Estudiar la Biblia con base en textos traducidos, tiene sus límites
El estudio académico y científico de la Biblia es plurilingüístico
Héctor B. Olea C.
“A la hora de un estudio literario, lo ideal sería poder visualizar en cada caso el texto en su idioma original, es decir, en hebreo o en arameo para el AT y en griego para el NT. Quien no conoce estas lenguas debe ser consciente de sus límites”. José Pedro Tosaus Abadía, en su obra “La Biblia como literatura”, publicada por Verbo Divino, página 197, año 1996. Adaptada y brevemente modificada aquí por mí.
Pero, ¿en qué consiste la modificación que le he hecho a la afirmación de Tosaus Abadía? En verdad pienso que mis lectores tienen derecho a saber cuál y en qué ha consistido la modificaciónque le he hecho a la expresión original del destacado autor mencionado.
Pues bien, la expresión original de José Pedro Tosaus Abadía es: “A la hora de un estudio literario, lo ideal sería poder visualizar en cada caso el texto original, es decir, el hebreo o el arameo para el AT y el griego para el NT. Quien no conoce estas lenguas debe ser consciente de sus límites”.
Ahora bien, como en términos estrictos no disponemos de los textos originales de ninguna sección de la Biblia, por pequeña que esta sea, y porque tal afirmación se presta a demasiadas confusiones; pienso que es más verosímil y preciso hablar de “textos en su idioma original”, “textos en sus idiomas originales”. En consecuencia, a diferencia de José Pedro, aunque a partir de su acertada afirmación, concluyo y hablo de “los textos en hebreo o en arameo para el AT, y en griego para el NT”.
Los límites del estudio bíblico basado estrictamente en textos bíblicos traducidos, consisten, básicamente, en que el lector no puede percibir por sí mismo algunos matices peculiares que pueden tener los textos en su idioma original; matices y posibilidades de interpretación que muchas veces se pierden y no son comunicadas adecuadamente por la traducción (ya sea en el texto mismo, o por la falta de alguna nota al pie o al margen, que ponga al tanto a la persona lectora de la que se entiende mejor lectura de un texto, o que por lo menos dé cuenta de las posibles formas de entender un texto, a la luz de las características que muestra dicho texto en su idioma original).
Finalmente, el estudio científico de la Biblia es plurilingüístico, en primer lugar, por los distintos idiomas en que originalmente se escribieron los textos bíblicos; y en segundo lugar, por los idiomas en que primariamente se comenzaron a traducir esos mismos textos, mucho siglos antes de que la Biblia viniera a ser lo que es en la actualidad (principalmente a partir de la concepción cristiana de la Biblia, que tiene como referencia el concilio de Cartago del año 397 d.C.).
Con esto creo que le hago honor al proverbio que dice: “Ser justos, es lo primero, si queremos y aspiramos a ser felices”.
Como ha es sabido, la metáfora involucra una comparación implícita, e implica una forma de hablar de algo o alguien (por ejemplo, Dios) en una forma una forma un tanto tentativa, ya que, respecto de ciertas realidades, no disponemos de otra. Esto así, sin dejar de tomar en cuenta la sospecha de que el lenguaje es esencialmente metafórico.
Ahora bien, nos es preciso admitir que existen unas metáforas más adecuadas que otras, según las ideas que se asocien y se deseen comunicar con la metáfora en algunos contextos específicos.
En este artículo queremos analizar dos metáforas que se emplean con alguna frecuencia en el ámbito evangélico de la República Dominicana, en ciertos contextos específicos, y que nos parecen un tanto inadecuadas (¿desacertadas?).
El primer caso de los dos que vamos analizar, tiene que ver con la forma de hablar de Cristo como “Mi novio” o “Mi esposo.”
El segundo tiene que ver con la forma de hablar de Cristo como “Mi candidato”.
Comencemos, pues, nuestra tarea.
Cristo como “Mi novio” o “Mi esposo”
En el Nuevo Testamento, específicamente en el Apocalipsis, encontramos la metáfora que hace referencia a la relación entre Cristo y la iglesia, como una relación de pareja. En este contexto se supone que Cristo es “el novio” o “el esposo; y la iglesia, la comunidad de creyentes en Cristo, es “la novia” o “esposa”.
