Una explicación necesaria
Héctor B. Olea C.
Una idea muy popular en el ambiente cristiano
es que, aparente y definitivamente, hay «Biblias católicas» y «Biblias
protestantes». Esta concepción parece legitimarse en virtud de la clásica
distinción y división que existe en el cristianismo occidental a partir del
siglo XVI, entre «cristianismo católico» y «cristianismo protestante» (a la
manera en que la división del imperio romano en el siglo IV explicó la
posterior división del cristianismo en oriental y occidental).
Ahora bien, ¿Es cierto que hay «Biblias
católicas» y «Biblias protestantes»? ¿Es legítima esta distinción? ¿Es hasta
cierto punto y, en cierto sentido, comprensible y aplicable tal distinción?
¿Habrá versiones de la Biblia que sólo mediante ella puede explicarse y
justificarse el cristianismo católico? ¿Habrá versiones de la Biblia que sólo
por medio de ellas puede explicarse el cristianismo protestante?
La
común concepción de lo que es una «Biblia católica»
La noción popular que domina en los ambientes
del cristianismo protestante respecto de la catolicidad de una versión de la
Biblia, supone básicamente dos cosas: 1) Que es una versión que se origina en
ambientes dominado por el catolicismo católico, y con la participación decisiva
(probablemente exclusiva y única) de eruditos comprometidos con el cristianismo
católico. 2) Que es una versión que, además de incluir los 66 libros que
contienen las «Biblias protestantes», incluyen otros siete libros más,
específicamente en el Antiguo Testamento, a saber: Tobías (Tobit), Judit, 1 y 2
Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, y Baruc, así como algunas adiciones a Ester,
Jeremías y Daniel.
La
común concepción de lo que es una «Biblia protestante»
Como especie de una verdadera antítesis de lo
afirmado en la sección anterior, la idea común de una “verdadera” «Biblia
protestante» supone igual y básicamente dos cosas: 1) Que es una versión que se
origina en ambientes dominado por el protestantismo, y con la participación
decisiva (probablemente exclusiva y única) de eruditos comprometidos con el
cristianismo protestante. 2) Que es una versión de la Biblia que, por un lado,
tiene un Antiguo Testamento conformado sólo por los 39 que integran el Tanaj o
Biblia hebrea; por otro lado, un Nuevo Testamento de 27 libros, para un total
de sólo 66 libros que se consideran inspirados, autorizados y normativos. Claro
está, con relación al Nuevo Testamento no hay diferencia entre las «Biblias
católicas» y las «Biblias protestantes» en cuanto al número de libros que lo
conforman.
Las llamadas
«Biblias interconfesionales»
En nuestro contexto, se dice que una versión
de la Biblia es “interconfesional” cuando el plan y proceso de producción y
publicación ha implicado la participación de eruditos y casas editoriales de
por lo menos dos confesiones cristianas distintas (principalmente de confesión
católica y de confesión protestante).
En la historia de la Biblia podemos mencionar
dos principales proyectos de producir una versión interconfesional de la
Biblia. Del primer proyecto nos habla Plutarco Bonilla en los siguientes
términos: “1978: La Biblia interconfesional: Nuevo Testamento. Se trata de un
esfuerzo interconfesional en el que participaron Sociedades Bíblicas Unidas, la
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) y EDICABI (la Casa de la Biblia). Se ha
publicado sólo el NT. Al parecer, hay interés en continuar con la traducción
del AT.” («Descubre la Biblia», artículo: Traducciones castellanas de la
Biblia, página 381).
El segundo proyecto interconfesional
consistió en la publicación de la revisión de la original versión popular «Dios
Habla Hoy» de 1979, en el año 1992, igualmente como versión popular, pero como
edición de estudio, con la inclusión además de los libros deuterocanónicos. Me es
preciso poner de relieve que por el hecho de incluir esta versión de la Biblia
los llamados «libros deuterocanónicos», no son pocas las veces que he tenido
que escuchar cómo hermanos y hermanas de confesiones protestantes califican y
acusan a dicha versión de ser sencillamente una «Biblia católica», cuando en realidad
sólo es una «Biblia interconfesional».
