabaóth». En Zacarías 14.21, la Septuaginta vuelve a traducir con «kúrios
pantokrátor» («Señor todopoderoso»), como en 1 Crónicas 11.9, aunque por
razones sintácticas, aquí en caso dativo singular: « to kurío pantokrátori».
La
expresión «Señor de los ejércitos» en el Nuevo Testamento
La expresión griega y del Nuevo Testamento, «Señor
de los ejércitos», y equivalente a la hebrea y del AT (Tanaj), «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»); ocurre sólo dos veces y en dos versículos bíblicos: Romanos 9.29 y
Santiago (Jacobo) 5.4.
Romanos 9.29 “como antes dijo Isaías: Si el
Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma
habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.”
Santiago 5.4 “He aquí, clama el jornal de los
obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido
pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los
oídos del Señor de los ejércitos.”
Ahora bien, hay que decir que tanto en
Romanos 9.29 como en Jacobo (Santiago) 5.4, la expresión griega detrás de la
expresión «Señor de los ejércitos», es la misma que empleó la Septuaginta en
Isaías 48.2, o sea, «kúrios sabaóth». De todos modos, hay que decir que en
Jacobo 5.4, por razones sintácticas, se la encuentra en caso genitivo: «kuríu sabaóth».
Una explicación
de la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót») desde la Teología Sistemática
¿Cuál es el trasfondo del calificativo hebreo
«YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), y de su equivalente griego «kúrios
pantokrátor» («kúrios sabaóth»)?
Desde la teología sistemática podemos
observar el intento de despojar a la expresión en cuestión de su matiz
guerrero, violento, y vengativo. Como ejemplo concreto e ilustrativo, traigo a
colación la explicación que ofrece Luis Berkhof, cito:
“Existen especialmente tres opiniones:
1. Los ejércitos de Israel. Puede dudarse de
lo correcto de este concepto. La mayor parte de los pasajes que se citan para
sostener esta idea no comprueban tal afirmación; solamente tres de ellos
contienen una aproximación de prueba, y son 1 Samuel 4.4; 17. 45; 2 Samuel 6.
2, en tanto que otro, 2 Reyes 19.31, es más bien desfavorable a tal concepto.
En tanto que el plural tsebaoth se usa con frecuencia a los ejércitos de la
nación israelita, cuando se habla de un ejército se le señala por medio del
singular, lo cual va en contra de la noción, inherente a este concepto de que
en el nombre Yahweh Tsebaoth, Tsebaoth se refiere al ejército de Israel.
Además, es claro que en los Profetas, el nombre "Jehová de los
Ejércitos" no se refiere a Jehová como el Dios de la guerra. Y si el
significado del nombre cambia, ¿por qué cambia?
2. Las estrellas. Pero hablando del ejército
del cielo la Escritura usa el singular y nunca el plural. Además, en tanto que
a las estrellas se les llama el ejército del cielo, nunca se les designa como
el ejército de Dios.
3. Los ángeles. Esta interpretación merece la
preferencia. El nombre Yahweh tsebaoth se encuentra a menudo en relatos en que
se mencionan ángeles 1 Samuel 4.4; 2 Samuel 6.2; Isaías 37. 16; Oseas 12.4, 5;
Salmo 80. 1, 4, 7, 14, 19; Salmo 89: 68. Los ángeles se presentan,
repetidamente, como un ejército que rodea el trono de Dios, Génesis 28.12;
32.2; Josué 5.14; 1 Reyes 22.19; Salmo 68.17; 103.21; 148.2; Isaías 6.2. Es
cierto que también en este caso se usa generalmente el singular; pero ésta no
es objeción grave, porque la Biblia también indica que había diversas clases de
ángeles, Gen 32.2; Deuteronomio 33. 2; Salmo 68.17. Además esta interpretación
está en armonía con el significado del nombre, que no tiene sabor guerrero,
sino que expresa la gloria de Dios como Rey. Deuteronomio 33.2; 1 Reyes 22.19;
Salmo 24.10; Isaías 6.3; 24. 23; Zacarías 14.16.
Jehová de los Ejércitos es, pues, Dios, como
Rey de Gloria, que está rodeado por ejércitos de ángeles, Dios que gobierna el
cielo y la tierra por el bien de su pueblo, y que recibe gloria de todas sus
criaturas” («Teología Sistemática», páginas 41-42)
Evaluación
de la interpretación y argumentos de Luís Berkhof
La tesis de Luís Berkhof es que en la
expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos») la palabra
“ejércitos” no hace referencia a los “ejércitos” de Israel. En consecuencia, no
insinúa ni conlleva esta expresión que el Dios de Israel sea un Dios guerrero y
vengativo.
Ahora bien, no podemos perder de vista que la
premisa principal sobre la que descansan las conclusiones de Berkhof consiste
en una sutil pero vana distinción entre el “ejército de Israel” (en singular),
y los “ejércitos de Israel” en plural. A partir de esta hipótesis pasa a
considerar las posibles referencias de la palabra “ejército” a las estrellas y
astros, así como a los ángeles. Finalmente, se inclina Berkhof a favor de la
hipótesis de que la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los
ejércitos») refiere más bien a los ángeles.