A pesar de lo dicho, lo cierto es que nunca los textos bíblicos identifican a Cristo como “el novio” o “el esposo”, a diferencia de la comunidad de creyentes, a la cual de manera directa se la describe como “la esposa”, aunque nunca como “la novia”.
Consideremos los siguientes textos:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19.7 y 8)
“Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero” (Apocalipsis 21.9)
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 21.17; compárese 2 Corintios 11.2)
Un pasaje que por las distintas interpretaciones que se han propuesto y que compiten con relación a él, y que por tal razón hemos decidido aislarlo y tratarlo por separado, es Apocalipsis 21.2, que dice:
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.”
Ahora bien, aunque en este pasaje hay más bien un símil (una comparación directa o explícita), lo cierto es que también Apocalipsis 21.2 apela a la relación de pareja conyugal cuando habla de la forma en que la “Nueva Jerusalén” está arreglada, adornada y decorada.
Con respecto a las distintas interpretaciones de la “Nueva Jerusalén”, consideramos oportunas las palabras de Ariel Álvarez Valdés: “Para algunos comentaristas, la nueva Jerusalén es una ciudad real (literal). Para otros, se trata de un símbolo de la comunidad cristiana. Un tercer grupo propone otras opciones. Yo creo que la alta carga simbólica que el autor emplea para describir los detalles de la ciudad (21.9-27) aconseja tomarla en sentido simbólico. El autor del Apocalipsis, pues, se refiere aquí al pueblo de Dios, es este caso a los santos o fieles que integran la comunidad cristiana” («La nueva Jerusalén, ¿ciudad celeste o ciudad terrestre?», Estudio exegético y teológico de Apocalipsis 21.1-8, Verbo Divino, página 77).
Como muestran los textos bíblicos citados, es claro que la Biblia misma es la primera que emplea la metáfora de la iglesia como “esposa de su salvador”; sin embargo, lo que no es lo mismo es afirmar que “Cristo es el esposo de las hermanas cristianas que por algún tiempo, o de manera definitiva deciden no elegir a un varón como esposo y pareja sentimental y conyugal.
Lo interesante es que conocemos casos de muchas hermanas que cuando se ven cuestionadas sobre la posibilidad de contraer matrimonio, salen de paso (queriendo demostrar que no tienen ningún interés por una vida sexual activa o sencillamente reactivarla), diciendo “Yo me casé con Cristo”.
Lo curioso es que en muchos casos, como al pasar el tiempo en realidad Jesús no le resuelve su problema de pareja (ya que en realidad nunca fue su esposo, y nunca se casó con ella); resulta que la hermana decide casarse o simplemente decide activar su vida sentimental y sexual de una manera un tanto irregular.
Ciertamente es bíblico y adecuado hablar de la comunidad cristiana como “la esposa del Cordero”; lo que no parece adecuado es que hermana cristiana alguna pretenda ocultar sus reales intereses por la vida conyugal y sexual, asumiendo a Cristo como “su esposo”, diciendo que se casó con él.
En realidad, toda mujer miembro de la comunidad cristiana puede describir y hablar de Jesús como su salvador, pero no como su pareja y cónyuge. Ciertamente Jesús es el salvador de toda mujer que forma parte de la comunidad de fe, pero Jesús no se casa con ninguna. El aspecto de la vida conyugal de una hermana en la fe, no es un asunto de aquél que es su salvador; es más bien un asunto para lo cual habrá de ser útil un hermano que, al igual que ella, también ha sido salvado por Jesucristo.
Si una hermana no desea casarse (en caso de que nunca haya formalizado una vida conyugal), así como una hermana no desea reactivar su vida sexual y conyugal; que no manipule el nombre y la figura de Jesús. En verdad ella tiene todo el derecho de asumir en este sentido la opción que considere más conveniente.
Por otro lado, la hermana que desea ocultar y no poner al descubierto sus reales intenciones de formar un matrimonio y tener una vida sexual activa, que tampoco manipule el nombre y la figura de Jesús.
La hermana que se sienta ubicada en cualquiera de estos dos casos, sencillamente no debe olvidar que Jesús es su salvador; no su esposo, pues nunca lo ha sido, nunca lo será, y jamás ha prometido serlo.
La hermana que ha enviudado relativamente joven, así como la hermana que a pesar de la edad desea formar matrimonio; creo que le vendría bien tomar en serio la orientación del autor de 1 Timoteo cuando dice: “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia” (1 Timoteo 5.14; compárese 1 Timoteo 5.9 y 11).
