El tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14 y Levítico
1.1
Nociones no tan elementales de hebreo clásico
(bíblico)
Héctor B. Olea C.
En un artículo anterior afirmé que en muchos casos la apelación al texto bíblico en su lengua original es defectuosa y cuestionable.
Ahora bien, puede ser defectuosa o cuestionable, por tener la persona una información muy elemental o incompleta de la lengua bíblica de que se trate.
Pero también, en segundo lugar, porque la persona que apela al texto en la lengua bíblica, está más interesada en proporcionar argumentos a favor de un determinado dogma teológico, que por establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su lengua original.
Y, en tercer lugar, porque la persona que apela al texto en la lengua bíblica, está más interesada en argumentar en contra de un determinado dogma teológico, que por establecer lo que en realidad dice el texto bíblico en su lengua original.
El tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14
Pienso que para establecer con propiedad el tiempo del verbo «llamar» en Isaías 7.14, necesito proporcionar algunas nociones básicas (tal vez no tan básicas), del sistema verbal del hebreo clásico o bíblico.
En tal sentido, diré que el sistema verbal hebreo expresa la cualidad de la acción verbal mediante siete conjugaciones verbales principales llamadas «binyaním» («edificios», «construcciones»).
La conjugación «qal», la conjugación básica, y seis conjugaciones más, cuyo nombre se sustenta en la morfología de la tercera persona masculina singular del estado perfecto del verbo «paál» (hacer, obrar) en dichas conjugaciones: «nifál» «piel», «pual», «jifíl», «jofál», y «jitpaél».
Las dos columnas del sistema verbal del hebreo clásico (bíblico)
El sistema verbal hebreo descansa o se sustenta, en cada una de las siete conjugaciones o construcciones mencionadas, en dos formas o estados del verbo: el «estado perfecto» (o «qatál») y el «estado imperfecto» (o «yiqtól»).
Consecuentemente, habrá un «perfecto qal», como un «imperfecto qal», un «perfecto nifál», y un «imperfecto nifál», y así sucesivamente con el resto de las mencionadas conjugaciones.
El valor temporal de las formas verbales en el hebreo clásico (bíblico)
A
diferencia del sistema verbal del español en el cual, por lo general, sobresale
el valor temporal, o sea, el tiempo en que se supone que ocurre la acción
verbal; en el sistema verbal del hebreo clásico sobresale más bien el valor
aspectual, o sea, la forma en que se concibe la acción verbal, si realizada o
por realizar, si en desarrollo o puntual, repetida, etc.
Consecuentemente, el tiempo en que se supone que tiene lugar la acción verbal, en el que se desarrolla la acción verbal, se establece más bien por el contexto.
El tal sentido, Enrique Farfán Navarro, plantea:
“El perfecto expresa una acción terminada, un hecho ocurrido; corresponde a nuestro perfecto, pluscuamperfecto, imperfecto, presente (sobre todo, en los verbos estativos) y hasta al futuro (que así se indica certísimo).
El imperfecto expresa una acción por realizar o por terminar, un hecho futuro; corresponde sobre todo a nuestro futuro; pero también, a nuestro presente (si se considera que la acción suele repetirse) e imperfecto (si se considera el proceso, la duración de la acción); incluye a menudo las nociones de «poder o querer hacer algo».
Ambos tipos de acción (la del perfecto y la del imperfecto) pueden tener lugar, por tanto, en el pasado, en el presente o en el futuro. El contexto determina el tiempo de la acción” («Gramática elemental del hebreo bíblico», Verbo Divino, 2001, página 52).
Por eso, a diferencia de lo que ocurre en el hebreo moderno, no tiene el hebreo cásico o bíblico, un paradigma como tal para el llamado «tiempo presente».
Por supuesto, el paradigma del tiempo presente en el hebreo moderno, se sustenta en una forma realmente atemporal del verbo hebreo (presente ya en la Biblia Hebrea misma): el participio activo, más los pronombres personales independientes (que funcionan como sujeto, jamás como objeto).
Formas verbales «conversivas» o «inversas»
Si bien en el verbo hebreo sobresale más bien el valor aspectual que el valor temporal, por lo general, y fuera de contexto, es común traducir el «perfecto» o «qatál» hebreo con el «pretérito perfecto simple» del español (llamado también pretérito indefinido: yo trabajé, tú estudiaste, etc.).
Y por lo general, igualmente fuera de contexto, es común traducir el «imperfecto» o «yiqtól» hebreo con el «futuro» del español (yo trabajaré, tú estudiarás, etc.).