Pasemos ahora a evaluar las hipótesis y
argumentos de Luís Berkhof.
Uso en
la Biblia de la expresión «ejército del cielo»
La expresión “ejercito del cielo” se la
encuentra en la Biblia estrictamente en nueve ocasiones, en nueve versículos
bíblicos, a saber:
Deuteronomio 4.19 “No sea que alces tus ojos
al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del
cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu
Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Deuteronomio 17.3 “Que hubiere ido y servido
a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o
a todo el ejército del cielo, lo cual yo he prohibido.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 8.2 “Y los esparcirán al sol y a la
luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en
pos de quienes anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron.
No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la
tierra”.
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 19.13 “Las casas de Jerusalén, y las
casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas
las casas sobre cuyos tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo,
y vertieron libaciones a dioses ajenos.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 33.22 “Como no puede ser contado el
ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la
descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Daniel 4.35 “Todos los habitantes de la
tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército
del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y
le diga: ¿Qué haces?
Referencia: las estrellas y los astros.
Daniel 8.10 “Y se engrandeció hasta el
ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y
las pisoteó”.
Referencia: las estrellas y los astros.
Sofonías 1.5 “Y a los que sobre los terrados
se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y
jurando por Milcom.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Hechos 7.42 “Y Dios se apartó, y los entregó
a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de
los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por
cuarenta años, casa de Israel?”
Referencia: las estrellas y los astros.
En resumen, las nueve (9) veces que se
encuentra en la Biblia la expresión “ejército del cielo” hace referencia
estrictamente a las estrellas y los astros. En ninguna ocasión a los ángeles.
Uso en la Biblia de la expresión «ejército de
los cielos»
La expresión “ejército de los cielos” se la
encuentra en la Biblia once veces, en once versículos bíblicos, y todas en el
AT, a saber:
1 Reyes 22.19 “Entonces él dijo: Oye, pues,
palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de
los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda.”
Referencia: Discutida.
Comentario: No hay uniformidad entre los
estudiosos respecto de la referencia de la expresión “ejercito de los cielos”
en este pasaje. Por ejemplo, mientras que la «Biblia del peregrino de estudio»
(de Luís Alonso Schokel) la entiende como haciendo referencia a los astros del
cielo, vistos como personajes de un ejército celeste al servicio inmediato de
del Señor; por otro lado, la «Biblia de Jerusalén 1998» la interpreta como
haciendo referencia a los ángeles como conformando la corte de Yahvé. De todos
modos, es notorio el que prácticamente todas las versiones castellanas de la
Biblia hayan optado por evitar traducir por equivalencia dinámica la expresión
“ejercito de los cielos”.
2 Reyes 17.16 “Dejaron todos los mandamientos
de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también
imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a
Baal.”
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 21.3 “Porque volvió a edificar los
lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal,
e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo
el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 21.5 “Y edificó altares para todo el
ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 23.4 “Entonces mandó el rey al sumo
sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la
puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido
hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó
fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a
Bet-el”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 23.5 “Y quitó a los sacerdotes
idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los
lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y
asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos
del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos.”
Referencia: Las estrellas
2 Crónicas 18.18 “Entonces él dijo: Oíd,
pues, palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo el
ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda.”
Referencia: Los ángeles
2 Crónicas 33.3 “Porque él reedificó los
lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los
baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y
les rindió culto.”
Referencia: Las estrellas
2 Crónicas 33.5 “Edificó asimismo altares a
todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.”
Referencia: Las estrellas
Isaías 24.21 “Acontecerá en aquel día, que
Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la
tierra sobre la tierra.”
Referencia: Discutida.
Comentario: No hay uniformidad entre los
estudiosos respecto de la referencia de la expresión “ejercito de los cielos”
en este pasaje. Por ejemplo, mientras que la versión popular Dios Habla Hoy
Biblia de estudio, la entiende como haciendo referencia a los astros del cielo;
el «Nuevo Comentario Siglo 21» (Editorial Mundo Hispano) la interpreta como
haciendo referencia a los ángeles, cito: “El ejército de lo alto significaría
en algún contexto no otra cosa que “estrellas” (cf. 40.26); pero aquí, como
contraparte de los reyes de la tierra, sentenciados a prisión y a ser
castigados (cf. 2 Pedro 2.4) se refiere sin duda a los “espíritus de maldad en
los lugares celestiales” (Ef. 6.12). La referencia más completa a tales seres
en el AT la tenemos en Dan. 10.2-21; cf. tal vez Salmo 82.”
Por su parte, el «Comentario Bíblico San
Jerónimo» la entiende como haciendo referencia a las estrellas y los astros,
cito: “21. Las huestes de los cielos: El sol, la luna, las estrellas: cuerpos
celestes que frecuentemente recibían culto, incluso por parte de los israelitas
(Deuteronomio 4.19; 2 Reyes 17.16).”
Isaías 34.4 “Y todo el ejército de los cielos
se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su
ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera.”
Referencia: Las estrellas
En resumen, de las once veces que aparece la
expresión “ejército de los cielos”, ocho hacen referencia a las estrellas; una
hace referencia a los ángeles, y en dos ocasiones su referencia está en
discusión.