La verdadera opción para la hermana que no desea quedarse sola, no es pretender casarse con Cristo; sino casarse con un hermano al que también Jesucristo haya salvado.
Cristo como “Mi candidato” (“Cristo es mi candidato”)
Sobre las elecciones de mayo próximo y las candidaturas que proceden de la comunidad evangélica.
El segundo caso que analizaremos en este artículo tiene que ver con la identificación de Jesús como “Mi candidato”, en el contexto de los procesos de campañas políticas y elecciones de autoridades gubernamentales, en el marco de nuestra imperfecta democracia representativa.
Aunque en la República Dominicana sea difícil de creer, no descartamos que haya personas que a las que la actividad política partidista no le resulte llamativa, ni le genere interés alguno (ya sea porque nunca les ha resultado interesante, o porque sencillamente se sientan frustradas con sus resultados). De todos modos, lo cierto es que hay muchas personas que pretender ocultar su verdadero y real interés por la actividad política partidista, su real y efectiva preferencia electoral, así como su activismo político por algún o algunos candidatos, proclamando y diciendo que: “Mi candidato es Jesucristo” o “Jesucristo es mi candidato”, “Yo voto por Jesucristo”.
Ahora bien, ya sea en el caso de las personas que en realidad la actividad política partidista no les llama la atención (o que se sienten decepcionadas por ésta), ya sea en el caso de las personas en verdad están interesadas, pero que simulan cierto desinterés por la actividad política partidista; lo cierto es que el empleo de la expresión “Jesús es mi candidato” (yo voto por Jesús) no resulta adecuada ni convincente.
En primer lugar, porque en realidad Jesús nunca ha estado ni estará en la boleta electoral de ningún partido, ni como candidato independiente, en proceso electoral alguno.
En segundo lugar, porque no parece que Jesús esté dispuesto a parecer en la boleta de oferta electoral y partidista alguna, ni en la República Dominicana ni en ningún otro país del mundo.
Si una persona no desea votar, que no vote, pero que no use el nombre y la figura de Jesús para fundamentar su postura. Llama la atención el que personas que han proclamado que Jesús es su candidato, luego ni siquiera van a votar. ¿Se quedó Jesús esperando su voto? ¿Cómo, pues, habrá de ganar su candidato, si ellos no van a votar? ¿Para qué le hacen campaña, si al final no van a votar por él?
Si una persona está seriamente interesada en la actividad política partidista, aunque no desea comunicarla abiertamente (aun cuando está decidida a expresar su preferencia con su voto en las urnas, y hasta trabajar activamente por un determinado candidato); que tampoco use el nombre y la figura de Jesús para ocultar su verdadero interés por la actividad política partidista.
A pesar de la manipulación a la que es sometida el nombre y la figura de Jesús, en realidad Jesús nunca ha sido candidato en elecciones alguna en la República Dominicana y, sin duda, en ningún otro país del mundo. Obviamente, Jesús tampoco será candidato en las próximas elecciones dominicanas del 20 de mayo del año 2012.
Conclusión:
Jesús no ha sido, ni será, ni ha prometido ser “el esposo” de las hermanas que forman parte de las comunidades cristianas que no desean quedarse solas, o de las que sí pretenden hacerlo. Sencillamente Jesús es su salvador. El autor de 1 Timoteo reafirma el derecho que tienen las hermanas que siguen a Cristo, de buscar como pareja a un varón que igualmente confiesa su fe en el mismo Cristo.
Jesús no es mi candidato, porque sencillamente no está en campaña política (aunque muchos líderes e iglesias cristianas sí); Jesús no es mi candidato, pues tampoco se le ha visto ni se le verá en la boleta de oferta electoral alguna, ni aquí, ni en ninguna otra parte.