Ahora bien, la simple participación de
eruditos protestantes en un proyecto propiamente católico para la publicación
de una determinada versión de la Biblia, ni la simple participación de eruditos
católicos en un proyecto propiamente protestante con iguales objetivos; en
ninguno de estos dos casos es correcto hablar de un “proyecto interconfesional”.
Para que una versión de la Biblia (parcial o completa) sea “interconfesional”,
el proyecto debe tener ese matiz como característica esencial de la publicación
en todo el sentido de la palabra. Esto significa que al menos las dos
confesiones involucradas en el proyecto de una versión de la «Biblia
interconfesional», participan con iguales derechos en un contexto ecuménico y
de respeto mutuo, con todas sus naturales implicaciones.
Por ejemplo, en el mismo artículo citado,
Plutarco Bonilla nos habla de la participación de dos eruditos evangélicos en
la revisión y publicación de la llamada «Biblia Herder» (el NT), en el año
1975; no obstante, tal publicación nunca recibió el calificativo de “interconfesional”.
Tampoco es interconfesional un proyecto de
publicación de una versión de la Biblia, cuando éste lo lleva a cabo una casa
editorial protestante (o varias) y con la sola participación de eruditos
protestantes, aunque involucre a eruditos de las distintas tradiciones
protestantes. Por ejemplo, para el año 2010 se publicó la llamada «Biblia vida
abundante», nueva traducción viviente, publicada por Tyndale House Publishers,
Inc. El caso es que este proyecto involucró la participación de eruditos de
distintas congregaciones protestantes (incluyéndome a mí), pero jamás fue, ni
podía serlo, ni tuvo la pretensión de ser un “proyecto interconfesional”, de
producir una edición interconfesional de la Biblia.
Sentido
en que es comprensible y aceptable hablar de «Biblias católicas» y «Biblias
protestantes»
En primer lugar, es claro que existen
diferencias marcadas entre la oficial e institucional teología católica con
relación a las distintas y tradicionales teologías oficiales e institucionales
de corte protestante.
En segundo lugar, existe la sospecha de que
una versión de la Biblia que proceda ya sea del ambiente católico, ya sea del
ámbito protestante, habrá de recibir, en alguna manera, el sello de la teología
que caracteriza a ambas tradiciones teológicas y eclesiales. En otras palabras,
que la versión de la Biblia que proceda de un ambiente católico (y realizada
por eruditos católicos) estará comprometida con el catolicismo en algún
sentido; y la versión de la Biblia que preceda del ambiente protestante (y
realizada por eruditos protestantes), estará comprometida con el protestantismo
en alguna forma.
Ahora bien, ante estos dos postulados, es
posible que haya personas que reaccionen catalogándolos como puras
especulaciones, pues sueñan con la idea de que la reproducción y difusión de la
Biblia es una empresa totalmente neutral y desinteresada, cuando en realidad es
todo lo contrario. Paso a explicarme.
Si la iglesia católica romana tiene una
concepción particular y distinta del canon bíblico, respecto de los movimientos
protestantes, es lógico suponer que las versiones de la Biblia que surjan en su
ambiente, lo pongan de manifiesto, y se ajusten a esa particular visión del
canon bíblico.
Lógicamente y, para ser consistente, lo mismo
hay que decir respecto de la visión del canon que tengan los movimientos
protestantes y de las versiones de la Biblia que surjan en sus ambientes.
En conclusión, una llamada «Biblia católica»
no es una versión de la Biblia hecha con la expresa intención de legitimar la
teología católica, aunque no se puede negar la real posibilidad de que una
versión de la Biblia que se origine en el contexto del cristianismo católico,
lleve a cabo algunas manipulaciones del texto bíblico, especialmente en la
traducción de algunos textos o pasajes de especial relevancia e interés para la
teología católica institucional; y vale de decir que, de hecho, lo han hecho.
Una llamada «Biblia protestante» no es una
versión de la Biblia hecha con la expresa intención de legitimar la esencial
teología del cristianismo protestante (no podemos dejar de lado la notable
diversidad y falta de consenso que muestra el cristianismo protestante en
muchos aspectos), aunque tampoco se puede negar la real posibilidad de que una
versión de la Biblia que se origine en el contexto del cristianismo protestante
también lleve a cabo algunas manipulaciones del texto bíblico, especialmente en
la traducción de algunos textos o pasajes de especial relevancia e interés para
la esencial teología del cristianismo protestante; y vale de decir que, de
hecho, lo han hecho.