La expresión “ejércitos del cielo”
(“ejército” en plural) sencillamente no se la encuentra en la Biblia, y de eso
está muy consciente Luís Berkhof, por lo que dice “Es cierto que también en
este caso se usa generalmente el singular; pero ésta no es objeción grave…”
En conclusión, si bien encontramos en la
Biblia la expresión “ejército del cielo” (referencia sólo a las estrellas y los
astros), así como la expresión “ejércitos de los cielos” (a las estrellas,
astros, incluso los ángeles); lo cierto es que en ninguna ocasión se encuentra
en la Biblia en plural («ejércitos del cielo» o de los cielos», o «ejércitos
del cielo o los cielos»).
Es claro que este factor es un serio
obstáculo para la hipótesis de Luís Berkhof de que la palabra “ejército” en «Jehová
de los ejércitos» («Señor de los ejércitos») no señala a Dios como un ser
guerrero, vengador y castigador; puesto que supuestamente lo señala más bien
“como Rey de Gloria, que está rodeado por ejércitos de ángeles, el Dios que
gobierna el cielo y la tierra por el bien de su pueblo, y que recibe gloria de
todas sus criaturas.”
En verdad resulta llamativo el que Luís
Berkhof apelara al singular “ejército de Israel” para tratar de descartar
cualquier matiz violento de la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de
los ejércitos»); sin embargo, no fuera consistente al ver que la palabra
“ejército” tampoco se usa en plural ni siquiera en una ocasión, en relación a
las estrellas y astros, y con relación a los ángeles.
De todos modos parece que efectivamente
Berkhof fue consciente de esta dificultad, aunque trató, sin éxito, de
minimizarla, cito: “Es cierto que también en este caso se usa generalmente el
singular; pero ésta no es objeción grave”. También reconoce Berkhof que “en
tanto que a las estrellas se les llama el ejército del cielo, nunca se les designa
como el ejército de Dios.”
Uso en
la Biblia de la palabra «ejército» en conexión a la milicia del pueblo de
Israel
La expresión en singular, «ejército de Israel»
apenas se la encuentra en todo el AT en apenas seis ocasiones, en seis versículos
bíblicos, a saber:
1 Samuel 28.19 “Y Jehová entregará a Israel
también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus
hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los
filisteos”.
2 Samuel 20.23 “Así quedó Joab sobre todo el
ejército de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos”.
1 Reyes 2.5 “Ya sabes tú lo que me ha hecho
Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a
Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en
tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte
que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.”
1 Reyes 2.32 “Y Jehová hará volver su sangre
sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores
que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner
hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general
del ejército de Judá.”
2 Crónicas 25.7 “Mas un varón de Dios vino a
él y le dijo: Rey, no vaya contigo el ejército de Israel; porque Jehová no está
con Israel, ni con todos los hijos de Efraín.”
2 Crónicas 25.9 “Y Amasías dijo al varón de
Dios: ¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he dado al ejército de
Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte mucho más que esto.”
En cambio, la expresión, en plural, «ejércitos
de Israel» nunca se usó en la Biblia. No obstante, este hecho no valida la
tesis de Berkhof, todavía hay otros elementos a considerar y que el propio
Berkhof ignoró.
En primer lugar, aunque Israel con la
monarquía logró ciertos niveles de unificación, lo cierto es que para antes de
la monarquía, cada tribu contaba con su particular y propio ejército, que no
eran más que los mismos hombres en el vigor de sus fuerzas. Ahora bien, es
claro que en el período de la conquista fue precisamente el contexto en que se
desarrolló la idea de «Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos»). Y
en este contexto precisamente es la idea del plural «ejércitos» la que domina.
Consideremos las pistas siguientes. Números 10.13, 14, 18, 22, 25, 28.
“13Partieron la primera vez al mandato de
Jehová por medio de Moisés. 14La bandera del campamento de los hijos de Judá
comenzó a marchar primero, por sus ejércitos; y Naasón hijo de Aminadab estaba
sobre su cuerpo de ejército.”
“18Luego comenzó a marchar la bandera del
campamento de Rubén por sus ejércitos; y Elisur hijo de Sedeur estaba sobre su
cuerpo de ejército.”
“22Después comenzó a marchar la bandera del
campamento de los hijos de Efraín por sus ejércitos; y Elisama hijo de Amiud
estaba sobre su cuerpo de ejército.”
“25Luego comenzó a marchar la bandera del
campamento de los hijos de Dan por sus ejércitos, a retaguardia de todos los campamentos;
y Ahiezer hijo de Amisadai estaba sobre su cuerpo de ejército.”
“28Este era el orden de marcha de los hijos
de Israel por sus ejércitos cuando partían.”