En contexto de las
iglesias principalmente de tradición pentecostal, por años se viene cantando un
canto popular (el cual forma parte de un tipo de canción o alabanza que en el
contexto de la República Dominicana generalmente se les llama “coro”) que dice: «Vendrá
el enemigo como río, como río vendrá el enemigo, pero Jehová levanta su
bandera, oh Israel levanta tu bandera…»
El referido canto
popular se basa en la forma que se lee el texto de Isaías 59.19 en la versión
Reina Valera 1960, cito: “Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y
desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas
el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”
Ahora bien, la
Reina Valera 1960 no hace más que reproducir la traducción que ya había hecho
su antecesora, la revisión de 1909 de la misma serie Reina Valera. A
continuación el texto de Isaías 59.19 en la revisión de 1909:
“Y temerán desde
el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria:
porque vendrá el enemigo como río, mas el espíritu de Jehová
levantará bandera contra él”
No obstante, a
partir de la Reina Valera 1995 se nota un cambio interesante en la traducción
de nuestro pasaje en cuestión, a saber:
“Y temerán desde
el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol, su gloria,
porque él vendrá como un río encajonado, impelido por el soplo de Jehová”
Ante este cambio,
es lógico que nos preguntemos por dónde va el texto hebreo, y cuál versión se
ajusta más al mismo.
Una personal
lectura y revisión del texto hebreo, me permite emitir la siguiente traducción
de Isaías 59.19:
“Temerán el nombre
del Señor desde occidente, y desde oriente su gloria, porque él vendrá como río
(a semejanza de) impetuoso, impulsado por el espíritu del Señor”
La Septuaginta: “Y
temerán los de occidente el nombre del Señor, y los de donde sale el sol
(oriente) el nombre glorioso; porque la ira de parte del Señor vendrá con
furia, como un río violento” (mi propia traducción).
Y Jünemann tradujo:
“Y temerán los de occidente el nombre del Señor, y los del oriente del sol el
nombre, el glorioso; pues llegará, como río violento la ira desde el Señor;
llegará con furor.”
Como se ve por la
traducción que he hecho del texto hebreo de Isaías 59.19, y del texto griego de
la Septuaginta, es claro que la traducción que se lee en la Reina
Valera 1909 y 1960
no es acertada.
De todos modos
cabe preguntarse: ¿hay en el texto hebreo de Isaías 59.19 algunos elementos que
en cierta forma expliquen la traducción que se lee en la Reina Valera 1909 y
1960? ¿Es posible que la traducción que hicieron la Reina Valera 1909 y 1960 de
Isaías 59.19 sea el producto de algún problema en el texto hebreo que se
explique a la luz de la Crítica textual? ¿Es posible que sea el resultado de
una desacertada lectura e interpretación de un texto hebreo que no muestra
problema textual alguno?
Ciertamente, al
considerar el texto hebreo de Isaías 59.19 no se observa problema textual
alguno que, de acuerdo a la Crítica textual, pudiera ser el resultado de la
existencia de una lectura distinta en algún o algunos manuscritos de la llamada
Biblia hebrea o AT (más bien, el Tanaj). Este hecho es confirmado por la
clásica traducción griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta (véase más arriba
la traducción que hice de Isaías 59.19 según el texto griego de ésta).
Otro factor a
tomarse en cuenta es que ninguna de las versiones que voy a mencionar más
adelante, incluye una nota u observación que afirme que algún manuscrito tiene
o refleja una lectura alternativa y distinta a la que actualmente se lee en el
texto masorético. ¿Por qué? Porque sencillamente no la hay.
Por otro lado, sí
hay en el texto hebreo de Isaías 59.19 dos elementos básicos que explican como
una inadecuada lectura e interpretación, la traducción que se lee de dicho
pasaje en la Reina Valera 1909 y 1960.
El primer elemento
es la palabra hebrea “tsar”. La palabra “tsar”, según el «Diccionario
bíblico hebreo-español» de Luís Alonso Schokel, y el «Diccionario de
Hebreo Bíblico» de Moisés Chávez, tiene tres acepciones:
Como se puede
observar, es claro que la Reina Valera 1909 y 1960 optaron por traducir de
acuerdo a la segunda acepción de la palabra “tsar”, a pesar de que no es la que
procede, de que no es la mejor opción según el contexto. Ahora bien, la Reina
Valera 1909 y 1960 no están solas, pues la Biblia Peshitta en español, que
también optó por el camino de las revisiones mencionadas, traduce “el opresor
vendrá como río”
Además, otro hecho
que no tomaron en cuenta los revisores de las versiones en cuestión, es que la
palabra “tsar” también se usa como adjetivo (que es el uso más probable aquí.
Este uso adjetival de “tsar”, acompañando al sustantivo “río”, o sea, “nahár”
(“najár”), explica mi traducción “como río impetuoso” (así
también la Sagrada Biblia, traducción de la Vulgata Latina).