.
Conclusiones:
1) Es comprensible y aceptable hablar de
«Biblias católicas», como aquellas versiones de la Biblia: 1) Que se originan
en ambientes dominado por el catolicismo católico, y con la participación
decisiva (probablemente exclusiva y única) de eruditos comprometidos con el
cristianismo católico. 2) Que son versiones que, además de incluir los 66
libros que contienen las «Biblias protestantes», incluyen otros siete libros
más, específicamente en el Antiguo Testamento, a saber: Tobías (Tobit), Judit,
1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, y Baruc.
2) El que una versión de la Biblia contenga
los libros deuterocanónicos no la hace una «Biblia católica» en el buen uso del
término.
3) La original obra de Casiodoro de Reyna
publicada en 1569, y conocida como «La Biblia del Oso» por la portada, contenía
los libros «deuterocanónicos» (exactamente lo mismo hay que decir de la
revisión realizada por Cipriano de Valera a la obra de Casiodoro de Reyna, y
publicada en 1602); sin bien esto no implica que Casiodoro de Reyna los
considerara como normativos para el cristianismo protestante. De todos modos se
hace evidente que éste no tenía respecto de dichos libros, los prejuicios que
tiene todavía una gran proporción del cristianismo protestante.
4) Una situación análoga a la ocurrida con la
serie Reina Valera respecto de los «deuterocanónicos», se dio en relación a la
contraparte inglesa de la «Reina Valera», la muy conocida y legendaria «The
King James Version» (que originalmente también incluyó los «deuterocanónicos»).
Es más, en la edición profesional de «Compubiblia» se tienen por separado, como
dos obras distintas, la versión canónica (The King James Version) y la sección
de los «deuterocanónicos», identificada como «The King James Version
Apocrypha».
5) No son los libros «deuterocanónicos» la
base ni el centro de las principales e históricas diferencias que separan el
«cristianismo católico» del «cristianismo protestante» (y viceversa). Después
de todo, un canon del Antiguo Testamento en común (de 39 libros) para todas las
comunidades de fe dentro del «cristianismo protestante» tampoco ha podido
generar o ser garante de ciertos consensos y de posturas comunes entre estas
(ya en la lectura, interpretación y aplicación del Antiguo Testamento, ya en la
forma en que estas interpretan y explican la relación entre los dos
testamentos, así como en lo concerniente a lo que se ha de considerar
estrictamente normativo, válido y vigente del Antiguo Testamento).
6) La distinción entre libros
“protocanónicos” (libros del canon hebreo) y “deuterocanónicos” (los libros
adicionales que incluyen las llamadas “Biblias católicas”), entra en escena y
es posterior (unos tres años, 1566) a la clausura del concilio de Trento
(1563).
7) Los tres grandes testigos, y principales
manuscritos de los que se sirve la ciencia de la crítica textual del Nuevo
Testamento griego, incluyen los deuterocanónicos, aunque la lista muestra
ligeras variantes de manuscrito a manuscrito.
El códice “Sinaítico” (del siglo IV de la era
cristiana), contiene los siguientes deuterocanónicos: Tobit, Judit, 1 y 2
Macabeos, Sabiduría, Sirac.
El códice “Vaticano” (del siglo IV de la era
cristiana), contiene los siguientes deuterocanónicos: Sirac, Judit, Tobit,
Baruc,
El códice “Alejandrino” (del siglo V de la
era cristiana), contiene los siguientes deuterocanónicos: Tobit, Judit, 1 y 2
Macabeos, Sirac.
En consecuencia, estos tres muy importantes
manuscritos no sólo nos sirven para evaluar el texto griego estandarizado
alrededor del siglo quinto de la era cristiana; también nos proporcionan la
irrefutable evidencia de la aceptación y valoración de los deuterocanónicos por
algunas comunidades cristianas de los primeros cinco siglos.