En todo caso, el hebreo clásico (como el fenicio, el moabita y el ugarítico), en el marco de dos principales secuencias narrativas, tiene dos formas del verbo que se usan con el valor de su contraparte: el «veqatál» (o «veqataltí») o «perfecto inverso» o «conversivo» (con el valor del «imperfecto» o «yiqtól»), y el «vayyiqtól», «imperfecto inverso» o «conversivo» (con el valor del «perfecto» o «qatál»).
Ahora bien, se caracterizan estas dos formas verbales «inversas» o «conversivas» del sistema verbal hebreo, por el empleo (como prefijo) de la conjunción copulativa «ve» (y), pero con una función especial (no simplemente copulativa), que señala el valor inverso o invertido de la forma verbal.
En otras palabras, prefijada con la conjunción «ve» conversiva, una forma verbal del «perfecto» o «qatál», se transforma en una forma «veqatál» o «veqataltí» (un «perfecto inverso» o «conversivo», con el valor del «yiqtól»: «y yo trabajaré»).
Y prefijada con la conjunción «ve» conversiva, una forma verbal del «imperfecto» o «yiqtól», se transforma en una forma «vayyiqtól» (un «imperfecto inverso» o «conversivo», con el valor del «perfecto» o «qatál»: «y yo trabajé»).
La vocalización especial de la conjunción «ve» conversiva prefijada a una forma verbal del «imperfecto» o «yiqtól»
Mientras que prefijada a una forma verbal del «perfecto» o «qatál», la conjunción «ve» conversiva está puntuada o vocalizada de forma regular (por eso dicha forma es llamada «veqatál» o «veqataltí»), como cuando funciona como conjunción copulativa («y»), hecho que ha llevado algunos a confundirla con la simple función copulativa de la conjunción «ve» («y»).
Sin embargo, prefijada a una forma del «imperfecto» o «yiqtól», tiene una vocalización especial, o sea, siempre con una vocal de tipo «a», y además le impone al prefijo del «yiqtól» un punto «daguésh fuerte» (punto que duplica la consonante o prefijo del «yiqtól», a excepción del prefijo de la primera persona común singular, que no lo soporta), por eso dicha forma es llamada «vayyiqtól».
La forma verbo del verbo «llamar» en Isaías 7.14
Toda persona que tenga un conocimiento mucho más que elemental, no tan elemental del hebreo clásico o bíblico, ha de estar al tanto de que la forma verbal hebrea presente en Isaías 7.14, «veqarát» (o la forma esperada «veqareá») es una forma «veqatál» o «veqataltí», un «perfecto inverso» o «conversivo», o sea, un «perfecto» o «qatál» con el valor del «imperfecto» o «yiqtól»: «y tú (de género femenino) llamarás»; «y ella llamará».
Consecuentemente, las traducciones griegas «kai kaléseis» (y tú llamarás) y «kai kalései» (y ella llamará), empleando el tiempo futuro del modo indicativo griego, son traducciones indiscutiblemente acertadas de la forma «veqatál» o «veqataltí» («perfecto inverso» o «conversivo»), en Isaías 7.14.
El nombre hebreo del libro de Levítico, una forma «vayyiqtól» del verbo qará
El nombre hebreo de libro de Levítico, la primera palabra del libro, consiste precisamente en una forma «vayyiqtól» (un «imperfecto inverso» o «conversivo») de la tercera persona masculina singular del mismo verbo «qará» que aparece en Isaías 7.14: «vayiqrá» (y llamó).
Por cierto, la traducción griega que exhibe la Septuaginta «kai anekálesen» (y llamó; un aoristo primero, modo indicativo, voz activa, tercera persona del singular, del verbo «kaléo»: yo llamo), es una traducción indiscutiblemente acertada de la forma «vayiqrá» («imperfecto inverso» o «conversivo»).
En resumen, al margen de si la persona concuerda o no con el dogma del nacimiento virginal, si concuerda o no con la apelación de los evangelistas Mateo (Mateo 1.23) y Lucas (1.17) a la versión griega de Isaías 7.14 (que sí empleó la palabra «virgen», o sea, «parzénos», «parthénos»); pienso que no debería ser un problema el admitir que, indiscutiblemente, la forma verbal presente en Isaías 7.14 es una forma verbal «veqatál» o «veqataltí» (un «perfecto inverso» o «conversivo» con el valor de un «yiqtól» o «imperfecto», o futuro).
Por lo que, consecuentemente, la traducción que hizo la Septuaginta de la forma verbal presente en Isaías 7.14, es indiscutiblemente acertada, como también lo fue al traducir la forma «vayyiqtól» que da el nombre al libro de Levítico en hebreo.
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