Me parece muy pertinente aquí la opinión de
R. de Vaux, cito: “Entre los nómadas, el ejército no se distingue del pueblo:
todo hombre en el vigor de sus fuerzas puede tomar parte en expediciones de
pillaje — razzias — y debe estar dispuesto a defender contra el enemigo los
bienes y los derechos de su tribu, bajo la dirección del seih o de un jefe
valeroso. Por lo regular, cada tribu obra por cuenta propia, pero a veces
varias tribus se unen para una acción común. Existen costumbres de guerra y
reglas de combate, pero no hay organización militar estable. Es muy probable
que sucediese esto mismo cuando Israel hacía todavía vida seminómada, pero
resulta difícil reconocer la situación real a que se refieren las relaciones
del Éxodo y de los Números. La imagen de un pueblo en armas que sale de Egipto,
Éxodo 12.37; 13,18; 14.19-20, que marcha y acampa en el desierto en formación
ordenada, Números 1.3,20,22...; 2.1-31; 10.11-28, es reflejo idealizado de una
época posterior en que el pueblo, ya unificado, era llamado a las armas en caso
de peligro nacional” («Instituciones del AT», páginas 292-293).
Ciertamente hay algunos textos que ponen en
evidencia la fragilidad militar de los hebreos frente a sus adversarios
cananeos, por ejemplo:
“Y los hijos de José hablaron a Josué,
diciendo: ¿Por qué nos has dado por heredad una sola suerte y una sola parte,
siendo nosotros un pueblo tan grande, y que Jehová nos ha bendecido hasta
ahora? 15Y Josué les respondió: Si sois pueblo tan grande, subid al bosque, y
haceos desmontes allí en la tierra de los ferezeos y de los refaítas, ya que el
monte de Efraín es estrecho para vosotros. 16Y los hijos de José dijeron: No
nos bastará a nosotros este monte; y todos los cananeos que habitan la tierra
de la llanura, tienen carros herrados; los que están en Bet-seán y en sus
aldeas, y los que están en el valle de Jezreel. 17Entonces Josué respondió a la
casa de José, a Efraín y a Manasés, diciendo: Tú eres gran pueblo, y tienes
grande poder; no tendrás una sola parte, 18sino que aquel monte será tuyo; pues
aunque es bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos;
porque tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea
fuerte” (Josué 17.14-18)
“Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los
de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los
cuales tenían carros herrados” (Jueces 1.19)
“Mas el pueblo que habita aquella tierra es
fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los
hijos de Anac” (Números 13.28
“13Y reunió Sísara todos sus carros,
novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde
Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón” (Jueces 4.13)
En segundo lugar, el uso de la palabra «escuadrones»
(en plural, hebreo «maarajót», singular, «maarajáh»). Pasajes significativos
son:
1 Samuel 17.8 “Y se paró y dio voces a los
escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de
batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de
entre vosotros un hombre que venga contra mí.”
1 Samuel 17.26 “Entonces habló David a los
que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este
filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo
incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
1 Samuel 17.45 “Entonces dijo David al
filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado.”
Observación: Por 1 Samuel 17.45
podemos ver que la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los
ejércitos») es equivalente a la expresión «Dios de los escuadrones de Israel» («elojei
ma‘arejót»; la Septuaginta: «theú paratáxeos»).
En tercer lugar, a pesar de la negativa de
Berkhof, lo cierto es que resulta imposible pretender eliminar la imagen de un
ser guerrero, vengativo, castigador en el uso de la expresión «Jehová de los
ejércitos» («Señor de los ejércitos») en los siguientes pasajes
representativos:
1 Samuel 15.2 “Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino
cuando subía de Egipto.”
1 Samuel 17.45 “Entonces dijo David al
filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado.”
Salmo 46.7 “Jehová de los ejércitos está con
nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah” (idea que se repite en el
versículo 11)
Isaías 1.24 “Por tanto, dice el Señor, Jehová
de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos,
me vengaré de mis adversarios.”
Isaías 8.13 “A Jehová de los ejércitos, a él
santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.”
Isaías 31.4 “Porque Jehová me dijo a mí de
esta manera: Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se
reúne cuadrilla de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se
acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a
pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado.”
Jeremías 2.19 “Tu maldad te castigará, y tus
rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado
tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los
ejércitos.”
Jeremías 11.17 “Porque Jehová de los
ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que
la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar
a Baal.”
Jeremías 11.20 “Pero, oh Jehová de los
ejércitos, que juzgas con justicia, que escudriñas la mente y el corazón, vea
yo tu venganza de ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.”
Jeremías 11:22 “Así, pues, ha dicho Jehová de
los ejércitos: He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, sus
hijos y sus hijas morirán de hambre.”
Jeremías 19.3 “Dirás, pues: Oíd palabra de
Jehová, oh reyes de Judá, y moradores de Jerusalén. Así dice Jehová de los
ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que
a todo el que lo oyere, le retiñan los oídos.”
Jeremías 29.17 “Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: He aquí envío yo contra ellos espada, hambre y pestilencia, y los
pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer.”
Malaquías 2.2 “Si no oyereis, y si no decidís
de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré
maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he
maldecido, porque no os habéis decidido de corazón.”
Jueces 4.14-15 “14Entonces Débora dijo a
Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en
tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de
Tabor, y diez mil hombres en pos de él. 15Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos
sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara
descendió del carro, y huyó a pie.”