Estos tres manuscritos son de una calidad
incuestionable como testigos del texto griego más antiguo (más próximo al
original), y como testigos de que los deuterocanónicos tuvieron una notable
presencia y valoración en medio de las comunidades cristianas de los primeros
cinco siglos.
8) Es comprensible y aceptable hablar de
«Biblias protestantes» como aquellas versiones de la Biblia: 1) Que se originan
en ambientes dominado por el protestantismo, y con la participación decisiva
(probablemente exclusiva y única) de eruditos comprometidos con el cristianismo
protestante. 2) Que son versiones de la Biblia que, por un lado, tienen un
Antiguo Testamento conformado sólo por los 39 que integran el Tanaj o Biblia
hebrea; por otro lado, un Nuevo Testamento de 27 libros, para un total de sólo
66 libros que se consideran inspirados, autorizados y normativos. Claro está,
con relación al Nuevo Testamento no hay diferencia entre las «Biblias
católicas» y las «Biblias protestantes» en cuanto al número de libros que lo
conforman.
9) También es preciso hablar de las llamadas
«versiones de la Biblia interconfesionales».
En nuestro contexto, una versión de la Biblia
es “interconfesional” cuando el plan y proceso de producción y publicación ha
implicado la participación de eruditos y casas editoriales de por lo menos dos
confesiones cristianas distintas (principalmente de confesión católica y de
confesión protestante).
Para que una versión de la Biblia (parcial o
completa) sea interconfesional, el proyecto debe tener ese matiz como
característica esencial de la publicación en todo el sentido de la palabra,
pues implica que por lo menos las dos confesiones involucradas en el mismo
participan con iguales derechos en un contexto ecuménico y de respeto mutuo,
con todas sus naturales implicaciones.
10) Una llamada «Biblia católica» no es una
versión de la Biblia hecha con la expresa intención de legitimar la teología
católica, aunque no se puede negar la real posibilidad de que una versión de la
Biblia que se origine en el contexto del cristianismo católico lleve a cabo
algunas manipulaciones del texto bíblico, especialmente en la traducción de
algunos textos o pasajes de especial relevancia e interés para la teología
católica institucional.
11) Una llamada «Biblia protestante» no es
una versión de la Biblia hecha con la expresa intención de legitimar la
esencial teología del cristianismo protestante (no podemos dejar de lado la
notable diversidad y falta de consenso que muestra el cristianismo protestante
en muchos aspectos), aunque no se puede negar la real posibilidad de que una
versión de la Biblia que se origine en el contexto del cristianismo protestante
también lleve a cabo algunas manipulaciones del texto bíblico, especialmente en
la traducción de algunos textos o pasajes de especial relevancia e interés para
la esencial teología del cristianismo protestante.
12) No es aceptable ni legítimo hablar de
«Biblia católica» si con dicho calificativo se pretende hacer creer que es una
versión de la Biblia que permite la justificación del catolicismo sin más, como
sistema de pensamiento teológico y eclesial. Tampoco si se piensa que dicha
versión de la Biblia ha sido traducida y manipulada del todo, como para que
desde la misma, el catolicismo se muestre como un sistema teológicos coherente
y sistemáticamente bien explicado.
13) No es aceptable ni legítimo hablar de
«Biblia protestante» si con dicho calificativo se pretende hacer creer que es
una versión de la Biblia que permite la justificación del protestantismo sin
más, como sistema de pensamiento teológico y eclesial. Tampoco si se piensa que
dicha versión de la Biblia ha sido traducida y manipulada del todo, como para
que desde la misma, el protestantismo se muestre como un sistema teológico
coherente y sistemáticamente bien explicado.
14) Toda versión de la Biblia es perfectible
(ninguna versión de la Biblia es perfecta), sin importar el ámbito del que
venga, ya sea “católico” o “protestante”.
15) Toda versión de la Biblia debe ser vista
sin prejuicios ni en pro ni en contra. Será el estudio crítico, diligente, y
detenido, caso por caso, el que nos dirá y nos pondrá al tanto de las virtudes,
desaciertos y posibles manipulaciones que se le puedan atribuir a una
determinada versión de la Biblia.
¡Hasta la próxima!
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