La palabra "tierra" en Génesis 1.1 y 2, cuestiones de morfología y sintaxis

Los nombres o sustantivos y su función en la frase u oración

Cuestiones de lingüística (morfología y sintaxis), exégesis y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

En las lenguas bíblicas como en castellano, existen dos grandes tipos de palabras: los nombres o sustantivos, y los verbos.

Luego, si bien el verbo es el núcleo de todo predicado (sintagma verbal predicado), el nombre o sustantivo es el núcleo del sujeto (sintagma nominal sujeto: María fue al cine).

Además, el nombre o sustantivo puede desempeñar las funciones (categorías funcionales o morfosintácticas) de atributo (María es profesora), de modificador indirecto (barco de madera), del vocativo (María, ven rápido), de aposición (María, la profesora, está aquí), de objeto directo (yo vi a María), de objeto indirecto (Le compré un libro a María), complemento circunstancial de compañía (fui al cine con María), complemento circunstancial indirecto de tiempo (María hace ejercicios en la mañana), complemento circunstancial indirecto de lugar (María hace ejercicios en el parque), complemento circunstancial directo de lugar (María está aquí).

Luego, en lo que respecta al griego, el nombre o sustantivo sufre cambios en su terminación (después de la raíz, base, radical, o lexema) para indicar el caso (forma que adopta el nombre y el adjetivo: «declinación o flexión nominal») para señalar la función o categoría morfosintáctica que desempeña en la frase u oración.

Pero el hebreo, al margen de algunos cambios que sufre el nombre o sustantivo para indicar el estado constructo, al pasar del singular al plural, al recibir los sufijos pronominales, al añadírsele el artículo definido o determinado; en todo caso, en realidad, no existe en el hebreo una declinación flexiva propiamente hablando, sino más bien una «declinación preposicional».

Consiste la «declinación preposicional» en que es mediante preposiciones o partículas que se señala el caso y la función que desempeña el nombre en la frase u ración, y no mediante cambios en la desinencia o terminación, por supuesto, después de la base, raíz, radical o lexema.

En tal sentido, para ilustrar un poco mejor las diferencias entre la «declinación flexiva» (del griego y el latín) y la «declinación preposicional» del hebreo y el castellano; vamos a analizar el uso y morfología de la palabra «tierra» (nombre o sustantivo) en Génesis 1.1 y 2.

Pues bien, en Génesis 1.1 la palabra «tierra» (con la palabra «shamáyim», «shamáim»: cielo) es objeto directo del verbo «bará» (creó).

Pero en Génesis 1.2 la misma palabra «tierra» es sujeto, no objeto directo. Sin embargo, observamos que la morfología o forma de la palabra «tierra» en ambos casos es la misma: «arets».

Por supuesto, la forma «arets» no es la forma que encontramos en el diccionario, léxico o vocabulario, o sea, no es la forma léxica o básica de la palabra (no es su «estado absoluto»).

Sin embargo, el cambio de «erets» (forma léxica, básica, estado absoluto) a «arets» no obedece al cambio de categoría funcional (objeto directo en Génesis 1.1, pero sujeto en Génesis 1.2); sino porque en ambos casos está acompañada del articulo definido o determinado y como prefijo.

En otras palabras, «arets» es la morfología del nombre sustantivo hebreo «tierra» cuando se le añade el artículo determinado o definido, y no precisamente cuando cambia de categoría funcional o morfosintáctica.  

Luego, en lo que respecta al español o castellano, es demasiado evidente que a pesar de no estar desempeñando la misma categoría funcional o morfosintáctica, en ambos casos, como objeto directo (en Génesis 1.1) y como sujeto (en Génesis 1.2), la forma o morfología de la palabra «tierra» es la misma.

Por supuesto, la morfología de la palabra castellana «tierra» es la misma en ambos casos, independientemente de si aparece acompañada o no del artículo definido o determinado (una tierra, cierta tierra, alguna tierra, la tierra).

Pero en lo que respecta al griego (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), la situación es distinta, es otra.

En primer lugar, observamos que en Génesis 1.1 la morfología  de la palabra griega «tierra», como objeto directo, es «guen» (morfología del caso acusativo singular femenino y de la primera declinación), esté acompañada o no del artículo definido o determinado.

En segundo lugar, observamos que en Génesis 1.2, ahora como sujeto, la morfología de la misma palabra «tierra» es «gue» (morfología del caso nominativo femenino singular, primera declinación), esté acompañada o no del artículo determinado o definido.   

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