En cuarto lugar, la afirmación de que era «Jehová»
(«YHVH», «el Señor») quien peleaba por Israel
Éxodo 14.25 “Y quitó las ruedas de sus
carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de
delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios”
Deuteronomio 3.22 “No los temáis; porque
Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros”
Josué 23.10 “Un varón de vosotros perseguirá
a mil; porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo”
1 Samuel 25.28 “Y yo te ruego que perdones a
tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por
cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en
tus días”
2 Samuel 22.40 “Pues me ceñiste de fuerzas
para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí” (paralelo Salmo
18.39)
Salmo 35.1 “Disputa, oh Jehová, con los que
contra mí contienden; Pelea contra los que me combaten”
Nehemías 4.20 “En el lugar donde oyereis el
sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por
nosotros”
En quinto lugar, la existencia de «el libro
de las batallas de Jehová» («el libro de las batallas de YHVH»)
A propósito, en el contexto de la llamada “guerra
santa”, R. de Vaux afirma: “En todos los pueblos antiguos, la guerra estaba
asociada con actos religiosos: se emprendía por orden de los dioses, o por lo
menos con su aprobación significada por los presagios, iba acompañada de
sacrificios, se llevaba a cabo con la ayuda de los dioses, que otorgaban la
victoria y a los que se daba gracias mediante la ofrenda de una parte del
botín.
Las guerras de Israel son, en efecto, las
guerras de Yahveh, 1 Sam 18.17; 25.28, y el Libro de tas guerras de Yahveh,
Números 21.14, que se ha perdido, cantaba la epopeya nacional. Los enemigos son
los enemigos de Yahveh, Jueces 5.31; 1 Samuel 30.26; cf. Éxodo 17.16. Antes de
partir se le ofrece un sacrificio, 1 Sam 7.9; 13.9, 12, pero sobre todo se le
consulta, Jueces 20.23, 28; 1 Samuel 14.37; 23.2, 4, por medio del efod y de
las suertes sagradas, 1 Samuel 23.9s; 30.7s, y Él es quien decide la guerra. Él
mismo marcha a la cabeza del ejército, Jueces 4.14; 2 Samuel 5.24; cf.
Deuteronomio 20.4” («Instituciones del Antiguo Testamento», páginas 346 y 357).
Finalmente, creo que también es oportuna aquí
la opinión de Juan Luís de León Azcárate que afirma: “La imagen de Yahvé como
guerrero tiene claras influencias del antiguo Oriente Próximo, y en particular
de divinidades cananeas como Baal y El. El ardor guerrero con que se describe a
Yahvé en Isaías 63-1-6, donde ejerce como «vengador de sangre» de su pueblo
Israel contra Edom, símbolo de todas las naciones enemigas de Israel (compárese
Isaías 34; Jeremías 49; Ezequiel 35-36, recuerda bastante a un texto ugarítico
que presenta a la diosa Anat igualmente como guerrera y destructora… En el
antiguo Oriente Próximo son frecuentes las divinidades, tanto femeninas como
masculinas, descritas con rasgos guerreros” («Dignidad humana y violencia en el
AT: el doble rostro de Yahvé», Cuadernos de Teología Deusto, 2003, página 53,
54 y 55).
En consecuencia, ante el cúmulo de evidencias
presentadas contra los argumentos y la hipótesis de Luís Berkhof y otros, de
que la palabra «ejército» en la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de
los ejércitos») refiere más bien a los «ángeles» como el «ejército del cielo»;
no queda otra opción que afirmar, categóricamente, que el título (o “nombre”
según algunos) «Jehová de los ejércitos» o «Señor de los ejércitos», describe a
Dios como un ser guerrero, violento, vengativo y castigador.
La
expresión «Jehová de los ejércitos» y la historia deuteronomista
En su análisis de la teología de la historia
deuteronomista (Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes), Antonio González
Lamadrid sostiene: “La caída del reino del norte en el año 722 y la del reino
del sur en el año 587, con las consiguientes deportaciones de las clases más
cualificadas del pueblo, significaron para Israel un rudo golpe con
repercusiones de alcance político, social, económico y sobre todo, religioso.
Concretamente, la destrucción de Jerusalén y el destierro a Babilonia herían
profundamente la conciencia israelita y planteaban un problema de fe. ¿No había
comprometido Dios su palabra a favor de la permanencia eterna de la dinastía davídica?
¿No había refrendado con juramento la promesa de la tierra? ¿No era Jerusalén
ciudad santa e inviolable, elegida por el Señor para hacer habitar en ella su
nombre? Los hechos parecían desmentir todas estas promesas. La decepción y el
escepticismo minaban la fe israelita” («Historia deuteronomista y el
Deuteronomio», en «Historia, Narrativa, Apocalíptica», página 29).
Continúa Lamadrid diciendo: “Una vez
establecida en Deuteronomio la correlación fidelidad a alianza = permanencia en
la tierra, infidelidad a la alianza = expulsión de la tierra, ya tiene el
deuteronomista en su mano una buena vara para medir, para someter a examen la
historia y ver si esta da o no la medida. Es lo que va a hacer a lo largo de
los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes. El balance final será claramente
negativo. Desde la entrada en Canaán hasta el destierro, la historia de Israel
es una secuencia creciente de infidelidades y transgresiones” (obra citada,
página 31).