Así se explican,
además, las siguientes traducciones:
“torrente
impetuoso” (traducción del Tanaj de Diego Ascunce, la
Biblia de las Américas, Santa Biblia, revisión de la Reina Valera 1977); “río
encajonado” (Reina Valera 1995, Reina Valera Actualizada 2006); “torrente
encajonado” (Biblia del peregrino, Biblia de Jerusalén
Latinoamericana, Biblia de Jerusalén, Sagrada Biblia Cantera-Iglesias, Nueva
Biblia Española); “torrente caudaloso” (Nueva Versión
Internacional); “río desbordado” (Santa Biblia, la palabra de
Dios para todos, Biblia en lenguaje actual); “río angustioso” (Traducción
del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras); “tempestuosa marea” (Biblia
abundante, Nueva Traducción Viviente); “como una inundación” (La
Biblia hebreo-español, dos tomos, por Moisés Katznelson); “como un río
crecido” (versión popular Dios Habla Hoy).
Otro factor a
considerar es que la palabra hebrea común y más usada para “enemigo”,
“adversario”, “contrario”, etc., “oyéb” no se la encuentra en Isaías 59.19.
Tampoco tiene la Septuaginta aquí, la palabra con la cual traduce por lo
general a “oyéb”, o sea, “ejthrós”.
Con esto no quiero
que algunas personas piensen que estoy negando que en algunos casos “tsar” sea
un verdadero sinónimo de “oyéb”. No, no es mi enfoque. Simplemente afirmo que
no es “tsar” la palabra usual para señalar a un “adversario” o “enemigo”;
además de que a diferencia de “oyéb”, “tsar” tiene otras dos acepciones que se
deben tomar en cuenta, no siendo “enemigo” o “adversario” precisamente su
acepción primaria.
El segundo
elemento a considerar es la palabra hebrea que la Reina Valera 1909 y 1960 han
traducido como “bandera”.
Hay en el hebreo
bíblico una palabra usual para “bandera” o “estandarte”, y esta es “déguel”;
sin embargo, resulta que ésta no está presente en el texto hebreo de Isaías
59.19.
Según la «Concordancia
Strong aplicada a la Reina Valera 1960» (publicada por Editorial CARIBE),
la palabra que se traduce “bandera” en Isaías 59.19 es la palabra hebrea “nus”.
Pero, ¿qué opinión
merece esta afirmación? En primer lugar, diré que la expresión traducida
“bandera” por la Reina Valera 1909 y 1960, es “nosesáh”. Es pues, “nosesáh” una
forma verbal del verbo “nus” cuyo significado básico es “desplazamiento en el
espacio, de un lugar a otro” («Diccionario hebreo-español», de Schokel).
Lo interesante es
que la forma en que se encuentra el verbo “nus” en Isaías 59.19 tiene un
sentido causativo, que es lo que explica, en lugar de “el Espíritu de
Jehová levantará bandera contra él” (Reina Valera 1909 y 1960), las
siguientes traducciones: “impulsado por el espíritu del Señor” (en
mi traducción personal); “impelido por el soplo de Jehová” (Reina
Valera 1995); “el cual impele el soplo del Señor” (Reina
Valera Actualizada 2006); “empujada por el aliento del Eterno” (Biblia
hebreo-español, dos tomos, por Moisés Katznelson); “que el viento del
Señor impele” (La Biblia de las Américas); “impelido del
espíritu del Señor” (La Sagrada Biblia, traducida de la Vulgata
Latina); “empujado por un fuerte viento” (La Biblia en
lenguaje actual); “movido por un viento poderoso” (versión
popular Dios Habla Hoy); “impulsado por el aliento del Señor” (Biblia
vida abundante, Nueva Traducción Viviente); “que el mismísimo espíritu
de Jehová ha impelido” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras); “traído por el viento del Señor” (Santa Biblia,
la Palabra de Dios para todos);
“impulsado
por el soplo del Señor” (Nueva Versión
Internacional); “empujado por el soplo de Jehová” (Santa
Biblia, revisión de la Reina Valera 1977); “empujado por el soplo del
Señor” (Biblia del peregrino); “al cual impulsa el soplo de
Yahveh” (Sagrada Biblia Cantera-Iglesias); “contra el que
irrumpe con fuerza el soplo de Yahvé” (Biblia de Jerusalén
Latinoamericana); “impulsado por el soplo de Yahvé” (Biblia de
Jerusalén); “empujado por el aliento del Señor” (Nueva Biblia
Española); “impulsado por el Ruaj de YAHWEH”
(traducción del Tanaj por Diego Ascunce).