Ahora bien, en el contexto de la teología de
la historia deuteronomista es cuando vemos al Dios de Israel aparecer como el
que lucha por su pueblo, el que pelea por él y el que le otorga la tierra, por
un lado; y por otro lado, como el castigador de su pueblo, cuando éste ha
faltado a la alianza.
No obstante, la pregunta es si
posteriormente, en la historia del pueblo hebreo, se mantendrían vigentes las
premisas de la teología de la historia deuteronomista.
Por ejemplo, la idea de Jehová (el Señor),
como «Jehová de los ejércitos» está ausente en el período de la rebelión
macabea contra los seléucidas (166 al 142 a.C.).
Por otro lado, Emil Ludwing Fackenheim («La
presencia de Dios en la historia»), sostiene: “La seriedad es puesta a prueba
cuando uno se expone a situaciones de crisis. La fe judía y el pensamiento
rabínicos se vieron puestos a prueba de manera incomparable cuando, el año 70
d.C., el Templo fue destruido por Tito, y todavía más cuando, después de la
revuelta de Bar Kosba, Adriano transformó Jerusalén en una ciudad pagana (135
d.C.)… Pero una respuesta obvia a este conflicto evidente había consistido
siempre en considerar el sufrimiento como castigo merecido, y en los primero
libros de la Biblia –sobre todo en Jueces –esta respuesta había parecido
completamente adecuada. Desde luego, esto ya no era así en los últimos libros
de la Biblia (el AT). Pero el libro de Job cuestiona esta respuesta sólo en
atención al individuo; y aunque el profeta Jeremías protesta contra la
prosperidad del malvado (Jeremías 12.1), también es capaz de ver la destrucción
del primer Templo como un castigo querido por Dios, y al tirano Nabucodonosor
como azote de la ira de Dios e instrumento suyo (Jeremías 25.9; 27.6; 43.10).
No obstante, ningún rabino describió a Tito como instrumento de Dios. Ningún
rabino entendió la paganización de Jerusalén como un suceso querido por Dios”
(página 52).
También sostiene Fackenheim: “Así, la segunda
destrucción del Templo, como la primera, fue considerada como un caso de
castigo merecido; y el castigo, entonces, como antes, se hizo soportable porque
el arrepentimiento terminaría con el exilio del mismo modo que el pecado lo
había causado. Sin embargo, el vasto imperio romano era absurdamente
desproporcionado en relación a los pecados de un puñado de judíos; y el
arrepentimiento de ese puñado se había de atribuir ridículamente consecuencias
en el plano de la historia universal. Considerada en sí misma y absolutizada,
esta respuesta era completamente inadecuada; estaba abocada a producir la
opinión de que Dios había destruido su santuario sin causa justificada, y que
ahora se hallaba distante e indiferente. El concepto de pecado era insuficiente
para explicar el curso de los acontecimientos” (obra citada, página 53).
Con relación al holocausto, en el que también
parece estar ausente la idea de «Jehová de los ejércitos» («Señor de los
ejércitos»). Fackenheim afirma: “Y aunque sea un hecho documentado que
incontables judíos piadosos murieron en Auschwitz con el Shemá Israel en los
labios, no está menos documentado el hecho de que, aunque las máquinas nazis de
asesinar en ocasiones se estropeaban, los asesinos no” (obra citada, página
124).
La
expresión «Jehová shalóm» («Adonay shalóm»)
Ante la cruda realidad admitida con relación
a las ideas que originalmente se asocian con la expresión «Jehová de los
ejércitos» («Señor de los ejércitos»), es posible que algunas personas piensen
que, por lo menos, existe una expresión que viene a ser, quizás, su principal
antítesis, o sea, «Jehová shalóm» («Adonay shalóm»), que igualmente tiene
presencia en la Biblia.
Ahora bien, llama la atención que ante las
259 veces en que se encuentra en la Biblia la expresión «Jehová de los
ejércitos», «Señor de los ejércitos» (sólo en el AT); la expresión «Jehová
shalom» («Adonay shalóm»: el Señor es mi paz), sólo curre una sola vez en toda
la Biblia (igualmente en el AT). Pues bien, esa única presencia la encontramos
en Jueces 6.24, cito: “Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó
Jehová-salom («Adonay shalóm»); el cual permanece hasta hoy en Ofra de los
abiezeritas.” Por su parte, la Septuaginta tradujo aquí «’Eiréne kuriú»: «la
Paz del Señor».
Por otro lado, es cierto que en la Biblia
hebrea (el texto hebreo masorético), encontramos la expresión hebrea «Adonay
shalóm» en otros dos textos: Jueces 6.23 y Jeremías 23.17. Lo interesante es
que en estos dos últimos textos, la expresión tiene más bien un uso distinto y
no propiamente afirmativo, en otras palabras, que no se usa dicha expresión
para describir el carácter de Dios.
Consideremos, en primer lugar, a Jueces 6.23:
“Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás”. En este pasaje,
según la sintaxis común del hebreo, el orden es el siguiente: “Dijo a él,
Adonay (YHVH) shalóm (paz) lejá (a ti)”. En consecuencia, vemos que ocurren
juntas “YHVH” (Adonay) y “shalóm” (paz), pero en realidad no, pues al entender
la sintaxis hebrea, lo que vemos en realidad es: “Adonay le dijo: shalom lejá,
o sea, “paz a ti” (la paz sea contigo). La Septuaginta: «éipen autó kúrios
Eiréne soí», o sea, “le dijo a él, el Señor: Paz a ti” (la paz sea contigo).
Analicemos ahora el segundo texto, o sea,
Jeremías 23.17 “Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz
tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No
vendrá mal sobre vosotros.”
Aquí se da exactamente la misma situación que
en Jueces 6.23. En realidad en el texto hebreo se ven juntas, una detrás de la
otra, las palabras «Adonay» y «shalóm» (paz). Pero en realidad, sintácticamente
no van juntas, pues la idea que comunica el hebreo es más bien: «Adonay» dijo:
«shalóm» (paz) tendréis.
En conclusión, «Adonay shalóm» (el Señor es
paz), una sola mención en toda la Biblia, en el AT, no compite con «YHVH
tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos» (259 menciones igualmente
en la Biblia, sólo en el AT).
Análisis
y consideración de la expresión «Dios de paz» («jo theós tes eirénes») en el
Nuevo Testamento
Esta es una expresión propia del NT, no se la
encuentra en el AT. Ocurre seis veces en el NT. También es legítimo agregar a
esta lista dos pasajes que de una manera indirecta hacen referencia a la misma
idea (1 Corintios 14.33 y 2 Tesalonicenses 3.16). A continuación los pasajes
donde se la encuentra.
Romanos 15:33 “Y el Dios de paz sea con todos
vosotros. Amén.”
Romanos 16.20 “Y el Dios de paz aplastará en
breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea
con vosotros.”
2 Corintios 13.11 “Por lo demás, hermanos,
tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y
el Dios de paz y de amor estará con vosotros.”
Filipense 4.9 “Lo que aprendisteis y
recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con
vosotros.”
1 Tesalonicenses 5.23 “Y el mismo Dios de paz
os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
Hebreos 13.20 “Y el Dios de paz que resucitó
de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno.”
1 Corintios 14.33 “Pues Dios no es Dios de
confusión, sino de paz.”
2 Tesalonicenses 3.16 “Y el mismo Señor de
paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.”
Conclusiones:
1) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», describe y presenta a Dios como un ser
violento, guerrero, vengativo y castigador.
2) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», surge y se explica muy bien dentro de la
teología de la historia deuteronomista (Josué, Jueces, Samuel y Reyes).
3) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», tiene una destacada prominencia en la
historia deuteronómica (Josué, Jueces, Samuel y Reyes), en el contexto de la «guerra
santa» en el período de la conquista de Canaan por el pueblo hebreo.
4) El uso posterior de dicha expresión evoca
algunas reminiscencias relacionadas con el período de la conquista y el
establecimiento del pueblo hebreo en las tierras de lo cananeos, como parte de
su historia patria.
5) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», es propia del Antiguo Testamento. Las 259
veces en que ocurre en la Biblia, ni una sola se halla en el Nuevo Testamento.
6) Hay en el Nuevo Testamento una expresión
equivalente a «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos», y es
«Señor de los ejércitos» (el griego: «kúrios sabaóth»). A esta se la encuentra
en el NT en apenas dos ocasiones, Romanos 9.29 y Santiago (Jacobo) 5.4.
7) La imagen de «YHVH» como guerrero tiene
claras influencias del antiguo Oriente Próximo, y en particular de divinidades
cananeas como Baal y El.
8) El ardor guerrero con que se describe a «YHVH»
en Isaías 63-1-6, donde ejerce como «vengador de sangre» de su pueblo Israel
contra Edom, símbolo de todas las naciones enemigas de Israel (compárese Isaías
34; Jeremías 49; Ezequiel 35-36, recuerda bastante a un texto ugarítico que
presenta a la diosa Anat igualmente como guerrera y destructora.
9) La expresión «Adonay shalóm» (el Señor es
paz), con una mención en la Biblia (en el AT), no compite con «YHVH tsebaót»
(«Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos» (259 menciones en todo el AT, y
dos equivalentes en el NT).
10) La historia del pueblo hebreo, al margen
de los relatos de la conquista dentro de la historia deuteronómica; no parece
confirmar la idea de «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos».
11) No todo el AT comparte las premisas de la
historia deuteronomista respecto a la ley de la retribución, idea que supone
que la fidelidad del pueblo habrá de traerle tiempos de paz y prosperidad; pero
la infidelidad, tiempos difíciles y catastróficos.
12) Tampoco parece probar este concepto la
historia posterior a los tiempos del AT.
13) A la luz de los datos del NT, comenzando
por la actitud de Jesús frente a la violencia (especialmente en el sermón de la
montaña, y el tenor general de su doctrina), seguida por el uso de la expresión
«Dios de paz» («jo theós tes eirénes»), que es propia del NT; los cristianos
estamos llamados a asumir una postura crítica a la insistencia del empleo
actual y futuro de la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de
los ejércitos», expresión que, por cierto, no formó parte del vocabulario de
Jesús.