Finalmente, un
esquema de Isaías 59 que también pone bajo cuestionamiento la traducción de la
Reina Valera 1909, la 1960, y la Biblia Peshitta en español, lo encontramos en
la obra «Profetas, comentario», dos tomos, de Luís Alonso Schokel y José
Luís Sicre, publicada por Ediciones Cristiandad:
Liturgia
penitencial (versículos 1-8)
Confesión del
pecado (versículos 9-15)
Interviene el
Señor (versículos 16-20)
Oráculo de
salvación (versículo 21); (tomo I, páginas 359-360)
Conclusión: Con base en
el análisis del texto hebreo y griego, más la consulta de un buen número representativo
de versiones de la Biblia, podemos decir que las bases textuales sobre las que
se sustenta el canto popular “¡Vendrá el enemigo como río!, al cual hicimos
referencia al inicio de este artículo, son seriamente cuestionables.
Pienso que este análisis
pone de manifiesto la responsabilidad que puede tener una determinada versión
de la Biblia en el desarrollo y persistencia de ciertos conceptos y postulados
teológicos, así como en la legitimación y consolidación de ciertas lecturas,
concepciones y prácticas cristianas.
Ahora bien,
¿sugiero la prohibición del canto popular en cuestión? No. En primer lugar,
porque no tengo esa potestad, y no creo que alguien la tenga; y porque no
pienso que sea recomendable, práctico y funcional. En segundo lugar, porque
conozco bien la cultura y el folklore evangélico de la República Dominicana.
Lo que propongo es
más bien que vayamos haciendo conciencia respecto de la dependencia que tiene
ese canto popular (coro) de una inadecuada lectura e interpretación del texto
hebreo, aunque reflejada en una versión de la Biblia, muy popular por cierto y
erróneamente considerada por muchas personas como «la Biblia original».
Pienso que también
sería recomendable que se empleen otras versiones de la Biblia para explicarle
a nuestra gente la inadecuada traducción que refleja la Reina Valera 1909,
1960, y la Biblia Peshitta en Español. Claro está, esto también implica
hacerles conocer mejor la verdadera historia de la Biblia.
En verdad creo que
una traducción como la que personalmente he hecho de Isaías 59.19, así como la
que se lee en la versión popular Dios Habla Hoy (“Todo el mundo, desde oriente
hasta occidente, respetará al Señor, al ver su majestad, porque él vendrá como
un río crecido movido por un viento poderoso”); invitan a pensar que en la
medida que nuestra gente común (no especializada) de la iglesia (no sin cierta
resistencia) vaya conociendo un poco más de la real historia de la Biblia y de
otras opciones textuales, es probable que estemos iniciando un proceso de autocrítica
que, finalmente, concluya con la moderación, modificación y eliminación de
ciertas ideas y concepciones teológicas. Ideas y conceptos conservados en
ciertas prédicas, sermones, libros, incluso canciones que, aun cuando no tienen
un adecuado fundamento, obtienen su apoyo en algunas muy populares versiones de
la Biblia.
Estoy plenamente
convencido de que ante el cuestionamiento de la base textual del referido canto
popular (que la explica, le da razón de ser, y la legitima), haya gente que se
refugie en los efectos que en la práctica se involucran con la “unción” que se
siente al cantar dicha canción. Supongo que no será tan fácil el aceptar que
una canción (así como ciertas prédicas, etc.) que nos ha provocado tantos
bellos recuerdos litúrgicos, tantas buenas emociones y expresiones de fe en
comunidad, carezca de fundamento. De todos modos, lo cierto es que la
traducción de Isaías 59.19 en la Reina Valera 1909, 1960 y la Biblia Peshitta
en español, se basa no en la existencia de una variante textual que la
explique, sino en una desacertada lectura, interpretación y traducción bíblica.
Pienso que se hace
necesario el seguir insistiendo y creando conciencia respecto de la
responsabilidad de muchos equipos de traductores y comités editoriales de la
reproducción de la Biblia, en el desarrollo y persistencia de muchas
situaciones (ideas, concepciones y prácticas) que han venido a complicarle el trabajo
a los exégetas, teólogos y educadores cristianos, incluso a la común feligresía
como tal.