14) Una cosa es reconocer que la expresión «YHVH
tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos», real y efectivamente
tiene una verdadera presencia en la Biblia (y muy notable por cierto, hecho que
nadie puede negar); y otra cosa, pretender justificar su uso hoy, ignorando el
contexto en que surgió y las ideas que originalmente se asociaban con ella.
15) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», está estrechamente ligada a la llamada ley
de la retribución, concepto que entra en crisis en la Biblia misma (Job y
Eclesiastés, por ejemplo); idea que, por cierto, fue recibiendo un matiz
radicalmente escatológico.
16) La historia del pueblo hebreo como tal y
la historia de la fe cristiana, ponen bajo serio cuestionamiento la idea de que
«el Señor», el Dios de la Biblia, sea precisamente violento, castigador,
guerrero y vengativo.
17) Ciertamente no es justificable el apelar
hoy a los relatos de la historia deuteronómica de la conquista, con todas sus
tramas y luchas cruentas, para justificar la violencia hoy. No importa quién
(persona o grupo humano) pretenda ejercerla y sobre quién (persona, grupo
humano, ser vivo animal o vegetal, en fin el medio ambiente en general, etc.)
pretenda ejercerla.
Conclusión final: La imagen de Dios
sustentada por Jesús es la de un Dios perdonador, misericordioso, y bondadoso.
Un Dios que es capaz de sustentar su creación de manera bondadosa, y que hasta
hace salir el sol, y hace la lluvia caer sobre justos e injustos, malos y
buenos (Mateo 5.43-48).
Desde la perspectiva de Jesús, estamos
llamados a ser constructores de paz, pacificadores, y misericordiosos (Mateo
5.7 y 9).
Por su parte, Santiago (Jacobo) nos invita a
evitar incluso el maldecir a nuestro semejante, sobre la base de que, al margen
de las diferencias de color, raza, religión, credo, cultura, ideología, sexo,
etc.), todos los seres humanos hemos sido creados a la imagen del creador
(Santiago 3.9).
Finalmente, una muestra indiscutible, en el
contexto cristiano, de que conocemos a Dios y nos preocupamos por guardar sus mandamientos,
es precisamente el hecho de mostrar un amor genuino por nuestros semejantes; al
fin y al cabo, para la teología joánica, Dios es amor. Y la violencia, no
importa su tipificación, es contraria al amor:
“7Amados, amémonos unos a otros; porque el
amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El
que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados. 11Amados, si Dios nos ha amado así, debemos
también nosotros amarnos unos a otros. 12Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos
amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado
en nosotros” (1 Juan 4.7-12; 1 Juan 3.11-18).
“20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece
a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto,
¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan
4.20-21).
Nota al
margen:
Dado que inicié este trabajo haciendo cierta referencia al conflicto occidente
versus cultura islámica, si bien el conflicto entre USA y Al-Qaida no es
propiamente un conflicto entre occidente y el Islam. De todos modos, no es
menos cierto que ese es el enfoque que muchas veces se le da, por un lado;
mientras que, por el otro, parece imposible despejar del todo algunos
prejuicios que tiene occidente respecto de la cultura islámica, y viceversa. No
quiero, pues, concluir sin hacer algunas puntualizaciones respecto de este
problema.
Al respecto, Giovanni Sartori («La democracia
en 30 lecciones») plantea: “El nudo que hay que deshacer es- en última
instancia-, cuál de los dos es el invasivo, si el Islam respecto a Occidente, u
Occidente respecto del Islam” (página 115).
Continua Sartori diciendo: “Mi idea es que,
sin querer, los invasores iniciales e iniciadores fuimos nosotros. Es una tesis
que recojo de Toynbee, el mayor experto en la cuestión, que escribe lo
siguiente: «Por primera vez en la historia de la humanidad surgió una
civilización de carácter planetario que no conoce fronteras. Su potencia de
expansión es prácticamente ilimitada, lo que la convierte, más allá y al margen
de cualquier intención, en intrínsecamente imperialista». Sigo citando: «La civilización
occidental ha asediado literalmente a las demás civilizaciones y las ha
colocado ante un desafío de enormes proporciones que posee la capacidad de
agredir el código genético de las ‘culturas ajenas’» (páginas 115 y 116).
Respecto a la visión de Occidente de este
problema, Giovanni Sartori concluye: “La respuesta de Occidente a este problema
es en parte contraproducente y en parte ingenua. Me refiero a la idea de que
nosotros tenemos que encargarnos de la misión civilizadora de instalar la
democracia en tierras islámicas. Así, mientras nos convencemos a nosotros de
que tenemos que liberar al Islam, el musulmán percibe esa liberación como una
agresión –destrucción cultural” (páginas 116 y 117).
¡Dios nos ayude a amarnos, no de labios, sino
de corazón, y a expresar este amor en relaciones saludables y pacíficas con
nuestros semejantes, así también con los animales, la vegetación y en general
con todo el medio ambiente!
¡Hasta la próxima!